Un juez ordenó a las autoridades responsables que permitan a un ciudadano que presentó un amparo el ingreso a “las inmediaciones de Acapulco” para entregar víveres y ayuda humanitaria a los damnificados, luego que el gobierno federal anunció que sólo Ejército y la Marina tendrían el control de la entrega de víveres.
“Las autoridades responsables le permitan el ingreso a las inmediaciones de Acapulco de Juárez afectadas por el huracán Otis, y se le permita entregar víveres y ayuda humanitaria a los damnificados”, de acuerdo con la síntesis del amparo promovido por un ciudadano en Ciudad de México.
Así, un juez otorgó un recurso conocido como suspensión de plano, luego que un ciudadano presentó una demanda de amparo para que se le permitiera el libre tránsito para trasladar y entregar “sin restricción alguna” víveres y ayuda humanitaria.
“Dado que (el ciudadano) ha tenido conocimiento que elementos de la Guardia Nacional, Marina y otras autoridades, están impidiendo el paso de vehículos y personas civiles con ayuda humanitaria”, argumentó el solicitante.
Por tanto el juez del decimoséptimo distrito en materia administrativa del primer circuito de Ciudad de México resolvió dar esta suspensión de plano y acceso a las inmediaciones de Acapulco.
El juez añadió que esta suspensión no soslaya que pueda pasarse por alto la coordinación que ejecuten las autoridades a cargo de la emergencia.
“Sin que la concesión de la suspensión implique soslayar que pueda pasar por alto la coordinación que puedan implementar las autoridades a cargo de la emergencia por desastre natural, relativas a garantizar la integridad física, tanto del provente como de las personas afectadas”, precisó la autoridad judicial.
El Ejército y la Guardia Nacional han activado retenes ante la situación de emergencia que se vive en Acapulco, Guerrero, por el paso del huracán Otis, y han tomado el control de la ayuda para los damnificados.
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La 35ª Zona Militar de Chilpancingo fue habilitado como un centro de acopio, ahí se concentrará la ayuda de la población que está haciendo donaciones, la que llega de los estados, de la iniciativa privada y de organizaciones.
En ese lugar, detalló Luis Cresencio Sandoval, secretario de la Defensa Nacional (Sedena), se estará reorganizando y concentrando el apoyo en vehículos del Ejército para que los trasladen a Acapulco para “su distribución ordenada” en los diferentes puntos donde se requiera.
Durante la conferencia de prensa de este viernes, tanto el secretario como el presidente Andrés Manuel López Obrador pidieron que la ayuda llegue a la capital del estado y no al puerto para evitar que se saturen las vías de ingreso.
El 26 de octubre, López Obrador dio a conocer que la repartición de despensas y alimentos se realizará únicamente a través de las Fuerzas Armadas.
Desde la sociedad civil ya han surgido denuncias de que no dejan pasar víveres en retenes desde Chilpancingo .
Una vez más, el presidente destacó el papel de las Fuerzas Armadas y su organización, ahora en este tipo de tragedias:
“Contamos con el apoyo de las Fuerzas Armadas, es importantísimo por la forma en que están organizados. (…) La mayor organización logística y de protección a la población civil es la de las Fuerzas Armadas. Yo les diría que, en caso de desastres, de emergencias, son Fuerzas Armadas, y para el restablecimiento del servicio, los trabajadores electricistas y, desde luego, los trabajadores de servicios de agua, comunicaciones, pero lo básico recae en las Fuerzas Armadas”, aseguró el presidente López Obrador.
Imagina que se libra una batalla en la sala de juntas de una empresa multimillonaria que desarrolla una tecnología futurista potencialmente capaz de salvar o destruir el mundo.
Su director ejecutivo, que cuenta con el apoyo de los líderes mundiales, es derrocado por directivos de alto nivel que se vuelven contra él, provocando una reacción del resto de la empresa que exige despedirlos a ellos.
No es el guion de una serie de Netflix, sino los últimos días en OpenAI.
Periodistas, inversores y aficionados a la tecnología han estado observando los acontecimientos como si de una producción de ficción se tratara, aunque las opiniones difieren sobre si sería un thriller o una comedia.
La batalla en la cúspide de OpenAI, la empresa creadora del chatbot de inteligencia artificial ChatGPT, comenzó repentinamente el pasado viernes, cuando la junta directiva anunció el despido del cofundador y director ejecutivo Sam Altman.
En una publicación en un blog, la junta acusó a Altman de no ser “consistentemente sincero en sus comunicaciones” y alegó que, como resultado, había “perdido confianza” en su liderazgo.
Sólo hay seis personas en esa junta y dos de ellos eran Sam Altman y otro cofundador, Greg Brockman, quien renunció después de que el primero fuera despedido.
