Leer solo a escritoras es una forma de protesta ante lo ya conocido. Tener una librería que solo exhibe y vende literatura escrita por mujeres es un atrevimiento. Y a eso le apostó Sonia Higuera, maestra en Historia, escritora y propietaria de la librería Señora Dalloway.
“Lo que quiero ofrecer es la obra de escritoras porque es en lo que más confío y con lo que me siento conectada”, sostiene Higuera desde su natal Culiacán, Sinaloa, lugar donde se encuentra su local, justo en el primer cuadro del Centro, entre comida coreana, escuelas y centros comerciales.
Para Sonia, la literatura hecha por escritoras no solo es un negocio, es un estilo de vida y es la forma en que a ella le gustaría que muchas personas se acerquen a la literatura. Es una manera de resistir y una apuesta al feminismo.
“Confío en el trabajo de las mujeres porque también creo que es una apuesta al feminismo, es una manera de hacer resistencia de innumerables cosas. Me choca cuando dicen ‘de qué se quejan si antes estaban peor’, o ‘ahora sí pueden votar’, invisibilizando o anulando la lucha pues donde volteemos vamos a encontrar una grieta, un foco de que todavía no estamos donde quisiéramos encontrarnos, y no en el sentido de superar, sino de ir iguales”, afirma.
Higuera estudió la licenciatura en Filosofía y después una maestría en Historia, pero su primer acercamiento con la literatura fue gracias a su hermana, quien le pedía, a manera de mantra, que le leyera la novela, Cuando Hitler robó el conejo rosa, de Judith Kerr.
“No teníamos más que ese libro, era lo único que había en la casa y mi hermana me pedía que se lo leyera cuando lavaba porque se aburría, entonces todos los fines de semana yo tenía que leer y leer ese libro”, rememora Sonia.
Después dejó los libros literarios y comenzó con las lecturas de Platón, Socrates y los clásicos; fue hasta que terminó su maestría cuando se dio cuenta de algo: No había vuelto a leer escritoras.
La historia de la librería Señora Dalloway comienza en plena pandemia, cuando Sonia crea Tejiendo Historias, un proyecto en el cual organizaba talleres de ensayo, cuento y novela a través de zoom para poder sacar dinero extra, pues una de las escuelas en las que trabajaba como maestra ya no pudo continuar.
Los talleres incluían la mentoría de escritoras como Liliana Blum, Lola Ancira, Clara Obrigado, María Fernanda Ampuero, Ariana Harwicz, entre otras, y casi siempre había lecturas que los alumnos debían tener para avanzar en los talleres.
Fue ahí donde Sonia se dio cuenta que en las librerías convencionales no encontraba los títulos que se discutían en las clases, por lo que tuvo que ponerse en contacto con las propias escritoras para poder obtener el material.
“Yo me daba a la tarea de hablar con las escritoras, ellas me daban sus libros y yo los distribuía entre las personas que estaban en los talleres”.
A la par, con las dificultades que estaba atravesando para conseguir los libros, recordó lo que alguna vez dijo la escritora Liliana Pedroza.
“Ella habla de que hagamos un ejercicio en nuestra biblioteca personal, y también al momento de asistir a cualquier librería; y que veamos qué tantos libros de escritoras y escritores hay, entonces la balanza pues no nos favorece, y sí, me daba cuenta de todos esos vacíos, todas esas ausencias, de que en la academia nunca vemos escritoras y aproveché ese momento”, explica Higuera.
Su emprendimiento comenzó de manera digital; compartiendo su catálogo de libros entre amigos y por whatsapp, pero el gran paso ocurrió en uno de los peores momentos de su vida: la muerte de su padre.
“Desafortunadamente fallece mi papá y pues en concreto, con el dinero que nos deja, la parte que a mí me toca, decido invertir para ya poner la librería”.
El resto ha sido una serie de decisiones que Sonia ha sorteado con el paso del tiempo, desde decidir dónde iba a poner la librería, hasta tener que vender uno que otro libro de autores clásicos.
“Sí tengo una mini sección de libros clásicos donde hay autores hombres, pero solo eso, decidí hacerlo porque cuando fui a un bazar a vender mis libros, se vendieron todos, los de hombres y mujeres, ahí me di cuenta que hay que hacer ciertas concesiones”.
Sin embargo, tiene límites, y enfática, Higuera asegura que en su librería jamás habrá algo de Bukowski.
Para Sonia, su atrevimiento no ha sido fácil, pues se enfrenta a las fuertes críticas de las personas que la juzgan por vender libros de escritoras.
