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“Amor es amor”: internas de Santa Martha reivindican el Orgullo LGBTIQ+ pese al encierro
“Amor es amor”: internas de Santa Martha reivindican el Orgullo LGBTIQ+ pese al encierro
Foto: Silvana Flores
12 minutos de lectura

“Amor es amor”: internas de Santa Martha reivindican el Orgullo LGBTIQ+ pese al encierro

En el Centro Femenil de Reinserción Social de Santa Martha Acatitla, internas de las comunidades LGBTIQ+ experimentan la privación de la libertad de diferentes formas: para algunas significa el primer descubrimiento de quiénes son; para otras, una reafirmación con sus propios retos en el encierro.
08 de julio, 2025
Por: Marcela Nochebuena

Viviana se dio cuenta de que le gustaban las personas de su mismo sexo solo unos meses después de pisar por primera vez el Centro Femenil de Reinserción Social Santa Martha Acatitla.

Ahora, 11 años después, valora que ahí encontró la libertad para ser ella misma, y pudo desprenderse del temor que se lo impedía afuera. Con un arcoiris pintado en la mitad de la cara, desde la nariz hasta casi la oreja, su relato pasa pronto de la festividad a la tristeza, porque nunca pudo expresar esa identidad fuera de las rejas, pero piensa que el día para hacerlo podría estar cerca. 

Para mediados de 2025, el reclusorio femenil de Santa Martha Acatitla, al oriente de la Ciudad de México, tiene una población total de mil 526 internas, de las que se calcula que unas 250 pertenecen a poblaciones LGBTIQ+

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Viviana tiene 31 años. Desde el reclusorio, del que espera salir el próximo año como resultado de un amparo, cuenta que afuera no podía expresar su verdadera orientación sexual porque le daba miedo el estigma, y la respuesta de la familia y la sociedad. A veces, dice, se impone mucho el estereotipo de que no está bien, “o no es de Dios, porque en la Biblia dice que no es correcto”. 

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Foto: Silvana Flores

  

 

“Creo que tal vez por eso yo no me atrevía a descubrirme al 100 %”, dice en entrevista desde el reclusorio a finales de junio, que se celebra alrededor del mundo como Mes del Orgullo LGBTIQ+ en conmemoración a los disturbios de Stonewall de junio de 1969 en Nueva York, considerados un punto de inflexión para la lucha por los derechos de las personas LGBTIQ+.

Para Viviana, llegar a la prisión cambió todo porque fue como si de pronto no tuviera que esconderse de nadie. Ahí no había quien se espantara por ver a una mujer de la mano de otra. “Aquí eres muy libre, o sea, y es como triste y raro a la vez porque pues aquí es la cárcel, pero por lo menos interiormente en ese tema eres libre”, sostiene con un tono agridulce.

La joven hace un esfuerzo adicional para que su voz se escuche entre la música a todo volumen y el bullicio de los festejos LGBTIQ+ en la prisión. Aunque mucho más limitados que en el exterior, la diversidad también se nota. De entrada, porque los colores azul marino, beige y gris dejan de ser los predominantes, como ocurre casi todo el tiempo en el reclusorio. 

Frente a ella, una mariposa formada con plumas de colores también contribuye a darle vida al fondo gris de una pared donde al otro lado, las internas ocupan las cabinas telefónicas, mientras que en el muro que hace esquina un collage de frases diversas, escritas y pegadas en hojas de colores, hablan de lo que para muchas de sus compañeras significa pertenecer a las poblaciones LGBTIQ+

El orgullo LGBTIQ+ entre los muros de la prisión

Las banderas de colores colgadas arriba de un escenario, o formadas con tiras de papel de china al centro de los kioscos del patio central, e incluso algunos arcos de globos de colores, le dan un tinte muy diferente a la opacidad característica de la prisión, tanto en el gris de sus muros, como en el azul marino que distingue a las internas sentenciadas de aquellas vestidas de beige, que aún transitan un proceso pero perdieron su libertad –e incluso pueden pasar años así– sin tener una sentencia.

