
Para entender mejor
La mañana del 19 de noviembre, el secretario de seguridad federal, Omar García Harfuch, anunció la detención de Jorge Armando ‘N’, alias ‘El Licenciado’, como uno de los presuntos autores intelectuales del asesinato, el sábado 1 de noviembre, de quien fuera alcalde independiente de Uruapan, Carlos Manzo.
La detención, explicó Harfuch, fue producto de un trabajo de inteligencia y de análisis de los teléfonos celulares de Fernando José ‘N’, Ramiro ‘N’ —otros dos presuntos autores intelectuales, asesinados poco después del homicidio del alcalde— y de Víctor Manuel ‘N’, el joven de 17 años que perpetró el asesinato y que fue muerto a balazos cuando los policías ya lo tenían retenido. Hasta el momento, aunque se dio a conocer quiénes serían los autores intelectuales, no se ha dado aún detalles del móvil.

La Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana sí detalló en conferencia que los cuatro presuntos autores estuvieron en comunicación a través de una app de mensajes —no se precisó cuál— antes del asesinato, durante y después. Una herramienta de mensajería instantánea que, de acuerdo con el consultor en seguridad David Saucedo, ha sustituido a las clásicas ‘radios’, ‘walkie talkies’, teléfonos satelitales, o a las llamadas de celular, para convertirse en la principal forma de comunicación entre los integrantes del crimen organizado.
Los cárteles aprovechan la facilidad para comprar celulares con internet sin que sean registrados, y las posibilidades que ofrecen las apps para mandar y recibir mensajes, fotos, videos y audios que se destruyen casi de inmediato, desapareciendo así las evidencias, o haciendo que sea muy difícil recuperarlas.
—WhatsApp, Telegram, o los chats de Facebook e Instagram. Los grupos criminales utilizan estas apps para establecer comunicaciones seguras, aprovechando que en México no existe una regulación estricta para la adquisición de chips y de equipos de telefonía —expuso en entrevista Saucedo.
Sobre esto, cabe recordar que desde julio pasado entró en vigor la nueva Ley en Materia de Telecomunicaciones, la cual incluye, precisamente, un apartado referente a la compra de chips celulares.
Con la nueva disposición, sólo se podrá comprar y mantener activado un chip si se presenta una identificación oficial a los operadores de telefonía. Antes los chips activos estaban ligados a un número telefónico; ahora no podrán estar activos si no están asociados a una persona que se haya identificado.
Sin embargo, esta nueva disposición aún no ha entrado de lleno en vigor. Apenas el pasado 30 de octubre la nueva Comisión Reguladora de Telecomunicaciones aprobó someter a una consulta pública el anteproyecto de Lineamientos para la identificación de líneas telefónicas móviles, el cual busca asociar todas las líneas telefónicas móviles a una persona física o moral, previamente identificada.
—Aún se pueden comercializar abiertamente sin que haya un registro de la compraventa. Por lo tanto, no hay una trazabilidad del aparato con la persona que lo utiliza, y eso complica identificar la fuente emisora de las llamadas y mensajes. De ahí que los grupos criminales utilicen constantemente las apps de mensajería.

Además de utilizar las apps para comunicarse, coordinar y dirigir atentados de alto impacto, como el reciente de Carlos Manzo, los grupos criminales —“tanto los grandes como los chicos”, precisa el especialista— también las usan para dejar constancia de que cumplieron con los encargos delictivos.
—En Veracruz, Jalisco, Guanajuato y Baja California se ha constatado que los grupos utilizan WhatsApp o Telegram para tomar fotografías de las personas asesinadas y torturadas; de las cartulinas que depositan en locales con amenazas; y de los cobros del derecho de piso, las extorsiones.
—Es decir —explica Saucedo—, estas apps se utilizan también para dejar ‘huella’, constancia, de que se cumplió con una misión. No son videos ni fotos con fines de propaganda. Son materiales que los sicarios envían internamente a sus jefes para que puedan verificar que cumplieron con la instrucción de extorsionar, asesinar o de dejar algún mensaje criminal.

—Puede que suene macabro —añade—, pero es un esquema de control de gestión de actos criminales. Esto es: la orden queda registrada en WhatsApp o Telegram, ahí mismo se marca que la instrucción fue leída, y ahí mismo que fue ejecutada y cumplida.
Saucedo agrega que los grupos criminales también utilizan las apps de mensajería para establecer comunicaciones con autoridades corrompidas, especialmente con las policías locales. De ahí que en operativos realizados por el Ejército mexicano para verificar y auditar a las policías locales —como el llamado Operativo Trueno—, se realizan revisiones de los aparatos de telefonía y de mensajería para detectar posibles mensajes en clave y realizar detenciones.
En ese Operativo Trueno, por ejemplo, la Sedena y la Guardia Nacional detuvieron en julio a cuatro policías municipales de Villagrán, Guanajuato, y a dos civiles, tras labores de inteligencia y de análisis de la telefonía celular. Al parecer, los uniformados se comunicaban con la delincuencia organizada a través de las apps de mensajería.

