Para entender mejor
Fallas en la organización y logística. Indolencia y abandono institucional. Falta de previsión y sensibilidad. Irresponsabilidad de las autoridades. Así calificaron colectivos y organizaciones el resultado de la visita propuesta por el fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero, al Rancho Izaguirre, en Teuchitlán, a la que él ni siquiera asistió.
El panorama este miércoles, con más de 60 medios, colectivos y apenas un par de elementos de la Fiscalía Estatal y la Comisión Estatal de Búsqueda, que ni siquiera eran de un nivel medio, contrastó ampliamente con el hallazgo que hicieron las madres del colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco el 5 de marzo, cuando se encontraron con tres hornos y muchas prendas de jóvenes, zapatos, calcetines, maletas, playeras, camisas y gorras.
Karina Nova Cacho, del colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco y quien busca a su hijo desaparecido en abril de 2020 en Rincón de Guayabitos, Nayarit, recuerda durante la visita de este jueves aquel ingreso, tan distinto, hace 15 días.
“No se encontró identificación de ellos, nada más una sola; esto es muy doloroso, porque se podría decir que mis compañeros y yo entramos como en shock de todo lo que vivimos, de todo lo que presenciamos, de sus pertenencias. En los hornos encontramos fragmentos… una compañera con una sola varilla, el primer hallazgo del horno, fue porque mete la varilla y se va a profundidad, y fue como empezamos a sacar la tierra y a dar con los fragmentos”, relata en entrevista.
Había dientes, placas como cuando operan a alguien del brazo o de la pierna, dice, y casquillos. Mientras más escarbaba su compañera fue cuando se dio cuenta que el horno, no artesanal, estaba formado por un círculo de ladrillos. Ahí ponían a las personas –explica–. Además, al fondo había un lugar al que le llamaban la “carnicería”, donde las desmembraban.
“Que no se hable que no fue un horno, porque entonces ¿qué nombre se le puede dar a ello?”, cuestiona. El principal impacto fue de tantas prendas, zapatos, productos de limpieza personal –como botecitos de talco nuevos, cuya función ignoran–. También había una lista donde por apodos, se enlistaban productos. Muchas medicinas en la parte de arriba, agrega.
“Lo que reflejaba todo eso era la tristeza de cuántos jóvenes, porque era impresionante la cantidad de ropa en estas dos, tanto en la parte de arriba como en la parte de abajo. Son dos cuartos, la parte de arriba no tiene baño, nada más la de abajo, y aquí en este galerón los despojaban de sus pertenencias porque estaban en montón los pantalones, los calcetines, los zapatos, todo estaba así regado. No, realmente no sé cómo era su vestimenta, pero sí daba tristeza, de hecho me impactó mucho el ver tantas maletas”, describe.
Se queda corta, dice. Las palabras no alcanzan para describir lo que presenciaron en el Rancho, que fungía como presunto centro de reclutamiento y adiestramiento. Hoy ya no queda prácticamente nada, todo está bajo custodia de la fiscalía del estado.
Al pasar la puerta del Rancho, que mide más de una hectárea, hay unas construcciones de color rojo. El lugar contaba con una cocina, baños y un galerón, donde encontraron ropa y zapatos.
“Del lado derecho están las fosas que se encontraron, los hornos y crematorios. Está el lugar de adiestramiento y al fondo está el laberinto, donde se entrenaba a los muchachos. Del lado izquierdo estaba la alberca que tenía el cocodrilo o purquitos que tenían para alimentarlos con los humanos. Hay muchas cosas que sí dan terror”, describió Patricia Sotelo del colectivo Huellas de Amor.
🗣️”Nos trajeron al tour del rancho Izaguirre, en Teuchitlán”, reclama madre buscadora.
