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Suprema Corte analiza caso de familia Ponce Ríos, desplazada por violencia en Chihuahua; “es una oportunidad histórica para acceso a la justicia”
Suprema Corte analiza caso de familia Ponce Ríos, desplazada por violencia en Chihuahua; “es una oportunidad histórica para acceso a la justicia”
Foto: Cuartoscuro.
5 minutos de lectura

Suprema Corte analiza caso de familia Ponce Ríos, desplazada por violencia en Chihuahua; “es una oportunidad histórica para acceso a la justicia”

En México, al menos 380 mil personas han sido desplazadas por la violencia. La historia de la familia Ponce es la misma que la de miles de personas que huyen de sus hogares para sobrevivir.
08 de mayo, 2024
Por: Redacción Animal Político

Este miércoles 8 de mayo, el ministro Jorge Mario Pardo Rebolledo presenta ante la Primera Sala de Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) un proyecto de sentencia para proponer que se ampare a los integrantes de la familia Ponce Ríos que habitaban en Chihuahua y que tuvieron que abandonar su hogar debido a la situación de violencia.

Organizaciones civiles defensoras de derechos humanos subrayaron que se trata de “una oportunidad histórica” para que, por medio del más alto tribunal de justicia en el país, se reconozca el problema del desplazamiento interno forzado en el país, así como el acceso a la reparación integral para las víctimas y la justicia.

Jorge Mario Pardo Rebolledo
Foto: Claroscuro.

Los integrantes de la Comisión Mexicana para la Defensa y Promoción de Derechos Humanos que han acompañado el caso de la familia Ponce Ríos que dio pie a este proyecto de sentencia, destacaron que dicho recurso legal, de ser aprobado, estaría reconociendo las necesidades específicas de las personas desplazadas internas, y establecería criterios para una reparación del daño, además de que subrayaría la responsabilidad del Estado mexicano en revertir los efectos del desplazamiento en las vidas de al menos 380 mil personas que se estima están desplazadas por la violencia en México.

“La aprobación del amparo no solo beneficiaría a la familia Ponce Ríos, sino también enviaría un mensaje de esperanza a todas las Organizaciones civiles internas en México que luchan por sus derechos”, recalcó la CMDPDH.

La especialista en desplazamiento interno forzado, Ligia de Aquino, agregó que la SCJN tiene la oportunidad de promover justicia para los Ponce Ríos y contribuir para que otras personas desplazadas internas no tengan que enfrentar los mismos retos para acceder a sus derechos.

En una carta difundida a través de redes sociales el día de ayer, 7 de mayo, la familia Ponce hizo también un llamado urgente a los Ministros y Ministras de la Primera Sala de la SCJN para que voten a favor de esta resolución y así “contribuyan a la construcción de un país más justo y respetuoso de los derechos humanos”.

La historia de violencia de los Ponce Ríos inició en el año 2010 con el asesinato de Sigifredo Ponce y dos de sus sobrinos, los hermanos Gerardo y Jonathan. Desde entonces, cuatro generaciones han sido víctimas de persecución, amenazas y delitos perpetrados por grupos de la delincuencia organizada que han obligado a sus integrantes a huir para protegerse. La mayoría de los miembros de esta familia dejaron sus proyectos de vida en Chihuahua para establecerse en Jalisco, después de pasar un tiempo en Aguascalientes.

Este caso es similar al de miles de personas desplazadas internamente en nuestro país que dejan atrás sus proyectos de vida por los efectos de una situación de violencia generalizada, de un conflicto armado o de violaciones a los derechos humanos.

La doctora María Artemisa López, investigadora del departamento de Estudios de Administración Pública en El Colegio de la Frontera Norte, explicó que casos como el de los Ponce Ríos son el reflejo de una problemática que trae aparejada la violación de múltiples derechos humanos, empezando por el derecho a la vida y al libre tránsito.

Lee: Traición a las víctimas: la Unidad para la (no) Defensa de los Derechos Humanos y la Comisión Ejecutiva de (no) Atención a Víctimas

“Cuando una situación particular se vuelve insostenible, orilla a que las personas dejen el lugar donde habitan, y a eso lo conocemos como desplazamiento interno forzado”, planteó.