La fiesta, igual que ocurrió el sábado 28 de junio en las calles de la Ciudad de México, en esta comunidad cautiva también inició temprano, aunque un par de días después. Unas horas antes de que el verdadero espectáculo comenzara, los preparativos ya eran evidentes. No sólo por el escenario montado, sino porque en el fondo del patio, sobre una estructura pentagonal, seis internas ensayaban la coreografía que presentarían más tarde a ritmo de reggaeton.

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Foto: Silvana Flores

 

A unos cuantos pasos, en varias mesas de ese espacio abierto, donde las internas de vez en cuando pueden tener un atisbo del cielo y el sol en medio del encierro, pequeños grupos de ellas se ayudaban unas a otras a maquillarse para la ocasión. En esas condiciones, la intemperie es la única medida del tiempo, porque las horas dentro, incluso para los visitantes, se vuelven mucho más largas que la vida que transcurre afuera.

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“Yo soy su maquillista”, decía orgullosa una de ellas. A esa hora de la mañana, cerca de las 10, el ambiente aún era apacible, y resultaba difícil imaginar que tan sólo un par de horas más tarde, Shakira, Britney Spears o Rosalía —personificadas por mujeres privadas de su libertad— se adueñarían del escenario y llenarían el aire de tonadas de consuelo para aquellas que no pudieron salir a festejar a las calles.

Una comunidad que abraza

Viviana continúa con su historia: llegó a Santa Marta Acatitla a los 20 años, y ya a los 21 se dio cuenta de su identificación con las poblaciones LGBTIQ+. En general, dice, su experiencia en ese sentido ha sido positiva, porque existen eventos de celebración en junio y porque la mayoría no la ha juzgado. Reconoce, sin embargo, que también hay algunas personas cristianas o religiosas que llegan a hacer señalamientos, pero la comunidad, asegura, la ha acogido. 

“Como que te abrazan, como que te apoyan”, puntualiza. Quizá no es lo mismo, reconoce, para las chicas trans, que algunas veces tienen que lidiar con custodias que no se refieren a ellas de la manera adecuada o las malmiran, pero entre las poblaciones han aprendido a defenderse e incluso a señalarles que no deben hablarles así. No ocurre con todas, aclara, pero sí llega a suceder.

Para ella, es importante visibilizar el tema incluso en la prisión, porque hay personas que aún no entienden que no es una enfermedad, sino una orientación con la que se nace. Reprocha que actualmente existan incluso suicidios porque las personas LGBTIQ+ no encuentran el apoyo que necesitan en casa y con su familia, y como a ella le sucedió alguna vez, les da miedo salir al mundo. 

“Muchas veces nos rescata el mundo, pero cuando no lo tienes desde pequeña, creo que interiormente y espiritualmente es algo que te quiebra, que te rompe cuando no tienes ese apoyo”, confiesa. Por eso, para ella, tener un festejo en la prisión “está muy chido”. 

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Foto: Silvana Flores

 

Nos permiten expresarnos, nos permiten vestirnos como queremos, pintarnos desde la esencia, desde lo que tú eres. Aquí en la cárcel de pronto no nos dejan usar playeras muy chiquitas o ropa ajustada y así; hoy es para nosotros como el día en que tú te peinas como quieres, te pintas como quieres y puedes andar con ropa chiquita, o sea como que eres muy tú”, sostiene.

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Ahora que ella reconoce públicamente su orientación sexual, anhela el día en que pueda hacerlo en las calles, como lo ha visto en la tele. Gracias a ese medio que se ha dado cuenta, al paso de los años, de que los tiempos ya no son como cuando ella llegó al reclusorio, sino que hay mucha más visibilidad y aceptación, incluso de algunos líderes religiosos. A Viviana le da gusto que mucha más gente esté “fuera del clóset”.

