El sacerdote tzotzil Marcelo Pérez sabía que su vida corría peligro. Enfrentó amenazas de grupos paramilitares y autoridades desde hace más de una década, y persecución judicial, pero siguió trabajando en la defensa de los derechos humanos en Chiapas, hasta que el pasado 20 de octubre fue asesinado tras oficiar una misa en San Cristóbal de las Casas.
Desde 2015, Marcelo Pérez tenía medidas cautelares por parte de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), debido al riesgo que enfrentaba.
La CIDH instó al Estado mexicano a adoptar medidas de protección para garantizar la seguridad del padre, luego de que en mayo de 2014 fuera seguido por vehículos cuyos ocupantes “parecían militares”. Además, el consejo parroquial había recibido información de que se ofrecían entre 100 mil y 150 mil pesos por su vida. El 15 de junio de ese año, individuos no identificados intentaron ingresar por la fuerza a la parroquia.
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El documento recopila ejemplos de las amenazas recibidas durante 2014 y 2015, incluyendo una marcha organizada en Simojovel por grupos priistas en contra del padre. También se incluyen testimonios de fuentes que le informaron planes de secuestrarlo o asesinarlo. Sin embargo, El hostigamiento y las amenazas continuaron los siguientes años.
Antes, ya había tenido que abandonar la parroquia de San Pedro Chenalhó, Chiapas debido a amenazas por parte de los paramilitares que perpetraron la masacre de Acteal en 1997.
Apenas el pasado 13 de septiembre, en una marcha por la paz en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, el sacerdote habló de las medidas cautelares que tenía y consideró “contradictorio que el gobierno me proteja porque también me ha atacado, (con) una orden de aprehensión”.
El sacerdote Marcelo de la Parroquia de Guadalupe, de nuestra Diócesis de San Cristóbal de Las Casas, se refería a la orden de aprehensión que Fiscalía General de Chiapas emitió en su contra en junio de 2022 acusándolo por la desaparición de 21 personas en Pantelhó el 26 de julio de 2021, cuando un grupo armado tomó la cabecera municipal e incendió casas. Los familiares de los desaparecidos acusaron a un grupo armado llamado “Los Machetes”.
En ese momento, el padre Marcelo demostró que ese día se encontraba en el municipio de Simojovel y hasta el día siguiente llegó a Pantelhó para mediar el conflicto entre el gobierno y los pobladores.
Pese a todo, el padre siguió liderando peregrinaciones a favor de la paz, en las que denunció la creciente inseguridad en el estado, el desplazamiento forzado de comunidades tzotziles y tzeltales, la desaparición de personas y continuó con su labor como mediador en conflictos sociales.
Originario de San Andrés Larráinzar, Marcelo Pérez Pérez fue párroco durante una década en Chenalhó y luego en Simojovel.
Tras las amenazas de muerte en su contra, la Diócesis de San Cristóbal de las Casas decidió trasladarlo a la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, donde siguió con sus peregrinaciones en contra de la violencia y llamó a construir un “movimiento de la vida por la paz de San Cristóbal”.
En las marchas aparecía con una boina negra, y en las misas era conocido por portar una sotana blanca con una enorme virgen de Guadalupe bordada.
En su perfil de Facebook también se veía esta dualidad: defensor y sacerdote. En la imagen de portada aparece él con gorra y camiseta negra, y muestra en su espalda la frase: “10 años en un solo corazón por la vida y el territorio”. Mientras que en su foto de perfil, luce su sotana blanca con la guadalupana.
Su trabajo fue reconocido a nivel internacional. En mayo de 2020, el gobierno de Suecia lo nominó para recibir el premio “Per Anger 2020” por su trabajo en defensa de la justicia, la paz y la dignidad de los pueblos originarios en Chiapas.
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Pese a los llamados a resguardar su integridad y a su reconocimiento como defensor de derechos humanos, el sacerdote fue asesinado este 20 de octubre tras oficiar una misa en el Barrio de Cuxtilali en San Cristóbal. Fue atacado a tiros por sujetos armados a bordo de una motocicleta.
“El asesinato del Padre Marcelo es absolutamente inaceptable. Su labor era ampliamente reconocida por los pueblos indígenas en Chiapas, y también a nivel internacional. A pesar de contar con medidas de protección y de las constantes denuncias sobre las agresiones que enfrentaba, éstas resultaron insuficientes para impedir su asesinato”, destacó Jesús Peña Palacios, Representante Adjunto en México de la ONU-DH.
