Para entender mejor
El reclamo al exgobernador, Enrique Alfaro, y al actual gobernador Pablo Lemus, en Guadalajara, Jalisco, y la exigencia a la presidenta Claudia Sheinbaum de escucha y diálogo con las familias de personas desaparecidas desde el Zócalo capitalino marcaron la jornada de luto nacional que se convocó este sábado tras el hallazgo de un campo de reclutamiento y exterminio en Teuchitlán.
“Presidenta: ¿Nos ves?”, se leía en letras blancas en un Zócalo capitalino que se convirtió la tarde y noche de este sábado en un croquis del Rancho Izaguirre, en Teuchitlan, Jalisco, donde la semana pasada fue hallado un campo de reclutamiento y exterminio.
Seguido de las letras blancas, trazos circulares y rectangulares marcaban distintas áreas del rancho: baño, centro de confinamiento, caseta, fosa… Al interior de cada una, hileras de zapatos, cada par con una veladora y marcado con un número escrito en un pequeño cuadro de papel, recordaban, frente a las puertas de Palacio Nacional, el horror.
Unas horas antes, cerca de las 3 de la tarde, la jornada de oración y vigilia había comenzado al interior de la Catedral Metropolitana, donde los carteles y fichas de búsqueda de personas desaparecidas formaron una alfombra sobre las escalinatas al altar, mientras el obispo que presidía, Javier Acero Pérez, llamaba a autoridades y sociedad a voltear a ver a las familias que buscan ante la inacción de las instituciones, al tiempo que ofreció una disculpa a nombre de su Iglesia católica si en algún momento ha sido indiferente.
“No podemos callarnos ante esta realidad. No tengamos miedo para acercarse, expresarse, escucharse, mirarse, conocerse, tratar de comprenderse, buscar juntos el contacto, que al final todo esto se resume en diálogo con todos los actores sociales que sufrimos este daño”, llamó.
Cuando la ceremonia terminó, afuera, en la plaza principal del país, ya comenzaba a pintarse el mensaje central junto con el croquis del Rancho Izaguirre. Poco más de una hora después, las familias lanzaron un mensaje de exigencia a la presidenta Claudia Sheinbaum frente a Palacio Nacional:
“Hace nueve meses una mayoría de votantes la eligió a usted para presidir la República… pero a pesar de las expectativas de tantas víctimas que también ejercimos nuestro derecho al voto, usted parece no querer voltear a vernos: no nos nombra, parece no escucharnos y no se dirige a nosotras”, se escuchó debajo de una carpa roja colocada cerca del asta. La referencia recordaba a lo que tantas veces ha repetido la Presidenta en torno a otras agendas: “Lo que no se nombra, no existe”.
“Sin embargo —continuó el pronunciamiento en voz de Ana Enamorado—, queremos creer que usted sabe que somos madres y padres, hermanas y hermanos, hijas e hijos, vecinos y amigos, que buscamos con esperanzas y zozobra, varillas y uñas, a nuestros seres queridos. Usted debe saber que somos nosotras, las familias, quienes ante la omisión del Estado hemos asumido la responsabilidad y la carga de la búsqueda”.
Desde que la carpa comenzó a instalarse y las familias pedían a los asistentes colocar los pares de zapatos con la punta viendo hacia Palacio Nacional, decenas de personas —a veces desde la solidaridad, a veces desde la curiosidad— comenzaron a congregarse alrededor y a cada tanto, entre los discursos, llegó a escucharse: “No están solas, no están solas”.
Cuando por el micrófono se mencionó un agradecimiento que las familias de todo el país –que se sumaron, sin distingos, a la convocatoria– le daban al Colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco y se mencionó su valentía, surgió un aplauso colectivo que hizo que la lectura parara por unos momentos, sólo para después seguir: “Pusieron al descubierto el infierno y el horror en Teuchitlán, al igual que lo hacemos los colectivos y familias en tantos lugares del país”.
