La Fiscalía General del Estado de Puebla detuvo a Marilyn Cote, la abogada que se hacía pasar como psiquiatra en la entidad.
De acuerdo con la dependencia, la aprehensión se llevó a cabo en el estado de Tlaxcala y se le acusa por usurpación de profesión.
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“El mandamiento judicial por usurpación de profesión se cumplió en aquella entidad y la investigación continúa”, indicó la Fiscalía en un breve mensaje en sus redes sociales.
La @FiscaliaPuebla aprehendió a Marilyn N. quien presuntamente se hacía pasar como psiquiatra. En colaboración con la @FgjTlaxcala, el mandamiento judicial por usurpación de profesión se cumplió en aquella entidad y la investigación continúa. pic.twitter.com/P2u7ZQUu6T
— FGE Puebla (@FiscaliaPuebla) November 22, 2024
La Fiscalía de Puebla informó que al menos cinco personas han denunciado a Marilyn Cote tras ofrecer servicios como psiquiatra.
Algunas de las denuncias presentadas son por hechos registrados del 2019 a la fecha.
En conferencia de prensa, el fiscal Gilberto Higuera Bernal dio a conocer que no solo se le investiga por usurpación de profesión sino también por falsificación de documentos y daños a salud.
A estas investigaciones se suma que la Secretaría de Educación Pública también inició indagatorias.
La denuncia, dio a conocer Euripides Flores, responsable del área de Asuntos Jurídicos de la SEP, es por presunta usurpación de profesión.
“Nosotros como responsables de la unidad de Asuntos Jurídicos de la SEP a nivel federal tenemos la responsabilidad de presentar las denuncias correspondientes para que se deslinden las responsabilidades y llegar hasta el fondo de este asunto por la posible comisión de delitos”, dijo.
El funcionario dijo que revisaron el registro nacional de profesiones y no encontraron ninguna cédula profesional de Marilyn Cote en el área de la salud.
El nombre de Marilyn Cote ha estado en todos lados durante los últimos días. ¿Y eso? Esta mujer se volvió viral luego de haber sido expuesta por hacerse pasar por psiquiatra y dar tratamientos erróneos.
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Todo empezó con la cuenta Charlatanes Médicos en X, un perfil que se dedica a exponer a personas que trabajan en el área médica, pero que en muchas ocasiones no tienen ni el título.
Una revisión de El Sabueso confirmó que Cote no apareció en prestigiosas revistas ni ganó una serie de premios por sus trabajos en criminalística y medicina, cómo compartió en sus redes sociales.
En el Registro Nacional de Profesionistas se encontró que sí es abogada por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, tiene un doctorado en Psicología por la Escuela Libre de Psicología, y una maestría en criminalística por el Colegio Libre de Estudios Universitarios.
Pero estos estudios y certificaciones son insuficientes, al menos en México, para poder prescribir medicamentos, como hacía de manera cotidiana según testificaron algunos de sus expacientes.
En sus redes Cote se atribuye estudios de psicología clínica, neurociencias, neuropsiquiatría y neuropsicología, además de una maestría en jurisprudencia y doctorado en medicina. Pero El Sabueso no encontró registros en México que prueben dicha formación, por lo que no tendría los requisitos mínimos para ejercer como psiquiatra o neurocientífica.
En el portal oficial de la Universidad de Oslo, en Noruega, tampoco hay registros de que exista un premio a la “mejor psicodiagnosta del Centro de Desórdenes Mentales”, reconocimiento que ella misma presumió haber logrado. Ni tampoco se localizó una lista de miembros honorarios de esta unidad, ni se identificó a Marilyn Cote entre los investigadores registrados en el portal.
Su nombre no se encuentra tampoco entre los doctorados honoris causa otorgados por la Universidad de Oslo desde 1902.
En sus redes sociales también compartió que formaba parte de la Torre Médica Fifty Doctors Hospital en Angelópolis, Puebla. Sin embargo, esta empresa se deslindó de su participación como accionista y aseguró que nunca había tenido relación con Cote
Nora tiene pesadillas desde que piensa en la posibilidad de ser deportada. Sus hijas Christell y Leah están dispuestas a abandonar EU para mantener a la familia unida.
Nora no durmió durante la noche electoral. A medida que Donald Trump sumaba votos y el mapa de Estados Unidos se teñía de rojo, crecía su temor a ser deportada.
Aunque sus dos hijas son ciudadanas estadounidenses, Nora es indocumentada. Llegó a Estados Unidos hace 24 años, después de que el huracán Mitch devastara su pueblo en Nicaragua.
“Ando desvelada, no he podido dormir. Vuelve el miedo nuevamente”, dice tras pedir que su identidad se mantenga anónima debido a su estatus migratorio.
La campaña republicana insistió en un lema que resume el punto de partida del segundo mandato de Trump frente a los migrantes indocumentados: “¡Deportaciones masivas ahora!”.
Esta propuesta se convirtió en un tema diario de discusión entre Nora, de 47 años, y sus hijas Christell y Leah, de 30 y 19, durante las últimas semanas de campaña, en las que decidieron hacer un plan de respuesta familiar ante el posible triunfo del candidato republicano.
“Nos sentamos a hablar, porque teníamos mucha ansiedad y mucho miedo”, recuerda Nora. “Mis hijas me dijeron que, si tomo la decisión de marcharme de Estados Unidos, ellas se irían conmigo”.
Christell y Leah no pueden pedir a su madre ante las autoridades migratorias porque entró de forma irregular por la frontera sur. “El triunfo de Trump nos aterroriza”.
