María Fernanda Turrent denunció ser víctima de violencia de género en 2023 por parte de su exesposo Edgar González. Él la denunció por fraude procesal, retención de menores y falsedad de declaraciones. Mafer, como le dicen su familia y amigos, terminó en la cárcel.
El caso de la joven, originaria de San Andrés Tuxtla, Veracruz, motivó movilizaciones de protesta en varios municipios del estado y provocó la destitución de un fiscal ante la presunta corrupción en el sistema de justicia de la Ciudad de México, donde se lleva su proceso.
Por lo ocurrido a Turrent, la secretaria de las Mujeres, Citlalli Hernández, alertó de un posible modus operandi en el Poder Judicial contra mujeres que denuncian violencia en contra de sus parejas, pero sus violentadores hacen uso de sus influencias y poder económico.
Aunque Mafer ya está libre, su caso apunta a una posible red de corrupción en la que se usaban conexiones personales para actuar de forma parcial en casos de violencia familiar o violencia vicaria.
Mafer, mamá de tres menores de 6, 9 y 11 años, fue detenida el pasado 22 de enero tras acudir a una audiencia en el Tribunal de Justicia Administrativa de la Ciudad de México. Un juez le dictó prisión preventiva a pesar de las pruebas que presentó contra su expareja por violencia familiar y fue trasladada a Santa Martha Acatitla.
“Soy Mafer Turrent, por proteger a mis hijos quieren meterme a la cárcel”, denunció la mujer en un video, poco antes de su detención, cuando dio a conocer que había sido citada a una audiencia porque estaba acusada de varios delitos.
Cuando se divorció se llevó a sus hijos a su natal Veracruz. Su exmarido fue informado que se irían y él tenía los permisos para verlos ya que la custodia es compartida, pero fue denunciada por retención de menores.
A inicios de enero ella solicitó medidas para proteger a sus hijos ya que su padre los retuvo por 90 días, sin que ella pudiera tener comunicación con ellos.
“Hasta que no te sientes a negociar, los niños se quedan conmigo, así de fácil, punto”, amenazó Edgar.
Mafer grabó un video en el que cuenta parte de su historia con el padre de sus hijos y en él expone las amenazas.
“¿Quieres ver el pinche poderío, pendeja? ¿Quieres ver cómo soy? ¡Te hincas o mato a tus hermanos!”, se escucha en un fragmento en el que se oye después el llanto de un niño.
Bajo este escenario, el 25 de enero, Bertha Alcalde Luján, titular de la Fiscal General de Justicia de la Ciudad de México (FGJCDMX), anunció la destitución de Miguel Ángel Barrera Sánchez de la Fiscalía de Investigación de Delitos Cometidos en Agravio de Niñas, Niños y Adolescentes por el caso de María Fernanda Turrent.
“Que quede muy claro: en esta Fiscalía no se tolerará, bajo ninguna circunstancia, la manipulación del sistema con recursos económicos o aprovechando vínculos con el poder”, aseguró Alcalde Luján.
“Respecto al caso específico de Mafer, informamos que se están revisando puntualmente la forma en que ésta y todas las investigaciones similares se están llevando a cabo, de tal forma que se garanticen condiciones de imparcialidad”.
En su mensaje, la funcionaria destacó que trabajarán de manera inmediata en la actualización y aplicación de protocolos “con estándares que guíen la oportuna realización de entrevistas, periciales y cualquier otro acto de investigación que involucren a niños y niñas, al tiempo que emitiremos directrices para transparentar nuestros criterios de actuación en la atención de delitos que impacten a las infancias”.
La fiscal dijo que con estas medidas se pretende conocer bajo qué circunstancias avanzan las investigaciones, a fin de evitar arbitrariedades de los Ministerios Públicos.
Tras una audiencia de casi 10 horas, la noche del 27 de enero una jueza resolvió que no se le vincularía a proceso y dejó en libertad a Fernanda Turrent.
Con esta sentencia concluye la carpeta de investigación en contra de Turrent por retención de menores, aunque continúan otras carpetas, una por supuesto fraude procesal, otra referente a un delito de quebrantamiento de correspondencia, y falsedad de declaraciones.
Un museo en la capital iraní, Teherán, alberga una de las colecciones de arte moderno más sorprendentes y poco conocidas del mundo.
Algunas de las obras de arte más emblemáticas de Pablo Picasso, Francis Bacon y Jackson Pollock no están colgadas en las paredes de los museos más famosos del mundo, sino escondidas en la capital de Irán.
Teherán es una ciudad con una de las colecciones de arte moderno más asombrosas del mundo, que pocas personas fuera de Irán conocen.
Durante décadas, estas obras maestras han estado escondidas en el sótano del Museo de Arte Contemporáneo de Teherán (MACT), envueltas en misterio y ocultas al público.
A pesar de su extensa colección, solo una pequeña parte de las obras de arte se ha exhibido desde la Revolución iraní de 1979.
La agitación política, los valores culturales cambiantes y una serie de giros históricos han mantenido estas obras de arte almacenadas, fuera del alcance tanto de los iraníes como de la comunidad artística mundial.
El MACT exhibe ahora algunas de sus piezas más cautivadoras, ofreciendo una visión de una colección que ha permanecido en gran medida en el enigma.
