En plena época prenavideña, el cierre de la plaza Izazaga 89 dejó a Erika con dificultades para terminar con la venta de su mercancía en tiempo, deudas ampliadas y la incertidumbre de si obtendrá ingresos suficientes, junto con su pareja, para sostener a sus dos hijos y a sus papás.
Este lunes, ante una plaza que permanece con sellos de suspensión y elementos policiales desplegados en la puerta, acudió a sacar el resto de mercancía que aún quedaba en su local y que ahora está vendiendo en un local prestado –a condición de compartir una parte proporcional de la ganancia después– en otra plaza comercial cercana al metro Pino Suárez.
Ese no fue el mismo destino para todas las familias, comparte la comerciante. Todo empezó cuando el jueves 28 de noviembre la policía capitalina encabezó un operativo con la intención de decomisar productos chinos. Según recuerda ella, se dirigieron directamente a tres locales específicos e incluso el viernes el resto operó de manera habitual, pero de forma inesperada, el sábado se determinó la colocación de sellos de suspensión en toda la plaza, que se mantienen hasta ahora.
“Yo terminé de vaciar, fui de las últimas en salir y bajamos desde el piso cinco toda la mercancía por las escaleras, porque nos apagaron el montacargas, elevadores, era un caos. Estuve a nada de bajar la cortina con todo y mercancías y decir ‘ay, ya’. Eran las 10:30 de la noche y yo seguía ahí, después ya no dejaron entrar a nadie”, recuerda Erika.
Ahora, dice, está triste porque será todo un reto sacar tanta mercancía de Navidad antes de que termine la temporada. Sus productos, argumenta, pueden tener origen chino, pero ella ha pagado por ellos de manera legítima. “A lo mejor sí es de China, pero todo es chino, ¿qué mercancía no es china? Yo la compro, no es mercancía robada, nada es piratería”, insiste.
“Ahorita me dieron ganas de llorar de ver mi local vacío”, dice tras relatar que la mañana del lunes regresó a la plaza a sacar algunas de sus últimas pertenencias, porque el límite era hasta ese día. Peor es en esta temporada, en la que muchas mujeres comerciantes que, como ella, aportan un porcentaje importante al ingreso familiar esperaban incrementar sus ganancias.
Asegura que fue un golpe muy feo, sobre todo para ella que mantiene a sus hijos, de 15 y 23, y a sus papás. “Nos dejaron sin nada, y yo saqué todo mi ahorro para invertir en esto, o sea que sí nos dio en toda la torre; luego fuimos a cerrar calles, recibimos hasta ofensas, nos dicen que no tenemos cosas que hacer, la gente no sabe que, por ejemplo, yo junté todo lo de medio año para comprar mi mercancía”, cuenta.
Alrededor de ella, en un espacio que pasó de ser un local de algunos metros a apenas una pared con una orilla donde alcanza a sentarse a medias, cuelgan series de luces navideñas de todos tipos y colores, árboles luminosos, figuras clásicas de Navidad, faroles iluminados con Santa Claus y otras variedades de ornamentos de la época. En el transcurso de casi una hora, se detienen cinco o seis personas. Miran y preguntan precios. Siguen su camino sin comprar. Esta plaza tiene mucha menos visibilidad por fuera que Izazaga 89, y por dentro es un laberinto. Erika sabe que la venta no será comparable.
“Aquí no estoy dando el mismo precio, me estoy ganando por pieza 20 pesos, no puedo manejar los mismos precios porque aquí no es la misma venta. Voy a terminar hasta casi casi rematando la última semana antes del 24, porque no me conviene tener el dinero en mercancía, pero el gobierno muchas veces no se fija en eso. Luego dicen que hay muchos intereses; a mí el único interés que me importa es el interés de mi mercancía, de mi bienestar”, reclama.
Erika subraya que ella no tiene una casa propia. Pagaba mensualmente las rentas de su vivienda y de su local en Izazaga 89. En ese espacio cumplía con todo, sostiene. Ha sido comerciante toda la vida, primero en Mixcalco, donde trabajó con todo tipo de arrendadores. Su pareja actual –que no es el papá de sus hijos– la animó a probar suerte en el centro de la Ciudad, donde ubicaron el local en renta, por el que cumplieron todos los requisitos y un depósito.
Desde el año pasado decidió vender artículos navideños, porque le gusta. Incluso les da consejos a sus clientes sobre cómo adornar, dice. “Siento que daño a alguien no le hacemos, no le hacemos daño a nadie; simplemente, a mí se me hizo una injusticia”, recalca mientras explica que siempre trata de adaptar su mercancía a la temporada: juguetes en enero, ropa para el calor a partir de marzo y en septiembre ya tiene un “colchoncito” para empezar con los ornamentos de Navidad, y así conseguir buenos precios y diferentes modelos.
“También pedí en el banco un préstamo, que es lo que me tiene más preocupada. Tengo que pagar a finales de enero y de mercancía tengo muchísima, yo creo que no se ha acabado ni la mitad y hoy ya es 9; ya nada más me quedan, qué será, como hasta el 20. Después ya no, porque la gente ya adornó su casa, ya compró, ya tiene hasta los regalos”, se resigna.
