Morelos enfrenta dos incendios forestales activos, uno de ellos, en Cuernavaca y la zona limítrofe de Ocuilán en el Estado de México, que pone en riesgo a la población y el segundo en una Área Natural Protegida en Tepoztlán, que hasta el momento no ha sido controlado.
De acuerdo con Conafor, el primero de los dos incendios inició el 1 de mayo en el predio de Santa María y El Hípico en Cuernavaca, en este caso, se considera un incendio forestal de atención especial ya que hay personas en riesgo.
El 2 de mayo bomberos desalojaron a cuatro adultos mayores de dos viviendas, pues las llamas se estaban propagando.
La Secretaría de Desarrollo Sustentable (SDS) informó que en el lugar, la topografía es de difícil acceso y hay gran acumulación de material combustible, complicando las tareas de control. Por ello, gestionaron apoyo aéreo del Estado de México para la contención del fuego.
Actualmente se encuentra controlado en un 80% y liquidado en un 60% y ha afectado alrededor de 64 hectáreas.
En el lugar laboran 80 personas especialistas, de las cuales, 27 son de Conafor, 24 del gobierno del Estado y 29 de otras dependencias. Además de 11 vehículos especializados, entre ellos dos motobombas.
Por este incendio forestal, la SDS pidió a la población extremar precauciones ante la presencia de bancos de humo principalmente en la zona metropolitana de Cuernavaca.
INCENDIO ALCANZA ZONA URBANA EN CUERNAVACA
Esta mañana, difundieron en redes sociales que el incendio que se originó la tarde de este lunes en en la calle Fresno de la colonia Del Bosque, a unos metros de la carretera Cuernavaca-Ocuilan, ya se expandió hacia la zona urbana y… pic.twitter.com/CuElvtmG5p
— 24 Morelos (@24_morelos) May 2, 2023
El segundo incendio forestal en Morelos se localiza en Amatlán y la Cañada Huapcuempa entre Tepoztlán y Tlayacapan. El fuego inició el 3 de mayo y se localiza en el Área Natural Protegida del Corredor Biológico Chichinautzin.
Hasta el momento, la Comisión Nacional Forestal no ha logrado determinar el nivel de control del fuego; sin embargo, se calcula que la afectación es de alrededor de 25 hectáreas.
En el lugar laboran 151 personas en el combate al fuego, del total, 71 son de Conafor, 22 del Gobierno del Estado y 58 de otras dependencias.
Para apoyar en las tareas de combate al fuego, este jueves, arribó una aeronave MI-17 de la Secretaría de la Defensa Nacional para realizar descargas de agua en puntos de calor.
Las lluvias que cayeron en la noche y se prolongaron por la madrugada en el estado de Morelos, disminuyeron la intensidad de los incendios activos, sin embargo, todavía se observan columnas de humo.
El incendio🔥en Amatlán #Tepoztlán
Ejército aplica Plan DN-III-E en la zona. pic.twitter.com/043lFisYTw
— Omar Ocampo (@Ocampomaro) May 4, 2023
Hasta el 4 de mayo, la Comisión Nacional Forestal (Conafor) ha contado 91 incendios forestales en 18 entidades del país. Del total, 14 de ellos ocurren en Áreas Naturales Protegidas.
A nivel nacional, Jalisco la entidad más afectada con 24 incendios, seguida de Guerrero con 13, Oaxaca y Michoacán con 8 cada uno y Chiapas con 7.
Conociste a un chico en Tinder, comenzaron a comunicarse y se cayeron bien. Luego de sentirte en confianza le compartes tus perfiles de redes sociales.
La conversación se mudó de lugar y ahora llevan semanas hablando por Instagram. De vez en cuando, al publicar una historia en esta plataforma, él te deja un emoji. Y cuando compartes una foto, no solo marca “me gusta”, sino que te deja comentarios.
Hay veces que a través de un mensaje directo te da los buenos días. Y en otras ocasiones te envía fotos mientras está en su trabajo para mostrarte algo de su vida cotidiana.
Piensas que, como está enganchado contigo en esa red social, y te gusta su forma de ser, es hora de dar el siguiente paso. Le invitas a salir, a verse en persona con la intención de emprender un nuevo tipo de relación.