Señalan que se trata de una burla, ya que solo se les permitió estar 15 minutos y ya no existe evidencia de nada.👇🏻https://t.co/xV8NDlgRvd pic.twitter.com/Uks9V5ArWv
— Animal Político (@Pajaropolitico) March 21, 2025
Las madres fueron citadas a las 11 de la mañana y llevadas en un autobús de la Fiscalía Estatal hasta el Rancho Izaguirre, ubicado en la delegación de la Estanzuela, a siete minutos de la cabecera de Teuchitlán. Previo a su llegada, tenían la ilusión de poder ver indicios como mochilas, ropa interior, calzado y prendas, para poder confirmar o descartar una posible evidencia de que ahí estuvo su familiar desaparecido.
Al llegar al predio se les dio la instrucción de que podrían acceder solo en grupos de 20 personas y que su estancia al interior no superaría los 20 minutos. El sitio sin indicios y repleto de cintillos que prohibía el paso a los interiores y a las zonas de los hornos fue lo que menos esperaban.
Entre los elementos de la Fiscalía Estatal, la Comisión Estatal de Búsqueda y la Comisión Estatal de Atención a Búsqueda preguntaron por la asistencia de mandos medios o autoridades como el fiscal estatal o el fiscal general de la República, pero solo obtuvieron silencio.
“Tristemente y desgraciadamente, aquí no hubo nadie que nos atendiera. Aquí esto fue un teatro. (Nosotros) queremos avances, queremos gente trabajando, queremos que si no pueden, (entonces) nos dejen trabajar, que nos sumemos nosotros, que nos den los picos y las palas. Y si no pueden con el trabajo, nosotros sí podemos… lo que esperábamos (era) hablar con el fiscal, que nos diera la cara, que nos dijera cómo se va a trabajar, qué es lo que han hecho, qué han trabajado. Aparte de lo que los Guerreros Buscadores encontraron, ¿qué han hecho? No han hecho nada”, reclamó Liliana Meza, presidenta del Colectivo Luz de Esperanza.
Por la falta de respuestas y explicaciones de parte de autoridades, los colectivos presentes como Luz de Esperanza, Guerreros Buscadores de Jalisco y Huellas de Amor, por mencionar algunos, se unieron para interponer una queja en el sitio con personal de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).
“(Se emite por) el hecho de que el fiscal no se haya presentado a la cita, porque eso fue una cita, o sea, nos mandó citar casi casi así eh que iba a venir y que iba a hablar con las familias”, explicó Liliana.
Además, el colectivo Luz de Esperanza denunció que hubo omisiones en la logística del evento, pues dos de sus integrantes fueron expuestas a situaciones de riesgo. La presidenta del colectivo y otra madre buscadora solicitaron bajarse del autobús para ir al baño, pero la unidad no les esperó y los elementos de seguridad no permanecieron afuera. El resto de integrantes del colectivo pensó que algo les había pasado y fue hasta que pidieron ayuda a elementos de la policía municipal de Teuchitlán que las llevaron al Rancho Izaguirre.
Así, al concluir la visita el Colectivo Luz de Esperanza anunció que presentará una denuncia formal “ante este acto de negligencia, que se suma a una larga lista de omisiones y desatenciones por parte de las autoridades”.
Sumaron que la colusión entre instituciones y la falta de medidas de protección ponen en riesgo a quienes buscan incansablemente a sus familiares: “Lo sucedido hoy pudo haber tenido consecuencias graves. Exigimos respuestas y garantías de seguridad inmediatas”.
En entrevista, Anna Karolina Chimiak, del Centro de Justicia para la Paz y el Desarrollo (CEPAD), explicó que al inicio de su administración, Pablo Lemus reconoció que existe la crisis de desaparición de personas en el estado e incluso se reunió al día siguiente de su toma de posesión con familiares de personas desaparecidas.
Después se propusieron mesas de trabajo anunciadas mediáticamente. Algunas de ellas se llevaron a cabo todavía en diciembre del año pasado, pero pese a que se había propuesto que fueran periódicas, pronto se perdió el seguimiento.
