Denise es activista. De Sara hacen documentales porque es la Mexican “Divine”, una drag queen que encarna a un personaje famoso. Lucero es cantante, la contratan para amenizar eventos y fiestas. Liliana ha hecho las paces consigo misma y su familia.
México es el segundo lugar a nivel mundial en transfeminicidios. Ante ello, las personas trans han logrado grandes avances como la tipificación del transfeminicidio en la Ciudad de México con la aprobación de la Ley Paola Buenrostro este 2024.
Ellas son las que abrieron camino para la resistencia. Su trayecto ha sido arduo. Son las adultas mayores trans: las abuelas trans. En las décadas del 70 y 80 vivieron la represión policial; a muchas las asesinaron, refieren. El sistema político y social las segregó, después vino la epidemia del VIH-Sida. Es un sector de la población que enfrenta mayor discriminación, según Conapred.
En la actualidad, ellas se nombran las sobrevivientes, han salido adelante gracias al apoyo de las redes que han ido creando. No cuentan con seguridad social ni vivienda propia. Es por ello, que exigen al Estado una reparación del daño y un reconocimiento como sujetas de derechos.
“Voy a cumplir 56 años y estoy muy feliz de haber llegado a esta edad, después de una época de mucha represión en los setentas, en los ochentas. Estar viva es un logro, es como un trofeo que tienes ahí en tu casa, porque la mayoría de nuestras hermanas ya están muertas”, comenta Lucero, mujer trans y cantante.
Por mucho tiempo, las mujeres trans que sobrevivieron a los asesinatos, vejaciones y olvido, guardaron silencio, ahora lo están rompiendo para que se conozcan sus historias y para exigir una reparación del daño, una demanda justa para aquellas que abrieron camino, y que se merecen una vejez digna.
Liliana, mujer trans, se dice una sobreviviente. “En mi época de juventud había mucha transfobia, de hecho todavía hay, pero antes era más fuerte (…) Varias de mis amigas las mataron, otras murieron de enfermedades. Gracias a Dios todavía vivo y he sufrido llegar a esta edad”, expresa.
Durante el sexenio del Presidente José López Portillo, de 1976 a 1982, su compadre Arturo Durazo Moreno, conocido como ‘El Negro’ Durazo, fue jefe del Departamento de Policía y Tránsito del Distrito Federal, ahora Ciudad de México.
Bajo su gestión se institucionalizó la corrupción, se normalizaron los abusos y se cometieron todo tipo de delitos. Su policía fue quien hizo las agresiones más brutales en contra de las mujeres trans.
“Muchas veces nos hacían algo que se llamaba el carreterazo, que era que nos llevaban a los despoblados. Nos desnudaban, nos golpeaban, nos robaban, nos violaban y después iban carcajeando, dejándonos desnudas a nuestra suerte. Muchas no aguantaron y las arrojaron al río Tula”, relata Denisse Valverde, presidenta de RESPETRANS.
Lee también | Ley Paola Buenrostro: ¿en qué consiste y quién inspiró la iniciativa para castigar transfeminicidios en CDMX?
En esa época hubo una especie de dictadura impune y un genocidio en contra de las personas trans. Transcurría la segunda mitad del siglo XX, México vivía una época de represión, habían pasado las masacres de estudiantes en 1968 y 1971. Prevalecía un régimen posrevolucionario, conservador y machista representado por el Partido Revolucionario Institucional.
“Muchas ya no volvimos a verlas, muchas de ellas, las levantaba la patrulla y ya no volvíamos a saber jamás ni dónde quedaron ni nada de ellas”, comenta Sara Lugo.
A finales de los 70´s y en protesta por la brutalidad policiaca, el Frente Homosexual de Acción Revolucionaria marchó por los derechos humanos de quienes integraban el movimiento, lo que dio pauta a las comunidades LGBTQ.
Denise Valverde de la asociación Respetrans vivió esa primera manifestación organizada por el Frente de Liberación Homosexual, la cual se desarrolló sobre Paseo de la Reforma, misma avenida donde agentes del ‘Negro Durazo’ exhibían a mujeres trans cuando las detenián.