El expresidente conquistó más de los 270 votos del Colegio Electoral que requería para consolidarse como el ganador de los comicios.
Además, los republicanos lograron el control del Senado, lo cual le permitirá a Trump avanzar en sus iniciativas de gobierno.
JD Vance, el compañero de fórmula de Trump como aspirante republicano a la vicepresidencia, dijo en una entrevista con el canal ABC que la deportación masiva de migrantes podría comenzar con un millón de personas indocumentadas.
Sin embargo, expertos en legislación migratoria cuestionan el costo y la factibilidad de esta propuesta. Algunos estiman que mantener un plan como el que propone Trump costaría alrededor de US$100.000 millones.
Cerca de 11 millones de migrantes indocumentados vivían en Estados Unidos hasta 2022, según la información más reciente publicada por el Departamento de Seguridad Nacional.
Casi la mitad de esta población proviene de México, seguida por Guatemala, El Salvador y Honduras.
Los migrantes indocumentados representan 3.3% de los habitantes de Estados Unidos y al menos 8.3 millones son trabajadores, de acuerdo con el instituto de investigación Pew Research Center.
La mayoría de los migrantes indocumentados se concentran en seis estados: California, Texas, Florida, Nueva York, Nueva Jersey e Illinois.
Sin embargo, el Pew Research Center advierte que este panorama puede haber cambiado durante los últimos dos años debido a tres factores que aún no se reflejan en las estadísticas oficiales:
En el año 2000, cuando Nora se quedó sin empleo después del huracán Mitch, la decisión más difícil no fue emigrar a Estados Unidos junto con su esposo.
Lo más doloroso fue dejar a su hija Christell, quien tenía 6 años en aquel momento, con la abuela.
A la pareja le tomó cuatro años juntar el dinero necesario para sacar a Christell de Nicaragua y llevarla a Estados Unidos. Un año después nació su segunda hija, Leah, en Miami.
Durante su primer gobierno (2017-2021), Trump respondió al repunte en la entrada irregular de migrantes por la frontera sur con una orden polémica: separar a los padres de sus hijos para disuadir a las familias de emigrar hacia EU sin seguir lo marcado por la ley.
Aquella situación sembró tanto miedo en la casa de Nora, que su hija Leah se ofreció a defenderla públicamente de la amenaza de ser deportada, aunque solo tuviera 12 años.
Leah Cayasso se convirtió en redes sociales en “Leah, la activista” (@LeahTheActivist) y se identificaba a sí misma como una “orgullosa hija de migrantes”.
“Quieren quitarme a mi mamá”, dijo Leah desde una tarima durante un acto contra la política migratoria de Trump en 2018, cerca de la Casa Blanca en Washington DC.
“No me gusta vivir con este miedo. No puedo dormir. No puedo estudiar. Estoy estresada”, afirmó entre lágrimas ante una audiencia que le pareció multitudinaria.
“Tengo miedo de que se lleven a mi mamá mientras está en el trabajo, conduciendo o en casa”, expresó en aquel momento.
Seis años después de aquella experiencia, Leah ya no hace activismo, aunque respalda la lucha de su madre por encontrar una alternativa para obtener la ciudadanía.
“Yo tenía las esperanzas de una chica muy joven que no entendía muy bien lo que estaba pasando”, cuenta Leah en una llamada telefónica.
“Fue difícil no ver resultados y hasta cierto punto perdí un poco la esperanza.
“Ahora que comprendo la situación, creo que la mejor opción para mi mamá es que se apruebe un TPS para los nicaragüenses”.
El estatus de protección temporal, conocido como TPS por sus siglas en inglés, brinda una protección a los ciudadanos que no pueden regresar de forma segura a sus países, como es el caso de Cuba, Haití o Venezuela.
El Departamento de Seguridad Nacional de EU ofrece TPS a los ciudadanos de países que afrontan tres “condiciones temporales”: conflictos armados, desastres naturales o sanitarios (como epidemias) u otras circunstancias “extraordinarias”.
En vista de que el perfil de Nora no se ajusta a las condiciones que exige Estados Unidos para optar por el permiso humanitario para los nicaragüenses, considera que la opción más expedita para lograr su legalización es un TPS.
“En estos 24 años que llevo en Estados Unidos, en los que he trabajado y he pagado impuestos, no ha habido ningún otro mecanismo para que yo cambie de estatus”.
“Qué difícil es pensar en volver a Nicaragua”.
El estatus migratorio de Nora es la mayor preocupación de toda la familia.
De hecho, Christell y Leah votaron por primera vez en estas elecciones con la esperanza de que si Kamala Harris ganaba, podría hacer “algo a favor de los migrantes”.
Durante su campaña, Harris prometió que buscaría agilizar el proceso de asilo y abrir vías legales para que los indocumentados tramitaran la ciudadanía.
Pero desde la victoria de Trump, temen verse obligadas a separarse de su madre.
“Me siento un poco triste y decepcionada de ver cuántas personas apoyaron a Trump”, asegura Christell. “Nos afecta mucho saber que nuevamente hay una amenaza hacia nuestra comunidad migrante y en especial hacia nuestra familia”.
En el ejercicio de imaginar los próximos pasos que van a seguir, Christell reconoce que emigrar de Estados Unidos “es una decisión difícil”.
Sin embargo, alberga la esperanza de que Biden tome una medida de última hora y decida conceder el TPS a los nicaragüenses.
En medio de la incertidumbre, Leah se aferra a una única certeza: “Haremos lo que sea por mi mamá”.
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