Luego de dieciocho días de paro, la dirección de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala anunció el reinicio de las actividades académicas este 23 de octubre, decisión que fue rechazada por los estudiantes que hasta la noche del martes mantenían tomado el plantel perteneciente a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
A través de redes sociales, la FES Iztacala informó que el acuerdo para reanudar las actividades fue tomado por el H. Consejo Técnico en una sesión extraordinaria, “en virtud de que, mediante el diálogo respetuosos y la negociación, se alcanzaron acuerdos sustanciales para resolver las solicitudes de cada uno de los pliegos petitorios presentados por las y los representantes estudiantiles“, esto, “con el objetivo primordial de disminuir las afectaciones a los procesos formativos del estudiantado”.
Sin embargo, alumnos entrevistados por el medio rechazaron la decisión de desconocer el paro de actividades, que de acuerdo con su versión se dio sin el consenso de la comunidad universitaria y sin haber acordado las acciones mediante las cuales se dará cumplimiento a las exigencias planteadas por las distintas carreras.
Por ello anunciaron que mantendrán al menos por 24 horas más la toma del plantel para que el H. Consejo Técnico sesione nuevamente y tome en cuenta las voces de los estudiantes.
Representantes estudiantiles explicaron que habían acordado con la dirección de la FES Iztacala que esta semana tendrían mesas de diálogo para la revisión puntual de los pliegos petitorios de cada área y la calendarización de las actividades que quedaron suspendidas, temas que, hasta ahora, “habían quedado en una ambigüedad”.
Por esta razón, los alumnos se vieron sorprendidos la mañana de este martes, cuando sin haberles consultado la FES Iztacala informó que se reanudarían las actividades académicas y a la par se llevarían a cabo las mesas de diálogo.
“Consideramos que es una acción un tanto autoritaria, porque no están dialogando, simplemente están imponiendo que se va a levantar el paro, aunque nosotros seguimos con la exigencia de las mesas de diálogo para abordar las cuestiones que siguen sin resolverse, como los casos de violencia de género y algunas de las necesidades que se tienen en carreras como biología y odontología”, agregaron los estudiantes.
De acuerdo con los representantes, “no nos negamos a levantar el paro, pero están tomando la decisión saltándose el diálogo con la comunidad, sin escuchar si estamos conformes y sin atender los cuestionamientos puntuales. Nosotros negociamos la reanudación de actividades, pero ellos respondieron con un rotundo no, y ahora están tomando decisiones unilaterales”.
Ante lo que consideran “una actitud de cerrazón” por parte de la dirección de la FES Iztacala, los estudiantes demandaron la intervención de la Rectoría de la UNAM, “porque aquí ya tienen mecanizado el proceso para deslegitimar al movimiento sin prestarse al diálogo”.
“Por ahora mantendremos tomada la dirección, y nos encontramos en un proceso de asesoría legal para poder continuar con las demandas y tener un diálogo más contundente con las autoridades, que ojalá pueda ser supervisado o auditado por una instancia que no sea el Consejo Técnico”, expresaron.
Este miércoles, los estudiantes mantendrán la toma de las instalaciones, a la espera de que se reanude el diálogo con las autoridades universitarias. En caso de que esto no ocurra, evaluarán los pasos a seguir.
El paro de labores en la FES Iztacala comenzó el pasado 4 de octubre, cuando estudiantes de las distintas carreras del plantel acordaron la suspensión de actividades en demanda de seguridad, mayor número de lugares para inscripción de material y la mejora de la infraestructura de salones y laboratorios.
Otro de los puntos del pliego es la capacitación y actualización del personal administrativo y académico para mejorar la atención de los estudiantes y que se sancione a quienes cuentan con denuncias de acoso u hostigamiento de índole sexual o con el fin de humillar a los jóvenes.
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Además, los estudiantes pidieron a las autoridades el compromiso de no represalias de ningún tipo “ante la libre discusión de ideas, libertad de asociación y expresión, puesto que los fines últimos de estos medios son la obtención y protección de una educación digna, de calidad”.
A estas peticiones, se sumaron las demandas planteadas por las distintas carreras, ya que los alumnos aseguran que existen problemáticas que afectan de manera particular en cada una.
No poder leer la hora en el reloj o calcular el cambio correcto en las compras son algunas de las dificultades que enfrentan quienes tienen discalculia.
La incapacidad para dar la hora con su propio reloj de pulsera, contar el cambio en el supermercado o memorizar su propio número de teléfono son dificultades que llevaron a la psicóloga Larissa Pessoa a descubrir que tenía un problema con los números, que ella creía que era algo normal, pero en realidad era un trastorno del aprendizaje.
Denominado discalculia, el trastorno del aprendizaje diagnosticado a Pessoa consiste en una dificultad inusual para comprender y manejar números y conceptos matemáticos.
“He tenido problemas con los números desde siempre. En el colegio era un reto entender lo que decían mis profesores de matemáticas e incluso estudiando durante horas no conseguía entenderlo”, dice la psicóloga de 26 años.
En aquella época, como no entendía las matemáticas, los profesores la tachaban de estudiante rebelde que no quería estudiar, lo que la llevó a abandonar la escuela.
Pessoa terminó el bachillerato en Brasil -donde vive- mediante un examen especial para personas que no han terminado la primaria o la secundaria en la edad correspondiente.
“Descubrí que tenía discalculia a los 18 años. Recuerdo que cuando buscaba el término en internet, la mayoría de lo que aparecía eran informes o artículos en inglés, porque en Brasil ni siquiera se hablaba de este trastorno del aprendizaje”, cuenta.