A la Presidenta le pidieron que no la engañen ni se engañe: reiteraron que no pertenecen a ningún partido político ni tienen otras banderas que no sean la verdad, la justicia y la presentación de sus seres queridos con vida. Rechazaron cualquier otra idea, incluso la que impulsó más tarde un grupo de asistentes que gritó consignas contra el gobierno frente a Palacio Nacional, terminó retirando las vallas que lo rodeaban y mantuvo un grito colectivo ante una línea de policías replegada hacia la pared del inmueble.
“Las familias no convocaron a ningún acto violento; a las personas que llegan a la acción les pedimos que se acerquen al asta bandera, las familias no convocaron a esta acción, quienes vienen a la velada, les pedimos que nos vayamos replegando hacia el asta bandera, por favor. Las familias no convocaron a ninguna acción violenta”, rechazaron en el megáfono cuando el grupo que gritaba hacia la línea de policías en Palacio Nacional decidió permanecer ahí.
Para las familias, fue más importante remarcar que si bien la desaparición forzada de personas se remonta al periodo neoliberal y se agudizó durante el sexenio del expresidente Felipe Calderón, no se ha contenido ni se contiene ahora. Por el contrario, se generaliza y el dolor se multiplica en todos los estados de la República.
Pidieron al gobierno de Sheinbaum que asuma la existencia de más de 120 mil personas desaparecidas en el país, reconozca el trabajo colectivo de las familias que buscan, apoye a las que viven amenazadas, sancione a los servidores públicos que permitieron el horror de Teuchitlán, identifique los cuerpos de personas en fosas, fortalezca las estrategias de búsqueda, reactive el Centro Nacional de Identificación Humana con suficientes recursos y construya un sistema judicial que resuelva las demandas de las víctimas.
La unión de los colectivos se hizo patente en los actos sucesivos, cuando tomaron sus manos viendo hacia Palacio Nacional alrededor de las letras en blanco “Presidenta, ¿nos ves?”. Luego siguió un acto ecuménico con la representación de diversas espiritualidades: se vieron manos en alto hacia diferentes puntos cardinales, minutos de silencio, oraciones, consignas para que no haya un desaparecido más ni una mamá que pierda la vida en su búsqueda.
Las plazas públicas en diversos estados del país, subrayaron, se convirtieron este sábado en espacios sagrados, con zapatos que representaron las vidas que hacen falta, y velas que las siguieron iluminando cuando la oscuridad cayó sobre el Zócalo y solo se escuchaba el murmullo de gritos frente a la línea de policías de Palacio Nacional, opacados por la memoria representada por gotitas de fuego en toda la plancha que mantenían encendida la voz uniforme de las familias: “Teuchitlán, nunca más”.
Plaza Imelda Virgen: “Alfaro sí sabía y Lemus le seguía”.
Se trata de la consigna que mantenían colectivos, familias buscadoras y el público en general que abarrotaron la Plaza Imelda Virgen, frente al Palacio de Gobierno.
Los asistentes señalaron a las autoridades estatales pasadas y presentes por las omisiones en el caso. “Se ve, se siente, gobierno delincuente”, “Narcogobierno” y “Lemus decía que todo cambiaría”, gritaban, mientras una piñata con el rostro del actual gobernador de Jalisco, Pablo Lemus, era lanzada una y otra vez entre los asistentes del recinto.
El Rancho Izaguirre fue intervenido por la Guardia Nacional desde el 18 de septiembre de 2024, durante la administración del gobernador Enrique Alfaro. Sin embargo, en ese entonces sólo se reportó la localización de dos personas privadas de la libertad y de un cadáver cubierto con plástico. Diez personas fueron detenidas y vinculadas a proceso por estos hechos.
Fue hasta el pasado 5 de marzo, cuando integrantes del colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco ingresó al sitio tras una serie de reportes recibidos en llamadas anónimas y tuvo el hallazgo de al menos tres hornos crematorios clandestinos, así como de segmentos óseos calcinados en el lugar.
