Miles de mujeres en el país salieron este 8 de marzo a las calles en varios estados de la República para marchar en conmemoración del Día Internacional de la Mujer.
Con consignas como “la periferia existe porque resiste” en el Estado de México mostraron su inconformidad contra la violencia feminicida, mientras que en otras entidades como Puebla, Querétaro, Chihuahua, Veracruz, Chiapas y Michoacán exigieron alto a las violencias y reconocimiento a la labor de las mujeres.
Con la consigna “La periferia existe porque resiste”, colectivas de municipios del Estado de México convocaron a marchar este 8 de marzo, Día Internacional de las Mujer, por la descentralización y visibilización de las luchas más allá de la capital del país.
En el municipio de Ecatepec, el contingente avanzó a la altura de la Autopista México-Pachuca al grito de “¡Justicia para Tania!”, en donde amigos y familiares de víctimas de feminicidio exigieron justicia por Tania Ricardo, mujer policía asesinada.
“Señor, señora no sea indiferente, se mata a las mujeres en la cara de la gente”, dijeron mujeres entre cantos y consignas al inicio de la marcha del 8M sobre la vía Morelos en el municipio mexiquense.
En el municipio de Nezahualcóyotl, también se manifestaron contra la violencia feminicida. En este caso, hubo dos convocatorias principales, una de ellas encabezada por la Asamblea Vecinal Nos queremos vivas Neza, que inició su recorrido en la Antimonumenta de cruces rosas y concluyó en el Parque La Llanta, un espacio sobre la avenida Vicente Villada que las mujeres mexiquenses han recuperado y donde se realizaron eventos culturales.
“Es importante este momento porque salimos de la periferia y queremos decirle a Delfina y a las diferentes instancias municipales que no nos han atendido y han vulnerado nuestros derechos”, señaló una integrante de la colectiva Nos Queremos Vivas Neza.
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Por otro lado, el contingente de Comandantas Neza marchó de “El Coyote” hasta el Palacio Municipal de Nezahualcóyotl, para pedir justicia por los feminicidios en el Estado de México. “¡Ni una más, ni una más, ni una asesinada más!”, gritaron mujeres del contingente.
#Neza | ¡Ni una más, ni una más, ni una asesinada más!, con un ataúd protestan este #8Marzo en Estado de México, una de las entidades con más feminicidios.
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Ambas marchas se encontraron en la Fiscalía Regional de Nezahualcóyotl. De acuerdo con una integrante de Nos queremos vivas Neza, ocho familias de víctimas de feminicidio y tres de desaparición forzada fueron recibidas y la institución se comprometió a brindarle seguimiento a sus casos.
Otros colectivos, que realizaron una convocatoria diferente a Nos Queremos Vivas Neza, intentaron derribar la valla que está frente a la Fiscalía de Nezahualcóyotl, sin embargo, desde dentro dispersaron con una especie de gas.
Fue en ese momento cuando Nos queremos vivas Neza convocó a retirarse del lugar por la seguridad de las infancias.
“No saben hacer justicia, solo saben sacarnos dinero”, gritó la madre de una víctima de feminicidio frente a la Fiscalía de Nezahualcóyotl.
Lidia Florencio, mamá de Diana Vázquez, asesinada en 2017 en Chimalhuacán, denunció que van más de siete años y no hay justicia para su hija.
Lidia Florencio, mamá de Diana Vázquez, asesinada en 2017 en Chimalhuacán, denunció que ya van más de siete años y no hay justicia para su hija.
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El Estado de México es la entidad que más víctimas de feminicidio concentra en el país.
Son siete mujeres las que fueron asesinadas en el primer mes del año, lo que equivale a 13% del total, según el Informe de Violencia contra las Mujeres del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), actualizado al 31 de enero de 2025.
En el país, 49.02% de los delitos de feminicidio a nivel nacional se concentran en 20 municipios, de los cuales siete se ubican en el Estado de México. Se trata de Chimalhuacán, Ecatepec, Metepec, Nicolás Romero, Tecámac y Villa del Carbón, de acuerdo con dicho informe.