La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) también condenó su asesinato y exigió una investigación exhaustiva, transparente y seguridad para otros sacerdotes en la entidad.
“Este acto de violencia (…) no solo priva a la comunidad de un pastor dedicado, sino que también silencia una voz profética que incansablemente luchó por la paz con verdad y justicia en la región de Chiapas”, señaló en un comunicado.
Mientras que el cardenal Felipe Arizmendi Esquivel, obispo emérito de San Cristobal de las Casas, quien ordenó a Marcelo Pérez Pérez sacerdote en abril de 2002 destacó que “siempre estuvo comprometido con la justicia y la paz entre los pueblos originarios, sobre todo en Simojovel y acompañando a las víctimas de la violencia interna en Pantelhó”.
“Su asesinato nos demuestra, una vez más, el clima de violencia que se ha desatado en Chiapas y en casi todo el país. Hay una descomposición social, que empieza por la destrucción de la familia y se consolida por la impunidad en que actúan grupos armados. No todo es culpa del gobierno, pero es indicativo de que el gobierno y todos nosotros, incluso las iglesias, estamos rebasados”, remató.
Tras el homicidio, personas se congregaron en la iglesia de Guadalupe para despedirse del padre y exigir justicia.
“¿Qué queremos para el padre Marcelo?”, preguntó una persona en un altavoz. “¡Justicia!, ¡Justicia!”, “¡Justicia!, ¡Justicia!”, respondió la multitud.
Con información de Orsetta Bellani
La historia delictiva de uno de los jefes más conocidos del narcotráfico en México llegó a su final con la declatoria de culpabilidad de este lunes.
“Lo buscan por todos lados y el hombre no está ni escondido”, canta una canción de Los Tucanes de Tijuana en honor a Ismael “El Mayo” Zambada.
El famoso narcotraficante de 77 años, uno de los tres fundadores y hasta hace un año el líder del cartel de Sinaloa, se declaró este lunes culpable del delito de narcotráfico en una corte de EE.UU.
Zambada, quien fue capturado en México en julio de 2024, también admitió haber sobornado a policías y políticos en su país.
Se trata del fin de la historia delictiva de quien fuera de los narcos más buscados del mundo, acusado de extorsión, corrupción, tráfico de estupefacientes y lavado de activos.
Y el epílogo de un símbolo de la industria –El Mayo, también conocido como “El hombre del sombrero”– que ha generado admiración, historias y un puñado de muertos y casos de corrupción tras cuatro décadas en el negocio.
El corrido tumbado de Los Tucanes, que tiene 10 millones de vistas en YouTube, continúa: “La ley quiere detenerlo, los contras quieren matarlo, pero nadie lo ha logrado, se les aparece el diablo”.
Pero el mito de El Mayo, que probablemente siga siendo un mito cultural, ya no va a poder jactarse de su gran hazaña: que “nunca los habían arrestado”. Y mucho menos, que se declarara culpable de narcotráfico.
Y se unirá en el destino al otro fundador y viejo aliado del cartel de Sinaloa, el Chapo, que fue sentenciado a cadena perpetua en 2019.
El juez Brian Cogan programó la audiencia de su sentencia para el 13 de enero de 2026. También dictó una enorme multa reparatoria de US$15.000 millones.
En una conferencia de prensa posterior al la audiencia judicial, la fiscal general de EE.UU., Pam Bondi, dijo que esto era una “victoria histórica” para las autoridades de EE.UU.
“‘El Mayo’ pasará el resto de su vida entre rejas. Morirá en una prisión federal de Estados Unidos, donde debe estar”, señaló Bondi.
“‘El Mayo era uno de los narcotraficantes más prolíficos y poderosos del mundo. Su socio era ‘El Chapo’. Fueron cofundadores del Cartel de Sinaloa. Asesinaron brutalmente a múltiples personas e inundaron nuestro país con drogas. Su reinado de terror ha terminado”, añadió.
La historia del Mayo, el ascenso de traficante raso a “capo de capos”, como suelen bautizarlo, es una de pragmatismo, astucia y corrupción.
Después de un corto tiempo en el que fue repartidor de muebles en las calles de Culiacán, Zambada empezó en los años 70 como traficante en el cartel de Guadalajara, pionero en la industria comerciando opio, marihuana y, al final, cocaína.