“Sí fui muy ingenua porque no tenía idea de lo difícil que iba a ser, llegué a pensar que toda la gente iba a querer comprar libros de escritoras, para mí era obvio, pero la realidad es que hay gente que desde que entra ya viene a juzgar, a criticar o a decir: ¿por qué no tienes escritores?”
Ante los cuestionamientos su respuesta es firme: “No quiero porque ellos están en todas partes”.
Higuera relata que la lucha más fuerte la ha librado con personajes del mundo editorial o la academia, la mayoría hombres, quienes suelen criticarla por, supuestamente, segregar la literatura de esa manera.
“Incluso uno de ellos alguna vez me dijo que si no tenía algo que no fueran temas de mujeres”, una situación que descolocó a la también escritora.
Sonia toma un momento y ella misma se cuestiona: “A veces me pregunto si la experiencia sería diferente si fuese una librería “normal”.
Sonia también lucha contra una cultura patriarcal que aún se ve como algo “natural” en su estado, pues cree que una de las grandes limitantes por la que la gente no entra tanto a su espacio, es porque lo asocian directamente con el feminismo.
“Les mueve algo y es esa resistencia a darnos ese lugar que ya deberíamos tener y creo que sí es uno de los motivos por los que no se acercan”.
Otro factor de lucha es la cultura del narcocorrido y la violencia que impera en Culiacán.
“Desgraciadamente aquí todavía se vive en esa cultura patriarcal en donde todavía no vamos a la par, aquí hay un mayor culto a la belleza, también a la violencia, los narcocorridos, entonces digamos que son todos estos elementos que se van sumando. Es una cultura contra la que intento posicionar mi espacio”, sostuvo.
Sin embargo, no todo ha sido negativo, pues ha visto que muchos de sus clientes son adolescentes entre los 15 y 17 años que entran a su local para curiosear y casi siempre salen con un libro.
“Muchas veces los veo juntar sus monedas y les digo que se lleven el libro, no ocurre todo el tiempo, pero sí pasa y pues lo más satisfactorio es que regresan”.
El nombre de la librería no es casualidad, Sonia decidió nombrar a su proyecto como el personaje principal de la novela de Virginia Wolf, una de sus escritoras favoritas, debido a la simbología que para ella representa.
“Me parece un personaje muy potente porque tiene esa posibilidad, todo gira en torno a ella, sí, es una clase alta, pero yo creo que todas deberíamos de tener esa posibilidad, independientemente del estatus social”.
Sonia afirma que hacen falta muchos referentes en donde las mujeres podamos ser el centro porque todo está plagado de historias los “Ulises” y los “Odiseos”.
“Creo que podemos recontar y narrar las historias, pero partiendo de aquello que nos mueve a nosotras; y dar otra óptica porque “¿me gustas cuando callas?” ya no, ya hay que leer otras historias”.
En estas elecciones que él mismo tildó de “las más importantes de la historia del país”, los expertos coinciden que se jugaba también el desenlace de sus cuentas pendientes con la Justicia.
Este martes Donald Trump no solo competía por la presidencia de Estados Unidos. Los expertos coinciden que se jugaba también el desenlace de sus cuentas pendientes con la Justicia.
Ahora que Trump logró un contundente triunfo ante Kamala Harris que le permite un épico regreso a la presidencia de Estados Unidos, los analistas adelantan que esto probablemente resultará en la desestimación de los dos casos penales federales que enfrenta, el congelamiento de los casos penales estatales hasta que deje el cargo y retrasos adicionales en sus diversos procesos civiles pendientes.
A continuación te explicamos cuál es el panorama de las cuatro causas penales que enfrenta y cuál es su evolución más probable.
Es un caso estatal y el más urgente.
En mayo un jurado popular declaró a Trump culpable de los 34 delitos que se le imputaban por falsificar registros contables para encubrir el pago de un soborno por US$130.000 a la actriz de cine porno Stephanie Cliffords, conocida como Stormy Daniels, con fines electorales, ante la campaña para las presidenciales de 2016.
Fue por unanimidad, como se requería para alcanzar el veredicto. Y así, Trump se convirtió en el primer expresidente de EE.UU. condenado en un juicio penal.
La sentencia estaba inicialmente prevista para el 11 de julio, pero tras el fallo con el que Tribunal Supremo concedió una amplia inmunidad penal a los presidentes por sus actos oficiales, el juez Juan Merchán, del Tribunal Supremo del Estado de Nueva York, les dio plazo a las partes para presentar alegaciones y fijó una nueva fecha: 18 de septiembre.
Pero Trump pidió que la sentencia se retrasase, alegando que un fallo tan cercano a la cita en las urnas sería una forma de interferencia electoral. Merchán se lo concedió, estableciendo como fecha última el 26 de noviembre.
