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En secreto, arranca tala de árboles de área natural protegida en Sonora para nuevas vías de tren
En secreto, arranca tala de árboles de área natural protegida en Sonora para nuevas vías de tren
Pobladores denuncian que las autoridades, tanto estatales, como federales, han sido opacas en la transparencia del proyecto.
3 minutos de lectura
En secreto, arranca tala de árboles de área natural protegida en Sonora para nuevas vías de tren
Sin consultar a la comunidad o cumplir con las normas de protección ambiental, comenzó la tala de árboles para la construcción de vías férreas en Ímuris, Sonora, en un Área Natural Protegida.
21 de noviembre, 2023
Por: José Manuel Ávalos/ Proyecto Puente

Hermosillo, Sonora.- El Rancho El Aribabi, ubicado en Ímuris, Sonora, reconocido como Área Natural Protegida, está en peligro por un proyecto del gobierno federal que comenzó con la tala de árboles para instalar vías férreas en la zona, un plan que, según pobladores y especialistas, pondrá en riesgo el medioambiente, la distribución del agua y la migración de diversas especies animales.

El Rancho El Aribabi fue visitado por Proyecto Puente en julio pasado para abordar su importancia como un lugar único en la naturaleza de Sonora, ya que alberga una amplia diversidad biológica, con temperaturas menores a 30°C en verano y junto a uno de los ríos más limpios de la entidad.

Se encuentra ubicado en el municipio de Ímuris, sobre la carretera federal 2 que dirige hacia Cananea, entre las sierras Azul y El Pinito, donde atraviesan 14 kilómetros del Río Cocóspera, que tiene el agua más limpia durante todo el año en el estado.

rancho Ímuris sonora
El lugar ubicado en Ímuris, Sonora tiene importancia turística y ambiental. Foto: Rancho Aribabi

Ahí se han observado al menos 200 especies de aves, casi 40 reptiles y 30 especies de fauna protegidas por la Norma Oficial Mexicana (NOM) 059 de la Semarnat.

También es un refugio para las especies y es la manera que tienen para cruzar de una sierra a otra, ya que ahí bajan las altas temperaturas. A lo largo del río se observa un gran espectáculo de luces verdes al caer la noche, un santuario de luciérnagas, turísticamente atractivo durante el verano.

“Tener algún proyecto que impacte este cauce afecta toda la vida que aquí se reproduce y las poblaciones que viven a su alrededor, como Ímuris”, dijo Germán Robles, copropietario del rancho.

animales rancho aribabi
Diferentes especies de plantas y animales habitan en el lugar. Foto: Rancho Aribabi

Autoridades locales y estatales discrepan sobre obras en el Rancho El Aribabi en Sonora

Habitantes de la región e incluso el propio presidente municipal de la localidad, Jesús Leonardo García Acedo, han mostrado su negativa al desarrollo del proyecto durante meses. De acuerdo con los pobladores, no se ha consultado a la comunidad y tampoco cumple con normas de protección ambiental.

El desarrollo de una nueva línea de ferrocarril en la zona no solamente dividirá al Rancho El Aribabi, sino que afectará de manera directa a la migración de animales.

En un reportaje de la agencia The Associated Press se expone que las autoridades, tanto estatales como federales, han sido opacas en el desarrollo del proyecto, redireccionando solicitudes de información entre sus dependencias, sin informar de manera clara y puntual los detalles y alcances del plan de infraestructura.

La oposición de los habitantes al proyecto inició este 2023, cuando ciudadanos de Ímuris protestaron y argumentaron que pondría en riesgo a la comunidad.

aribabi
Autoridades locales y estatales no han dado solución a los pobladores que se oponen a las obras de construcción.

En febrero pasado, el alcalde imurense, Jesús Leonardo García, compartió a Proyecto Puente su preocupación por el proyecto federal, pues dijo que significaba “partir a la mitad” a la población, con afectaciones directas a 130 familias, además de la flora y fauna de la región.

“Estuvo conmigo Adolfo Salazar, de la oficina del gobernador, que me mostró ese proyecto el cual no beneficia al municipio, nos perjudica”, indicó.

Cuestionado por la prensa acerca del proyecto, el gobernador de Sonora, Alfonso Durazo, afirmó que los habitantes de Ímuris estaban siendo “engañados” sobre el tema y acusó de falso un mapa en el que se señalaban las nuevas vías férreas.

“Vamos a tener una reunión con ellos, ayer se tuvo una reunión con el presidente municipal, recuerden que ahí circuló un trazo falso, no hay motivo de preocupación, no tendría sentido sacar las vías del ferrocarril de Nogales y atravesarlas por Ímuris, eso no va a suceder”, aseguró.