Luego trabajó en el cartel de Juárez, primero como mando medio y después de líder, cada vez más cerca de Amado Carrillo, el llamado “Señor de los Cielos”. Desde ahí se cree que creó su red de contactos en Colombia, país donde hizo grandes amigos y socios productores de cocaína.
A medida que otros capos fueron muriendo o cayendo, Zambada se hizo más poderoso. Pocas veces tuvo problema con traicionar a un aliado.
Y si algo lo diferencia de los otros es que siempre mantuvo un perfil bajo. No hay casi imágenes de él.
Durante sus años de reinado se llegó a reportar se practicó cirugías para cambiar de apariencia. Que tenía muchas mujeres e hijos. Poco más.
Pasó décadas de un lado a otro entre las montañas del noroccidente de México. Era inusual que durmiera dos noches seguidas en el mismo sitio.
Uno de sus hijos, Vicente Zambada Niebla, fue detenido por las autoridades mexicanas en 2009. Su diario en la cárcel fue luego divulgado.
En él, y en el testimonio que dio a las autoridades estadounidenses, Zambada junior contó que su padre llegó a pagar un millón de dólares en sobornos al mes.
Que su red de complicidad incluía bancos y gobiernos. Que mantenía contacto con la Administración de Control de Drogas (DEA, en inglés).
El Mayo Zambada se hizo en mito porque ha sido de los narcos más preocupados en generar un vínculo con la comunidad.
Ha sido un mecenas de El Álamo, su ranchería natal, y otros pueblos de la región de Sinaloa, financiando sus arreglos, obras y celebraciones.
Y si era de los que menos protagonismo y más arraigo social tenía, El Mayo también era el narco que menos traficaba, porque su gran contribución a la operación del Cartel de Sinaloa, más que la exportación de estupefacientes, fue crear una rama comercial para el lavado de dinero gestionado por mujeres de su familia.
Se reporta que llegó a lavar miles de millones de dólares. El Departamento del Tesoro de Estados Unidos le atribuye la propiedad de importantes empresas de construcción, leche y servicios.
Por eso era el más cercano a la política, a la cultura y a las autoridades mexicanas.
También era el que más información puede dar sobre el rol del mundo legal en la inmensa industria del narcotráfico.
Pero si la vida de Zambada estuvo marcada por el mito y la leyenda, su captura, ocurrida el 25 de julio de 2024, tuvo tintes hollywoodenses.
De acuerdo al reporte de las autoridades estadounidenses, Zambada se presentó ese día junto al hijo de su antiguo socio El Chapo Guzmán, Joaquín Guzmán López, ante las autoridades federales estadounidenses.
Era una historia extraña: el hombre más buscado de México hasta ese momento se presentaban a las autoridades de EE.UU.
Después se supo que Guzmán López había engañado al “Mayo” Zambada para que se subiera a un avión en México y cruzaran la frontera para “visitar unos proyectos inmobiliarios”.
Una vez en EE.UU., el hijo del “Chapo” lo entregó a las autoridades. En ese momento se ofrecían US$15 millones de recompensa por Zambada.
Por supuesto, la captura del capo sacudió la estructura del cartel de Sinaloa. Se estima que hasta el momento, debido a la lucha de poder dentro de la organización, unas 2.000 personas han muerto de forma violenta.
Ya bajo la custodia de EE.UU., en un principio el “Mayo” se negaba a aceptar los cargos. Señalaba que había sido llevado en contra de su voluntad a EE.UU.
Sin embargo en los últimos días se presentó un cambio importante: la parte acusatoria decidió no pedir la pena de muerte por los delitos de Zambada.
Entonces vino la declaración de culpabilidad de este lunes.
Sin embargo, el abogado de Zambada, Frank Pérez, dijo a los reporteros al salir de la audiencia que su cliente no estaba cooperando con las autoridades estadounidenses y que “para nada” pretende incriminar a alguien.
Señaló que la referencia que hizo a autoridades sobornadas ya ha sido materia de otros procesos de narcotraficantes: “Todo eso que dijo ya está en otros juicios, solo dijo lo que era necesario. Él no va a hablar de nadie”, dijo Pérez a los reporteros.
“La información de ‘El Mayo’ Zambada se queda con ‘El Mayo’ Zambada”, añadió.
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