“Éramos un grupo de jóvenes de mujeres trans, que en aquel momento no teníamos ni pronombre. Nos decían vestidas muy despectivamente. Nos juntábamos ahí saliendo del metro Bellas Artes y en ese grupo éramos como 40 compañeras integradas. Al año siguiente de estar yendo allí casi diario, porque nos identificábamos, se acercó una persona del grupo FHAR (Frente Homosexual de Acción Revolucionaria) a invitarnos a participar en la primera marcha por la diversidad.
En aquel entonces se llamaba la Marcha Gay, de Juan Jacobo Hernández, un icono en estas marchas, y participamos. Íbamos casi 40 de nuestras compañeras”.
Después del periodo oscuro del “Negro” Durazo, llegó la epidemia del VIH- Sida, impactando la vida de muchas personas, principalmente de la comunidad LGBTQ, debido al poco acceso a los servicios de salud sexual adecuados para prevenir, diagnosticar y tratar este virus.
“Años después entró la primera pandemia del Sida y muchas compañeras empezaron a morir. Yo acompañaba a muchas compañeras que empezaron con fiebre, empezaron a adelgazar, empezaron con problemas respiratorios, y no sabíamos qué era lo que estaba pasando”.
En los años 90 aunque disminuyeron los abusos policiales, continuaron los asesinatos y agresiones en contra de personas de la comunidad LGBTQ y trans, incluso fue hasta la segunda mitad de esa década que se reconocieron como crímenes de odio.
Muchas de ellas siguieron sus vidas. Concluyó el siglo e inició un nuevo milenio, con ello, llegaron nuevas oportunidades y cambios que dieron pauta a las luchas con las que obtuvieron derechos como el matrimonio igualitario y cambio de identidad de género.
Debido a toda la violencia que vivieron y falta de apoyo, Denise, Sara, Liliana y Lucero, las abuelas trans, exigen una reparación del daño. Se han vuelto resilientes, su camino ha sido doloroso, pero orgullosas de sentar las bases, de ser el cambio, ser el ejemplo; de abrir paso a la lentejuela y color. Ahora con la frente en alto se apoyan entre ellas e intentan sin apoyo del gobierno transitar a una vejez digna.
“El Estado debe una reparación histórica porque muchas de las hermanas ya no están para reclamarlo y entonces la sobrevivientes que así nos llamamos, pues merecemos una retribución por parte del Estado”, indica Lucero.
En tanto, Liliana dice “Lo pedimos y lo exigimos: Que nos reparen el daño, y si se puede, pues, una vivienda digna. Claro, que no nos la regalen, pero podemos asociarnos con el INVI para que nos consiga una casita”.
Una combinación de factores internos y externos permitieron a las fuerzas opositoras poner fin, en cuestión de días, a un régimen que tenía más de cinco décadas en el poder.
No muchos esperaban los rápidos acontecimientos que se han vivido Siria en los últimos días, desde que la oposición armada, liderada por Hayat Tahrir al Sham (HTS, Organización para la Liberación del Levante), con sede en la provincia de Idlib, en el noroeste del país, anunció el inicio de su campaña definitiva en contra de las fuerzas gubernamentales.
La noticia de la caída del régimen de Bashar al-Assad, que había amenazado hace una semana con “aplastar a los terroristas”, sorprendió a la mayoría de los observadores de los asuntos sirios.
Estos acontecimientos han suscitado muchas preguntas, especialmente aquellas relacionadas con las razones del colapso del ejército sirio, el cual se ha producido con una velocidad asombrosa.
¿Qué factores contribuyeron al desmoronamiento de las fuerzas armadas sirias y a su retiro de una batalla tras otra? BBC presenta algunas explicaciones.
Siria ocupa el sexto lugar en el mundo árabe y 60 a nivel internacional en términos de fuerza militar, según el Índice Global de Potencia de Fuego de 2024, que evalúa a 145 países.