Isabela Aquino, de 20 años, vivió una situación similar en la escuela. Esta estudiante de artes visuales dice que, además de tener dificultades con las matemáticas, otro dilema al que se enfrenta hasta hoy es cómo ve la gente su problema.
“Cuando mucha gente ve a alguien que no puede entender un reloj de manecillas o tiene problemas para hacer operaciones matemáticas sencillas, piensan que somos de otro mundo”, dice.
El problema es que esta dificultad con los números no solo repercute en los estudios, sino también en la vida financiera de quienes padecen discalculia.
La ejecutiva de publicidad Jenifer Mendes, de 36 años, cuenta que es habitual que se equivoque con el valor de sus compras.
“Me he encontrado en una situación en la que pensaba que estaba gastando 100 reales en una tienda y cuando llegué a la caja descubrí que todo costaba 1.000 reales. Todo por mi dificultad para calcular”, dice.
“En estas situaciones no puedes evitar sentir vergüenza”.
Otra dificultad común para los que tienen discalculia es cuando se trata de hacer una simple receta de cocina.
“He tenido situaciones en las que no podía hacer un pastel porque no era capaz de saber añadir la cuarta parte de un determinado ingrediente”, dice Larissa. “Incluso recordar qué número corresponde al mes es difícil. Por ejemplo, sé que el tres se refiere al mes de marzo y hasta ahí llego. Si me preguntas qué número corresponde a octubre, no lo sé”.
Ana Helena Guimarães, de 21 años, estudiante de educación física, dice que, como tiene problemas de aprendizaje, ha empezado a crear mecanismos para sufrir menos en el día a día.
“Siempre uso una tarjeta de crédito para evitar que alguien me pida diez centavos para hacer más fácil darme el cambio y quedarme delante del dependiente sin entender”, dice Ana Helena.
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En la discalculia, la dificultad con los números no puede ser superada con tutorías, porque la dificultad en su comprensión es resultado de un trastorno del neurodesarrollo, que es una alteración en el desarrollo cerebral que aparece en los primeros años de vida y persiste hasta la muerte.
“En otras palabras, el niño nace con una disfunción en las áreas cerebrales que procesan las habilidades matemáticas”, explica Camila León, psicopedagoga y profesora invitada de la Asociación Brasileña de Dislexia (ABD).
Los trastornos del neurodesarrollo incluyen el Trastorno del Espectro Autista (TEA), el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) y los Trastornos del Desarrollo del Aprendizaje (TDAA), que incluyen por separado los trastornos del aprendizaje de la lectura (dislexia), de la escritura (disgrafía) y el trastorno del desarrollo del aprendizaje con afectación de las matemáticas (discalculia).
La profesora Patrícia Abreu Pinheiro Crenitte, una experta en la materia, explica que la discalculia está causada por una combinación de factores genéticos, neurológicos y ambientales.
“Aunque la discalculia tiene una base neurológica y genética, los factores ambientales también pueden influir en ella. La falta de exposición a una enseñanza adecuada de las matemáticas, las situaciones de estrés emocional o las condiciones socioeconómicas pueden agravar o contribuir a la aparición de dificultades matemáticas”, explica.
“Estos factores por sí solos no causan discalculia, pero pueden intensificar los síntomas en individuos que ya están predispuestos”.
Julia Beatriz Lopes Silva, profesora de la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG), advierte que la primera señal de que una persona tiene discalculia es cuando su rendimiento con los números está cuantitativamente por debajo de lo esperado para su edad cronológica.
“Los síntomas de la discalculia pueden manifestarse de forma diferente en cada grupo de edad. Los niños, por ejemplo, tienen dificultades básicas para aprender a contar, comprender conceptos de cantidad, memorizar tablas o aprender operaciones matemáticas básicas”, explica.
“En el caso de los adolescentes y adultos, es posible observar dificultades para aplicar las matemáticas en situaciones prácticas de la vida diaria, como calcular el cambio, manejar horarios o gestionar las finanzas personales”, continúa.
Camila León, psicopedagoga y profesora invitada de la Asociación Brasileña de Dislexia señala que normalmente la primera persona que sospecha que alguien puede tener discalculia es el profesor, ya que puede comparar al alumno con los demás de la clase.
El problema es que, al tratarse de un nuevo trastorno del aprendizaje, muchos profesionales de la educación no lo conocen.
Para diagnosticar la discalculia hay una evaluación multidisciplinar.
“A veces serán útiles pruebas de cociente intelectual o pruebas de imagen, pero no para el diagnóstico de la discalculia en sí, sino para descartar otras condiciones neurológicas que puedan estar interfiriendo en el aprendizaje”, señala el neuropediatra brasileño Júlio Koneski.
“También existen las ‘pruebas de rendimiento escolar’, que están estandarizadas y se convierten en herramientas útiles para el diagnóstico”.
Según Koneski, durante el diagnóstico, el neuropediatra analiza la trayectoria de aprendizaje a lo largo de los primeros años escolares y si existe algún grado de dificultad en otras áreas (lectura y escritura).
“La información procedente de la escuela, a través de informes y cuadernos de análisis, así como de otros profesionales, como psicólogos y pedagogos, puede complementar el diagnóstico”.
Julia Beatriz Lopes Silva, profesora de la UFMG, subraya que la discalculia suele detectarse a partir de los 7 años.
Aunque no existe cura para este trastorno del aprendizaje, hay intervenciones pedagógicas y tratamientos centrados en las habilidades matemáticas que pueden ayudar a mejorar el rendimiento y la calidad de vida de quienes lo padecen. Algunos ejemplos de intervenciones son:
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