“Este hallazgo que debía ser producto de una investigación oficial, fue descubierto gracias al incansable esfuerzo de los colectivos y familias buscadoras. Nosotras las familias hemos tenido que hacer el trabajo que el Estado se niega a realizar. Con datos de testimonios y datos de operativos, desde hace años este lugar ha sido un centro de exterminio y reclutamiento forzado, operando bajo la permisibilidad y omisión de las autoridades”, mencionó a través de un altavoz, Marleti, fundadora del colectivo Entre Cielo y Tierra.
En la desesperación por no obtener respuesta de las autoridades, una media docena de asistentes comenzaron a escalar los muros del Palacio de Gobierno. En los descansos de las ventanas se les podía ver de pie mientras sostenían fichas de búsqueda, pancartas de más de un metro de alto para mostrar el rostro de su desaparecido, y una serie de zapatos eran colgados en la herrería de las ventanas.
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Minutos después, ante los estallidos dirigidos a la doble puerta de madera del Palacio de Gobierno, fue sigilosamente abierta de lado derecho, pero solo salieron elementos de la Policía Estatal a resguardar el ingreso. Ninguna autoridad se presentó. Los manifestantes furiosos exigían la salida de Pablo Lemus del recinto para “dar la cara”.
Los colectivos Entre Cielo y Tierra Oficial, y Luz de Esperanza, —convocantes de la manifestación—, reconocieron que previo o durante el evento ningún representante de la autoridad se pronunció, tuvo algún acercamiento o invitó al ingreso de una comitiva al Palacio de Gobierno.
“No es coincidencia que los hallazgos de fosas clandestinas y crematorios sigan en aumento, mientras la Fiscalía de Jalisco minimiza los hechos. La falta de indulgencia en operativos previos demuestra que han sido encubiertos o en el peor de los casos tolerado… La inacción de los ministerios públicos, la resistencia a realizar diligencias periciales y limitaciones impuestas a las búsquedas en fosas, revelan la apuesta clara, la impunidad y la opacidad. Exigimos respuestas y acciones inmediatas”, agregó Marleti en el parlante.
Las familias decidieron colocar una red en color rojo, —que simulaba sangre— a la altura de la puerta del Palacio de Gobierno. Arriba de la red, colocaron todo tipo de zapatos: tenis, tacones, sandalias, zapatos formales y zapatos infantiles, para recordar las más de 15 mil desapariciones en Jalisco que siguen sin ser resueltas.
“No olvidamos”, fue una de las últimas frases coreadas en colectivo para recordar la deuda que tiene el Gobierno de Jalisco con dar respuestas ante la crisis de desapariciones y la exigencia a obtener más respuestas sobre lo ocurrido en el Rancho Izaguirre, sus responsables y los datos de las investigaciones en el predio.
La hospitalización del papa Francisco ha evidenciado, según los expertos, un vacío normativo en el Vaticano que deja varias cuestiones sin resolver.
El papa Francisco, de 88 años, enfrenta una crisis de salud que mantiene en vilo a millones de católicos en todo el mundo.
Desde el 14 de febrero permanece ingresado en el Hospital Gemelli de Roma por una grave infección pulmonar que evolucionó a neumonía bilateral.
En los últimos días sufrió episodios de insuficiencia respiratoria aguda, lo que requirió intervenciones médicas urgentes -como la ventilación mecánica no invasiva- para facilitar su respiración.
Aunque el pontífice está consciente, su estado sigue siendo delicado al presentar un cuadro “complejo”, según los médicos.
Además de las preocupaciones por su salud, la hospitalización de Francisco ha evidenciado, según algunos expertos, un vacío normativo dentro de la Iglesia que deja sobre la mesa varias cuestiones sin resolver.
Una de ellas es qué sucede si un Papa no puede seguir gobernando, pero tampoco ha fallecido ni ha renunciado.
El Papa es la máxima autoridad de la Iglesia católica y del Estado Vaticano, por lo que su liderazgo es vital tanto en la dimensión religiosa como en la administrativa y la diplomática.
