El estiaje apenas comienza en Sinaloa, pero la falta de lluvias de años anteriores hace que la “resequedad” ya se presente y con ello algunos ganaderos han optado por vender sus animales, pues no alcanzaran a mantenerlos, manifestó Antonio Herrera Avena, dirigente de la Asociación Ganadera de Escuinapa.
“Ya se refleja que no llovió mucho el año pasado, entonces los abrevaderos no almacenaron suficiente agua, es lo que resentimos, los pastos no crecieron o se terminaron”, dijo Herrera Avena.
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Aunque históricamente el problema se siente primero en la zona sur del municipio, al ser terrenos más áridos, esta vez la zona de comunidades del valle ya han manifestado su preocupación por el tema.
Los estanques se están secando y el agua empieza a salarse, explica Antonio Herrera, por lo que hace imposible que sirva para que los animales puedan beber. Aunado a ello no hay alimento para darles y el precio de pastura ha subido considerablemente.
“Muchos compañeros, con tristeza, tenemos que aceptarlo, que han tenido que vender parte de sus hatos, si va empezando la sequía, nos falta marzo, abril, mayo y junio, (los animales) se nos van a morir”, dijo.
La falta de pastura en el Estado ha hecho que los proveedores eleven los precios y estas se están ofreciendo las pacas de maíz que estaban en 60 pesos ahora están en 85 pesos, además que no hay esperanza de sorgos pues fueron malas siembras y no quedaron “esquilmos” para hacer las pacas.
Indicó que en una reunión con el Secretario de Agricultura federal, donde estuvo también el presidente de la Unión Ganadera del Estado, se ofrecieron alternativas como cortar forrajes verdes para hacerlos silos, lo que permitirá que el costo sea menor.
Lo importante es buscar todas las herramientas para prevenir que se mueran los animales, expuso, pues la venta no la pueden pasar porque para los ganaderos es una temporada difícil para sacar adelante a sus animales.
“Hay un ganadero que prácticamente me dijo que vendió todo, ya viendo en las guías me doy cuenta que hay un muchacho que compra y se lleva un tráiler por semana con 80 o 100 animales”, dijo.
Herrera Avena manifestó que la mortandad no ha empezado, pero ya se tiene ganado seco. Las muertes de los animales se dan en el mes de mayo, principalmente.
El 41 % del territorio mexicano padece de sequía, de acuerdo con el último reporte del Monitor de Sequía de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), esto a pesar de que la primavera aún no inicia.
Este porcentaje ha ido en aumento desde que terminó la época de lluvia en noviembre pasado, ya que para el 15 de diciembre, la sequía alcanzaba al 32 por ciento del territorio.
Territorios del noroeste de México presentan el mayor nivel de sequía, en entidades como Sonora, Chihuahua, Sinaloa y Durango. En esos cuatro estados, 46 municipios tienen sequía “excepcional”, el más alto nivel que existe en las mediciones de la Conagua.
Asimismo, de acuerdo con el Monitor de Sequía en México, todos los municipios de Baja California, Chihuahua, Sinaloa y Sonora presentan algún grado de sequía.
En las próximas semanas, los territorios en esa situación pueden aumentar. En abril de 2024, 8 de cada 10 municipios del país padecían sequía: mil 963 de los 2 mil 469.
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De acuerdo con la Secretaría de Medio Ambiente federal, cada año, de febrero a abril, se presenta el menor nivel de lluvias durante todo el año y las autoridades prevén que en esta temporada seca y cálida de 2025 haya entre 4 y 5 ondas de calor, con una duración promedio de 6 a 7 días.
Además, durante el 2024, las altas temperaturas contribuyeron a que se presentaran más de 8 mil incendios en México y se perdieran 1.6 millones de hectáreas de áreas verdes, de acuerdo con la Comisión Nacional Forestal.
Investigadores proyectan que el potencial de recolección de niebla en zonas geográficas con condiciones favorables podría extender esta práctica (comúnmente utilizada a escala rural) al abastecimiento de urbes donde el agua es escasa.
Esto es lo que han concluido investigadores de ese país tras analizar el potencial de la recolección de niebla en Alto Hospicio, una ciudad ubicada en el norte de Chile, en la región árida del desierto de Atacama.
Con poca o ninguna precipitación, la principal fuente de agua de las ciudades de la zona son los acuíferos subterráneos, que se recargaron por última vez hace miles de años. La precipitación promedio es de menos de 5 mm al año. Y, en algunas zonas, la escasez hídrica obliga a abastecer de agua a la población con camiones aljibe.
Pero la ciudad de Alto Hospicio tiene una particularidad geográfica que favorece la formación y captura de la niebla.
“Se ubica en uno de los corredores de entrada de la niebla al continente”, explica a BBC Mundo la investigadora Virginia Carter Gamberini, de la Universidad Mayor de Chile.
Precisamente esas condiciones son las que podrían permitirle a la ciudad apoyarse en la cosecha de niebla como una alternativa viable y sostenible para abastecer de agua potable a su población.
