Los remanentes de huracán Lidia causaron el desborde de ríos y arroyos en Puerto Vallarta, Jalisco, lo que provocó inundaciones en distintos puntos del municipio y el derrumbe en la carretera federal 200.
De acuerdo con el gobernador, Enrique Alfaro, las afectaciones solo fueron materiales y aunque se registró la muerte de un hombre al intentar sacar agua del río Cuale, el hecho no estuvo relacionado con el huracán ni con las lluvias del jueves.
“La intensa lluvia que ayer azotó en Puerto Vallarta dejó afectaciones en varios automóviles y daños menores en algunas casas por canales rebasados e inundaciones en distintos puntos, sin embargo, los daños solo son materiales y se sigue haciendo el recuento”, informó el mandatario.
También explicó que sobre el derrumbe en la carretera federal 200 ya se está trabajando para su limpieza en coordinación con la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transporte, el municipio, el Ejército y la Guardia Nacional.
“Aunque el huracán ya pasó, la atención a la población de los municipios afectados continúa y, aunque luego de la intensa lluvia en Vallarta se percibe normalidad, no podemos bajar la guardia. Hay que seguir las indicaciones oficiales”, dijo Alfaro en sus redes sociales.
De acuerdo con videos compartidos por pobladores, las lluvias en Puerto Vallarta causaron que varias personas quedaran atrapadas en sus vehículos, mientras estos eran arrastrados por la corriente. Incluso un camión de pasajeros se vio afectado por los aguaceros.
Reportes oficiales señalan que se desbordaron los ríos El Arroyo, El Cintentillo, La Vena y Los Camarones, lo que ha inundado las calles de diferentes colonias de esa ciudad, incluyendo el Centro Histórico.
El Ayuntamiento de Puerto Vallarta también informó que hay zonas sin energía eléctrica a causa de la tormenta, por lo que se espera que a lo largo del día se pueda restablecer el servicio. También se reportaron árboles y cables caídos.
Durante la tarde, incluso la Secundaria Técnica 3 informó que los estudiantes se encontraban resguardados en la segunda planta, por lo que pidieron a los padres y madres del turno vespertino no exponerse.
Sobre el derrumbe en la carretera federal 200, el municipio de Puerto Vallarta compartió imágenes en las que se observa la vialidad obstruida por enormes rocas, incluso hay un automóvil aplastado. Autoridades indicaron que en el lugar trabaja Protección Civil y Obras Públicas para poder liberar la carretera.
El huracán Lidia impactó a Jalisco como categoría 4 y afectó a los municipios de Zihuatlán, Tomatlán, Autlán y Puerto Vallarte, principalmente. En la entidad hubo dos personas fallecidas.
En cuanto a daños materiales, Protección Civil federal informó que se reportaron voladuras de techos y caída de postes, así como daños por inundación en el hospital regional de Autlán.
Lidia afectó el suministro eléctrico de 194 mil 783 usuarios, quienes representan 3% de los 6.4 millones de usuarios totales en Jalisco, Colima, Nayarit y Michoacán.
En Colima, las lluvias provocaron graves inundaciones en distintas calles de la entidad, incluso elementos de la Unidad Estatal de Protección Civil (UEPC) del Gobierno del Estado de Colima, rescataron a dos personas dentro de un vehículo inundado. Debido a la fuerza de las lluvias, el puerto fue cerrado.
Este miércoles, la gobernadora, Indira Vizcaíno, dijo que gestionará la declaratoria de desastre natural para que se pueda acceder a recursos para la reparación de los municipios más afectados. Entre las zonas más dañadas está el área metropolitana de Colima y Villa de Álvarez.
La gobernadora dijo que aunque hubo saldo blanco, hay una persona desaparecida luego de que su auto cayera en un socavón.
En Michoacán se activó el plan DN-III en su fase de prevención en los municipios de Aquila y Lázaro Cárdenas, donde se reportan desbordamientos de ríos y canales pluviales.
El arquitecto de las políticas más radicales sobre migración del nuevo presidente de Estados Unidos también ha diseñado la estrategia para aplicarlas con eficacia y sin concesiones.
Si hay un cerebro principal detrás de las políticas migratorias más radicales del presidente Donald Trump, es Stephen Miller.
