Para entender mejor
La mujer localizada sin vida la tarde de este viernes 9 de mayo en la colonia Tierra Blanca, en Culiacán, fue identificada como María Dolores Patiño Moreno, de 46 años de edad, reconocida activista y defensora de animales.
Patiño Moreno fue privada de su libertad la mañana de ese mismo día por un grupo armado que irrumpió en una vivienda de la colonia 5 de Mayo, donde la activista se encontraba preparando el desayuno en casa de una amiga, aproximadamente a las 10:00 horas.
De acuerdo con los primeros reportes, los hombres armados ingresaron con violencia al domicilio y se la llevaron con rumbo desconocido. Tras su desaparición, la Comisión Estatal de Búsqueda de Personas Desaparecidas emitió una alerta para dar con su paradero.
En redes sociales, su hija, Sofía, expresó la desesperación de la familia. “Esta mañana, mientras mi mamá preparaba el desayuno en casa de una amiga, un grupo armado irrumpió en nuestra calle. Entraron a varios domicilios y, lamentablemente, en uno de ellos estaba mi mamá; al parecer, se la llevaron sin motivo aparente. Mi mamá nunca ha estado involucrada en nada ajeno a su labor como protectora de los animales; su única ‘arma’ siempre ha sido el amor y la dedicación hacia quienes no tienen voz. Solo queremos traerla de vuelta a casa”, escribió en su cuenta de Facebook.
Sin embargo, alrededor de las 14:10 horas, autoridades localizaron el cuerpo de la activista en el sector Tierra Blanca, envuelto en plástico.
En tanto, Hendrika María Derks Martínez, expolicía municipal de 59 años, su hija Kennet Hendrika, de 28, y sus nietos Kennay Javier y Jimmy Dominik, de 9 y 10 años respectivamente, cumplen 10 días que fueron secuestrados en su domicilio en Navolato, Sinaloa.
La familia fue privada de la libertad por sujetos armados la noche del 22 de marzo, alrededor de las 23:00 horas, en su domicilio en la colonia Amalia Plata, en la sindicatura de San Pedro, Navolato, y un día después la Comisión Estatal de Búsqueda de Personas emitió las respectivas fichas.
En ese mismo hecho fue secuestrado un hombre identificado como Alberto, de aproximadamente 45 años y cuyo cuerpo fue localizado un día después sobre la carretera vieja a Navolato, a la altura del ejido Buenos Aires.
María Isabel Cruz Bernal, líder del colectivo “Sabuesos Guerreras”, explicó que la crisis de seguridad se agravó.
Durante su participación en el Congreso Mundial sobre Desapariciones Forzadas en Ginebra, Suiza, destacó que la violencia que se ha registrado y que se ha incrementado desde el mes de julio de 2024, fecha en la que iniciaron rencillas entre facciones del crimen organizado que detonaron el 9 de septiembre en una pugna del Cártel de Sinaloa
“Tenemos una guerra sin cuartel donde los cuerpos están tirados en las calles y las familias hablan para que vayamos por ellos”, manifestó Cruz Bernal.
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Durante su visita a la entidad, la presidenta Claudia Sheinbaum fue interrumpida por un grupo de familias de desaparecidos que a gritos le exigieron atender sus peticiones y buscar a sus familiares.
“¡Vivos se los llevaron y vivos los queremos!” “Justicia” y “Te queremos de regreso”, gritaban.
Ante los gritos, la presidenta respondió: “si les parece terminando el mitin voy para allá y las atiendo, ¿les parece bien?”
Al final del evento acordaron que las familias aportarán la información sobre sus desaparecidos al exalcalde de Mazatlán, Édgar Augusto González Zataráin, quien ahora trabaja en el gobierno del estado y, posteriormente, los datos serán canalizados al Gobierno federal.
En Sinaloa hay 6 mil 261 personas reportadas como desaparecidas o no localizadas, de acuerdo con datos de la Comisión Nacional de Búsqueda, y desde que inició la crisis de violencia en septiembre pasado se han registrado mil 197 privaciones de la libertad.
El titular de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos (CEDH) en Sinaloa, Óscar Loza Ochoa, señaló que la autoridad está rebasada en materia de desaparición forzada de personas, pues la Fiscalía General del Estado reconoció la falta de agentes del ministerio público e investigadores tras la crisis de seguridad que se vive.
