Una mujer murió tras ser golpeada por el tren “La Emperatriz” al intentar tomarse una fotografía mientras la locomotora circulaba a toda velocidad por el municipio de Nopala de Villagrán, Hidalgo.
En un video compartido en redes sociales, se puede ver el momento en el que la mujer se acerca a la orilla de las vías para tomarse una selfie mientras el tren avanzaba detrás de ella; sin embargo, la locomotora de vapor 2816 la golpeó en la cabeza.
Tras el impacto, la mujer cayó inconsciente. Un hombre que se encontraba en el lugar la intentó auxiliar, mientras que otras personas pedían que no la levantaran y unos más solicitaban apoyo de una ambulancia.
Decenas de pobladores de Nopala y sus alrededores se reunieron este martes cerca de la estación de tren de la localidad de Aragón para ver pasar a la histórica locomotora construida en 1930, propiedad de Canadian Pacific Kansas City (CPKC), que actualmente realiza su último recorrido desde Canadá a México.
Al evento acudió la secretaria de Turismo Estatal, Lizbeth Quintanar Gómez, el presidente municipal de Nopala de Villagrán, Abel De Jesús Rivera Medrano, y la presidenta del DIF, Karla Vega.
Sin embargo, ninguna autoridad se ha pronunciado respecto al incidente.
A través de sus redes sociales, la empresa propietaria del Empress 2816 publicó una advertencia de seguridad para aquellas personas que estén cerca del tren.
“¡#Cuida tu vida! Aunque no estés parado sobre las #vías, debes dejar una distancia de por lo menos 10 metros del paso del #tren porque éste es más ancho y cualquiera de sus partes te puede golpear, escribió CPKC”.
Dicha advertencia también la hicieron en días previos al incidente, donde también declararon que “las vías son para los trenes, no para selfies, ni fotografías de ningún tipo”.
La Empress 2816, conocida en México como “La Emperatriz”, es una locomotora de vapor 4-6-4 tipo Hudson construida en 1930. Originalmente estaba destinada al servicio rápido de carga y de pasajeros.
Sus viajes fueron principalmente en el este de Canadá, aunque también recorrió México y Estados Unidos. Su último viaje lo realizó el 26 de mayo de 1960, tras casi 30 años de servicio. Fue utilizada como embajador itinerante de Canadian Pacific hasta ser almacenada en 2012.
La empresa CPKC organizó un recorrido conmemorativo que partió de la sede mundial de la compañía en Calgary, Canadá y terminará en Polanco, en la Ciudad de México.
Se espera que “La emperatriz” 2816 llegue a la capital del país el próximo 7 de junio para ser exhibida en la calle Ferrocarril de Cuernavaca y Av. Río San Joaquín en la alcaldía Miguel Hidalgo.
El ave del terror superaba los 2,5 metros de altura y tenía poderosas extremidades y un pico enganchado con el que destrozaba a sus presas.
Hace 13 millones de años, en los amplios pantanales primitivos de Sudamérica, un enorme reptil aviar no volador, conocido como el “ave del terror”, dominaba el entorno con violenta voracidad.
Estas aves eran depredadoras por excelencia; podían alcanzar estaturas de más de dos metros y tenían poderosas extremidades, afiladas garras y potentes picos encorvados con los que despedazaban la carne de sus presas.
Sin embargo, un nuevo estudio de un fósil encontrado en Colombia hace varios años concluyó que el ave del terror posiblemente no lo tenía todo a su favor y también fue víctima de otros depredadores en un mundo de “todos contra todos”.
Los paleontólogos en el país sudamericano observaron unas marcas de colmillos en un hueso fosilizado que pertenece a una de estas peligrosas aves, lo que supone que algún otro animal aún más grande la pudo haber matado.
Los expertos compararon las perforaciones de los colmillos en el hueso de pata fosilizado con la dentadura de otro reptil prehistórico de tipo caimán o cocodrilo.
Escaneos en 3D de las mordeduras permitieron a los científicos reconstruir lo que creen que fue una “pelea a muerte” que el ave del terror no sobrevivió.
El nuevo estudio, publicado en la revista Biology Letters, comparó el tamaño y la forma de las marcas de dientes con los cráneos y dientes de depredadores similares a cocodrilos en colecciones de museos.
Los investigadores dicen que la muestra es una rara evidencia de la interacción entre dos de los principales depredadores extintos de la época.
El hueso estudiado fue descubierto hace más de 15 años en el desierto de Tatacoa en Colombia.
Cuando el ave habitaba en los pantanos de la región hace 13 millones de años, tendría unos 2,5 metros de altura y se cree que usaba sus poderosas extremidades para dominar y despedazar a su presa.
Lo que los científicos no han podido probar de forma concluyente es si esta particular y desafortunada ave del terror murió en el ataque o si el caimán la devoró como carroña.
“En las marcas de mordedura del hueso no hay señales de curación”, explicó el principal investigador Andrés Link, de la Universidad de los Andes, en Bogotá.
“Así que si ya no estaba muerta, murió en el ataque. Ese fue el último día en que el ave estuvo en este planeta. 13 millones de años después se encontró un pedazo del hueso de su pata”.
El desierto de Tatacoa es rico en yacimientos de fósiles de una época conocida como el Mioceno Medio.
En ese entonces, era un pantano húmedo, donde la sedimentación de los ríos atrapaba y fosilizaba los huesos de animales muertos, resultando en los restos preservados que se encuentran en la actualidad.
Este hueso en particular fue descubierto hace 15 años por César Augusto Perdomo, un coleccionista de fósiles de la región.
Los científicos colombianos trabajaron conjuntamente con Perdomo, estudiando y catalogando los fósiles que había recopilado en su museo.
Allí se dieron cuenta de que el trozo de hueso del tamaño de un puño correspondía a la pata de una ave del terror.
Ese fue un descubrimiento emocionante, porque los fósiles de ave del terror son raros.
Link y sus colegas también quedaron fascinados con las marcas de perforaciones en el hueso, que claramente habían sido hechos por los colmillos de otro poderoso depredador.
Dichas marcas corresponderían a una especie de caimán extinto llamado Purussaurus neivensis, un tipo de cocodrilo que midió hasta cinco metros de largo.
Los investigadores piensan que emboscó a su presa desde la orilla del río, muy similar a como lo hacen los cocodrilos y caimanes modernos.
“Me imaginaría que estaba esperando a que una presa se acercara”, expresó Link.
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Si eso, en efecto, fue una batalla entre dos depredadores ápice, que permite formar una idea de lo que era un antiguo ecosistema.
Las feroces aves del terror pudieron ser mucho más vulnerables a los depredadores de lo que se pensaba.
“Cada pedazo de un cuerpo nos ayuda a comprender mucho sobre cómo era la vida del planeta en el pasado”, declaró Link a la BBC.
“Eso es algo que me asombra, cómo un pequeño hueso puede completar una historia”.
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