El Consejo de la Judicatura de la Ciudad de México removió de su cargo a la doctora Patricia Crespo, directora del Instituto de Servicios Periciales y Ciencias Forenses (Incifo), agradeciéndole “los servicios prestados a la administración de justicia”, sin atender las denuncias de peritos y médicos forenses, que la acusaban por provocar un ambiente de “acoso laboral” y armar una supuesta red de nepotismo al interior del recinto.
La noticia fue informada a todo el personal del Incifo a través de un oficio en el que se les informó que la decisión se tomó “atendiendo a las necesidades del servicio, y tomando en consideración que hasta el momento no se ha realizado la designación de la persona titular del Instituto”, derivado de la reforma judicial.
No obstante, las autoridades señalaron que la doctora Patricia Crespo se incorporó a sus labores como jefa de Unidad Departamental de Anfiteatro y Patología, a partir del 1 de julio de 2025, sin informar sobre el inicio de algún procedimiento para investigar las denuncias en su contra.
Desde el 29 de mayo de 2025, las y los trabajadores del Poder Judicial de la Ciudad de México (PJCDMX) iniciaron un paro de labores demandando un aumento salarial, mejora en sus condiciones de trabajo y la renovación de su sindicato, protestas a las que se sumaron el personal del Incifo a mediados de junio, aunque de forma activa para no aumentar la crisis forense por la que atraviesa la capital del país.
En particular, los peritos y médicos forenses pedían que se destituyera a la directora, Patricia Crespo, por supuestamente provocar un ambiente de “acoso laboral” y tener toda una red de amiguismo y nepotismo que deciden la organización del lugar a su antojo; así como al director de Tanatología, Andrés Oriol, quién aparece en una fotografía y diversos videos jugando con cadáveres y segmentos óseos.
El Consejo de la Judicatura informó que, en lugar de la doctora Patricia Crespo, designó al doctor Jaime Cárdenas Camacho, actualmente con el cargo de subdirector de Clínica Forense y de Laboratorios, para que funja como encargado de despacho del Instituto por un periodo de un mes o antes, si el Consejo así lo determina.
También informó sobre la designación de la doctora Erika Cedillo Ochoa, médico forense adscrita al Instituto, para ocupar el cargo de encargada del despacho de la subdirección de Clínica Forense y de Laboratorios, por el mismo periodo que Cárdenas.
En su oficio, el Consejo de la Judicatura no mencionó ningún cambio en el área Tanatología, dirigida por Andrés Oriol ni tampoco alguna respuesta a las demandas de las y los peritos y médicos forenses que por la falta de material, acumulan cadáveres sin identificar o mal almacenados.
Sobre este asunto, el magistrado Rafael Guerra Álvarez, presidente del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México (TSJ-CDMX) aseguró que no es que exista falta de insumos dentro del Incifo, sino que se debe a que el trabajo “rebasa” a las y los peritos y médicos.
“No es tanto que haya falta de material, vamos a decirlo de otra forma, es mucho el trabajo que hay. El Incifo es una de las mejores instituciones que hay tanto a nivel nacional como en Latinoamérica. Y que los otros estados de la República también nos piden trabajo […] O sea, sí tenemos el material suficiente para trabajar, pero el trabajo nos rebasa”, dijo en una conferencia en la que, pese a no llegar a ningún acuerdo, pidió a los trabajadores del Poder Judicial retomar sus labores.
Además, sobre las denuncias contra el director de Tanatología, Andrés Oriol, Guerra Álvarez señaló que los videos fueron tomados desde hace un año, misma fecha en la que inició una investigación desde la Contraloría, que será la encargada de deslindar responsabilidades.
“Quiero aclararles y decirles que se está investigando en qué momento se realizó esto, lo que aparece en las fotos, los videos, porque quiero decirles que por lo menos en esta administración, definitivamente que no se llevan este tipo de actos, definitivamente que no. Vuelvo a repetir, ya está en investigación en la Contraloría y estamos esperando los resultados”.