“La autoridad había reconocido antes del 9 de septiembre que les faltaban MP, que le faltaban investigadores, o sea estaban rebasados y esta situación pues se ha profundizado, si antes era un promedio de tres personas las que no regresaban a su hogar cada 24 horas pues ahora es el doble, entonces con eso podemos imaginarnos que está rebasada la autoridad en esta materia de desaparición forzada”, expresó Loza Ochoa.
El conflicto entre India y Pakistán tiene sus orígenes en la independencia del imperio británico. Te contamos cómo se forjó la enemistad histórica entre estos dos países poseedores de armas nucleares y qué papel tiene la disputada región de Cachemira.
El ataque con misiles de India contra Pakistán ocurrido en la madrugada de este 7 de mayo es el episodio más reciente de un largo conflicto, cuyas raíces se extienden por más de siete décadas.
Hasta 1947, India y Pakistán eran parte de un mismo territorio sometido al dominio colonial británico.
Al declararse la independencia de India, el territorio se dividió en dos partes: una de mayoría musulmana (Pakistán) y otra de mayoría hindú (India).
Fue un proceso que desató una ola de violencia que produjo aproximadamente un millón de muertos y 15 millones de desplazados. Sus consecuencias se extienden hasta hoy.
Este miércoles, India lanzó ataques contra varios objetivos en Pakistán, según reconocieron funcionarios de ambos países. Al menos 7 personas murieron, según Pakistán.
La zona de Cachemira, donde ocurrieron parte de los bombardeos, es el corazón de la enemistad entre los dos países.
A continuación, te contamos en tres preguntas el origen de este conflicto, que preocupa especialmente al mundo por tratarse de dos países con armas nucleares.
La India bajo control británico abarcaba 4.3 millones de kilómetros cuadrados, más del doble del tamaño de México.
Sus entonces 400 millones de habitantes se repartían en un complejo entramado de antiguos reinos con una amplia diversidad religiosa.
Los hindús conformaban aproximadamente el 65 % de la población, mientras los musulmanes eran la principal minoría con el 25 %, por delante de sijes, jainas, budistas, cristianos, parsis y judíos.
Estos colectivos coexistían con la mayoría hindú en las regiones del sur, centro y parte del norte, y con la mayoría musulmana en provincias del noreste y noroeste del país.
Con el Imperio Británico inmerso en la II Guerra Mundial (1939-45), el movimiento pacifista por la independencia de India liderado por Mohandas Karamchand Gandhi ganó protagonismo.
Una India soberana y emancipada de Londres era cuestión de tiempo. Pero, ¿cómo sería?
Además de Gandhi, dos figuras marcaron el devenir del país: Jawaharlal Nehru y Mohamed Ali Jinnah.
Nehru, de ascendencia hindú, aunque agnóstico declarado, era un popular líder independentista que, al igual que Gandhi, anhelaba una India unida en la que convivieran personas de distintos credos.
Jinnah, por su parte, presidía la Liga Musulmana, el partido político que demandaba una nación separada para los indios seguidores del Islam y que gozaba de un fuerte respaldo popular en las provincias donde se profesaba esa religión.
“A medida que veían más cerca la independencia, a más musulmanes indios les preocupaba vivir en un país gobernado por una mayoría hindú”, explica el académico Gareth Price, del instituto de política exterior Chatham House de Reino Unido.
En aquellos años los colonizadores británicos acostumbraban a dividir a la población local por grupos religiosos, destaca la profesora Navtej Purewal, miembro del Consejo de Investigación de Artes y Humanidades de India.
“Por ejemplo, creaban listas separadas de votantes musulmanes e hindúes para las elecciones locales. También había escaños reservados para políticos musulmanes y para hindúes. La religión se convirtió en un factor en la política”, apunta.
Tras varios motines en sus destacamentos militares en India, en 1946 Londres accedió a abandonar el país y organizar una transición pacífica del poder a las autoridades locales en un plazo máximo de dos años.
El Imperio, urgido a zanjar el asunto cuanto antes por la creciente inestabilidad social en la colonia, decidió que la mejor opción era dividir India en dos.
“Llegar a un acuerdo sobre cómo funcionaría una India unida habría llevado mucho tiempo”, por lo que la partición “parecía ser una solución rápida y sencilla”, explica Price.
Y, para trazar las nuevas fronteras entre hindúes y musulmanes, Londres designó al abogado británico Cyril Radcliffe.
Radcliffe, que nunca antes había estado en India y desconocía su complejo crisol cultural y religioso, viajó al país con el cometido de diseñar las líneas divisorias en solo 5 semanas.