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El Colectivo Justicia para Cecilia Monzón exigió justicia para todas las mujeres víctimas de feminicidio y demandó a la Fiscalía de Puebla una sentencia, a tres años del feminicidio de la abogada y activista del mismo nombre.
Policías resguardaron las instalaciones de la Fiscalía del Estado, previo a la marcha del Frente Feminista Radical que partió con rumbo al Zócalo de la ciudad en el marco del 8M.
En Ciudad Juárez, cientos de mujeres salieron a marchar con demandas de justicia, denuncias de agresiones, exigencias de paz. Las colectivas fueron encabezadas por madres de mujeres asesinadas y desaparecidas, informó La Verdad.
El contingente partió del estacionamiento de Río Grande Mall, van a la Plaza del Monumento, caminan bajo una ligera lluvia y aguanieve.
🟣 #8M #CiudadJuárez | Nos Queremos Vivas y Libres, cientos de mujeres salieron a marchar con demandas de justicias, denuncias de agresiones, exigencias de Paz.
📸 Rocío Gallegos de @LaVerdadJz pic.twitter.com/lNdGFjNuce
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Asimismo, en distintos puntos de Chihuahua, el gobierno del estado amplió el cerco de vallas de seguridad en los espacios públicos e históricos.
De acuerdo con Raichalí, este año, las autoridades estatales y municipales se apropiaron también de espacios culturales y espacios simbólicos de protesta, como la Cruz de Clavos o Cruz de la Impunidad, ubicada frente al palacio de gobierno.
La avenida Once o Venustiano Carranza quedó bloqueada desde la avenida Juárez hasta la calle Escorza, frente a Rectoría de la Universidad Autónoma de Chihuahua, cuyas ventanas quedaron cubiertas por plataformas de madera y de metal. Además han incrementado el número de cámaras de vigilancia desde los edificios públicos principales.
Un contingente de mujeres retumbó las calles de Culiacán entre gritos por justicia a víctimas de violencias, feminicidios, homicidios o desapariciones, este Día Internacional de la Mujer.
El rostro e insignias de justicia por la agente Petra Emilia Corrales Jiménez, policía municipal asesinada en Culiacán, encabezaron el movimiento que inició a un costado del Palacio Municipal, de acuerdo con Noroeste.
El colectivo Guerras Azules de Sinaloa, compuesto por mujeres viudas de policías, gritó en lucha por Petra Emilia, quien desapareció junto a sus compañeros Ezequiel y Alberto al asistir a un reporte policial en la zona sur de Culiacán.
En Mazatlán, cientos de mujeres salieron a las calles, hubo un pase de lista y un minuto de ruido en honor por quienes no pueden alzar la voz.
“Me volví feministas, siempre lo fui y ahora me ves”, “Es por tí hermana”, ¿Quién te buscará cuando yo no esté?, “Seríamos más, pero desde la tumba no se puede luchar”, “Justicia para Valentina”, “Las niñas no se tocan, el asesino no debe estar libre, exigimos justicia”, “por las voces sin justicia”, “Hoy no se felicita a ninguna, pero se lucha por todas”, “Soy parte de la generación que ya no tiene miedo”, se leía en los carteles.
Mujeres de Chenalhó en la región Altos de Chiapas marcharon para exigir un alto a la violencia y el respeto a sus derechos. El mitin concluyó en Acteal tras varias horas de caminata.
“Nos duele ver toda esta violencia e inseguridad, pues a puesto en riesgo la seguridad de nuestras compañeras abejas que se encuentran en comunidades del municipio de Pantelhó, que hace ya varios meses que no han podido salir de sus comunidades por los constantes riesgos en que viven”, dice un pronunciamiento de las Mujeres Abejas de Acteal.
Entre sus consignas está “no olvidar”, dieron que desde 1997 muchas mujeres fueron desplazadas, y hasta la fecha no se ha hecho justicia. También recordaron que muchas mujeres han perdido la vida a causa de enfermedades provocadas por el ataque armado que sufrieron cuando estaban en ayunas en el centro de Acteal, por lo que exigieron justicia por las muertes en el municipio de San Pedro Chenalhó.