Más de 250 personas han muerto en los recientes enfrentamientos entre las fuerzas del gobierno sirio y los combatientes drusos. ¿Qué es esta minoría religiosa?
Una nueva ola de violenta sectaria ha sacudido Siria, poniendo de relieve el frágil panorama de seguridad del país mientras el nuevo gobierno intenta imponer su autoridad sobre el territorio fracturado.
El domingo 13 de julio, la supuesta abducción de un comerciante de la minoría drusa desató días de enfrentamientos mortales entre milicias drusas y combatientes beduinos sunitas en el sur del país.
Dos días después, el martes 15 de julio, Israel intervino militarmente, diciendo que sus fuerzas buscaban proteger a los drusos y eliminar a las fuerzas progubernamentales acusadas de atacarlos en Suweida.
Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, al menos 300 personas han muerto en Suweida desde el domingo.
Se trata del último episodio de violencia en el país, desde que los enfrentamientos en abril y mayo entre los combatientes drusos y las nuevas fuerzas de seguridad de Siria dejaran a decenas de muertos.
Antes, en marzo, ya se habían registrado combates en las provincias costeras, que se saldaron con cientos de miembros de la minoría alauita, a la que pertenece el depuesto presidente Bashar al Asad, fallecidos.
Todo ello ha reavivado los temores de un colapso de la seguridad en Siria, a medida que el país enfrenta las consecuencias de más de una década de guerra civil, y la reciente toma de poder de los rebeldes liderados por islamistas en Damasco en diciembre de 2024.
El actual líder de Siria, el exyihadista Ahmed al Sharaa, ha prometido proteger a las minorías.
Pero muchas comunidades minoritarias, entre ellas los drusos, desconfían de su palabra.
Los drusos están divididos en territorios de Líbano, Israel, el Golán ocupado y Siria.
En los últimos días, Israel afirmó haber bombardeado a las fuerzas gubernamentales sirias en los alrededores de Sweida, que afirman haber sido enviadas a la provincia para detener los enfrentamientos sectarios.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, dijo que había ordenado ataques contra los depósitos de armas porque el gobierno sirio “tenía la intención de utilizarlas contra los drusos”.
Ya desde principios de este año, Netanyahu advirtió que no toleraría ninguna amenaza contra esta comunidad.
Siria ha condenado la intervención de Israel.
El pueblo druso es una comunidad étnica y religiosa de habla árabe y con prácticas y creencias propias, cuya fe se originó como una rama del islam chiita.
Aunque se les conoce como drusos, ellos se refieren a sí mismos como al Muwahhidun, que significa “el pueblo de la unidad”. Su fe se basa en la idea de que Dios es incognoscible, indescriptible y absoluto.
Considerada una de las comunidades más antiguas de Medio Oriente, los drusos han logrado preservar su presencia durante siglos.
Nadie puede convertirse a su fe y aquellos que la abandonan nunca pueden volver. También está prohibido contraer matrimonio con alguien externo a la comunidad.
Tienen textos sagrados, pero el acceso a ellos está restringido y solo un pequeño número de drusos considerados espiritualmente avanzados pueden participar en los rituales religiosos.
No tienen permitido compartir los detalles de sus creencias ni sus prácticas religiosas. Por ello, a menudo se les considera una comunidad misteriosa.
Cultural, lingüística y étnicamente, se les considera árabes. Sin embargo, la mayoría de los drusos se identifican primero como drusos y luego como árabes.
Hay alrededor de 1,5 millones de drusos en todo el mundo, y su comunidad se distribuye principalmente en cuatro países: Siria, Líbano, Israel y Jordania.
Casi la mitad de la población drusa, alrededor de 700.000 personas, vive en Siria. Su principal bastión es Sweida, una provincia al sur de Damasco. Esta zona, conocida antiguamente como Jabal al Druze (“la montaña de los drusos”), sigue considerándose hoy en día el corazón de la identidad drusa.