Fue así que el 15 de agosto de 1947 nacieron India, de mayoría hindú, y Pakistán, de mayoría musulmana.
Nehru fue primer ministro de India hasta fallecer en 1964 y Jinnah gobernó Pakistán también hasta su muerte, aunque esta ocurrió solo un año después de la independencia, en 1948.
La nueva frontera de unos 3 mil kilómetros delimitaba dos territorios separados: el que ocupa actualmente Pakistán y Pakistán del Este, que en 1971 se desvinculó políticamente de Islamabad para convertirse en la República de Bangladesh.
Tras la partición en 1947 se produjo la mayor migración en masa de la historia, con una cifra estimada de 15 millones de desplazados.
Hindús y sijes que vivían en el territorio asignado a Pakistán emprendieron el camino hacia un futuro incierto en India, mientras musulmanes hacían el recorrido opuesto.
En muchos casos se trataba de distancias de miles de kilómetros que por lo general las mayoritarias clases bajas recorrían a pie, las clases medias en trenes y las clases acomodadas en vehículos privados y aviones.
Los meses posteriores a la independencia estuvieron marcados por una radicalización del conflicto, que produjo un enorme derramamiento de sangre en medio de un ambiente de caos e impunidad.
Grupos de soldados acostumbraban atacar trenes y puntos de concentración de desplazados.
“La Liga Musulmana formó milicias, al igual que los grupos hindúes de extrema derecha”, explica Eleanor Newbigin, profesora de historia del sur de Asia de la Universidad de Londres SOAS.
“Los grupos terroristas expulsaban a la gente de sus aldeas para ganar el control para su bando”, afirma.
Gran parte de la violencia ocurrió en el estado fronterizo de Punjab, donde las turbas se ensañaron especialmente con las mujeres, que sufrieron violaciones y mutilaciones.
Solo en ese estado se estima que unas 100 mil mujeres fueron secuestradas, violadas y en muchos casos forzadas a casarse con sus captores.
Además, la casi impenetrable alambrada que separa a los dos países dejó a millones de familias divididas de forma permanente.
Las fronteras siguen siendo objeto de disputa entre India y Pakistán hasta hoy.
Cachemira, una región del Himalaya conocida por la belleza natural de sus paisajes y también por su diversidad étnica, ha sido el principal foco de conflicto desde la independencia hasta hoy.
Según el plan de reparto contemplado por el Acta de Independencia de India, Cachemira podía elegir libremente si ser parte de India o de Pakistán.
En 1947, el gobernante local, maharajá Hari Singh, eligió India, lo que provocó el estallido de una guerra que duró dos años.
Desde entonces India mantiene el control de aproximadamente la mitad de la región, mientras Pakistán domina algo más de un tercio en las áreas del noroeste, y China administra los territorios restantes, en el norte y noreste.
Tanto Pakistán como India reclaman la totalidad de Cachemira.
Los habitantes de la parte de Cachemira que es administrada por Pakistán relataron a la BBC cómo en los ataques de este miércoles fueron despertados por las explosiones inesperadamente.
“Antes de que pudiéramos siquiera procesar lo que estaba pasando, más misiles caían”, señaló un residente de Muzaffarabad.
En 1965 y 1999, India y Pakistán ya habían protagonizado choques bélicos por la región.
India también luchó contra Pakistán en 1971, cuando intervino para apoyar la independencia de Bangladesh.
Ambos países son potencias nucleares.
Actualmente, un 14 % de la población india es musulmana, mientras solo un 2% de los pakistaníes practica el hinduismo.
“Pakistán se ha vuelto cada vez más islámico”, afirma Price. E India, “está cada vez más bajo la influencia del nacionalismo hindú”, agrega.
Las minorías en ambos países “se han vuelto más pequeñas y vulnerables”, señala Newbigin.
Para la profesora Navtej Purewal, la división del país podría haberse evitado.
“Crear una India unida pudo haber sido posible en 1947. Habría sido una federación flexible de estados, incluidos aquellos donde los musulmanes eran mayoría”, dice.
“Pero tanto Gandhi como Nehru insistieron en construir un estado unificado, controlado desde el centro. Realmente no tuvieron en cuenta cómo podría vivir una minoría musulmana en ese modelo de país”.
Esas decisiones de hace 78 años tienen todo que ver con la escalada actual del conflicto entre dos rivales armados con armas nucleares.
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