También denunciaron que son víctimas del crimen organizado desde hace cuatro años y la falta de acción de los tres niveles de gobierno “que han maquillado su trabajo con servicios sociales”
Hicieron un llamado a prohibir la venta de alcohol y drogas en los pueblos indígenas por causar separación en las familias.
Y exigieron reconocimiento a su derecho de igualdad, derecho de heredar la tierra, al trabajo y a la salud.
En San Cristobal de las Casas la marcha fue encabezada por familiares de desaparecidos, pueblos indígenas y maternidades. Previo a salir a las calles se realizó un performance contra los feminicidios.
Seguimos #8M pic.twitter.com/BmOwN3x2qa
— Orsetta Bellani (@orsettabellani) March 8, 2025
Miles de mujeres toman las calles de Monterrey en la marcha del 8M, exigiendo justicia e igualdad. El recorrido inicia en la calle Zaragoza, con pancartas, consignas y una sola voz: ni una menos.
🟣 Miles de mujeres toman las calles de Monterrey en la marcha del 8M, exigiendo justicia e igualdad. El recorrido inicia en la calle Zaragoza, con pancartas, consignas y una sola voz: ni una menos.
📷: Dalia Manriquez / ABC Noticias. pic.twitter.com/ZmLmWz20hJ
— ABCNoticias.mx (@ABCNoticiasMX) March 8, 2025
Michoacan
En Michoacán, la movilización comenzó al mediodía partiendo desde el monumento al general Lázaro Cárdenas con destino al Palacio de Gobierno, ubicado en el centro histórico. Otro grupo marchó en el bosque Cuauhtémoc, donde se instaló un tendedero donde mujeres compartieron, de manera anónima, testimonios sobre el acoso y violencia.
Con información de Luz Rangel, Sharenii Guzmán, Tamara Mares y Daniela Martínez Animal Político; Rocío Garduño de La Verdad; Daniela Flores y Ana García de Noroeste
Durante más de seis meses Gurpreet viajó en su intento de cumplir el sueño americano. Pero no tuvo éxito y fue deportado.
Gurpreet estaba esposado, sus piernas atadas con una cadena que subía hasta su cintura. Él estaba siendo dirigido por la patrulla fronteriza de Estados Unidos hacia un C-17, un poderoso avión militar.
Era 3 de febrero de este año y después de meses de un largo viaje, él se dio cuenta de que el sueño de vivir en EE.UU. se había acabado. Estaba siendo deportado a su país, India.
“Sentí que el suelo se resbalaba debajo de mis piernas”.
Gurpreet, de 39 años, fue uno de los miles de indios que en los últimos años han gastado sus ahorros para cruzar varios continentes con la idea de entrar de forma ilegal a EE.UU. a través de su frontera sur y de ese modo escapar al desempleo que acosa a la India.
Se estima que hay unos 725.000 indios indocumentados viviendo en EE.UU., la tercera nacionalidad más numerosa después de los mexicanos y los salvadoreños, de acuerdo a las cifras del Pew Research Center de 2022.
Ahora Gurpreet se ha convertido en uno de los primeros indios indocumentados que han sido deportados desde que Donald Trump asumió la presidencia de EE.UU., con la promesa de hacer una deportación masiva como prioridad.
La intención de Gurpreet era solicitar asilo basado en las amenazas que él dice que recibió en India, pero -en el marco de la orden ejecutiva de Trump de devolver a los migrantes sin darles ni siquiera la posibilidad de una audiencia para solicitar asilo- fue enviado de vuelta sin que su caso fuese siquiera considerado.
Cerca de 3.700 indios fueron deportados durante la era de Joe Biden, pero las nuevas imágenes de estos migrantes siendo deportados con esposas y cadenas en los pies ha generado una fuerte reacción en India.