Derivado de la serie de omisiones por parte de las autoridades de todos los niveles, en 2016 la familia presentó una queja ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) en la que se denunciaba la situación de desplazamiento interno, así como la incapacidad del Estado mexicano, en sus tres niveles de gobierno, para atender y reparar los daños sufridos de manera integral.

Además, como resultado de las graves violaciones a los derechos humanos que padecieron, la familia Ponce recibió la acción urgente 1598/2023 emitida por el Comité contra la Desaparición Forzada de Naciones Unidas hacia el Gobierno Mexicano. También han denunciado su situación directamente ante el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Pero, ni la intervención de la ONU y de la CIDH ni las acciones de las autoridades locales pudieron garantizarles una estancia tranquila ni la justicia.

Suprema Corte analiza caso de familia Ponce Ríos, desplazada por violencia en Chihuahua; “es una oportunidad histórica para acceso a la justicia”
Foto: Especial.

Luego de huir de Chihuahua, Víctor Manuel Ponce fue desaparecido el 23 de mayo de 2023 en Huejúcar-Monte Escobedo, en el estado de Jalisco. El 14 de junio, Anais Ponce grabó un vídeo denunciando la desaparición de su padre y uno de sus trabajadores: “Les pido que este vídeo se haga viral, que llegue a las más altas autoridades, que llegue a todos los noticieros y sobre todo que llegue al jefe del jefe de la persona que tiene a mi papá. Por favor, regresen a mi papá y regresen a Luis Fernando”. Al día siguiente encontraron los cuerpos en Zacatecas.

Lee: Huir de la violencia: una realidad cada vez más común entre los mexicanos

Hasta la fecha, ningún integrante de la familia Ponce ha logrado obtener justicia por las violaciones graves a derechos humanos que han marcado su vida. La CMDPDH denunció públicamente la muerte de Víctor Ponce, atribuyendo responsabilidad al estado por su pasividad.

La CMDPDH también señaló que la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV) falló en gestionar la protección del señor Víctor Ponce y se limitó a presentar una denuncia, situación que agravó el riesgo en el que se encontraba y que derivó en su desaparición y su muerte.

Por otro lado, esta organización defensora de derechos criticó que la Unidad para la Defensa de los Derechos Humanos (UDDH), por medio de la Coordinación para Atención de Casos en Organismos Internacionales de Derechos Humanos, actuó fuera de su reglamento obstaculizando la protección oportuna y adecuada de víctimas siendo “criminalmente negligente”.

La familia Ponce Ríos lleva más de dos décadas luchando por justicia y por la posibilidad de reconstruir sus vidas desde que la violencia los obligó a desplazarse forzadamente de su lugar de origen para sobrevivir. Por esto, la sesión de este 8 de mayo donde se abordará el proyecto de resolución del Amparo en Revisión 795/2023, elaborado por el Ministro Pardo Rebolledo, es una oportunidad histórica para promover el acceso a la reparación integral para las víctimas del desplazamiento interno forzado y su acceso a la justicia en México.

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Imagen BBC
¿Adicto a tu celular? Esto pasa si dejas de usarlo unos días
7 minutos de lectura

La BBC condujo un experimento con adolescentes de entre 13 y 18 años que pasaron 5 días sin sus teléfonos inteligentes. Así es cómo les fue a algunos de ellos.

18 de junio, 2024
Por: BBC News Mundo
0

La mayoría de padres y madres con hijos adolescentes comparten una preocupación: la cantidad de tiempo que estos pasan en sus teléfonos inteligentes.

No cabe duda de que los teléfonos son una herramienta fundamental de la vida moderna con la que los jóvenes se comunican, hacen consultas, coordinan sus quehaceres y en algunos países pagan todo tipo de cosas, desde el transporte hasta un refresco.

Pero el creciente número de horas que pasan con la mirada clavada en la pantalla del aparato, particularmente ojeando las redes sociales, pone en evidencia que la tecnología se ha convertido en una obsesión.

Parte de esa obsesión se manifiesta en el “miedo a perderse algo” o FOMO, como se conoce por sus siglas en inglés. Es la ansiedad de que algo interesante o emocionante está pasando en alguna parte de internet que no me puedo perder.