La mayoría de los comerciantes que ocupan los más de mil locales que alberga Izazaga 89 lograron sacar su mercancía, por lo que, asegura Erika, piratería o no, ya están vendiendo en las calles. O en otras plazas, pero con menos oportunidad, como ella. Por eso se sumó al video de TikTok que grabaron varias mujeres cuyo sustento económico depende de sus ventas, y en el que reclamaron que el primer problema está en las aduanas.
“Como decíamos en el video, ¿por qué las plazas? Primero las aduanas, todos esos agentes aduanales los pone el mismo gobierno, toda esa gente que permite. Si quieres acabar con algo, empieza desde arriba, pienso yo. No sé, soy ignorante en ese tema, pero yo pienso, mi lógica es que desde arriba; si arriba paran todo, ya no van a poder ingresar contenedores con tantísima mercancía pirata por las aduanas”, reclama.
En su opinión, Marcelo Ebrard, secretario de Economía, tenía que hacer algo “como para decir ‘estoy trabajando”, sin ver todo lo que echó a perder para las familias. “Teníamos tantos planes con toda esta mercancía, y con todo lo que él (su pareja) compró, pero no se vale querer acabar con la piratería de esta manera tan fea; la verdad no se me hace justo y sí tengo tristeza, coraje, pero pues no me puedo caer”, agrega Erika.
El funcionario federal, según sus propias declaraciones, pretende seguir la ruta inversa: primero cerró la plaza para luego comenzar a revisar quién es el arrendador y posteriormente, qué agencias aduanales usan para pasar, dijo el pasado 3 de diciembre. La plaza fue suspendida dos días después del operativo que incautó más de 260 mil piezas, de las que no se acreditó origen legal, en diversos puntos. Ebrard advirtió que en el caso de Izazaga 89 solicitará la extinción de dominio, como parte de una acción nacional para combatir el contrabando y la piratería.
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“En Izazaga 89, somos mexicanas, no somos delincuentes, somos trabajadoras. A las mujeres nos dejó sin trabajo, todo el que está aquí representa a Izazaga 89: niños, mamás solteras, amas de casa, gente mayor. Nos está dejando sin empleo a todas las mujeres y a nuestras familias que dependen de nosotras. Marcelo, escucha, estamos en la lucha. Nosotras no somos autoridad para clasificar la mercancía. Izazaga 89 somos todas”, le respondieron las comerciantes en su video de Tiktok.
Los locales, a excepción de unos 300, calcula Erika, eran en su mayoría de familias mexicanas, muchas presididas por mujeres que ella conoce bien, como la señora Magda, que tenía una tienda de abarrotes en el piso siete, donde vendía cafés y tortas que ella misma preparaba. Ninguna mercancía de origen chino. “Agarraron parejo, no tuvieron el tiempo de revisar o pedir papeles”, lamenta la comerciante a la espera de que la Navidad no la alcance con tanta mercancía rezagada en las manos. Su pareja le dice que no llore, pero ella repite: “siento muy feo”.
La pereza, el miedo a no hacerlo perfecto o la desidia nos apartan de hacer un montón de actividades, pero con algunos métodos se puede solucionar.
Piensa: ¿cuántas veces demoraste en arrancar con esa tarea pendiente? O en, por fin, apuntarte a ese curso que te encanta.
En ocasiones, la pereza, el miedo a no hacerlo perfecto o la desidia nos apartan de hacer un montón de actividades, o las retrasamos tanto que al final perdemos un valioso tiempo en el que podríamos estar disfrutando.
Hay muchos motivos que nos pueden llevar a esto. Pero también soluciones.
Para ello, los japoneses tienen un montón de técnicas que nos pueden ayudar a superar la pereza y encontrar una motivación. Acá te las contamos.
Sin traducción directa del japonés, este término representa la idea de la felicidad de vivir. Es, esencialmente, la razón por la que te levantas cada mañana.
Para quienes en Occidente están más familiarizados con el concepto, se le asocia frecuentemente con un diagrama de Venn con cuatro cualidades que se superponen: lo que amas, para lo que eres bueno, lo que necesitas y por lo que te pueden pagar.
Ken Mogi, neurocientífico y autor de “Awakening Your Ikigai”, dice que el ikigai es un concepto antiguo y familiar para los japoneses, que puede traducirse simplemente como “una razón para levantarse por la mañana” o, más poéticamente, “despertarse con alegría”.
Y la psicóloga japonesa Michiko Kumano (2017) ha dicho que el ikigai es un estado de bienestar que surge de la devoción a las actividades que uno disfruta, lo que también trae consigo una sensación de plenitud.
En pocas palabras: busca algo que te motive cada día, que sea una razón para moverte. Puede ser desde tener un pequeño espacio con plantas, cuidar una mascota a aprender cada día algo nuevo.
La filosofía de Kaisen se basa en realizar pequeños cambios y mejoras constantes en todas las áreas de la vida.
Esto va contra el pensamiento de querer manejar con destreza algo desde el primer día. Algo que, además de imposible, genera mucha frustración y puede hacer que abandonemos aquello que nos proponemos hacer.