Los astrónomos han detectado señales de que nacen cada vez menos estrellas. Podría ser parte de un declive gradual del Universo y de todo lo que contiene. Pero ¿por qué? ¿Y cuánto deberíamos preocuparnos?
En las últimas dos décadas los astrónomos han ido notando pistas de que el cosmos tal vez ha pasado su mejor momento.
Una de esas señales es que menos estrellas han ido naciendo.
Ahora, eso no significa que el universo se está quedando sin estrellas. Hay estimaciones de que hay por lo menos un septimillón de ellas -eso es un número seguido de 24 ceros.
Pero los astrónomos creen que la producción de nuevas estrellas se está reduciendo.
El consenso científico actual es que el universo tiene una edad de 13.800 millones de años.
Las primeras estrellas se formaron poco después de que el Big Bang apareciera.
De hecho, el año anterior, el telescopio espacial James Webb halló un trío de estrellas en nuestra galaxia, la Vía Láctea, que se cree tienen una edad cercana a los 13.000 millones de años.
Las estrellas son esencialmente bolas gigantes de gas caliente que comenzaron su vida de la misma forma.
Ellas se forman en nubes enormes de polvo cósmico conocidas como nebulosas. La gravedad junta los gases, que eventualmente se calienta y se convierte en una estrella bebé, o como se le conoce, protoestrella.
A medida que el corazón de la estrella se calienta a millones de grados centígrados, los átomos de hidrógeno que están contenidos allí comienzan a agitarse para formar helio a través de un proceso llamado fusión nuclear. Esta reacción emite luz y calor y la estrella ahora está en una fase estable de “secuencia principal”.
Los astrónomos estiman que las estrellas en secuencia principal, incluido nuestro propio Sol, son aproximadamente el 90% de todas las estrellas del universo. El rango varía entre una décima parte hasta 200 veces la masa de nuestro Sol.
Eventualmente esas estrellas consumen su combustible y pueden tomar diferentes caminos en su manera de morir.
Estrellas con masas pequeñas como nuestro Sol entran en un proceso de desvanecimiento que puede durar miles de millones de años.
Para estrellas “hermanas” más grandes, con al menos ocho veces el tamaño del Sol, su final es más dramático: ellas se destruyen en una gran explosión conocida como supernova.
En 2013, un equipo internacional de astrónomos dedicados a estudiar las tendencias en la formación de estrellas afirmó que de todas las estrellas que iban a nacer en la historia del Universo, el 95% ya lo había hecho.
“Vivimos en un universo dominado por estrellas viejas”, dijo en ese momento el autor del estudio, David Sobral, en un artículo publicado en la revista Subaru Telescope.
En la línea del tiempo del universo, parece que su momento de mayor producción de estrellas ocurrió hace unos 10.000 millones de años, en un período conocido como el “Mediodía Cósmico”.
“Las galaxias convierten el gas en estrellas y lo están haciendo a una tasa decreciente”, explica el profesor Douglas Scott, cosmólogo de la Universidad de British Columbia en Canadá.
Scott es el coautor de un informe, que aún no se ha publicado, en el que se analiza información de los telescopios de la Agencia Espacial Europea, Euclides y Herschel.
Él y su equipo de investigadores espaciales fueron capaces de estudiar de forma simultánea cerca de 2,6 millones de galaxias, lo que fue posible gracias al mapa 3D del universo creado por la misión Euclides.
Los astrónomos estaban particularmente iuteresados en el calor que emiten las estrellas. Las galaxias con mayor tasa de formación de estrellas tienden a tener un polvo cósmico más caliente a medida que contienen estrellas más grandes y calientes.
El equipo halló que las temperaturas de las galaxias han ido disminuyendo en los últimos mil millones de años.
“Ya se nos pasó el momento de mayor formación de estrellas, y habrá cada vez menos formación de nuevas estrellas en el universo”, agrega Scott.
Es verdad que la muerte de las viejas estrellas puede llevar a la formación de nuevas usando el mismo material, pero no es tan simple.
Asumamos que tenemos una pila de materiales de construcción y la usamos para hacer una casa. Si queremos construir uno nuevo, podemos reciclar cosas de una casa vieja, pero no todo será útil.
“Eso significa que solo podemos hacer una casa más pequeña. Cada vez que hagamos una demolición, habrá menos materiales que sean útiles hasta que no se pueda construir nada”, señala Scott.
Eso es lo que pasa con las estrellas.
“Cada generación de estrellas tienen menos combustible para gastar y eventualmente no habrá suficiente combustible para hacer una estrella”, añade.
Y concluye: “Ya sabemos que las estrellas menos masivas son más comunes que las estrellas masivas en el universo”.
Los científicos han teorizado durante mucho tiempo que el universo llegará a su fin algún día. Simplemente no pueden estar seguros de cómo ni cuándo.
Una de las teorías más aceptadas actualmente es la muerte térmica.
También conocida como la “Gran Helada”, predice que a medida que el universo continúa expandiéndose, la energía se dispersará hasta que finalmente se enfríe demasiado para sustentar la vida. Las estrellas se alejan cada vez más, se quedan sin combustible y no se forman nuevas.
“La cantidad de energía disponible en el universo es finita”, explica Scott.
Pero antes de que mires con melancolía el cielo, la desaparición de las estrellas tomaría una cantidad astronómica de tiempo.
Scott estima que seguirán apareciendo nuevas estrellas durante los próximos 10 a 100 mil millones de años, mucho después de que nuestro Sol probablemente haya desaparecido.
En cuanto a la “Gran Helada”, podría tardar aún más: a principios de este año, astrónomos de la Universidad Radboud de los Países Bajos estimaron que el final llegaría en aproximadamente un quinvigintillón de años, es decir, un uno seguido de 78 ceros.
Hay tiempo de sobra, entonces, para apreciar las estrellas la próxima vez que haya una noche despejada.
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