En las celebraciones de este 2025 de la visibilidad LGBTIQ+ en el reclusorio, decidió bailar porque desde que estaba afuera siempre le había gustado, pero no sabía que tenía la habilidad para hacerlo. Esa es otra cosa que descubrió en la cárcel. Ahora, incluso monta coreografías, pone algunos pasos y se ha dado cuenta de que tiene ese don, y que además puede aprender y desarrollarlo.

“Hay quienes ya nacen con eso, y yo aquí en la cárcel lo descubrí. Entonces apoyé con las coreografías, hubo un coreógrafo que también vino de la calle y apoyó, se llama Nico, y él estuvo como reforzando conmigo, porque obviamente yo con él me nutro como esponjita, porque es un profesional. En algún momento, ya me falta poquito para irme, espero poder hacerlo”, asegura mientras la voz se le quiebra porque han pasado 11 años, pero hace un mes le resolvieron su amparo y está un año más cerca de su libertad.

Celebrar el Pride fuera y dentro de la cárcel

Apenas unos años atrás, la prisión de Santa Martha Acatitla comenzó a tener su propia versión de las celebraciones LGBTIQ+, que afuera de la cárcel inundan las calles, particularmente del centro de la Ciudad de México, con diversas banderas, protestas y expresiones. Azul, a diferencia de Viviana, recuerda muy bien cómo era vivir todo eso. 

Cuando estaba afuera, relata, se juntaba con un grupo de chicos gays y chicas lesbianas. Se reunían en la estación del metro Bosque de Aragón, en la rampa hacia el bosque, y de ahí iban a Zona Rosa “a tomar el cafecito o a un antro”. 

“De pronto a bailar; la verdad mi convivencia dentro del ambiente LGBT siempre ha sido como sana, de pronto una copita o así, pero la verdad es que a mí me fascina, me siento orgullosa de la persona que hoy soy, y realmente allá fuera ir a las marchas gay era algo súper fascinante, porque ves a muchísima gente de todos los estados, de la Ciudad de México, o incluso de otros países, y somos una diversidad sexual súper grandísima”, cuenta.

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Foto: Silvana Flores

 

Aunque en la cárcel la celebración no tiene las mismas dimensiones, se siente contenta con el hecho de poder festejar su día, de hacerse visibles y hacer notar que tienen derechos, que son iguales que cualquier otra persona, y que solo hay diferencias, quizá, en la forma de vivir o en las decisiones que cada quien toma. Y que muchas, como ella, se reconocen y se aceptan tal como son.

A diferencia de Viviana, ella lo ha sabido desde que era una niña. “Yo me identifico siendo una chica lesbiana desde muy chiquita. Tenía la edad como de cuatro, cinco años, y ahí fue cuando me fui dando cuenta de que realmente lo que me gustaba era mi mismo sexo. Sí fue algo de pronto un poco complicado, porque, ya sabes, los estigmas de la gente, la discriminación, y todas esas cosas”, cuenta.

En ese tiempo, para Azul fue difícil hablar con su familia, específicamente con su mamá. Además, tiene un hermano gay que, igual que ella, desde muy chiquito se dio cuenta de que le gustaban los niños. Esa fue una parte positiva, porque abrió la confianza entre ambos, se fueron desenvolviendo juntos y compartieron el proceso de decírselo a su mamá.

Con el tiempo, se volvió un poco más fácil, cuando ella lo aceptó y todo empezó a fluir. Incluso cree que su mamá lo había empezado a notar desde que a cierta edad, a ella le hablaban puras niñas, y finalmente, decidió platicar con ella acerca de su orientación y de la de su hermano. 

“Fue algo bien chistoso, porque yo primero como que ayude a mi hermano, a Jesús, a hablar con mi mamá sobre ese tema; mi mamá era como en el tiempo de antes, como muy cerrada, eran esos años donde todo estaba así como mal visto, como que eso no podía ser”, relata.