“Se quedó en ese gran anuncio el aspecto correspondiente a las mesas de de trabajo; por ejemplo, una de estas mesas fue la legislativa, donde precisamente se ha tratado de, por ejemplo, dotar de autonomía a la fiscalía especial en personas desaparecidas, ahora vicefiscalía, para que pudiera realizar las investigaciones, declaraciones independientes, lo que es aún más relevante frente al hallazgo en Teuchitlán”, comentó.
Sin embargo, la mesa legislativa dejó de operar en diciembre del año pasado. Chimiak expresó preocupación en torno a que se trató de declaraciones muy contundentes al inicio, que, sin embargo, no se han convertido en acciones reales.
Por otro lado, ya en los primeros meses de este año, en dos ocasiones distintas el gobernador hizo declaraciones en torno a una presunta disminución de cifras, e incluso llegó a decir que durante su administración había un decremento del 48% en desapariciones. Estas afirmaciones ocurrieron el 3 de marzo, apenas unos días antes de que la existencia del Rancho Izaguirre se volviera pública.
“Nosotras tratamos de pronunciarnos en términos de que un término de dos o tres meses no genera una tendencia, además han sido tiempos con muchas coyunturas: primera coyuntura el cambio de gobierno, pero también, por ejemplo, diciembre usualmente es un mes con menos denuncias por la operación de las instituciones principalmente”, explica Chimiak.
Por otro lado, la organización señaló entonces que ya hacia finales de la administración de Enrique Alfaro se había generado un hartazgo en torno a evaluar constantemente las políticas públicas en materia de desaparición mediante cifras, porque ya no existía confianza en estas. Hicieron énfasis entonces en la relevancia de que Lemus pudiera incorporar en sus discursos información cualitativa de contexto y análisis sobre las acciones implementadas desde el gobierno para atender la problemática y sus resultados.
En el caso específico de Teuchitlán, varios aspectos llaman la atención de la organización en torno a la atención e involucramiento de las familias. Por ejemplo, no nombrar o, de alguna manera, mediante el boletín de la fiscalía estatal tratar de desmentir o colocar a las familias del colectivo Guerreros Buscadores como si hubieran generado mentiras en términos de la existencia de hornos crematorios. Incluso se hizo alusión directa que no se habían encontrado estructuras correspondientes a esa actividad, cuando las familias ya habían especificado que se trataba de fosas en la tierra donde se incineraba a las personas, no hornos tipo ladrilleros, como los que se han localizado en Jalisco en otros puntos.
Otro asunto fue la reunión que se llevó a cabo con personas desaparecidas de solo cuatro colectivos, cuando en la entidad hay más de 20. Otras familias se extrañaron de haber sido excluidas. Esa acción preocupa, reclama Chimiak, porque anteriormente sí había sido incorporada la mayoría de los colectivos, y se mantenía contacto con todos ellos. “Preocupa que este tipo de prácticas puedan generar ruptura de la cohesión entre familias o puedan fragmentar también la exigencia conjunta de verdad y justicia”, subraya.
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Una preocupación más ha sido el manejo de las pertenencias, mediante una plataforma poco accesible y sensible. La activista asegura que no hubo acercamiento por parte de las autoridades para compartirla y explicar a las familias el contenido, o generar una reunión desde la comisión local de búsqueda, la fiscalía o el instituto de ciencias forenses que abriera un espacio para ellas.
Al trato de las autoridades estatales, se suman las omisiones del gobierno federal, que ahora la presidenta Sheinbaum pretende subsanar con una serie de reformas a la Ley General en materia de desapariciones –que, según aclaró hoy durante su conferencia mañanera– presentará el lunes, las cuales, según han advertido familiares, colectivos y organizaciones muestran desconocimiento de los instrumentos que ya están mandatados en la ley y cuya implementación se adeuda.