La oficina de la Patrulla Fronteriza de EE.UU. publicó un video en internet con esas imágenes, acompañadas de una música estrambótica y la advertencia: “Si cruzas de manera ilegal, serás expulsado”.
“Estuvimos sentados, esposados y encadenados por más de 40 horas. Incluso las mujeres fueron tratadas de la misma manera. Solo a los niños no los encadenaron”, le dice Gurpreet a la BBC en India.
“No nos permitían pararnos. Si queríamos usar el baño, teníamos que estar escoltados por un soldado y solo nos quitaban una de las esposas”, añade.
Los partidos de oposición en el parlamento indio protestaron frente a lo que señalaban era un “trato inhumano y degradante” para los deportados.
“Hay muchos comentarios de que el primer ministro de India, Narendra Modi, y Donald Trump son buenos amigos, entonces, ¿por qué permitió esto?”, le dijo a la BBC Priyanka Gandhi Vadra, un líder de la oposición.
Por su parte, Gurpreet dice: “El gobierno indio debió decir algo sobre esto. Ellos debieron decirle a EE.UU. que hiciera las deportaciones como las hacía antes, sin las cadenas ni las esposas”.
El vocero de la oficina de Relaciones Exteriores de India señaló que el gobierno ha comunicado a EE.UU. estas preocupaciones y, como consecuencia, en los siguientes vuelos no se encadenaron a las mujeres.
Pero las imágenes intimidantes y la retórica de Trump parecen haber conseguido el objetivo, al menos como efecto inmediato.
“Nadie va a tratar de ir a EE.UU., sobre todo por una ruta ilegal y complicada, mientras Trump esté en el poder”, dice Gurpreet.
A largo plazo, esto podría depender de si continúan las deportaciones, pero por ahora muchos de los traficantes indios, llamados localmente “agentes”, se han escondido por temor a redadas en su contra por parte de la policía india.
Gurpreet relata que las autoridades indias le pidieron el teléfono del “agente” que él había utilizado para ir hasta EE.UU., pero el traficante ya no podía ser localizado.
“No los culpo. Nosotros queríamos ir, era nuestra decisión. Ellos no vinieron a buscarnos”, señala Gurpreet.
Aunque las cifras del gobierno ponen la tasa de desempleo de apenas 3,2%, lo cierto es que la realidad es más precaria para muchos indios.
Solo el 22% de los trabajadores tienen salarios regulares. La mayoría de ellos son independientes y cerca de una quinta parte de ellos son “ayudantes sin paga”, que incluyen a decenas de mujeres que trabajan en negocios familiares.
“Dejamos India porque nos vimos obligados a hacerlo. Si tuviera un empleo que me pagara al menos 30.000 rupias (US$340) al mes, podría ayudar a mi familia y nunca pensaría en irme”, anota Gurpreet, quien tiene a su esposa, un bebé y su madre que dependen de él.
“Se puede decir lo que sea sobre la economía en el papel, pero necesitas ver la realidad en la calle. No hay oportunidades para nosotros, para trabajar o crear un negocio”, añade.
La compañía de camiones de Gurpreet estuvo entre las empresas, fuertemente dependientes del dinero en efectivo, que fueron duramente golpeadas cuando el gobierno indio, con apenas cuatro horas de aviso, retiró cerca del 86% de los billetes que estaban en circulación en el país.
Eso hizo, explica Gurpreet, que sus clientes no le pagaron más y él no pudo mantener a flote su negocio.
Y otro pequeño negocio que había montado, dedicado al manejo de logística para otras compañías, también colapsó debido a la pandemia del Covid-19.
También relata que pidió visas para viajar a Canadá y a Reino Unido, pero sus aplicaciones fueron rechazadas.
Entonces, con todos sus ahorros y con la ayuda de familiares, logró juntar cerca de US$45.000 para pagarle a un traficante para que lo ayudara en su viaje.
El 28 de agosto de 2024, él voló desde la Indiana hasta Guayana para iniciar su viaje a EE.UU.