Cuatro figuras muy cercanas a Altman y la empresa entraron de inmediato en acción, tomando por sorpresa a toda la comunidad tecnológica, incluidos –supuestamente– sus propios inversores.
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Elon Musk, también cofundador de OpenAI, escribió en X (antes Twitter) que estaba “muy preocupado”.
Ilya Sutskever, el científico jefe de la empresa, era miembro de esa junta y escribió que “no tomaría medidas tan drásticas a menos que lo considerara absolutamente necesario”.
Ahora Sutskever ha expresado su pesar por la decisión y es uno de los muchos firmantes de una explosiva carta dirigida a la junta directiva, en la que piden el regreso de Altman y Brockman y amenazan con abandonar OpenAI si esto no sucede.
Entonces, ¿qué fue lo que desató esta rápida bola de nieve? En realidad aún no lo sabemos, pero se barajan algunas opciones.
Hay informes de que Altman consideraba algunos proyectos de hardware, como la financiación y el desarrollo de un chip de IA, lo que supondría una dirección bastante diferente en OpenAI. ¿Había asumido algunos compromisos de los que la junta no estaba al tanto?
¿O podría reducirse a una fuente de conflicto muy antigua y muy humana, como el dinero?
En una nota interna cuyo contenido se difundió ampliamente, la junta dejó claro que no acusaba a Altman de “malversación financiera”.
Pero sabemos que OpenAI se fundó como una organización sin fines de lucro; es decir, una empresa que no pretende ganar dinero. Recibe suficientes ingresos para cubrir sus propios costos de funcionamiento y cualquier exceso se reinvierte en el negocio. La mayoría de las organizaciones benéficas son sin fines de lucro.
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En 2019 se estableció una nueva rama de la compañía que sí buscaba obtener beneficios. La firma expuso cómo coexistirían las dos. La parte sin fines de lucro lideraría a la que obtuviera ganancias y se impondría un límite a los rendimientos que los inversores pudieran obtener.
No todo el mundo estaba contento con esto y se dijo que fue una razón fundamental tras la decisión de Elon Musk de abandonar la corporación.
OpenAI, sin embargo, se encuentra ahora en la circunstancia favorable de valer una enorme cantidad de dinero.
Según informes, una venta de acciones de empleados que no se llegó a materializar esta semana fue valorada en $86 mil millones de dólares.
¿Podría haber presiones para dar más poder a la parte lucrativa del negocio?
OpenAI está detrás de la inteligencia artificial general (AGI por sus siglas en inglés). Todavía no existe y es fuente de preocupación y asombro.
Es básicamente la idea de que algún día habrá herramientas de inteligencia artificial que puedan realizar una serie de tareas tan bien o mejor que los humanos (es decir, nosotros) en la actualidad.
La AGI tiene el potencial de cambiar toda la forma en que hacemos las cosas. Empleos, dinero, educación… todo eso queda en el aire cuando las máquinas pueden hacer cosas. Es, o será, un fenómeno increíblemente poderoso.
¿Está OpenAI más cerca de eso de lo que creemos? ¿Lo sabe Altman? En un discurso muy reciente, afirmó que lo que vendría el próximo año haría que el actual bot ChatGPT pareciera como “un familiar extravagante”.
Creo que eso es menos probable. Emmett Shear, el nuevo director ejecutivo interino de OpenAI, publicó en X que “la junta no destituyó a Sam por un desacuerdo específico sobre seguridad“.
También anunció que habrá una investigación sobre lo sucedido.
Pero Microsoft, el mayor inversor de OpenAI, ha decidido no arriesgarse a que Altman se lleve esta tecnología a otra parte.
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Anunció que el emprendedor se unirá al gigante tecnológico con sede en Seattle para liderar un equipo de investigación de IA aún por conformar. Su cofundador Greg Brockman lo acompañará y, a juzgar por la cantidad de empleados que publicaban hoy en X, parece que también se llevará a algunos de los mejores talentos de OpenAI.
Al parecer, Microsoft está dispuesto a igualar el salario de cualquier empleado de OpenAI que desee dejar la empresa.
Muchos miembros del personal de OpenAI compartían la misma publicación en X, que dice: “OpenAI no es nada sin su gente”.
¿Es eso una advertencia para Shear de que va a tener que contratar personal nuevo? Un compañero de la BBC que estaba frente a la sede de OpenAI me dijo el lunes que a las 09:30 en San Francisco no se veía llegar gente a trabajar.
O, ¿quizá es simplemente un recordatorio de que, a pesar de que esta corporación trabaja en una forma de tecnología que está reconfigurando el mundo, se trata en el fondo de un drama muy humano?
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