El Museo de Arte Contemporáneo de Teherán es una importante institución cultural en Irán, que alberga algunas de las colecciones de arte moderno más valiosas fuera de Europa y América del Norte.
El museo fue construido en 1977 bajo el patrocinio de la ex reina y última emperatriz de Irán, Farah Pahlavi, la viuda exiliada del último sha de Irán, Mohammad Reza Pahlavi, que fue derrocado durante la Revolución Islámica de 1979.
Farah Pahlavi era una apasionada defensora del arte y su primo Kamran Diba, un arquitecto iraní, diseñó el museo.
El MACT se creó para presentar el arte moderno a los iraníes y para conectar a Irán con la escena artística internacional.
Pronto se convirtió en el hogar de una impresionante variedad de obras de luminarias como Pablo Picasso, Salvador Dalí y Andy Warhol, junto con piezas de los principales modernistas iraníes, y rápidamente se estableció como un modelo de intercambio cultural y ambición artística.
Pero luego llegó la Revolución Islámica y las cosas dieron un giro dramático. Muchas obras de arte se consideraron inapropiadas para la exhibición pública, debido a la desnudez, las sensibilidades religiosas o las implicaciones políticas.
¿”Gabrielle con la blusa abierta”, de Pierre-Auguste Renoir? Demasiado escandaloso. ¿El retrato de Warhol de la exreina de Irán? Demasiado político.
De hecho, el retrato de Farah Pahlavi fue vandalizado y destrozado con un cuchillo durante el tumulto revolucionario.
Después de la revolución, muchas de las obras de arte fueron guardadas bajo llave, acumulando polvo en un sótano que se convirtió en material de leyenda del mundo del arte.
Hamid Keshmirshekan, historiador del arte de la Escuela de Estudios Orientales y Africanos (SOAS) en Londres, que ha estudiado la colección, la llama “uno de los tesoros más raros del arte moderno fuera de Occidente”.
La colección sigue siendo una cápsula del tiempo de movimientos artísticos fundamentales, desde el expresionismo abstracto hasta el arte pop.
El Museo de Arte Contemporáneo de Teherán comenzó a recuperar su importancia cultural a fines de la década de 1990 durante la presidencia reformista de Mohamed Jatamí.
Pronto el mundo recordó lo que se había estado perdiendo. Los amantes del arte no podían creer lo que veían. Van Gogh, Dalí, incluso Monet, todos en Teherán.
Algunas obras fueron prestadas para importantes exposiciones en Europa y Estados Unidos, lo que permitió que la colección volviera a conectarse brevemente con el mundo del arte global.
Pero aún quedan desafíos por resolver.
El MACT opera con un presupuesto ajustado y las prioridades políticas cambiantes implican que a menudo funciona más como un centro cultural que como un museo tradicional.
Sin embargo, sigue siendo una institución notable, un guardián improbable de obras maestras del arte moderno en el corazón de Teherán.
Su colección sigue siendo un testimonio tanto de las ambiciones artísticas de una era pasada como del poder perdurable de la creatividad frente a los giros y vueltas de la historia.
Estas son algunas de las mejores obras que solo se pueden ver en Teherán.
Este cuadro, el lienzo más grande de Picasso, de 1927, es un claro ejemplo de sus obras abstractas del período poscubista.
Utilizando una paleta de colores limitada y líneas fragmentadas, ofrece una perspectiva simbólica sobre la humanidad.
“A las puertas de la eternidad” es una de las pocas obras que se conservan de la primera serie de grabados de Van Gogh, durante la cual produjo seis litografías en noviembre de 1882.
Esta pieza muestra figuras en dos paneles laterales que parecen espiar a dos hombres desnudos que yacen en una cama en el panel central.
Es una obra significativa dentro del movimiento expresionista. Un retrato del ayatolá Ruhollah Jomeiní, el fundador de la República Islámica de Irán, está colocado en yuxtaposición frente a la obra de Bacon.
Esta escultura icónica captura la armonía entre la humanidad y la naturaleza. Con su forma abstracta y contemplativa, es una obra maestra de uno de los escultores más famosos de Reino Unido.
Ejemplo vibrante de la técnica de pintura de acción de Jackson Pollock, esta pieza rebosa energía y emoción.
El retrato de Farah Pahlavi, la última reina de Irán, es una pieza poco común que combina el estilo pop art de Warhol con la historia cultural iraní.
Esta escultura forma parte de la famosa serie de Giacometti “Hombre que camina”, considerada una de sus obras más emblemáticas.
Con su figura alargada y delicada, simboliza la soledad, la fragilidad y la lucha incesante de la humanidad por seguir adelante.
La obra de Dubuffet, provocativa y texturizada, desafía las nociones tradicionales del arte y la estética. Figura destacada del movimiento art brut, su obra es a la vez cruda y conceptualmente profunda.
“El terapeuta”, escultura de bronce realizada en 1967, es una de las ocho imágenes pictóricas que el pintor surrealista René Magritte convirtió en tridimensionales.
La obra fotorrealista “Keith/Grabado a media tinta”, de Chuck Close, invita al espectador a un mundo de detalles extraordinarios. Su innovadora técnica de cuadrícula convierte este retrato en una combinación magistral entre abstracción y realismo.
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