A pesar de que autoridades de Sinaloa aseguraron que las 66 víctimas de secuestro masivo en el estado el pasado 22 de marzo ya habían sido localizadas y estaban en casa, aún hay 11 fichas de búsqueda activas. Además de que familiares aseguran que no han regresado.
Noroeste realizó una revisión en la página oficial de la Comisión Estatal de Búsqueda y contrastó con las redes sociales de la Fiscalía General de Sinaloa, por lo que encontró que existen al menos 11 fichas de búsqueda activas por personas que fueron reportadas como desaparecidas en los municipios de Culiacán y Mocorito.
El status oficial desmiente la versión de la Secretaría de Seguridad Estatal de que todas las personas que fueron reportadas como desaparecidas o privadas de la libertad ese viernes, ya habían regresado sanas y salvas a sus hogares.
Las fichas corresponden a 3 hombres, 7 mujeres y un menor de edad. Datos que contrastan con la composición que hicieron públicas las autoridades del estado al referir que de solo eran 8 las últimas personas desaparecidas, 5 de las cuales eran hombres adultos y 3 de ellas mujeres.
Esta es la lista de las fichas activas en el Estado:
El domingo pasado, cuando el Gobernador Rubén Rocha Moya posteó en su cuenta de X un boletín íntegro de la SSP que confirmaba el regreso de las ocho personas que se mantenían desaparecidas desde la madrugada del 22 de marzo pasado, el esposo de una de las víctimas despertó a su hijo, lo cambió, alistó y le dijo: “tu mamá ya regresó de viaje”.
Esperó la llamada de sus suegros quienes interpusieron la denuncia por desaparición pero esta no llegó.
El hombre que pidió omitir su nombre contó a Noroeste que sus suegros no sabían nada, por lo que decidió acudir a la Fiscalía en donde le confirmaron que las fichas de búsqueda permanecían activas.
“Pues el gobernador no sé por qué dice que ya apareció, si no apareció, él está obstruyendo, está obstruyendo a la Fiscalía, porque si él dice que apareció, si alguien los ve en las calles, pues no les va a tomar importancia, porque en sí ya no están buscando a esas personas, porque el gobernador ya dijo que habían aparecido”, reclamó el esposo de una de las mujeres secuestradas el 22 de marzo, luego de que 66 personas fueran raptadas en diferentes puntos de Sinaloa.
Del total, solo faltaban ocho personas en localizar, las cuales, el gobernador Rubén Rocha Moya informó el 7 de abril que ya estaban en casa, lo que fue desmentido por familiares.
Su versión es la misma que le han confirmado otras personas familiares de víctimas a través de redes sociales, con quienes ha estado en contacto desde el día del secuestro masivo.
Además de este testimonio, Noroeste consultó otras fuentes cercanas a los familiares y todos contrastan con el boletín que difundió la Secretaría de Seguridad Pública estatal el domingo sobre la localización de las personas.
La Fiscalía General de Sinaloa confirmó al medio que a más de dos semanas del secuestro masivo las fichas de búsqueda siguen vigentes pese a los anuncios de la Secretaría de Seguridad Pública estatal.
Además, denuncia el esposo de una de las víctimas, las autoridades siguen sin precisar quiénes integran la lista completa de personas desaparecidas.
El domingo 7 de abril, gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha, informó que las últimas 8 personas de las 66 que fueron secuestradas el pasado 22 de marzo en Culiacán, Sinaloa, fueron liberadas, informaron autoridades estatales.
Junto con el secretario de Seguridad estatal, Gerardo Mérida, el mandatario señaló que las personas fueron ubicadas sanas y salvas y volvieron a sus respectivos hogares con lo que “dieron por concluido” el operativo implementado por el Ejército, Guardia Nacional, Policía Ministerial Federal y Estatal, Policía Estatal y Policías Municipales.
“Agradezco a todas las autoridades involucradas para completar el objetivo de localización: secretaria Rosa Icela, Sedena, Guardia Nacional y por supuesto al presidente López Obrador que nos apoyó de manera solidaria y decidida”, señaló el gobernador de Sinaloa.
Esta información contrasta con las versiones de familiares, quienes aseguran que las personas desaparecidas no han regresado a casa.