Entonces te da largas. Dice estar muy ocupado, tener la agenda llena de compromisos, incluso que está enfermo. Nunca puede quedar.
Aunque no acepta tus invitaciones, continúa interactuando contigo de la misma manera en las redes sociales. Y tú le sigues respondiendo, con la esperanza de algún día verle fuera del ciberespacio. Pero eso no sucede.
Si este relato –que supone un ejemplo hipotético– te parece familiar, puede que hayas sido víctima de lo que algunos psicólogos llaman breadcrumbing, o migajas emocionales en español.
De acuerdo con Raúl Navarro Olivas, profesor de Psicología de la Universidad Castilla-La Mancha en España, se trata de un patrón de comportamiento en el que una persona muestra interés en otra de forma intermitente, pero constante, sin tener la intención real de comprometerse emocionalmente ni establecer una relación formal.
Es, además, una práctica de manipulación.
“La persona que hace el breadcrumbing envía señales a otra porque pretende tener su atención o su refuerzo intermitente. Busca, con mensajes inconsistentes en el tiempo, que el otro siempre esté presente”, afirma el experto.
Su origen, aunque no se puede identificar, se sabe que no es actual. Lo que sí es reciente es el uso del término breadcrumbing.
“Están apareciendo muchos términos, sobre todo en el ámbito anglosajón, que luego traemos a países de habla hispana, pero que no tenemos la manera de traducirlos exactamente. Esto a veces dificulta la investigación”, comenta.
Además del breadcrumbing, el profesor se refiere a conceptos como ghosting o love bombing, que son usados para englobar ciertos comportamientos que si bien no son nuevos, se potencian con las redes sociales.
Algunos de ellos se parecen y están relacionados, pero, como explica Navarro Olivas, están siendo separados en las investigaciones para comprenderlos mejor.
El breacrumbing ya es acuñado por expertos en la conducta de países tan distintos como España, India y Estados Unidos.
Para explicarlo, el psicólogo compara el breadcrumbing con la manera en que funcionan las máquinas tragamonedas en los casinos, que se basan en la misma lógica de refuerzo intermitente.
Estas máquinas le otorgan un premio a quien juegue, pero de forma aleatoria, nunca se sabe cuándo va a ocurrir, así que la persona lo sigue intentando.
“En el breadcrumbing hay un patrón de premiar a la otra persona, de ofrecerle algún tipo de contacto y luego darle algo negativo o el silencio”, afirma Navarro Olivas.
Y quienes lo padecen, dice, podrían sufrir consecuencias de salud mental, por lo que es importante identificarlo y buscar ayuda para salir de dicho tipo de relaciones.
En un estudio de su autoría, publicado en 2020 en la revista académica Escritos de Psicología (Psychological Writings), Navarro Olivas y otros investigadores señalan que “algo más de tres de cada 10 participantes” de un estudio realizado en España indicaba haber sufrido breadcrumbing.
La investigación también reveló que el uso de apps de citas, las relaciones a corto plazo o el hábito de vigilar la conducta online de otra persona aumentan la posibilidad de sufrir y también de ejercer este patrón de comportamiento.
En tiempo reciente, es común que alguien vigile el comportamiento de otro en las redes sociales cuando hay un interés romántico. De acuerdo con el estudio, es una forma de “reducir” la incertidumbre sobre la pareja. Pero esto puede provocar que alguien cuestione su relación, generar tensión y hacer que ocurra el breadcrumbing.
“El desarrollo tecnológico lo hace más prevalente. Es más fácil realizar este comportamiento en redes sociales y apps de citas, donde no necesariamente hay contacto directo con el otro”, sostiene Navarro Olivas.
El patrón más claro de quien realiza breadcrumbing es la intermitencia en la comunicación, ya sea a través de las plataformas digitales o en persona.
“La inconsistencia viene con un comportamiento muy errático. Cuando la persona más interesada en la relación propone planes, quien hace el breadcrumbing no es claro a la hora de quedar”.
El psicólogo apunta a que otro patrón común de quien realiza breacrumbing es ofrecer información incompleta.
En aras de evitar el compromiso, el “perpetrador” puede obviar detalles sobre su familia o amigos y evitar que la otra persona les conozca. También podría negarse a introducirse en el entorno íntimo de la víctima.
