La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) concedió un amparo al Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE) para que las mujeres y personas con capacidad de gestar que sean acompañadas por la organización en la interrupción voluntaria del embarazo no sean criminalizadas por la ley.
En sesión, la Primera Sala de la Corte resolvió por unanimidad amparar y proteger a la asociación civil en contra de los artículos 159, 160, 162 y 163 del Código Penal de Guanajuato, los cuales se refieren al aborto voluntario, la sanción al personal médico que participe en la práctica y que regula la interrupción del embarazo cuando sea resultado de una violación.
En ese sentido, determinó que la “inaplicación de las normas que criminalizan el aborto voluntario en Guanajuato deberá ser llevada a cabo por parte de cualquier autoridad jurisdiccional y administrativa, específicamente, por el personal de las instituciones de salud involucrado con la práctica de la interrupción del embarazo y los agentes del Ministerio Público que reciban las denuncias por estos hechos, en aquellos casos en los que las personas a quienes se dirigen sean acompañadas por la asociación quejosa”.
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No obstante, la resolución de la Primera Sala no significa que se hayan derogado los artículos que sancionan el aborto voluntario en Guanajuato, es decir que la práctica aún es penalizada en la entidad.
En entrevista con Animal Político, GIRE dijo que la resolución de la Primera Sala representa un logro más en el camino hacia la despenalización del aborto voluntario en México.
“Es un logro más en avanzar hacia la despenalización del aborto, también representa una evidencia de que al final del día, los criterios jurisprudenciales están a favor del derecho a decidir de la autonomía reproductiva y de reconocer que las mujeres y personas con capacidades de gestar pueden decidir sobre su cuerpo y sobre continuar o no con un embarazo”, expresó Frania Colmenero, subdirectora de la organización feminista.
Colmenero detalló que la demanda obedece a la estrategia de litigio que la asociación tiene para combatir todos los Códigos Penales en el país que criminalizan la interrupción voluntaria del embarazo.
“Lo que resuelve la Sala pues es básicamente amparar a GIRE y a las personas que GIRE acompaña para que puedan acceder a los servicios de aborto voluntario sin que esto implique alguna criminalización por parte del estado”, explicó.
Añadió que la resolución de la Primera Sala también va de la mano con los criterios que ha emitido la Corte a partir de la acción de inconstitucionalidad 128 del 2017, cuando, a través de un análisis del Código Penal de Coahuila, se determinó que el aborto voluntario criminalizado de manera absoluta es inconstitucional.
En cuanto al amparo dirigido únicamente para las personas que son acompañadas por la organización, Colmenero dijo que GIRE deberá emitir una especie de constancia de acompañamiento que permita acceder a esos servicios de salud en Guanajuato.
El pasado mes de marzo, la Comisión de Salud Pública del Congreso local llevó a cabo una mesa de trabajo para analizar dos iniciativas de reforma en materia de interrupción del embarazo. En ellas se planteó que se deberán prestar servicios de salud sexual y reproductiva, así como de planificación familiar, señaló un comunicado.
En tanto, este mes, la Comisión de Justicia avaló analizar el próximo 9 de mayo las iniciativas para despenalizar el aborto.
De acuerdo con Zona Franca, el 23 de abril se dio a conocer en la comisión que el Instituto de Investigaciones Legislativas (INILEG) entregó el Protocolo de Investigación en torno al tema.
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Las mesas de trabajo estaban programadas para el 14 de marzo, sin embargo, se pospusieron a propuesta del Partido Acción Nacional (PAN) hasta que se entregara el estudio completo.
En ese contexto, Colmenero dijo que GIRE está expectante a la discusión sobre el tema en Guanajuato, pues esperan que suceda en los términos que ha ocurrido en lo últimos meses en materia legislativa en otras entidades del país.
Vivimos en una época en la que todo tipo de sistemas de control limitan nuestras libertades de expresión, identidad y religión. Combinar la visión de Orwell con la de Huxley ofrece un análisis más profundo.
¿Existe alguna obra de ficción del pasado que pueda ayudarnos a comprender las preocupantes tendencias actuales?
Considerando la proliferación de referencias a la “neolengua” ofuscadora, líderes al estilo del Gran Hermano y sistemas de vigilancia ineludibles en artículos periodísticos, esta pregunta tiene una respuesta simple: “Sí, y esa obra es ‘1984’ de George Orwell”.
Tanto la izquierda como la derecha política consideran la novela que Orwell escribió en 1949 como el libro del siglo pasado que mejor se relaciona con el presente.
Pero hay otros que consideran la cultura del consumo y la obsesión por las redes sociales como las principales preocupaciones actuales. Entonces la respuesta es diferente: “Sí, y esa obra es ‘Un mundo feliz’, de Aldous Huxley”.
Nosotros, sin embargo, pensamos que la respuesta es “ambas”.
En el largo debate sobre quién fue el escritor más profético de su época, Orwell, que fue alumno de Huxley en Eton, es generalmente el favorito.
Una razón de esto es que las alianzas internacionales que durante mucho tiempo parecieron estables ahora están en constante cambio. En 1984, su última novela, Orwell imaginó un futuro mundo tripolar dividido en bloques rivales con alianzas cambiantes.