El pasado 22 de marzo se registraron secuestros masivos en distintos puntos de Culiacán, hechos en el que fueron privadas de la libertad 66 personas.
Las privaciones se registraron en las colonias Villa Bonita, Plan de Oriente, Belcanto, la comunidad de La Noria, Industrial El Palmito, en fraccionamiento Los Ángeles y en Lomas del Magisterio.
Un día después fueron liberadas 42, entre las que había 24 adultos y 18 niñas y niños.
Posteriormente, el 24 de marzo, autoridades localizaron a otras 16 personas, 12 adultos y cuatro menores, y hasta este domingo 7 de abril se confirmó la liberación de las ocho restantes.
Por su parte, el presidente Andrés Manuel López Obrador aseguró que los secuestros masivos en Culiacán, Sinaloa, son por “una confrontación entre bandas”, y detalló que hay mil 800 elementos de las Fuerzas Armadas en el estado.
La serie fotográfica #PídemeUnRetrato busca acortar la distancia y crear un lazo entre quienes no pueden reencontrarse.
Gisela lleva sin abrazar a su hijo Edson más de 3.400 días.
Ella no lleva la cuenta, porque la distancia entre Caracas y Miami ha hecho que esos diez años se hayan vuelto eternos. El conteo lo hizo el fotógrafo venezolano Roberto Mata, quien se ofreció a hacerle un retrato a Gisela para regalárselo a su hijo, como parte de una serie fotográfica que busca acortar la separación que ha impuesto la migración venezolana en los últimos años.
“Yo lo extraño, pero no se lo digo porque se pone triste. Y no quiero eso”, se lee en la leyenda de la foto que publicó Mata en su cuenta de Instagram @robertomataphoto.
“Lo que yo quisiera poder hacer es visitarlo, cocinarle, hacerle sus postres. (…) Besitos, Edson, que Dios te bendiga”, cita a Gisela, que vive en Caracas.
Roberto cuenta que la idea de la serie #PídemeUnRetrato surgió a partir de su propia experiencia migratoria, que comenzó en 2019 cuando se mudó a Miami. “Tengo un hermano en Buenos Aires a quien no veía desde hace 7 años y finalmente en septiembre pude abrazarlo. Eso antes en Venezuela era impensable. No había razones para que estuviéramos tanto tiempo separados”, afirma Mata a BBC Mundo.
Entonces, pensó que podría ser útil haciendo lo que sabe hacer. “Yo he sido retratista toda mi vida”, asegura Roberto, quien comenzó a tomar fotos cuando tenía 12 años. “Pero lo mío siempre ha estado más vinculado a lo editorial, publicitario o corporativo. Esta vez, sería lo que no soy: un fotógrafo de portarretrato para crear un lazo adicional entre esas dos personas que están convencidas de que no se van a volver a ver”.
Comenzó publicando un particular aviso en su cuenta de Instagram que decía lo siguiente: “Se ofrece fotógrafo a domicilio para retratar a tu ser querido. A ese que, gracias a la distancia, llevas muchos años sin abrazar. Momento para que pele el diente frente a la cámara [sonreír] y te diga eso que no te ha dicho en todo este tiempo”.
Recibió un poco más de 100 solicitudes. Le llegaron historias de parientes en Estados Unidos, Suiza, Canadá, Argentina y España que deseaban tener un retrato actualizado de su familiar en Venezuela, reflejo de los numerosos destinos en los que se encuentra la diáspora de un país asolado por la crisis económica y política.
Descartó muchas y se quedó con aquellas que tuvieran más de 5 o 7 años separados, sin posibilidad de reunirse.
El retrato de Gisela fue el primero en publicarse el 24 de noviembre en su perfil de la red social. La mujer, de 71 años, sonríe a la cámara en el ambiente acogedor de la sala de su casa en San Antonio de los Altos, una localidad cercana a Caracas.
En el segundo retrato sale Maia, una niña de 9 años que tiene más de 2.400 días sin abrazar a su papá, que está en Europa. “Yo quiero dibujar con él, quisiera verlo pronto, porque tengo muchos años que no lo veo. Quiero que me lleve a un parque de diversiones”, le dice a Mata.
No luce triste en la foto. Todo lo contrario. Exhibe su mejor sonrisa, minutos antes de salir a su colegio. Y le pide a Mata que le envié a su papá una foto de una paloma “dálmata” que vio mientras se dejaba tomar la foto.