A sus 39 años, este republicano de ideología ultraconservadora que ya diseñó algunas de las medidas más extremas del primer gobierno de Trump -como la separación de familias migrantes- ahora ha aumentado su poder e influencia en la Casa Blanca con los cargos de subdirector de políticas y asesor de seguridad nacional.
El mismo día en que asumió su segundo mandato, Trump firmó órdenes ejecutivas que llevan la marca de Miller, como la eliminación de la ciudadanía por nacimiento o la declaración de la emergencia nacional en la frontera sur.
Estas medidas reflejan el enfoque nacionalista de línea dura que ha promovido desde los inicios del trumpismo este “halcón” republicano, muy activo a la hora de defender sus propuestas en medios de comunicación.
“Usaremos todo el poder de las fuerzas federales bajo el mando y dirección del presidente Trump para salvar a este país de esta ocupación”, declaró este miércoles a la cadena Fox News.
Te contamos quién es Stephen Miller, considerado una de las figuras más radicales, temidas e influyentes de la Casa Blanca.
Nacido en 1985 en el seno de una familia judía de Santa Mónica (California), Miller mostró desde muy joven un marcado interés por la política, influenciado por figuras y medios con posiciones conservadoras.
A los 16 años escribió una carta a un periódico local criticando la falta de patriotismo en su instituto, posicionándose como un activista conservador que, entre otras cosas, exigía a los estudiantes latinos que hablasen solo inglés en clase.
Su formación política se consolidó en la Universidad de Duke, donde se graduó en Ciencias Políticas en 2007 y protagonizó un episodio que, según expertos, daría un temprano impulso a su carrera.
Miller se erigió como un vocal defensor de un grupo de jugadores del equipo universitario de lacrosse acusados de violación que finalmente probaron su inocencia, en un caso que alcanzó cierta relevancia mediática.
Fue en este periodo cuando empezó a vincularse con figuras controvertidas como Richard Spencer, un conocido supremacista blanco, si bien el asesor republicano negó que tuvieran una relación cercana.
Tras graduarse, trabajó como asesor de comunicaciones para congresistas republicanos y en 2009 se puso al servicio del entonces senador Jeff Sessions, conocido por sus posturas de línea dura en inmigración.
Bajo la tutela de Sessions, Miller jugó un rol clave en la oposición al proyecto de reforma migratoria bipartidista en 2013, consolidando su reputación como detractor de las políticas de fronteras abiertas.
En 2016 se unió a la campaña presidencial de Donald Trump como asesor de políticas y redactor de discursos.
Se atribuye a Miller el tono nacionalista y antiinmigración de las alocuciones de Trump, como el discurso inaugural de 2017, así como el diseño de dos de las medidas más polémicas de su primer gobierno: el veto migratorio a países de mayoría musulmana y la separación de familias de migrantes irregulares.
Según el periódico especializado Politico, fue su capacidad para interpretar y amplificar la visión de Trump lo que lo consolidó como una figura indispensable dentro de su primer gobierno entre 2017 y 2021.
Desde entonces, Miller es conocido por su enfoque radical sobre inmigración y su habilidad para transformar ideas extremas en políticas concretas.
Según The New York Times, el asesor republicano ha perfeccionado su estrategia operando con secretismo y evitando oposiciones internas, lo que le ha permitido aplicar con éxito algunas de las medidas más radicales del trumpismo.
Para su segundo mandato, Donald Trump ha confiado a Stephen Miller un poder más amplio sobre la agenda migratoria, convirtiéndolo en la principal figura decisoria junto al nuevo “zar de la frontera”, Tom Homan.
Desde su puesto como subdirector de política y asesor de seguridad nacional, Miller ha liderado la redacción de una avalancha de órdenes ejecutivas para poner en marcha la agenda migratoria de Trump, que prometió acabar con el flujo de inmigrantes irregulares y deportar a aquellos que ya estén en suelo estadounidense.
Una de estas órdenes fue eliminar la ciudadanía por nacimiento, una medida que niega un derecho histórico garantizado por la 14ª Enmienda de la Constitución y que ya ha sido impugnada en los tribunales.
También reinstauró el Título 42, que permite cerrar la frontera con México en nombre de la salud pública, y declaró la emergencia nacional en la frontera sur, según expertos para justificar una militarización sin precedentes de los operativos de deportación.
Anuló, además, solicitudes de asilo pendientes, denegó la entrada al país a más refugiados e incluyó la designación de los carteles de droga como organizaciones terroristas extranjeras.