El reporte tiene en cuenta una serie de factores, entre ellos el número de efectivos de las fuerzas armadas, su equipamiento y factores logísticos.
El ejército sirio está formado por un gran número de soldados apoyados por fuerzas paramilitares y milicias, y en su arsenal hay una mezcla de equipo soviético en ruinas y otro más moderno procedente de aliados como Rusia.
El ejército tiene más de 1.500 tanques y 3.000 vehículos blindados, así como artillería y sistemas de misiles, según el Índice Global de Potencia de Fuego.
En términos de poder aéreo, Siria tiene cazas, helicópteros y aviones de entrenamiento, y cuenta con una modesta flota naval, así como varios aeropuertos y puertos vitales como Latakia y Tartus.
La posición del ejército sirio puede parecer buena en teoría, pero hay muchos factores que la han debilitado.
Perdió una gran proporción de su personal, estimado en 300.000 soldados, en los primeros años de la guerra.
Algunas estimaciones sostienen que el ejército perdió la mitad de sus uniformados, ya sea debido a los combates o porque algunos huyeron o se unieron a grupos de la oposición.
La fuerza aérea también sufrió grandes pérdidas debido a la guerra civil y los ataques aéreos estadounidenses.
A pesar de las importantes reservas de petróleo y gas de Siria, su capacidad para explotarlas se ha visto gravemente limitada por la guerra.
Las condiciones económicas también se han deteriorado aún más, especialmente en las zonas controladas por el gobierno de Al Assad, debido a la “Ley César” que aprobó en diciembre de 2019 el Congreso estadounidense y entró en vigor en junio de 2020.
El texto impuso sanciones económicas a cualquier agencia gubernamental o individuo que trate con el gobierno sirio.
Numerosos informes han indicado que los salarios de los soldados del ejército de Al Assad son bajos y que equivalen a unos US$ 15 a 17 dólares, lo que es una cantidad muy pequeña que “no alcanza ni para tres días”, según un ciudadano sirio.
Fawaz Gerges, profesor de relaciones internacionales en la Universidad de Londres, aseguró que la situación en Siria ha cambiado drásticamente en los últimos tres años, y que una de las razones de esto son “las sanciones estadounidenses que han empobrecido al pueblo sirio y a los oficiales del ejército”.
“Según algunos informes, los soldados no reciben suficiente comida, lo que significa que se encuentran en un estado psicológico difícil y están al borde de la inanición”, apuntó.
El miércoles pasado, Assad decretó un aumento salarial de un 50% para los soldados, informó la agencia de noticias estatal siria, una medida que aparentemente tenía como objetivo levantar la moral en medio del avance de las fuerzas de la oposición.
Sin embargo, la decisión parece haber llegado demasiado tarde.
Las noticias que daban cuenta de la deserción de los soldados y oficiales, lo cual facilitó el rápido avance rebelde desde Alepo hasta Damasco, pasando por Hama y Homs, sorprendieron a más de uno.
La corresponsal de la BBC en Damasco, Barbara Belt Usher, informó que algunos efectivos en Damasco abandonaron sus vehículos, armamento y hasta sus uniformes y se vistieron con ropa civil.
“El colapso del ejército sirio se debe casi en su totalidad a las políticas y prácticas implementadas por Al Assad desde que obtuvo una relativa superioridad sobre la oposición en 2016, lo que ha socavado los pilares fundamentales que lo mantenían en el poder”, afirmó Yezid Sayigh, del Centro Carnegie para Oriente Medio en Beirut.
“Estas políticas han afectado al ejército, donde decenas de miles de miembros han sido despedidos, junto con el terrible deterioro de los niveles de vida, la corrupción galopante y la escasez de alimentos incluso dentro de las propias fuerzas armadas, que han alejado a la comunidad alauita que domina los rangos superiores del estamento militar”, agregó el investigador.