“Yo no quería convertir un regalo en una tragedia“, explica el fotógrafo. “Es un obsequio. Algo distinto. Bonito, con gente sonriendo. No quería armar un expediente. El drama ya está en la propia historia. No quería extenderlo más”.
Sin embargo, reconoce que no faltó quienes se quebraron cuando preguntó si creen que volverán a ver a su familiar. “Yo no puedo hacer nada para ver a Laura”, le contó Diamante (85 años) durante su sesión para el tercer retrato. “(Mi nieta) No puede venir, yo no puedo viajar sola, no tengo la capacidad, y si tuviera la capacidad de viajar, lo haría por poco tiempo“.
Diamante tiene más de 2.600 días sin abrazar a su nieta y entre ellas no existe la posibilidad de un reencuentro. “Yo adoro a Laura, la quiero ver, ella es mi sol… La aprieto fuerte, fuerte, al pecho, porque ella es la continuación de mi hija (fallecida). Mientras ella esté siento que también está mi hija”.
Mata confiesa que se contuvo más de una vez. Aunque lleva años retratando los problemas de Venezuela, el tema de la distancia le pega de cerca. Cuenta que son diez hermanos y sólo tres quedan en Venezuela.
“Uno de los peores castigos que se le puede hacer a una sociedad es separarla, sin la esperanza de un futuro mejor. La familia venezolana está rota y eso es irreparable. No tiene solución. Ya sea por la edad, los papeles o el dinero, no hay posibilidad de reencuentro. La fractura está hecha”.
Sin embargo, Paula (83 años) y Juan (89 años), por ejemplo, no pierden la esperanza. Llevan casi dos años sin abrazar a su nieto, Juan Pablo, y nadie les quita la idea de que volverán a encontrarse. “Yo estoy segura de que voy a poder ver a Juanpi, porque creo en Venezuela, en lo que estamos haciendo y, además, creo en mi salud”, dice.
Juan Pablo (27 años) esperó impaciente en Nueva York que le llegara la foto en la que aparecen sus abuelos. La vio a ella con sus labios pintados de rojo sonriendo al lado de su esposo, quien sale montado en una moto con una actitud inquebrantable a sus casi 90 años. De inmediato, le envío un mensaje de voz a Mata en agradecimiento:
“Vi la foto. Fue una verdadera genialidad que hayas montado a mi tato en la moto de mi primo. (risas) Me llenó de mucha buena energía. Ni me ha dado tiempo para la nostalgia, con eso te digo todo. Esta foto es lo que necesitaba para seguir adelante, subir a otro nivel y afrontar otra etapa de mi vida. Eso es lo que ha generado tu foto. Estoy con el corazón lleno”.
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Muchos venezolanos que han visto la serie #PídemeUnRetrato le aseguran a Mata que se sienten identificados con el tema de la distancia, aún cuando no tengan relación con los protagonistas de sus primeras imágenes.
Ese fue mi caso. Al ver sus retratos, pensé en mi hijo Andrés, que vive conmigo en Miami y lleva siete años sin ver a su abuela paterna en Venezuela. Ella sólo le celebró su primer cumpleaños. No puede viajar a Estados Unidos, porque no tiene visa y nosotros no podemos salir. Se lo comento a Mata durante esta conversación y su respuesta fue inmediata: “¡Vamos a retratarlo!”.
“Qué hermoso, estoy superemocionada, no te imaginas lo sensible que estoy con ese regalo”, dice su abuela al ver el retrato de Andrés.
“Es lo máximo que me han podido regalar en años. Cómo quisiera darle un abrazo fuerte”.
“Hemos naturalizado tanto la distancia que nos hemos desconectado”, reflexiona Mata. “El ánimo de este trabajo fotográfico es el reencuentro“.
Piensa seguir buscando historias en sus próximos viajes. Tiene previsto uno a Nueva York y otro a Alemania. Prevé publicar otro aviso ofreciendo su servicio de fotógrafo a domicilio con sus nuevas coordenadas. No se le puede contratar, aclara. Sólo contarle tu historia y pedirle a tu familiar que “pele el diente” (sonría).
Él se encargará de hacer el retrato y de enviarlo como lo que es: un regalo.
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