Las conclusiones del estudio, que fue publicado en febrero en la revista Frontiers of Environmental Science, apuntan a que las nubes de niebla que se acumulan regularmente sobre la ciudad montañosa son una fuente desaprovechada de este recurso tan valioso.
Con el crecimiento de la población urbana y la creciente demanda de agua por parte de la minería y la industria, los investigadores advierten que es urgente encontrar otras fuentes sostenibles.
Sobre todo, considerando que en el caso particular de Alto Hospicio, se enfrentan graves problemas de pobreza y un acceso reducido de sectores de la población a redes de suministro de agua limpia.
La idea de capturar el agua de niebla no es nueva.
De hecho, Carter cuenta que ella ha participado en proyectos similares en otras zonas de Chile, Guatemala, Canadá y África.
Uno de los sistemas de recolección de agua de niebla más grandes se encuentra en Marruecos, en el borde del desierto del Sahara, mientras que experiencias emblemáticas en América Latina son las del Chungungo, también en Chile, o los atrapanieblas de las colinas del sur de Lima.
La novedad, señala la investigadora, es que hasta ahora los proyectos de esta naturaleza se habían entendido con la perspectiva de abastecer a comunidades rurales y no así a poblaciones urbanas.
“Esto apunta a un cambio de percepción. Siempre se pensaba en usar agua de niebla para abastecer a pequeños poblados o asentamientos rurales. En este caso, queremos explorar la posibilidad de abastecer una ciudad”, afirma.
“Nuestros hallazgos demuestran que la niebla puede servir como suministro urbano complementario en zonas áridas donde el cambio climático exacerba la escasez de agua”.
Carter recalca que una “nueva era” de recolección de niebla a una escala mucho mayor podría proporcionar un suministro de agua más seguro y sostenible en entornos urbanos donde más se necesita, no solo en Chile sino también en otras urbes del mundo.
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Capturar el agua de la niebla es extraordinariamente sencillo: se cuelga y tensa una malla entre dos postes y se forma el “atrapaniebla”. Cuando las nubes cargadas de humedad atraviesan esa fina malla, se forman pequeñas gotitas, que se canalizan hacia tuberías y tanques de almacenamiento.
La niebla de Alto Hospicio se forma sobre el océano Pacífico cuando el aire cálido y húmedo fluye sobre el agua fría y luego es empujado hacia las montañas. Las condiciones de niebla constantes en la zona permitieron a los investigadores identificar las áreas donde se podría recolectar el mayor volumen de agua de manera regular.
Con un trabajo de campo que se extendió por un año, realizaron evaluaciones in situ, lo que combinaron con datos obtenidos mediante un método predictivo (AMARU), que procesa información meteorológica y la cruza con datos que se obtienen mediante sensores remotos.
Durante la temporada alta del estudio, entre agosto y septiembre de 2024, el potencial de recogida alcanzó hasta 10 litros por metro cuadrado al día, según los investigadores.
Basándose en una tasa promedio anual de recolección de agua de 2,5 litros por metro cuadrado de malla al día, calcularon que:
Carter explica que Chile es “muy especial” en cuanto a la niebla marina, “porque tenemos el océano a lo largo de todo el país y también tenemos la cordillera”.
Su equipo está trabajando actualmente en un “mapa de recolección de niebla” con el objetivo de identificar otros lugares en donde este modelo se pueda implementar.
El “agua de las nubes”, como la describe Carter, podría, según ella, “mejorar la resiliencia de nuestras ciudades ante el cambio climático y, al mismo tiempo, mejorar el acceso al agua potable”.
La investigadora destaca, sin embargo, que la posibilidad de alcanzar esos volúmenes en otras zonas que enfrentan una grave escasez hídrica dependerá siempre de su potencial de formación y captación de niebla, que está dado por diversos elementos.
“Los factores clave que influyen en la eficiencia de la recolección de niebla incluyen la dirección y la velocidad del viento, así como las características geográficas, especialmente la presencia de montañas”, explica.
Por ejemplo, Petorca, una de las zonas más afectadas por la escasez hídrica en Chile, no tendría -a primera vista- las mismas posibilidades de abastecerse en grandes volúmenes de agua a partir de la niebla. Pero sí otras zonas costeras del país.
“Yo he tomado siempre agua de niebla”, dice Carter, pero señala que el estudio que realizaron no contempla un análisis químico respecto de la calidad del recurso hídrico.
En ese sentido, destaca que “va a ser importante hacer otras investigaciones…Ya sabemos cuánta agua y dónde encontrarla. Después habrá que profundizar en la calidad del agua y los métodos mas adecuados para potabilizarla”.
“Puede ser que ahora ya está bien para tomarla, el punto es que no lo sabemos”, dice otra de las investigadoras, Nathalie Verbrugghe, de la Universidad Libre de Bruselas.
Las investigadoras son cautas sobre las expectativas que se han generado en torno a los hallazgos de esta investigación:
“Nosotras no vamos solucionar la crisis hídrica de Chile o del desierto de Atacama” y “probablemente esta tecnología tampoco, pero esperamos que sea un complemento”.
*Con información de Victoria Gill e Isabel Caro
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