Ante todo lo anterior, las obras se ya llevan a cabo en el lugar y ha acudido personal del Ejército Mexicano, de acuerdo con información de los habitantes.

En entrevista, el mandatario estatal dijo este lunes que han trabajado con  autoridades municipales y que el impacto ambiental corresponde a la Semarnat y que el proceso está avanzado.

Mientras que Omar Del Valle Colosio, titular de la Secretaría de Infraestructura y Desarrollo Urbano del gobierno de Sonora, dijo que es una obra que lleva a cabo la Secretaría de la Defensa Nacional con recursos federales.

Con información de Karla Acosta y  AP

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“Mi familia murió por recibir sangre infectada con VIH”: el mayor escándalo de salud pública en Reino Unido
10 minutos de lectura
“Mi familia murió por recibir sangre infectada con VIH”: el mayor escándalo de salud pública en Reino Unido

Miles de personas se contagiaron de VIH en Reino Unido tras ser infectados por productos sanguíneos contaminados en los años 70 y 80 en un escándalo que ahora se investiga por la presunta negligencia de las autoridades sanitarias.

15 de mayo, 2024
Por: BBC News Mundo
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Todo lo que Sam Rushby puede recordar sobre su familia son memorias fugaces de pasillos y salas de espera de hospital.

En 1994, con sólo dos años, perdió a su madre a causa del sida. Su padre murió con esta afección un año después en un hospital de Liverpool, en Reino Unido.

Su hermana también había sido infectada con VIH, por aquel entonces un virus nuevo e intratable, y murió antes de que él naciera.

“Destrozaron, literalmente, a mi familia y me la arrebataron”, relata al programa Panorama de la BBC en su primera entrevista.

“Siento como si se hubieran deshecho de ellos y se acabó la historia”.

Lesley Rushby con su hija Abbey.
Foto Familiar
Lesley Rushby con su hija Abbey. Ambas murieron por complicaciones relacionadas con el sida.

El padre de Sam, Gary, fue una de las más de 1.200 personas que contrajeron el VIH en el conocido como “escándalo de la sangre contaminada”, la mayor parte de ellas después de recibir un medicamento elaborado con plasma sanguíneo proveniente de EE.UU. a finales de los años 70 y 80.

Una investigación gubernamental sobre lo que ha sido calificado como el peor desastre de la historia del sistema británico de salud pública, el NHS, va a dar a conocer pronto sus hallazgos.

Uno de los asuntos clave que está examinando es si las autoridades fueron demasiado lentas en actuar.

El programa Panorama de la BBC ha podido ver ahora pruebas de que la embajada británica en Washington advirtió al gobierno de Reino Unido sobre el riesgo de contraer sida a través de sangre contaminada a principios de los años 80.

Un funcionario de la embajada escribió un informe de cinco páginas a un alto funcionario del Departamento de Salud tras reunirse con un miembro del grupo de trabajo sobre el sida en EE.UU.

La advertencia, una de varias, llegó una década antes de que naciera Sam.

No fue hasta la adolescencia que Sam, quien ahora tiene 32 años, comenzó a conocer la verdad.

Su padre Gary nació con hemofilia, una condición genética que perjudica la capacidad de coagulación de la sangre. Casi siempre afecta a los hombres, aunque las mujeres son portadoras del gen de la hemofilia y pueden transmitirlo.

A finales de la década de 1970, Gary comenzó un nuevo tratamiento destinado a mejorar su vida de forma radical.

El Factor VIII se comercializó como un medicamento milagroso. Los pacientes podían tomar una botella de polvo blanco del refrigerador, mezclarlo con agua destilada e inyectarse ellos mismos.

El sangrado se detenía y, por primera vez, los hemofílicos podrían vivir una vida más normal.

Pero esos pacientes se enterarían más tarde de que lotes enteros del nuevo tratamiento habían sido contaminados con VIH y hepatitis C.

Alrededor de dos tercios de las personas infectadas con VIH en la década de 1980 desarrollaron sida y murieron antes de que los medicamentos antirretrovirales modernos estuvieran disponibles.

A Sam le costó entender la verdad de lo que le sucedió a su familia cuando finalmente sus abuelos se lo contaron.

“No me lo creía, no me lo podía creer”, afirma. “No puedo superarlo, ¿por qué tuvo que suceder?”.

Extracto de la carta de un funcionario de la embajada de Reino Unido que describe su conversación con un representante del grupo de trabajo sobre el sida de los Centros para el Control de Enfermedades de EE.UU.
BBC
Extracto de la carta de un funcionario de la embajada de Reino Unido que describe su conversación con un representante del grupo de trabajo sobre el sida de los Centros para el Control de Enfermedades de EE.UU.