Entre estos está el Banco Nacional de Datos Forenses, que la Fiscalía General de la República se negó a poner en marcha durante cinco años. En la conferencia de prensa que dio este miércoles señaló que este ya está en funcionamiento desde 2023 –lo cual fue refutado por organizaciones– con todos los datos de carácter federal, pero el resto, justificó, son obligación de cada una de las entidades federativas y del gobierno federal, a quienes habría que preguntarles.
Otras deudas en las que se ha desoído a las familias son el desmantelamiento del Centro Nacional de Identificación Humana, que ocurrió a finales del sexenio pasado, y el reclamo por la titularidad de la Comisión Nacional de Búsqueda, en la que se nombró a Teresa Guadalupe Reyes Sahagún sin una convocatoria abierta o diálogo con las familias.
Durante su conferencia mañanera de este jueves, la presidenta Claudia Sheinbaum habló del aplazamiento de la presentación de las reformas y prometió un incremento a la Comisión Nacional de Búsqueda, pero no respondió a la carta que hicieron pública más de 150 familiares y colectivos la noche del martes, en donde reclaman la falta de diálogo con ellas.
“(Reyes Sahagún) no ha demostrado estar abierta al diálogo con las víctimas de este país. Una acción contundente es corregir el error de nombrar a la titular de la Comisión Nacional, y después convocar a un proceso de elección que cumpla con lo que estipula la Ley General y en donde se garantiza el derecho de las familias a participar”, señalaron.
🔺En relación a las prendas encontradas en el rancho #Izaguirre y que ya se encuentran en resguardo de la Fiscalía estatal, el señor Raúl Servín del colectivo Guerreros Buscadores, explicó que no pueden extraer el ADN, por lo que el reconocimiento será presencial.
— Animal Político (@Pajaropolitico) March 20, 2025
Los soldados ucranianos en el campo de batalla no creen que la guerra contra Rusia vaya a terminar pronto.
Mientras Moscú considera un alto el fuego temporal, su maquinaria militar sigue presionando en el frente. Las negociaciones diplomáticas pueden ser lentas y difíciles, pero en el campo de batalla, se pueden medir en vidas perdidas.
A un hospital militar en el este de Ucrania, los heridos llegan en oleadas en ambulancia. Aquí, hay una desconexión obvia entre la diplomacia que tiene lugar lejos de los combates y la brutalidad de la batalla, en la que los cuerpos humanos todavía están siendo destrozados, despedazados y marcados por las bombas y las balas.
Vemos a otras dos docenas de soldados ucranianos heridos que se suben a un autobús para ser llevados a un hospital en Dnipro; algunos están heridos pero caminan, otros son llevados en camillas. El autobús está provisto de equipos médicos para monitorear a los heridos mientras son trasladados a toda velocidad por carreteras llenas de baches.
Los hombres a bordo son los menos gravemente heridos. La mayoría fueron alcanzados por metralla. La causante es a la ahora más prolífica y temida arma en el frente: los drones.
Ninguno de los soldados que entrevistamos cree que esta guerra vaya a terminar pronto. Maksym, de 30 años, está en una camilla conectado a un medicamento intravenoso para aliviar algo del dolor de las múltiples heridas de metralla que tiene en todo el cuerpo. Dice que ha oído hablar de un alto al fuego temporal de 30 días, pero añade:
“Considero a Putin un asesino y los asesinos no se ponen de acuerdo tan fácilmente”.
Vova, quien está sentado cerca, dice refiriéndose a la posibilidad de un alto al fuego: “No me lo creo”. Señala que cerca de la ciudad de Pokrovsk, que se encuentra bajo asedio, se estaban enfrentando a ataques rusos todos los días. “Dudo que haya una tregua”, me dice.
Otro soldado llamado Maksym dice que esta es la segunda vez que resulta herido. “No creo que haya un alto al fuego”, afirma. “Tenía muchos amigos que ya no están con nosotros”.
“Me gustaría creer que todo va a estar bien, pero no se puede confiar en Rusia. Nunca”.