Según un estudio de la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, el uso de las redes sociales y otras plataformas estimula la misma región del cerebro que se activa cuando se toma una sustancia adictiva.

Como parte de un proyecto de la BBC que analiza los hábitos de los jóvenes con sus teléfonos inteligentes, 10 estudiantes de la Escuela Técnica Universitaria Media City, en Salford, Inglaterra, acordaron cambiar sus celulares inteligentes por aparatos básicos Nokia, que solo sirven para hacer llamadas y mandar mensajes de texto.

Los cinco días de duración del programa de “desintoxicación tecnológica” sin duda afectarían casi todos los aspectos de sus vidas; esta generación se ha criado con teléfonos inteligentes y usa internet para todo. Se comunican principalmente por Snapchat o Facetime, usan Google Maps para desplazarse y constantemente escuchan música en streaming.

Kristian Johnson, periodista de investigación de la BBC, monitoreó a algunos de los participantes y esto fue lo que encontró:

Línea
BBC

Will pasa más de ocho horas al día mirando su teléfono inteligente. Cuando era más pequeño, amaba montar en bicicleta, pero ahora invierte la mayoría de su tiempo libre después de los estudios en ver videos de TikTok.

La semana pasada, Will acumuló 31 horas tan solo en aplicaciones de redes sociales y su mayor preocupación era cómo sobreviviría durante los cinco días de abstinencia tecnológica. “Ahora tendré que socializar con mis padres”, comentó.

Más sobre Will después.

Un joven metiendo su teléfono inteligente en una caja
Getty Images

“Impacto positivo”

Ruby sueña con ser actriz. Reconoce que pasa demasiado tiempo en su teléfono y frecuentemente ignora a sus padres mientras va deslizando en la pantalla videos de TikTok.

A mitad de camino del experimento, visité a su familia.

Cuando llegué, la joven de 15 años estaba terminando de maquillarse antes de salir a sus clases.

Su padre se cerciora de que tenga su uniforme del trabajo en la mochila y luego su madre la conduce hasta la parada del tranvía.

Ruby reconoce que dejar de usar su teléfono inteligente “ha abierto más la conversación” con sus padres; su madre, Emma, coincide en que la desintoxicación está teniendo un impacto positivo en el comportamiento de su hija.

“Ruby es muy adicta a su teléfono, así que le da la oportunidad de ver cómo eran las cosas cuando yo era adolescente”, dice Emma.

“Está hablando más y se va a la cama más temprano. Es un buen cambio”.

A medida que nos acercamos a la estación, podemos ver que el tranvía ya se está alejando.

Por costumbre, Ruby consultaría una app en su teléfono para saber cuándo llegaría el siguiente tranvía. Leer los horarios en los tableros de la parada no es algo que haga esta generación.

“Sin un teléfono, no tengo manera de saberlo”, dice.

Ruby mirando su teléfono básico
BBC / Kristian Johnson
Ruby se pone “nerviosa” si tiene que llamar para confirmar su horario de trabajo. Ahora ya no tiene acceso a la app de la cual dependía.

Mientras esperamos al siguiente tranvía, Ruby me cuenta sobre su trabajo a tiempo parcial en un centro de juegos con proyectiles de gomaespuma. Trabaja un par de días a la semana, pero no está segura de si tiene turno más tarde ese día, ni qué tan larga será la jornada.

Su administrador le dio su número telefónico en caso de que necesitara confirmar su horario, pero se siente “un poco nerviosa” por tener que llamar.

“La app te muestra el turno que te toca, pero ya no sé eso”, explica Ruby. “Nunca llamo al trabajo, nunca”.

Paga el pasaje en el tranvía con una tarjeta que raramente usaba ya que ahora no puede hacerlo más con su monedero digital, y emprendemos el viaje de una hora.

Angustia de FOMO

Para algunos adolescentes ha sido realmente difícil despojarse de sus teléfonos inteligentes.

Después de apenas 27 horas, Charlie, de 14 años, abandonó el experimento y pidió que le devolvieran su dispositivo.

“Sabía que mi teléfono estaba en el mismo edificio”, señala, pero no saber si alguien estaba tratando de comunicarse con él y no poder estar conectado fue “realmente estresante”.