Como solo lleva unos días hospitalizado y mantiene la lucidez, de momento no se han observado trastornos importantes en la actividad de la Santa Sede.
“Los departamentos del Vaticano ya tenían su calendario programado. Este año se celebra el Jubileo y todo el programa ya estaba previsto”, indica a BBC Mundo Filipe Domingues, director del Centro Laico en Roma y especialista en asuntos del Vaticano.
El experto aclara que “los responsables de cada dicasterio pueden dirigir sus propias áreas, más o menos como ministros en un gobierno, por lo que no es necesario que el Papa tome cada decisión individualmente”.
Algunas tareas específicas sí están reservadas exclusivamente al pontífice, como los nombramientos de obispos, aprobar las canonizaciones de nuevos santos y sus mensajes a los fieles de los miércoles o domingos.
“Estos mensajes están saliendo, pero de manera limitada. Cuando él puede aprobarlos, se publican. Si no puede, tardan más en salir”, explica el experto.
Cuando el Papa no puede ejercer sus funciones de manera presencial, la administración de la Iglesia recae en la Curia Romana, el órgano de gobierno eclesiástico, y especialmente en el Secretario de Estado del Vaticano, cargo que actualmente ocupa el cardenal Pietro Parolin.
“Si el Papa no estuviera consciente, por ejemplo, todo seguiría más o menos igual: cada cardenal tiene su propio rol en el Vaticano y el secretario de Estado desempeña un papel muy importante en este contexto”.
Parolin supervisa asuntos diplomáticos y administrativos y actúa como una especie de “primer ministro” del Vaticano.
Sin embargo, su autoridad no sustituye la del Papa: el secretario de Estado “no puede tomar las decisiones que corresponden al pontífice, como por ejemplo el nombramiento de obispos”, subraya Domingues.
“Si el Papa no está consciente, no habrá nuevos nombramientos. Se tendrá que esperar -no existe un ‘vicepapa’- pero pueden seguir ejecutando los proyectos que ya estaban diseñados, manteniendo las prioridades del pontífice”, explica.
Mientras tanto, las celebraciones religiosas y eventos eclesiásticos siguen adelante.
Por ejemplo, el pasado domingo el arzobispo Rino Fisichella presidió la Misa Jubilar en la Basílica de San Pedro que originalmente debía oficiar el Papa.
En todo caso, aunque la Santa Sede cuenta con ciertos mecanismos para mantenerse operativa en ausencia de su líder, existen carencias en su sistema normativo que podrían plantear dificultades si la salud del pontífice se complica por un período más largo.
A diferencia de lo que ocurre en caso de fallecimiento o renuncia, donde existen normas bien establecidas para la sucesión, no hay un protocolo claro para delegar el liderazgo de la Iglesia si el Papa no puede ejercer plenamente sus funciones debido a una enfermedad grave.
La Santa Sede tampoco cuenta con un mecanismo para sustituir temporalmente al pontífice por enfermedad o incapacidad.
El director del Centro Laico atribuye esto, en parte, a la tradición e idiosincrasia de la Iglesia católica.
“Hay una comprensión de que el Papa es el sucesor de San Pedro, el líder de la Iglesia, y que su papel va más allá de un simple cargo. No es solo un puesto de trabajo que alguien ocupa temporalmente y luego deja”, explica.
Agrega que “uno de los títulos del Papa es ‘Vicario de Cristo’, lo que significa que es el principal representante de Cristo en la Tierra; por eso el planteamiento de ‘si ya no está bien, pongamos a otro’ no encaja con la lógica de la Iglesia”.
“La actitud es más bien: ‘Recemos por él para que mejore o pase por esta situación en paz. Y cuando llegue el momento, haremos lo que tengamos que hacer'”, explica el experto.
Los expertos señalan que el derecho canónico, que prevé procedimientos detallados para la sucesión papal en caso de muerte o renuncia, deja un vacío legal cuando el Papa sigue vivo pero no puede ejercer plenamente sus funciones.