La falsificación de registros comerciales puede castigarse con hasta cuatro años de cárcel, aunque en el caso de Trump los expertos en leyes no se ponen de acuerdo sobre el desenlace más probable.
Algunos apuntan a que el juez Merchán podría dictar una pena de prisión por las especificidades de su caso, como que Trump fue hallado en desacato 10 veces y el objetivo del pago fue influir en unas elecciones.
Otros aseguran que lo más probable es que imponga una condena leve o vuelva a retrasar la fecha de la sentencia hasta después de que Trump dejase la Casa Blanca.
“Si gana las elecciones, no habrá una sentencia significativa”, le dijo hace unas semanas Karen Friedman Agnifilo, quien fue jefa de la división de juicios del fiscal de distrito de Manhattan, a la cadena estadounidense ABC.
“Un presidente en ejercicio no se vería obligado a ingresar en la cárcel, por lo que en teoría, si es condenado a prisión, podría cumplirlo una vez dejado el cargo”, le dijo a ese mismo medio Jeffrey Cohen, profesor de Derecho del Boston College.
Es un caso federal. Lo está llevando el Tribunal de Distrito de EE.UU. para el Distrito de Columbia, Washington.
Desde 2020 Trump sostiene que le robaron aquellas elecciones ganadas por Joe Biden, pero el fiscal especial Jack Smith, nombrado específicamente por el Departamento de Justicia, no lo acusa por esa afirmación que se ha probado sin fundamento.
La acusación se centra en sus presuntos esfuerzos para alterar el resultado e impedir la certificación de la victoria de Biden.
Según el acta judicial que se hizo público en octubre, Smith acusa a Trump de cuatro delitos: conspiración para defraudar al gobierno estadounidense, conspiración para obstruir un procedimiento oficial, obstrucción o intento de obstrucción de un procedimiento oficial y conspiración para violar derechos civiles.
Si bien la “conspiración de Trump para permanecer en el cargo” comenzó el 13 de noviembre de 2020, dice el documento, él ya la venía preparando desde antes.
De acuerdo a la acusación, los esfuerzos de Trump para revertir el desenlace electoral de hace cuatro años incluyeron mentir a funcionarios estatales para inducirlos a ignorar los recuentos de votos y fabricar votos en siete estados en los que quiso cambiar el resultado: Pensilvania, Georgia, Arizona, Nevada, Michigan, Wisconsin y Nuevo México.
También lo señalan de intentar reclutar al entonces vicepresidente, Mike Pence, en su papel de presidente del Senado, para obstruir la certificación de la elección.
Además, la acusación responsabiliza al entonces presidente del asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021.
“El acusado también sabía que solo le quedaba una última esperanza para impedir la certificación de Biden como presidente: la gran multitud enfurecida que tenía delante. Así que durante más de una hora, el acusado pronunció un discurso diseñado para enardecer a sus partidarios y motivarlos a marchar hacia el Capitolio”, se lee en el acta publicada en octubre.
Trump se declaró inocente de los cargos.
Han pasado 15 meses de ello y, tras múltiples retrasos por las maniobras dilatorias de la defensa, no hay una fecha fijada para el juicio.
La jueza de distrito Tanya Chutkan está considerando cómo debe proceder el caso a la luz del fallo de julio del Supremo sobre la inmunidad de Trump. Mientras, ha establecido fechas clave del procedimiento que van más allá de las elecciones. La siguiente es el 19 de diciembre.
El republicano prometió quitar del cargo al fiscal Smith si se alzaba con la victoria, aunque podría no tener que echar mano de esa carta, logrando que el Departamento de Justicia retire los cargos.
Y es que una antigua política de este departamento impide el procesamiento de un presidente en ejercicio, con lo que los casos federales en su contra podrían quedar en nada una vez asuma el cargo.
Si bien el fiscal Smith podría tratar de avanzar con el procesamiento en los dos meses que hay de las elecciones a la toma de posesión, los expertos creen que tiene pocas probabilidades de revivir el caso.
Los expertos concuerdan, pues, en que el caso terminaría diluyéndose. Lo que no está tan claro es la forma exacta en la que eso ocurriría.
Es el segundo caso penal federal que enfrenta Trump.
Trump está imputado por los documentos confidenciales que se llevó a Mar-a-Lago, su mansión de Palm Beach (Florida), y que retuvo allí tras dejar la presidencia, en enero de 2021.
El 8 de agosto de 2022 agentes del FBI recolectaron en la residencia más de 20 cajas que incluían más de un centenar de documentos marcados con distintos grados de clasificación: desde “confidencial” hasta “top secret“.