“Las personas que tiran esas migajas pueden dar algunos detalles de su vida personal, con el ánimo de seguir manteniendo la atención de esa persona, pero no hay una comunicación emocional muy profunda”, comenta.
Igualmente, las personas que realizan el breadcrumbing no plantean planes de futuro.
“Aparecerán excusas para no comprometerse a largo plazo, lo que contrasta con su comportamiento de continuar hablándole a la otra persona”, señala.
La falta de estudios sobre el tema dificulta elaborar perfiles sobre los perpetradores y víctimas del breadcrumbing.
Sin embargo, Navarro Olivas señala que, aunque no le gustan las etiquetas, por lo que conocen actualmente rasgos de personalidad narcisista suelen aparecer en quien suelta las migajas emocionales.
“Tiene cierta lógica porque lo que quiere la persona es recibir el refuerzo positivo de la víctima”, sostiene.
De acuerdo con la Clínica Mayo de EE.UU., el trastorno de la personalidad narcisista es una “enfermedad de salud mental en la cual las personas tienen un aire irrazonable de superioridad”.
Ante esto, buscan llamar la atención de otros y que les admiren. Pero en lo profundo son poco seguras de sí mismas y les cuesta comprender los sentimientos de los demás.
“[A alguien que hace breadcrumbing] le gusta que le digan cosas, que estén pendientes de él, pero sobre todo tener el control sobre el refuerzo que le van a dar”, explica Navarro Olivas.
Algunas investigaciones también indican que las personas con apego evitativo son más proclives a realizar breadcrumbing.
“Porque se caracterizan por necesitar la validación, el refuerzo de los otros, pero tienen dificultades para realizar conexiones emocionales”, argumenta Navarro Olivas.
“Estas dificultades no excusan su comportamiento. Pero sí hacen que se ajusten más a la idea del breadcrumbing, de que necesitan a otros pero tienen problemas para conectar emocionalmente. Evitan el compromiso porque les produce ansiedad o estrés”.
También podría relacionarse con el apego ansioso, que ocurre cuando alguien establece un vínculo de dependencia emocional con otra persona, pero teme fracasar en una relación o que les abandonen.
“No esperábamos que las personas que hacen breadcrumbing tuviesen apego ansioso, porque parecería más un rasgo de las víctimas, pero encontramos que sí, que probablemente está relacionado con el hecho de que necesita conectar con otro que cubra sus necesidades emocionales, pero como teme al abandono teorizamos que el breadcrumbing es una forma de probar si la otra persona realmente está interesada”, dice el psicólogo.
Quienes sufren dependencia emocional o baja autoestima podrían estar en riesgo de permanecer más tiempo en una relación tóxica, incluyendo aquellas que se basan en el breadcrumbing, comenta el investigador.
Sin embargo, añade que cualquiera podría ser una víctima y experimentar consecuencias emocionales.
“Es dañino”, dice Navarro Olivas, “porque ataca nuestra necesidad psicológica más importante, que es la de pertenencia y de vincularse con otros seres”.
“Y, aunque no ha sido parte de los estudios, creo que puede generar indefensión aprendida. Es decir, cuando fracasas en tus relaciones piensas que de alguna manera eso se va a repetir”.
De acuerdo con un estudio publicado en el Journal of Environmental Research and Public Health sufrir breadcrumbing puede causar insatisfacción con la vida, ampliar el sentimiento de soledad y el desamparo.
Ante esto, el psicólogo español recomienda establecer una comunicación asertiva cuando alguien está interesado en establecer una relación.
Dice que no se trata de “hacer un checklist” de cosas que debería cumplir la otra persona; más bien es dejar claro desde el principio las expectativas.
Pero, sobre todo, Navarro Olivas opina que cualquier víctima debe buscar apoyo de sus personas de confianza, así como de un terapeuta.
“Habla con tu entorno, comenta lo que está ocurriendo para tener una visión externa. Cuando tienes un interés romántico, eso puede que no te haga ver lo negativo”, sostiene.
Y añade: “En psicología a veces se insiste en que la persona tiene que ser resiliente, que tiene que sacar una fortaleza interior que le haga superar las adversidades. Pero a mí me gusta ver la resiliencia no como un rasgo individual, sino que se origina gracias a las personas que nos rodean”.
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