En el breve periodo transcurrido desde que el presidente estadounidense Donald Trump inició su segundo mandato, sus políticas y declaraciones han provocado sorprendentes realineamientos.
Estados Unidos y Canadá, socios cercanos durante más de un siglo, están ahora enfrentados. Y en abril, un funcionario de Pekín se unió a sus homólogos de Corea del Sur y Japón para oponerse, formando un trío improbable, a los nuevos aranceles de Trump.
Quizás por eso existe un campo floreciente de “estudios orwellianos”, con su propia revista académica, pero no de “estudios huxleyanos”.
Probablemente también explica por qué “1984”, pero no “Un mundo feliz”, sigue figurando en las listas de los más vendidos, a veces junto con “El cuento de la criada” (1985) de Margaret Atwood.
“Orwelliano” (a diferencia del raramente conocido “huxleyano”) tiene pocos competidores aparte de “kafkiano” como adjetivo inmediatamente reconocible vinculado a un autor del siglo XX.
Por maravillosos que sean Atwood y Kafka, estamos convencidos de que combinar la visión de Orwell con la de Huxley ofrece un análisis más profundo. Esto se debe en parte a, y no a pesar de, la frecuencia con la que se ha contrastado la autocracia que describen Orwell y Huxley.
Vivimos en una época en la que todo tipo de sistemas de control limitan nuestras libertades de expresión, identidad y religión. Muchos no encajan del todo en el modelo que Orwell o Huxley imaginaron, sino que combinan elementos.
Sin duda, hay lugares, como Myanmar, donde quienes ostentan el poder recurren a técnicas que evocan inmediatamente a Orwell, con su enfoque en el miedo y la vigilancia. Hay otros, como Dubái, que evocan con mayor facilidad a Huxley, con su enfoque en el placer y la distracción. Sin embargo, en muchos casos encontramos una mezcla.
Esto es especialmente evidente desde una perspectiva global. Es algo en lo que nos especializamos como investigadores internacionales e interdisciplinarios: un académico literario turco radicado en el Reino Unido y un historiador cultural californiano de China, que también ha publicado sobre el Sudeste Asiático.
Al igual que Orwell, Huxley escribió muchos libros que no eran ficción distópica, pero su incursión en ese género se convirtió en su obra más influyente. “Un mundo feliz” fue muy conocido durante la Guerra Fría.
En cursos y comentarios, se solía comparar con “1984” como una narrativa que ilustraba una sociedad superficial basada en la indulgencia y el consumismo, en contraposición al mundo orwelliano, más sombrío, de supresión del deseo y control estricto.
Si bien es habitual abordar los dos libros a través de sus contrastes, también pueden tratarse como obras interconectadas y entrelazadas.
Durante la Guerra Fría, algunos comentaristas consideraron que “Un Mundo feliz” mostraba adónde podía llevar el consumismo capitalista en la era de la televisión.
Occidente, según esta interpretación, podría convertirse en un mundo donde autócratas como los de la novela se mantuvieran en el poder. Lo lograrían manteniendo a la gente ocupada y dividida, felizmente distraída por el entretenimiento y la droga “soma”.
Orwell, por el contrario, parecía proporcionar una clave para desbloquear el modo más duro de control en los países no capitalistas controlados por el Partido Comunista, especialmente los del bloque soviético.
El propio Huxley en “Un mundo feliz” revisitado, un libro de no ficción que publicó en la década de 1950, consideró importante reflexionar sobre cómo combinar, abordar y analizar las técnicas de poder e ingeniería social presentes en ambas novelas.
Y resulta aún más valioso combinar estos enfoques ahora, cuando el capitalismo se ha globalizado y la ola autocrática sigue alcanzando nuevas fronteras en la llamada era de la posverdad.
Los enfoques orwellianos, de corte duro, y huxleyanos, de corte suave, para el control y la ingeniería social pueden combinarse, y a menudo lo hacen.
Vemos esto en países como China, donde se emplean los crudos métodos represivos de un Estado del Gran Hermano contra la población uigur, mientras que ciudades como Shenzhen evocan un mundo feliz.
Vemos esta mezcla de elementos distópicos en muchos países: variaciones en la forma en que el escritor de ciencia ficción William Gibson, autor de novelas como “Neuromancer”, escribió sobre Singapur con una frase que tenía una primera mitad suave y una segunda dura: “Disneylandia con la pena de muerte”.
Este puede ser un primer paso útil para comprender mejor y quizás empezar a buscar una manera de mejorar el problemático mundo de mediados de la década de 2020. Un mundo en el que el teléfono inteligente en el bolsillo registra tus acciones y te ofrece un sinfín de atractivas distracciones.
*Emrah Atasoy es investigador asociado de Estudios Literarios Comparados e Inglés e Investigador Honorario del IAS de la Universidad de Warwick.
*Jeffrey Wasserstrom es profesor de Historia China y Universal, Universidad de California, Irvine.
*Este artículo fue publicado en The Conversation y reproducido aquí bajo la licencia creative commons. Haz clic aquí para leer la versión original.
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