En total son más de 10.000 documentos que por ley pertenecen al gobierno de EE.UU., así como unas 90 carpetas vacías con marcas que indicaban que contenían material clasificado o que debían ser devueltas al personal de secretaría de la Casa Blanca o a un asistente militar.
Por ello, el republicano enfrenta siete cargos: uno en virtud de la Ley de Espionaje, así como cargos de obstrucción de la justicia, destrucción o falsificación de registros, conspiración y declaraciones falsas.
Sin embargo, desde que la jueza de distrito Aileen Cannon asumió el control del caso en junio de 2023, muchas de sus decisiones se han salido tanto de la norma que han avivado las preguntas sobre su favoritismo hacia Trump.
“Tenemos una jueza excelente en Florida. Es una jueza brillante. No la conozco. Nunca hablé con ella. Pero es valiente y brillante”, ha dicho de ella el propio acusado.
El 15 de julio la jueza Cannon dictaminó que el fiscal Smith fue nombrado de forma inconstitucional para el cargo y, tras desestimar los cargos, decidió archivar y dar por cerrado el procedimiento.
Ante ello, el fiscal Smith presentó un recurso ante un tribunal de apelaciones, argumentando que la jueza “pone en peligro la forma en la que el Departamento de Justicia funciona desde hace tiempo y pone en duda cientos de nombramientos en todo el Poder Ejecutivo”.
Sin embargo, los expertos adelantan que con Trump en la Casa Blanca, lo más probable es que el fiscal no tenga más remedio que retirar la apelación.
En caso de que decidiera proseguir, Smith tendría que lograr convencer al tribunal de Apelaciones de que revoque la decisión de la jueza Cannon y el equipo de Trump ya ha planteado una defensa construida sobre la inmunidad presidencial, que podría convertirse en la base de una futura apelación.
Como en el otro caso federal ya mencionado, Trump también podría conseguir que el Departamento de Justicia retire los cargos.
En este caso estatal Trump enfrenta —junto con otros acusados— cargos por conspirar para subvertir los resultados de las elecciones presidenciales de 2020 en Georgia, como parte de una trama mayor para mantenerse en la Casa Blanca.
Los fiscales presentaron originalmente 41 cargos contra 19 acusados en agosto de 2023.
Desde entonces, cuatro acusados se declararon culpables y el juez que está al frente del caso, Scott McAfee, del Tribunal Superior del condado de Fulton, anuló nueve de los cargos, aunque la mayor parte del auto de procesamiento sigue intacto.
La evidencia clave es la conversación telefónica de Trump con el secretario del estado de Georgia, Brad Raffensperger, en la que el republicano le pidió que “encontrara” los votos que necesitaba para imponerse en el estado.
El caso está en suspenso hasta diciembre, cuando un tribunal de apelaciones sopesará si se debe permitir a la fiscal de distrito Fani Willis y su equipo sigan liderando el caso.
Y es que Trump y otros acusados alegan que la relación personal de Willis con el fiscal especial Nathan Wade, a quien ella contrató para ayudar a llevar el caso, crea un conflicto de intereses. El juez McAfee optó por no descalificarla, pero el equipo de Trump apeló la decisión.
Los argumentos orales está programados para el 6 de diciembre.
Si el tribunal de apelaciones desestima la impugnación, esto podría allanar el camino para que el juez McAfee fije una fecha para el juicio. Aunque los expertos apuntan a que lo más probable es que el equipo de defensa lo apele en otras instancias, generando más retrasos.
Si, por el contrario, el tribunal decide que hay que retirar a la fiscal y su oficina del caso, eso también traería retrasos. Es que, para empezar, habría que buscar otro fiscal.
Los expertos aseguran que, a diferencia de los cargos de subversión electoral presentados por el fiscal especial Jack Smith, el caso de Willis estará aislado de cualquier posible intromisión de Trump.
Así, no podría perdonarse a sí mismo ni a sus aliados ante una condena a nivel estatal, ni quitar del cargo a los fiscales del condado de Fulton que presentaron los cargos.
En cualquier caso, los expertos prevén que el caso quedaría congelado mientras Trump sea presidente.
Durante una audiencia en diciembre del año pasado, cuando el juez McAfee le preguntó al abogado de Trump, Steve Sadow, cuándo podría enfrentar un juicio su cliente, este le respondió: “La respuesta a eso es que creo que bajo la cláusula de la supremacía y sus deberes como presidente de Estados Unidos, el juicio no podría tener lugar hasta después del fin de su mandato”.
“Lo más probable es que ambos casos penales estatales (el de Georgia y el de Stormy) se suspendan y se reanuden cuando expire su mandato”, le dijo Barbara McQuade, ex fiscal federal, al medio NBC News.
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