En 1923, una frontera trazada por Reino Unido y Francia dividió las faldas de esta montaña. Los drusos que vivían al sur de Sweida quedaron del lado jordano. Hoy en día, alrededor de 30.000 drusos habitan en las zonas rurales alrededor de la capital, Amán.
Líbano alberga la segunda población drusa más grande después de Siria, aproximadamente 300.000 personas. Residen principalmente en las montañas de Chouf, la región de Metn y el valle de Teym. En Líbano, los drusos están oficialmente reconocidos como secta religiosa, con escaños designados en el Parlamento.
Para los drusos, 1967 fue otro punto de inflexión. Ese año, Israel ocupó la región de los Altos del Golán, que pertenecían a Siria. La comunidad drusa de la región se dividió de la noche a la mañana: algunos permanecieron en el lado sirio y otros quedaron bajo control israelí.
Hoy en día la mayoría de los drusos que viven en las aldeas ocupadas siguen sintiéndose identificados con Siria.
En todo Israel, incluidos los Altos del Golán, hay unos 150.000 drusos. Los drusos son el único grupo árabe de Israel sujeto al servicio militar obligatorio.
Bajo el gobierno del presidente Bashar al Asad, hoy depuesto, muchos drusos mantuvieron una lealtad silenciosa al Estado, con la esperanza de que eso les protegiera del derramamiento de sangre sectario que asoló otras partes de Siria durante los 13 años que duró la guerra civil.
La mayoría de la comunidad no se unió a las filas de la oposición al régimen, al tiempo que trataba de distanciarse del conflicto interno.
Pero en 2015, los batallones islamistas liderados por Jabhat al Nusra obtuvieron avances en zonas de Daraa y el Golán y amenazaron el aeropuerto militar de Thaala, controlado por el gobierno, en la provincia de Sweida, y varios drusos se unieron a la lucha junto a las fuerzas del régimen.
Operaban su propia milicia, que defendía sus zonas contra los ataques de grupos extremistas musulmanes sunitas que consideraban a los drusos herejes, mientras que las fuerzas pro-Asad los dejaban en paz.
Pero con el derrocamiento del mandatario por parte de los rebeldes sunitas islamistas, que han formado el gobierno provisional, ese pacto tácito se ha desmoronado, y los drusos ahora temen quedar aislados y convertirse en blanco de ataques en la Siria de la posguerra.
Los recientes ataques contra comunidades drusas por parte de milicias islamistas vagamente afiliadas al gobierno de Damasco han alimentado la creciente desconfianza hacia el Estado.
La nueva autoridad está compuesta en su mayoría por miembros de Hay’at Tahrir al Sham (HTS), el mismo organismo que en su día atacó Sweida, cuando se conocía como Jabhat al Nusra bajo el liderazgo de Ahmad al Shara, entonces conocido como Abu Muhammad al Julani.
Durante años de conflicto, los drusos formaron facciones armadas locales para proteger sus pueblos y zonas. Estos combatientes armados controlan Sweida.
Los enfrentamientos comenzaron a finales de abril con la filtración de una grabación de audio en la que supuestamente se escuchaba a un líder religioso druso insultando al profeta Mahoma.
Aunque el líder negó que fuera su voz y el Ministerio del Interior de Siria confirmó posteriormente que la grabación era falsa, el daño ya estaba hecho y desencadenó violencia sectaria en comunidades de todo el país.
Desde entonces, el gobierno sirio afirmó que sus fuerzas de seguridad llevaron a cabo varias operaciones para restaurar la seguridad y la estabilidad.
Mientras tanto, el ejército israelí dijo que había atacado varios tanques del gobierno para impedir que avanzaran hacia la ciudad de Sweida.
El ministro de Defensa israelí, Israel Katz, dijo que los ataques eran una “clara advertencia al régimen sirio”.
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