El Canon 335 menciona la posibilidad de que la Santa Sede esté “vacante o totalmente impedida”, pero no define qué significa “totalmente impedida” ni establece pasos a seguir en ese escenario.
En el caso de los obispos, por ejemplo, la Iglesia sí tiene normas: según el Canon 412, una diócesis puede considerarse “impedida” si su obispo no puede ejercer su autoridad por razones de enfermedad, exilio o cualquier otra circunstancia, y el mando pasa a manos de un obispo auxiliar o vicario general.
Sin embargo, al no haber una disposición equivalente para el Papa, queda abierta la pregunta sobre quién debería asumir su rol en caso de incapacidad.
En teoría, si un Papa no pudiera continuar en su cargo por motivos de salud, la única solución sería su renuncia.
Esto ocurrió en 2013 con Benedicto XVI, quien dimitió alegando que su deterioro físico ya no le permitía ejercer su labor.
Francisco, consciente de esta posibilidad, confirmó en 2022 que había dejado escrita una carta de renuncia para ser utilizada en caso de incapacidad médica.
Sin embargo, existe la incógnita de cómo se activaría esta renuncia si el Papa ya no estuviera en condiciones de manifestar su voluntad, ya que el derecho canónico establece que una dimisión papal debe ser “libre y manifiesta”.
En el caso de Benedicto XVI (2005-2013) él mismo anunció públicamente su renuncia; pero, si Francisco quedara en coma o sufriera una demencia avanzada, se plantea la duda de quién decidiría si su dimisión redactada con anterioridad es válida.
“Si el Papa tuviera Alzheimer y llegara un momento en el que ya no pudiera tomar la decisión por sí mismo, alguien de la Secretaría de Estado debería hacer pública la carta y presentar un informe médico”, considera Domingues.
“No conocemos los detalles de la carta, pero se mencionó algún tipo de incapacidad. Supongo que se necesitaría una declaración médica que confirmara que la situación será prolongada y que probablemente no podrá recuperarse”, agrega.
Y, si por algún motivo se descarta esta opción, “la Iglesia simplemente continúa hasta que termine el pontificado, lo que sucede cuando el Papa fallece. Así que hay que seguir adelante. No es lo ideal, pero ha ocurrido antes en la historia”, apunta el experto.
Existen precedentes históricos de cartas de renuncia papales, como la de Pablo VI, quien redactó un documento para pedir que se aceptara su dimisión si enfermaba gravemente.
Sin embargo, su misiva nunca se utilizó y Pablo VI permaneció en el cargo desde 1963 hasta su fallecimiento en 1978.
Ante la falta de normas claras sobre la incapacidad papal, algunos especialistas en derecho canónico han propuesto reformas.
En 2021 un grupo de expertos sugirió que, en caso de que un Papa quedara completamente incapacitado, el Colegio de Cardenales debería asumir la gestión de la Iglesia y designar una comisión para evaluar periódicamente su estado de salud.
Esta propuesta implicaría que un comité médico revisara su estado de salud cada seis meses y, si se determinara que no puede seguir en su cargo, el Colegio de Cardenales podría activar un proceso para la elección de un sucesor.
Sin embargo, hasta ahora el Vaticano no ha aplicado ninguna de estas ideas, lo que significa que la Iglesia sigue sin un mecanismo formal para abordar la incapacidad prolongada de un Pontífice.
Preguntado sobre si existe debate dentro del Vaticano para reformar el derecho canónico en este sentido, Filipe Domingues dice “no haber escuchado nada al respecto”.
“No creo que haya planes en ese sentido, porque siempre existe la posibilidad de renuncia, y sigue siendo una opción”. afirma el director del Centro Laico.
Y agrega: “Por ahora estamos en una situación en la que él está consciente. Cada día informan de que está lúcido y al tanto de lo que le sucede a él y a la Iglesia. Todavía no hemos llegado a ese otro escenario”.
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