Miller es el cerebro de lo que algunos expertos han llamado una “estrategia de saturación”: inundar a la oposición y a los medios con un flujo constante de acciones ejecutivas y medidas para desbordar la capacidad de respuesta y maximizar su efectividad.
Politico destaca que el asesor ha trabajado con abogados externos, sin recurrir al Departamento de Justicia como suele ser habitual en su cargo, para blindar las nuevas políticas y garantizar que se lleven a la práctica con el menor número posible de obstáculos legales.
Este enfoque reflejaría las lecciones que Miller aprendió durante el primer mandato de Trump, cuando medidas como el veto migratorio enfrentaron bloqueos judiciales.
Además de su trabajo interno, Miller ha establecido relaciones estratégicas con figuras influyentes fuera del gobierno, como el empresario Elon Musk, que recientemente ha endurecido su postura sobre la inmigración.
El nuevo asesor de seguridad nacional de Trump también creó la organización de juristas conservadores America First Legal, que promueve litigios y campañas mediáticas contra instituciones y organizaciones a las que acusan de amparar o fomentar la inmigración ilegal.
Así, Stephen Miller no solo es el arquitecto de las políticas más radicales del trumpismo, sino también el estratega que ha perfeccionado las tácticas y herramientas para aplicarlas con eficacia.
Desde sus inicios en la campaña presidencial de 2016, Stephen Miller ha demostrado una lealtad inquebrantable a Donald Trump, convirtiéndose en uno de sus aliados más cercanos e incondicionales.
Miller se unió al equipo de Trump cuando este aún era considerado una apuesta improbable para la Casa Blanca y redactó algunos de sus primeros discursos, donde moldeó y amplificó con éxito su tono populista y nacionalista.
En el primer mandato de Trump, Miller evitó involucrarse en las disputas internas que marcaron la Casa Blanca, manteniendo buenas relaciones tanto con los elementos moderados como con los más radicales del gobierno, según The New York Times.
Sin embargo, nunca defendió a un aliado si caía en desgracia con Trump, como fue el caso de Jeff Sessions, su antiguo mentor y jefe en el Senado.
Cuando en 2017 Sessions renunció a su cargo de fiscal general tras perder el favor del entonces presidente, Miller no dudó en priorizar su lealtad al líder y se distanció del que había sido su benefactor.
Esa fidelidad absoluta también se refleja en su disposición a seguir las órdenes de Trump sin cuestionarlas, especialmente en público.
Según Politico, el estratega de 39 años nunca contradice al presidente, incluso en reuniones privadas, y se alinea rápidamente con cualquier decisión que tome Trump, lo que le ha permitido sobrevivir a múltiples cambios de gabinete durante el primer gobierno y enfrentamientos internos en el partido.
Por supuesto, Miller ha respaldado en todo momento la más que cuestionable teoría de que las elecciones que Joe Biden ganó a Trump en 2020 fueron fraudulentas.
Las políticas diseñadas por Stephen Miller, tanto en el primer como en el segundo mandato de Donald Trump, generan fuertes divisiones en la política y la sociedad estadounidenses.
Para sus detractores, incluidos legisladores demócratas y organizaciones de derechos humanos, su agenda asesta un ataque directo a los principios fundamentales de Estados Unidos y a las comunidades más vulnerables.
Grupos como la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU por sus siglas en inglés) o el Southern Poverty Law Center las describen como extremas y discriminatorias.
Analistas consultados por The New York Times advierten que las políticas promovidas por Miller podrían transformar la manera en que Estados Unidos gestiona la inmigración, cerrando puertas históricamente abiertas a refugiados y solicitantes de asilo.
Sus críticos también creen que las posibles deportaciones y la militarización de la frontera podrían tensar las relaciones con países vecinos, como México, y generar nuevas crisis humanitarias.
Para los simpatizantes del trumpismo, sin embargo, es un estratega visionario que ha redefinido las políticas migratorias con un enfoque nacionalista y de línea dura que ayudará a proteger la seguridad y el bienestar de los estadounidenses.
A falta de conocer los efectos definitivos de su legado, millones de migrantes ya están sintiendo de una o de otra manera el impacto de las políticas diseñadas e impulsadas por Miller, que prometen seguir siendo objeto de controversia y disputas en los próximos 4 años.
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