Importaciones de plasma

A principios de la década de 1980, Reino Unido no podía satisfacer la demanda de Factor VIII, que se elaboraba acumulando (o mezclando) el plasma sanguíneo de miles de donantes individuales.

En su lugar, importaron el tratamiento desde Estados Unidos.

En Reino Unido, las donaciones de sangre siempre han sido voluntarias, pero en Estados Unidos se permite a las compañías farmacéuticas pagar por el plasma.

Grupos de alto riesgo, desde prisioneros hasta consumidores de drogas, tenían un claro incentivo económico para donar sangre y potencialmente mentir sobre su historial médico.

Las pruebas que han desvelado activistas y que ha podido ver la investigación pública en curso sobre el escándalo de la sangre contaminada muestran que, cuando se empezó a conocer el riesgo del sida, se enviaron una serie de advertencias claras al gobierno de Reino Unido.

En mayo de 1983, Spence Galbraith, director del Centro de Vigilancia de Enfermedades Transmisibles de Reino Unido, escribió a Ian Field, el principal funcionario médico del Departamento de Salud, instándole a que se retiraran del mercado todos los productos sanguíneos estadounidenses hasta que “se aclarara” el riesgo de contraer sida.

La carta de la embajada británica en Washington, que Panorama ha podido ver, también fue enviada al doctor Field apenas un mes después, el 28 de junio de 1983.

En ella, un funcionario de la embajada describe una reunión con un representante del grupo de trabajo sobre el sida del Centro para el Control de Enfermedades de Estados Unidos.

Se habló de la transmisión del VIH por la sangre, escribe en la carta. Los hemofílicos estaban “en mayor riesgo” debido a los “dudosos hábitos” de algunos donantes de sangre estadounidenses que habían sido pagados y por la mezcla de miles de esas donaciones para producir Factor VIII.

El grupo “Sangre Contaminada”, que representa a cientos de sobrevivientes y sus familias, asegura que la carta muestra un “asombroso nivel de conocimiento y detalle” sobre los peligros.

Pero esta y otras advertencias no fueron atendidas. Los pacientes del NHS continuaron recibiendo Factor VIII sin tratar importado de EE.UU. hasta al menos 1985.

Muchos de los que tomaron parte en esas decisiones en los 80 ya no están vivos, entre ellos Ian Field.

En 1983, el conocimiento sobre el VIH y el sida todavía era incipiente.

Por aquel entonces, un funcionario del Departamento de Salud dijo que la petición de retirar el Factor VIII estadounidense era prematura y que no tenía en cuenta los riesgos que suponía para los hemofílicos eliminar una fuente importante de su tratamiento.

Sam Rushby de niño vestido de Papá Noel.
Foto familiar
Sam Rushby, en una imagen de principios de los años 90, asegura que no tiene recuerdos de sus padres.

Sam afirma que su padre no supo durante muchos años que había sido infectado con VIH.

Gary transmitió sin saberlo el virus a su esposa Lesley. Más tarde la mujer dio a luz a una hija, Abbey, que nació VIH positiva y murió con sólo cuatro meses de edad.

Lesley volvió a quedar embarazada y en 1992 llegó Sam, aunque esta vez la prueba del VIH dio negativa.

Pero sólo dos años después, Lesley murió de una enfermedad relacionada con el sida, seguida apenas un año después por su marido.

“Lo triste es que no tengo recuerdos de ellos, sólo un puñado de fotografías”, dice Sam. “Es ese constante sentimiento de tristeza, de preguntarse cómo habría sido crecer (con ellos)”.

Sam fue criado por sus abuelos, que le dijeron al principio que su mamá y su papá habían muerto de cáncer y de un derrame cerebral.

Sólo comenzó a descubrir lo que realmente sucedió en su adolescencia, aunque el estigma que rodea al sida le obligó a mantener los detalles en secreto porque, dice, “los adolescentes pueden ser crueles”.

“Siempre he sufrido de ansiedad y depresión. Si pierdes a tu mamá y a tu papá a una edad tan temprana, eso te va a dar ansiedad”, dice.

“Pero luego, más adelante, descubrí por qué y eso simplemente agravó la agonía”.

Sam es uno de los cientos de niños que perdieron a sus padres a causa del escándalo. Hasta la fecha, ninguno ha recibido compensación del gobierno.

Más de 30.000 pacientes del NHS se infectaron con VIH y hepatitis C entre 1970 y 1991 por productos sanguíneos contaminados como Factor VIII y IX, o a través de transfusiones de sangre tras una cirugía, un tratamiento o un parto.

En otros países, desde Francia hasta Japón, las investigaciones sobre la catástrofe médica concluyeron hace muchos años. En algunos casos, se presentaron cargos penales contra médicos, políticos y otros funcionarios.