El autobús médico es operado por el Batallón Médico del Ejército de Voluntarios de Ucrania, conocido como los Hospitalarios. Transportan a decenas de soldados heridos todos los días.
Sofiia, una estudiante de medicina de 22 años, ha estado trabajando con ese equipo durante los últimos 18 meses. Ella también es escéptica sobre las posibilidades de un alto al fuego: “No puedo creérmelo, pero realmente desearía que sucediera”, dice.
Me cuenta que cuando se enteró de que Estados Unidos y Ucrania habían acordado presionar para lograr un alto al fuego, los drones rusos sobrevolaban su base y eran interceptados por las fuerzas de defensa aérea ucranianas. Para ella, hablar de paz es como hablar de un universo paralelo.
Sofiia dice que “al menos es bueno que Ucrania y Estados Unidos vuelvan a hablar”. Pero en cuanto a las esperanzas de un alto al fuego, se remite al pasado reciente.
“Si nos fijamos en todos los intentos de alto al fuego que hemos tenido en el pasado, no funcionaron. ¿Cómo va a funcionar este?”, pregunta.
Su colega médico, Daniel, se unió a los Hospitalarios desde Suecia. Dice que entiende lo que se siente cuando una nación más pequeña es atacada por su vecino gigante. Su abuelo luchó por Finlandia contra Rusia durante la Segunda Guerra Mundial.
Cuando Daniel llegó a Ucrania, solía preguntarles a los soldados heridos qué querían hacer después de la guerra. Ya no lo hace. “Nadie quiere responder eso”, dice, “porque no quieren decepcionarse. No se atreven a tener esperanzas”.
Daniel no descarta un alto al fuego. Pero añade: “No se puede confiar en que Putin vaya a hacer algo que no le beneficie”.
Ucrania tiene mucha experiencia negociando con Rusia.
Francia y Alemania mediaron en los altos al fuego de 2014 y 2015, cuando las fuerzas respaldadas por Moscú tomaron por primera vez partes del este de Ucrania y Crimea.
Esa negociación no funcionó. Tampoco impidieron que Rusia llevara a cabo su invasión a gran escala de Ucrania ocho años después.
Puede que haya conversaciones de paz, pero los hombres de la 68ª Brigada Jaeger de Ucrania siguen preparándose para la guerra. Miramos cómo ensayan sus maniobras para evacuar a un soldado herido bajo fuego enemigo. La mayoría ya ha tenido que hacerlo en la vida real.
A lo lejos, oímos los estruendos de la artillería. Estamos a solo 16 kilómetros de la línea del frente, adonde pronto regresarán.
Han recibido pocas noticias positivas en los últimos días. Las fuerzas ucranianas están siendo superadas en Kursk. En agosto del año pasado, esa ofensiva sorpresa en territorio ruso parecía una jugada de brillantez táctica, que elevaba la moral. Ahora corre el peligro de convertirse en un importante revés estratégico.
Es posible que Kursk deje de ser pronto una moneda de cambio para futuras negociaciones, y se convierta en una pesada carga, por la pérdida de valioso equipamiento y vidas ucranianas.
Uno de los pocos aspectos positivos es que Estados Unidos ha reanudado su apoyo militar. Eso es importante para la 67ª Brigada, que opera con equipos fabricados en Estados Unidos. Realizan sus entrenamientos con un vehículo blindado MaxxPro suministrado por Washington.
Ivan, el conductor que lleva una pequeña bandera estadounidense en su uniforme, dice que le alivia que la administración Trump haya accedido a revertir el bloqueo. Su vehículo necesita reparaciones con regularidad. “Me gustaría que siguieran ayudando”, dice.
Pero Ivan aún no está seguro de si se puede confiar en el presidente Trump.
“Tengo dudas”, dice. En cuanto a confiar en el presidente Putin, responde: “No. Nunca”.
Aquí, incluso un alto al fuego temporal parece estar muy lejos.
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