El descubrimiento y las relaciones LGBTIQ+ en reclusión

Desde que Azul vive en reclusión, confiesa, ha sido complicado el aspecto de descubrir realmente quién es, de aceptarse y reconocerse como tal. Ahora sabe, con más especificidad, que es una chica lesbiana con una expresión masculina, que se considera una “tomboy”, porque así se enuncia al interior de la comunidad, donde la variedad de orientaciones y expresiones es cada vez más amplia, opina.

Otro aspecto complicado han sido las relaciones, que califica como mucho más intensas por las condiciones de encierro. “Somos mujeres como muy aprehensivas, como muy intenso todo de pronto, y esa parte ha sido un poco complicada, pero bueno, me he dado la oportunidad de tener varias experiencias”, platica.

Dentro de la intensidad y la aprehensión, hay también historias que sorprenden. Durante la celebración LGBTIQ+ una de las internas cuenta que en Santa Martha Acatitla hay una pareja de mujeres conocida porque una de ellas dejó a su esposo después de conocer adentro a quien ahora es su compañera. La otra ha obtenido su libertad y regresado más de cinco veces intencionalmente porque no quiere dejarla sola.

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Foto: Silvana Flores

Al igual que Viviana, Azul piensa que es importante visibilizar el tema de la diversidad sexual incluso dentro de la prisión, para ser escuchadas, levantar la voz por un alto a la discriminación y al bullying, y a todo el rechazo que se ha visto durante muchos años. “La verdad es que creo que todas merecemos la oportunidad de ser felices como seamos, como queramos vestir”, remarca.

Aclara que, para ella, la forma de vestir no tiene nada que ver con lo que las personas son o deciden ser, ya sea hombres, mujeres o personas trans, pues se trata de expresiones libres. Lo importante es que todas –continúa– puedan expresarse y tomar decisiones asertivas con la conciencia de que existen límites, y que, de la misma forma, se respeten todas las diversidades y los diferentes tipos de personas que existen.

“Amor es amor”

En la celebración LGBTIQ+ de este año, Azul decidió cantar a partir del estímulo que tiene en el reclusorio. Hace años que ella no recibe una visita, como ocurre con muchas mujeres que, en contraste con los reclusorios varoniles, son abandonadas en la prisión con mucho más frecuencia que los hombres. Sin embargo, su buena conducta y actividad en otras áreas, le ha dado “chance” de vivir en el encierro, que es un mundo muy diferente al de afuera.

“Aun lejos de estar en este lugar, seguimos siendo seres humanos y personas que tal vez cometimos un error o nos equivocamos, pero nunca es tarde para volver a empezar, y yo aquí me dedico a cantar, me gusta mucho la música y uno de mis grandes sueños es poder el día de mañana poner un pie afuera de este lugar, alcanzar mis sueños y tal vez llegar a ser una grande artista, por así decirlo”, desea.

Junto con chicas y chicos trans de la comunidad, a quienes les gusta bailar, propuso también cantar. En el escenario del festejo, el suyo fue uno de los primeros números. A Azul le gustan todos los géneros, pero “Cruz de navajas” y “Mujer contra mujer”, de Mecano, fueron las canciones que se escucharon a través de su voz, mientras las internas sentadas en varias mesas frente al escenario coreaban los fragmentos más simbólicos entre rocíos de espuma blanca, gritos, la algarabía de un día y los antojitos que varias prepararon para comer y vender.