“La moral del ejército también se ha visto gravemente reducida por la pérdida de la ayuda militar directa de Irán, de Hezbolá y de Rusia, que ya no pueden intervenir adecuadamente o incluso intervenir de alguna manera”, prosiguió.
Sayinh remató que “sin la esperanza de ayuda externa urgente, el ejército perdió la voluntad de luchar”.
Por su parte, el experto militar británico Michael Clarke, profesor del Departamento de Estudios de Guerra del King’s College de Londres, dijo a la BBC que la enorme ayuda militar extranjera que recibió el gobierno de Al Assad lo hizo dependiente de ella y descuidó a su ejército.
“Su entrenamiento se deterioró significativamente y el desempeño de liderazgo de sus oficiales se volvió mediocre”, explicó.
Y acto seguido agregó: “Cuando sus unidades enfrentaron ataques de Hayat Tahrir al-Sham, muchos oficiales aparentemente se retiraron y algunos huyeron. Cuando los oficiales no pueden demostrar habilidades de liderazgo efectivas, no es de extrañar que los soldados huyan“.
Sayegh, por su parte, descartó que la retirada del apoyo militar de Irán, Hezbolá y Rusia fuera deliberada.
“En el pasado, Siria dependía en gran medida de Hezbolá para el apoyo sobre el terreno, pero después de las pérdidas que sufrió el partido-milicia en el Líbano, ya no pudo proporcionar ese apoyo“, apuntó.
“También hubo una disminución constante de oficiales y asesores iraníes en Siria como resultado de los ataques israelíes durante la última década, y ya no pudo enviar grandes refuerzos ni por tierra ni por aire, dado que Israel y Estados Unidos controlan la mayor parte del espacio aéreo sirio”, agregó.
“Al mismo tiempo, el gobierno iraquí y las milicias proiraníes decidieron mantenerse al margen de los combates, lo que puede deberse en parte a que Irán se dio cuenta de que salvar a Al Assad se había vuelto imposible“.
Por su parte, Rusia retiró una gran cantidad de sus aviones y fuerzas de su base en Latakia debido a la invasión en Ucrania, que comenzó en febrero de 2022.
Gerges coincidió en que la retirada del apoyo militar por parte de Irán, Hezbolá y Rusia “fue una de las razones fundamentales que llevaron a la caída tan rápida de las ciudades sirias”.
“El ejército sirio no luchó ni defendió al régimen esta vez, y decidió retirarse de las batallas y dejar las armas. Esto indica que el apoyo ruso e iraní y la doctrina de combate de Hezbolá fueron un factor importante para ayudar a Al Assad a permanecer en el poder, especialmente después de 2015″, zanjó.
En paralelo a la frágil situación del ejército sirio, muchos observadores achacan lo ocurrido en los últimos días a la unificación de las facciones armadas de la oposición bajo un puesto de mando único, así como a su buena preparación para esta batalla y el desarrollo de sus capacidades militares.
El discurso de los rebeldes, especialmente los mensajes tranquilizadores que enviaron a los civiles sobre el respeto de las creencias y las promesas de libertades religiosas, ayudó a lograr rápidos avances sobre las fuerzas del gobierno de Al Assad, aseguraron los expertos.
Todos los datos anteriores aparentemente contribuyeron al rápido colapso del ejército sirio y a la posterior caída del régimen de Al-Assad, de una manera que Fawaz Gerges ve “muy similar al colapso del régimen del Sha en Irán en 1979”.
“La oposición siria, con sus alas islamistas y nacionalistas, fue capaz de destruir el régimen sirio en menos de dos semanas… El régimen de Assad estaba viviendo en tiempo extra y cuando el ataque de la oposición llegó por sorpresa, el ejército se derrumbó y el régimen se derrumbó como si fuera una casa de cristal”, agregó Gerges.
Haz clic aquí para leer más historias de BBC News Mundo.
Suscríbete aquí a nuestro nuevo newsletter para recibir cada viernes una selección de nuestro mejor contenido de la semana.
Y recuerda que puedes recibir notificaciones en nuestra app. Descarga la última versión y actívalas.