Gurpreet marcó todas las paradas que hizo en un mapa que tiene en su teléfono.
Desde Guyana él viajó a través de Brasil, Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia, la mayoría de las veces en bus, otras en carros y en bote y una parte pequeña en avión, pasando de traficante a traficante y detenido y liberado por algunas de las autoridades de los países.
En Colombia, los traficantes trataron de ponerlo en un avión hacia México, para de esa forma evitara atravesar el Tapón del Darién.
Pero la inmigración colombiana no le permitió abordar el avión, por lo que tuvo que hacer el peligroso viaje por la selva.
Un territorio denso e inhóspito entre Colombia y Panamá, el Tapón del Darién solo puede ser cruzado a pie, con riesgo de sufrir accidentes, enfermedades y ataques de bandas criminales.
El año anterior, 50 personas murieron intentando cruzar el Darién.
“No estaba asustado. He sido deportista toda mi vida, así que pensé que iba a estar bien. Pero fue la parte más dura. Caminamos durante cinco días por ríos y selvas. En muchas partes, mientras atravesaba un río, el agua me llegaba al pecho”, recuerda Gurpreet.
Cada grupo estaba acompañado por un contrabandista, o un “donker”, como Gurpreet y otros inmigrantes los llaman, una palabra aparentemente derivada del término “ruta del burro”, utilizado para referirse a los viajes de migración ilegal.
A la noche, levantaban carpas en la selva, comían un poco y trataban de descansar.
“Llovió todos los días que estuvimos ahí. Estábamos mojados hasta los huesos”, señala.
Primero los llevaron por unas montañas y después por un camino marcado con bolsas azules, que habían puesto los traficantes.
“Mi pie comenzó a hincharse, las uñas estaban destrozadas y las palmas de las manos estaban secas. Pero tuvimos la fortuna de no encontrarnos con ladrones”, explicó.
Cuando llegaron a Panamá, Gurpreet explica que él y cerca de 150 otros migrantes fueron detenidos y llevados a un lugar que lucía como una cárcel.
Tras 20 días detenidos fueron liberados y después, tras un mes de travesía, finalmente llegaron a México después de pasar por Costa Rica, Nicaragua, Honduras y Guatemala.
Gurpreet anota que ellos esperaron por cerca de un mes en México hasta que hubo una oportunidad de cruzar la frontera cerca de San Diego.
“No escalamos un muro. Hay una montaña cerca que escalamos. Y hay un alambre de púas que el ´donker´ cortó”, dijo.
Gurpreet entró en los EE.UU. el 15 de enero, cinco días antes de que el presidente Trump asumiera el cargo, creyendo que había llegado justo a tiempo, antes de que las fronteras se volvieran impenetrables y las reglas se tornaran más estrictas.
Una vez en San Diego, se entregó a la Patrulla Fronteriza de los EE. UU. y luego fue detenido por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por siglas en inglés).
Durante la administración Biden, los inmigrantes ilegales o indocumentados comparecían ante un oficial de inmigración que realizaba una entrevista preliminar para determinar si cada persona tenía un caso de asilo.
Si bien la mayoría de los indios emigraron por necesidad económica, algunos también se fueron por temor a la persecución debido a sus antecedentes religiosos o sociales, o su orientación sexual.
Si pasaban la entrevista, los liberaban, a la espera de una decisión sobre la concesión de asilo por parte de un juez de inmigración.
El proceso a menudo demoraba años, pero se les permitía permanecer en los EE.UU. mientras tanto.
Esto es lo que Gurpreet pensó que le sucedería. Había planeado buscar trabajo en una tienda de comestibles y luego dedicarse al transporte de camiones, un negocio con el que está familiarizado.
En cambio, menos de tres semanas después de entrar en los EE. UU., se encontró siendo conducido hacia ese avión C-17 y regresando al lugar de partida.
En su pequeña casa en Sultanpur Lodhi, una ciudad en el estado norteño de Punjab, Gurpreet ahora está tratando de encontrar trabajo para pagar el dinero que debe y mantener a su familia.
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