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Foto: Silvana Flores

 

Varios momentos dieron cuenta del entusiasmo, pero uno de los más estridentes se dio cuando una cantante externa –que agradeció las veces que ha podido acompañarlas en el reclusorio–, después de interpretar varias del repertorio de Gloria Trevi, llegó finalmente al coro de “Todos me miran”, una de sus canciones más populares entre las poblaciones LGBTIQ+

“Y me solté el cabello, me vestí de reina, me puse tacones, me pinté y era bella, y caminé hacia la puerta, y te escuché gritarme, pero tus cadenas ya no pueden pararme, y miré a la noche, y ya no era oscura, era de… lentejuelas”, cantaron a una sola voz las mujeres privadas de la libertad reunidas bajo del escenario.

“Si todo mundo puede ser lo que quiere ser, ¿ustedes por qué no, chicas? Amor es amor”, se había escuchado durante la apertura de la celebración LGBTIQ+. Los coros, las frases y las consignas recordaban por momentos a las que se expresaron el sábado 28 de junio lejos de las rejas de Santa Martha Acatitla, y que quizá pronto Viviana y Azul replicarán en libertad.

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Imagen BBC
El exmilitar detrás de la operación “Dinamita dorada”, el plan secreto para sacar de Venezuela a María Corina Machado
6 minutos de lectura

El líder de la operación asegura que su organización está construyendo infraestructura en Venezuela para extraer a personas del país en caso de que comience una guerra con Estados Unidos.

12 de diciembre, 2025
Por: BBC News Mundo
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La operación de rescate para sacar de Venezuela a la líder opositora y premio Nobel María Corina Machado incluyó disfraces, dos barcos en mares agitados y un vuelo, según ha contado a la BBC el hombre que dice haberla dirigido.

Bautizada como “Operación Dinamita Dorada”, el peligroso viaje fue frío, húmedo y largo, pero la “formidable” Machado no se quejó ni una sola vez, según Bryan Stern, fundador de la Grey Bull Rescue Foundation.

“El mar está muy agitado. Está completamente oscuro. Usamos linternas para comunicarnos. Da mucho miedo, pueden salir mal muchas cosas”.

A pesar de los riesgos, todo salió bien. Machado llegó sana y salva a Oslo, Noruega, para recoger su Premio Nobel de la Paz justo antes de la medianoche del miércoles.

Tras haber vivido escondida en su propio país desde las controvertidas elecciones del año pasado en Venezuela, Machado no había aparecido en público desde enero. Sus hijos adultos, a quienes no había visto en dos años, estaban en Oslo para recibirla.

Grey Bull se especializa en misiones de rescate y evacuaciones, especialmente en zonas de conflicto y desastre. Un representante del equipo de Machado confirmó a CBS News, socio mediático de la BBC en Estados Unidos, que la organización estaba detrás de su operación de rescate.

Stern explicó que Grey Bull llevaba meses consolidando su presencia en el Caribe, incluida Venezuela y la vecina isla de Aruba, para prepararse para posibles operaciones en Venezuela.

“Hemos estado construyendo infraestructura sobre el terreno en Venezuela diseñada para sacar a estadounidenses, aliados, británicos y otras personas en caso de que comience la guerra en Venezuela”, declaró a la BBC.

Las especulaciones sobre una posible acción militar de Estados Unidos contra Venezuela han ido en aumento después de que el presidente estadounidense, Donald Trump, pidiera al presidente Maduro que abandonara el cargo, acusándolo de enviar narcóticos y asesinos a Estados Unidos.

Según Stern, el reto en este caso consistía en sacar del país a alguien tan conocido como María Corina Machado, un nombre muy popular en Venezuela para la oposición.

Ninguna de las infraestructuras que su empresa había construido en el país, dijo, estaba “diseñada para la segunda persona más popular del maldito país con una diana en la espalda”.

María Corina Machado detrás de unos micrófonos y con un cartel del premio Nobel de la Paz detrás.
Lars Martin Hunstad/Bloomberg via Getty Images
María Corina Machado logró llegar a Oslo en la madrugada del jueves.

Cuando entró en contacto por primera vez con el equipo de Machado, al principio no le revelaron su identidad, pero afirmó que fue capaz de adivinarla.