En Reino Unido, los activistas afirman que el escándalo nunca ha recibido la misma atención.

Una investigación privada llevada a cabo en 2009, que se financió enteramente a través de donaciones, careció de poderes reales para llegar al fondo, mientras que otra investigación escocesa en 2015 fue calificada de “encubrimiento” por las víctimas y sus familias.

En 2017, forzada por la presión política, la entonces primera ministra Theresa May ordenó poner en marcha una investigación pública a nivel nacional.

Dirigida por el exjuez del Tribunal Supremo Brian Langstaff, tenía la capacidad de obligar a los testigos a declarar bajo juramento y de ordenar la divulgación de documentos.

Tras varios retrasos, su informe final deberá ser presentado el 20 de mayo.

Colty y Sarah Jane se dan un beso.
Foto familiar
Colt murió en 1992 de una neumonía relacionada con el sida causada por los productos sanguíneos contaminados que le habían administrado para la hemofilia.

El estigma social

La investigación encontró que 380 de los 1.250 pacientes con trastornos hemorrágicos que fueron infectados con VIH eran niños en ese momento.

Muchas familias también tuvieron que lidiar con el estigma de lo que entonces era una enfermedad intratable.

El hermano menor de Sarah-Jane, Colt, fue infectado con VIH y murió en 1992 a los 10 años. Sarah-Jane asegura que la familia, de la ciudad de Plymouth, tuvo que mudarse de casa tres veces para escapar del maltrato de sus vecinos.

“Nos rehuían, hablaban de nosotros. Colt no tenía amigos porque nadie quería jugar con él”, rememora.

“Amigos y vecinos se volvieron distantes, temerosos y acusadores”.

En septiembre de 1985, una escuela primaria del condado de Hampshire, en el sur de Inglaterra, apareció en las noticias nacionales cuando los padres de un joven hemofílico contaron a los profesores que había dado positivo por VIH.

Otras familias sacaron a sus hijos de clase y no los permitieron regresar hasta que se enviaron a especialistas en sida para explicarles los riesgos.

Peter Adlam de niño.
Foto familiar
A Peter Adlam, fotografiado cuando era un niño, le dijeron que era VIH+ cuando tenía ocho años.

El niño en el centro de la tormenta mediática tenía sólo nueve años y en ese momento era anónimo. Pero ahora se le puede identificar como Peter Adlam, de 48 años.

“Solo recuerdo que no quería que me grabaran las cámaras a las puertas de la escuela”, revela a Panorama en su primera entrevista.

“Intentaba integrarme con los otros niños todo lo que podía. Cuando eres niño piensas que eres indestructible y que vas a vivir para siempre, y yo me estaba volviendo muy consciente de que no lo haría”.

Peter desarrolló graves problemas de salud relacionados con el VIH, entre ellos tres episodios de neumonía en 1996. A sus padres les llegaron a decir en un momento que tal vez sólo le quedaran unas semanas de vida.

Nuevos medicamentos contra el VIH llegaron a tiempo para salvarle la vida, aunque ha tenido que seguir lidiando con múltiples problemas de salud hasta el día de hoy.

Peter Adlam.
BBC
Peter Adlam afirma que no puede imaginar cómo había sido su vida si no hubiera sido infectado

“Hasta ese momento no pensaba que llegaría a ver el año 2000. Era desolador y no había muchas esperanzas”, dice.

“Veía a otras personas de mi edad vivir sus vidas y yo no podía hacerlo. No he tenido una carrera, no he viajado. No puedo imaginar cómo habría sido mi vida si no me hubiera infectado”.

En agosto de 2022, el gobierno acordó pagar las primeras compensaciones provisionales de 100.000 libras (US$125.700) a unos 4.000 sobrevivientes del escándalo o a sus desconsoladas parejas.

Los ministros han indicado que planean extender esos pagos a los padres e hijos de los infectados, entre ellos Sam Rushby, y también quieren establecer un plan definitivo de compensación.

Pero aún no se ha establecido un calendario en firme para realizar los pagos, y es probable que el costo total ascienda a miles de millones de libras.

“Esta fue una tragedia espantosa que nunca debería haber ocurrido. Tenemos claro que se debe hacer justicia y rápidamente”, afirmó el gobierno británico a Panorama en un comunicado.

“Esto incluye el establecimiento de un nuevo organismo para ofrecer un Plan de Compensación de la Sangre Contaminada, que contará con todos los fondos necesarios para ofrecer compensaciones una vez que se hayan identificado a las víctimas y evaluado las reclamaciones”.

“Seguiremos escuchando atentamente a la sociedad mientras abordamos este terrible escándalo”.

Línea gris.
BBC

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