Otra cosa que parece haber angustiado a todos los participantes en el experimento es el estatus de su Snapstreak, que contabiliza los días en los que han intercambiado mensajes con alguien en Snapchat.

Algunos participantes dicen estar muy preocupados por perder la cadena, que algunas veces puede extenderse a más de 1.000 días consecutivos. Así que les han pedido a sus amigos que entren en sus cuentas para mantener sus Snapstreaks durante el período de desintoxicación.

Al igual que Charlie, otros estudiantes que participan en el experimento reconocen sufrir de FOMO, pero la mayoría expresan sorpresa ante lo liberadora que encuentran la experiencia.

Unos están durmiendo mejor, aseguran, mientras otros sienten que han sido más productivos sin sus teléfonos.

“Siento como si estuviera aprendiendo cosas e involucrándome más, no siento que me esté perdiendo de algo”, dice Grace, de 15 años.

Grace con su teléfono básico adornado con joyas de plástico
BBC / Kristian Johnson
Grace con su teléfono básico adornado con joyas de plástico.

Inmediatamente después de las clases, en el primer día del experimento, ella y sus amigas fueron a comprar joyas de plástico para “adornar” su teléfono básico que tiene forma de ladrillo.

Cuando me lo muestra durante nuestra conversación, Grace dice que salir de compras fue una buena distracción para no pensar en su teléfono inteligente.

“Fue realmente tranquilo”, relata. “Realmente lo disfruté porque activó mi torrente creativo otra vez”.

“Tan pronto regresaba a casa, me ponía a dibujar cosas y a pintar. Me ayudó a empezar a hacer las cosas que me gustan otra vez”.

Encuesta

En febrero, el gobierno británico publicó nuevas directrices para intentar impedir a los alumnos usar los teléfonos durante la jornada escolar.

Pero un grupo multipartidista de parlamentarios fueron más allá y propusieron en mayo que un veto total -no solo en la escuela- a los teléfonos inteligentes para todos los menores de 16 años.

En una encuesta entre 2.000 jóvenes de entre 13 y 18 años realizada por la emisora BBC Radio 5 y la página BBC Bitesize, se les preguntó a los participantes sobre varios aspectos de sus vidas, incluyendo su salud mental y sus hábitos con los teléfonos inteligentes.

El sondeo lo realizó la empresa encuestadora Survation y esto fue lo que encontró:

  • El 23% está de acuerdo que se deben prohibir los teléfonos inteligentes a los menores de 16 años
  • El 35% cree que las redes sociales deben ser prohibidas a los menores de 16 años
  • El 50% dice que no tener sus teléfonos inteligentes los hace sentir ansiosos. El año pasado la cifra fue un poco más alta (56%).
Will sonriendo
BBC / Kristian Johnson
El estar distanciado de su teléfono inteligente revivió la pasión de Will por el ciclismo, aunque todavía no está dispuesto a abandonar el dispositivo.

Simplemente participar en esta desintoxicación digital ha diferenciado a estos adolescentes de sus contemporáneos. En el sondeo de la BBC, el 74% de los jóvenes encuestados dijeron que no considerarían intercambiar sus teléfonos inteligentes por un dispositivo básico.

Después de cinco largos días, llegó el momento de reunir a los estudiantes con sus teléfonos inteligentes.

Los niveles de emoción se elevan a medida que uno de los maestros camina hacia la caja fuerte para sacarlos. Varios estudiantes gritan de emoción.

Tan pronto como encienden los aparatos, los adolescentes están pegados a sus pantallas, deslizando mensajes y actualizándose en los chats grupales.

Pero la mayoría afirma que tras haber participado en la desintoxicación, les gustaría encontrar maneras de limitar el tiempo que pasan con sus teléfonos.

“Me ha hecho darme cuenta de cuánto tiempo pierdo en las redes sociales y me percato de que debo reducirlo y salir más”, reconoce Will. “Intentaré usar menos de TikTok, eso sí”.

Él acepta que es difícil y dice que en particular extrañó escuchar música. Sin embargo, el tiempo que ha pasado lejos de su teléfono le ha permitido reconectar con su pasión por el ciclismo, algo que está decidió a continuar, en lugar de pasar horas sin fin en la pantalla”.

“Ocho horas al día es una locura”, reflexiona.

Línea
BBC

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