Se pusieron en contacto con él a principios de diciembre, a través de un contacto que conocía al equipo de Machado, y este era al parecer el segundo intento de sacarla de Venezuela, después de que el plan inicial “no saliera bien”, según dijo.

La operación se denominó “Dinamita Dorada” porque “(Alfred) Nobel inventó la dinamita” y Machado intentaba llegar a Oslo para recoger el Premio Nobel de la Paz.

Las cosas se movieron rápidamente. Stern dijo que habló con el equipo el viernes, que se desplegaron el domingo y que el martes ya habían completado su misión.

Su equipo había explorado varias posibilidades para sacar a Machado del país y se decidió por un plan que implicaba un tumultuoso viaje por mar.

Para proteger su futuro trabajo en Venezuela, Stern solo puede revelar algunos detalles del viaje.

Por tierra, trasladaron a Machado desde la casa donde se escondía hasta el punto de recogida de una pequeña embarcación, que la llevó frente a la costa hasta un barco un poco más grande, donde se reunió con él.

El viaje se realizó en “mares muy agitados”, con olas de hasta 3 metros de altura, en “una oscuridad total”, según contó.

“El viaje no fue agradable. Hacía frío, llovía mucho, estábamos empapados, las olas eran muy fuertes, y eso lo aprovechamos. La llevamos a tierra firme, hasta donde estaba su avión, y ella voló a Noruega”.

A lo largo del viaje, se tomaron varias medidas para ocultar y disimular su rostro y su perfil “digital”, ya que se trata de una política muy conocida.

“La amenaza biométrica es muy real”, señaló, y añadió que se tomaron medidas para asegurarse de que no pudiera ser localizada a través de su teléfono.

Stern dijo que María Corina Machado se comportó de manera “impresionante” a pesar de las dificultades durante el viaje, aceptando un jersey para abrigarse cuando él se lo ofreció, pero sin pedir nada más.

“Estaba empapada y helada, pero no se quejó ni una sola vez”, dijo riendo, reconociendo que la operación era muy peligrosa porque el agua “no perdona”.

“Si conduzco un barco y se me avería el motor, tendré que nadar hasta Venezuela”.

Cuando se le preguntó cómo podía garantizar la seguridad de los venezolanos que ayudaron en la operación, Stern respondió que mantuvieron sus identidades en secreto y que “nosotros [Grey Bull] realizamos muchas operaciones encubiertas”.

El portaaviones USS Gerald Ford.
Alyssa Joy/U.S. Navy via Getty Images
Stern asegura que Estados Unidos, que ha desplegado una enorme fuerza naval en el Caribe desde donde ha atacado embarcaciones que supuestamente salían de Venezuela con droga, no financió la operación, pero que fueron contactados de manera “informal”.

Muchos de los que ayudaron ni siquiera se dieron cuenta de que estaban trabajando para él, dijo Stern, mientras que otros creen que “conocen toda la historia”, pero en realidad no es así.

“Hay personas que hicieron cosas que eran benignas desde su perspectiva, pero que desde la nuestra eran fundamentales para la misión”.

Afirmó que la operación fue financiada por donantes, y no por el gobierno de Estados Unidos: “Nunca hemos recibido una nota de agradecimiento del gobierno de Estados Unidos, y mucho menos un dólar”.

Stern aseguró que se coordinó con algunos Estados nacionales y con los servicios de inteligencia y diplomáticos de varios países. Esto incluyó alertar a Estados Unidos de manera “informal”.

Machado ha dicho que tiene la intención de regresar a Venezuela, pero el Stern afirma que le aconsejó que no lo hiciera.

“Le dije: ‘No vuelvas. Eres madre. Te necesitamos’. Ella hará lo que tenga que hacer… Entiendo por qué quiere volver, porque es una heroína para su pueblo.

“Ojalá no volviera, pero tengo la sensación de que lo hará”.

BBC

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