El modo de aplicar esto es establecerse pequeñas metas diarias, fijarte en las pequeñas mejoras. El secreto es comprometerte a dar al menos un paso que te acerque a esto.
Estos pequeños pasos te ayudarán a vencer la inercia y crear un impulso constante hacia la productividad. Y también encontrar los detalles a mejorar poco a poco.
Esta técnica se remonta al periodo de posguerra en Japón y, por ejemplo, en la página web de la conocida empress Toyota reconocen este sistema como uno de sus principios básicos del sistema de producción.
La traducción al español es, a grandes rasgos, mejora continua. “Kai” significa “cambio” y “zen” significa “para mejor”. Es una filosofía que ayuda a garantizar la máxima calidad, la eliminación de desperdicios y mejoras en la eficiencia, tanto en equipos como en procedimientos de trabajo.
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Cuando una tarea se nos hace complicada de hacer, bien porque nos es pesada o porque requiere concentración, esta técnica puede servirnos.
Si bien la técnica la inventó el italiano Francesco Cirillo a finales de la década de 1980, es algo muy usado en Japón para aumentar la productividad y llevar de un modo más ameno las tareas diarias. Se conoce como” pomodoro”, en referencia a unos aparatos con forma de tomate para contar los minutos.
Matthew Bernacki, profesor asociado de la Facultad de Educación de la Universidad de Carolina del Norte (UNC), en Estados Unidos cuenta a la BBC que esta técnica, por bloques, es buena para no sufrir distracciones.
Por ejemplo, marca 25 minutos en el reloj y, en ese periodo, dedícate exclusivamente a estudiar un contenido o a hacer una tarea, ya sea intelectual o física, y desconectándote de todas las distracciones.
Después, tienes cinco minutos para recompensar a tu cerebro con alguna distracción, por ejemplo, tomando un tentempié o consultando tus mensajes. Y luego vuelves para otro bloque de 25 minutos de estudio.
Esta técnica ayuda no sólo a evitar la pérdida de tiempo con distracciones, sino también a mantener el cerebro motivado con la perspectiva de una “recompensa”.
“No pongas en la panza -Hara- más del 80 % de lo que querrías comer (Hachi Bu)”.
Eso es lo que, más o menos, significa esta técnica que, básicamente consiste en que no te hinches de comer hasta llenarte.
Y, ¿qué tiene esto que ver con la productividad y la pereza? Solo piensa en cómo te sientes después de una comida copiosa, en la que quedaste lleno. Con ganas de una siesta, ¿cierto?
La solución sería esta técnica, que tiene su origen en la ciudad de Okinawa, donde la gente usa este consejo como una forma de controlar sus hábitos alimenticios.
La psicóloga Susan Albers, PsyD, dice que este enfoque es útil porque te indica que dejes de comer cuando te sientas apenas lleno.
Cuando mires tu plato, explican desde la Cleaveland Clinic, decide qué cantidad te haría sentir lleno y luego calcula cómo sería el 80 % de esa cantidad. Quizás sean dos tercios de la comida de tu plato. Intenta sentirte satisfecho y no tener hambre, en lugar de sentirte lleno.
Este concepto proviene del budismo zen y significa “mente de principiante”.
Esta idea proviene del monje Shunryū Suzuki, quien escribió: “En la mente del principiante hay muchas posibilidades. Pero en la del experto hay pocas”.
Esta técnica se trata de tomar cada cosa que hagamos con una actitud abierta, sin prejuicios o preconcepciones independientemente del nivel de experiencia que ya tengamos en ese tema. Exactamente igual que como haría un principiante.
Esto, por un lado, permite que aceptemos que no sabemos todo. Varios estudios científicos han demostrado que esta postura de modestia es muy beneficiosa para la persona que la adopta, según reporta Forbes India.
¿Por qué? Porque el acercarse a algo con curiosidad y con la mente abierta también nos lleva a perseverar en algo, ser innovador y atrevernos.
El término wabi-sabi no solo es intraducible, sino que es considerado indefinible en la cultura japonesa.
Es un término que se originó en el taoísmo durante la dinastía Song en China (960 -1279) y luego se transmitió al budismo zen.
Inicialmente se vio como una forma de apreciación austera y restringida. Hoy, el término encapsula una aceptación más relajada de lo transitorio, la naturaleza y la melancolía, que da cabida a lo imperfecto y lo incompleto en todo, desde la arquitectura hasta la cerámica y los arreglos florales.
“Mientras nos esforzamos por crear cosas perfectas y luego luchamos por preservarlas, negamos su propósito y nos perdemos de la alegría que viene con el cambio y el crecimiento”, escribe Lily Crossley-Baxter en un artículo de BBC Mundo.
Y, a la hora de centrarnos en la productividad o en hacer alguna tarea o hobbie, se basa en abrazar la imperfección en vez de estresarnos con los detalles. O, en otras palabras: “lo perfecto es enemigo de lo bueno”.
Porque mientras nos empeñamos en que algo quede perfecto, fijándonos en cada pequeña minucia, posiblemente estamos perdiendo un tiempo precioso.
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