
El director de construcción del Parque Ecológico del Lago de Texcoco, Francisco Ramón Thomas Pérez, fue separado de su cargo, luego de que se fracturara un vertedor que provocó la pérdida de dos millones de metros cúbicos de agua que se almacenaba en la laguna Texcoco Norte, uno de los cuerpos de agua en recuperación.
De acuerdo con la Comisión Nacional del Agua, el director general del Parque Ecológico, Iñaki Echeverría, destituyó a Thomas Pérez para que no interfiera en las investigaciones.
A través de una breve nota informativa señaló que serán los peritajes los que determinen responsabilidades.
El Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT) denunció que a tres días de la inauguración del Parque Ecológico −que depende de Conagua−, se venció una estructura de control del vertedor que tenía almacenada agua de dos años de lluvias provenientes de los ríos Texcoco y Chapingo.
El 2 de septiembre, aproximadamente a las 18:00 horas, el bordo del vertedor empezó a colapsarse hasta que se venció completamente dejando un gran boquete de poco más de 20 metros de largo y unos 6 metros de profundidad, originando un fuerte derrame de agua que se calcula alcanzó los 40 m3 por segundo de velocidad, ocasionando que la laguna se vaciara casi por completo en un par de horas.

El agua se fue por el Dren Texcoco Norte y se dirigió al Dren General del Valle, donde terminó como agua de drenaje en Tula, Hidalgo.
La administración del Parque Ecológico informó que las obras para controlar el desbordamiento finalizarán entre el 13 y 16 de septiembre, cuando se complete al 100 % la derivación de agua al Lago Xalapango y la formación de un canal de un kilómetro de longitud.
Asimismo, acordó la inspección detallada de los bordos de las lagunas Xalapango, Texcoco y la Ciénega de San Juan.
También se establecerá una mesa de coordinación con autoridades y el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, que denunció inicialmente la pérdida de agua por el derrumbe.
La administración del Parque Ecológico dio a conocer que ya se realizan las investigaciones necesarias para identificar responsabilidades de este hecho y proceder “con estricto apego a la ley y las mejores prácticas”.
En un comunicado detalló que tras resultados preliminares del primer peritaje realizado por la Subdirección Técnica, un área de la Conagua totalmente independiente al Parque Ecológico Lago de Texcoco, se plantea que podrían existir errores en la construcción y/o supervisión de la obra.

“Esperaremos a un segundo peritaje a cargo del Presidente del Colegio de Ingenieros Hidráulicos y su equipo para tener una segunda opinión”.
El pasado 30 de agosto, el presidente Andrés Manuel López Obrador y la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, inauguraron el Parque Ecológico Lago de Texcoco, construido en los terrenos donde se planeaba el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM).
Sheinbaum anunció que durante su gobierno seguirá consolidando este proyecto, uno de los más emblemáticos de AMLO, por lo que invitó a Iñaki Echeverría, el arquitecto a cargo del parque, a colaborar en la nueva etapa.

El acuerdo regula cómo ambas naciones deben repartirse el agua de los ríos Bravo y Colorado, que forman parte del límite territorial entre ambas.
La disputa sobre la implementación de un tratado firmado en 1944 que regula cómo Estados Unidos y México deben repartirse el agua de los ríos Bravo y Colorado, vuelve a intensificarse.
El presidente Donald Trump anunció este lunes que dio luz verde a la documentación para imponer un arancel del 5% a los productos procedentes de México si el país vecino “continúa incumpliendo” el tratado.
En un mensaje publicado en su red Truth Social, el mandatario subrayó que México debe más de 986 millones de metros cúbicos de agua a EE.UU. y estableció el 31 de diciembre como el plazo para que México entregue más de 246 millones de metros cúbicos de agua.
“Cuanto más tarde México en liberar el agua, más perjudicados resultarán nuestros agricultores”, advirtió Trump, instando al gobierno de Claudia Sheinbaum a “solucionar ya” la cuestión.
La implementación del tratado ha generado en el pasado fuertes protestas de agricultores mexicanos, según los cuales la extracción de agua para EE.U. en tiempos de sequía amenaza seriamente su medio de vida.
En abril, Trump ya había amenazado a México con aranceles e incluso sanciones por el tema del agua.
“México está incumpliendo su obligación. Esto …perjudica gravemente a los agricultores del sur de Texas”, escribió entonces Trump en su plataforma Truth Social.
“El mes pasado detuve los envíos de agua a Tijuana hasta que México cumpla con el Tratado de Aguas de 1944… y seguiremos intensificando las consecuencias, incluyendo aranceles y, quizás, incluso sanciones, hasta que México cumpla con el tratado y le dé a Texas el agua que le corresponde”, agregó.
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, respondió en ese momento a Trump con un mensaje en su cuenta oficial de X.
“El día de ayer fue enviada al subsecretario del Departamento de Estado de Estados Unidos una propuesta integral para atender el envío de agua a Texas dentro del tratado de 1944, que incluye acciones de muy corto plazo. Han sido tres años de sequía y, en la medida de la disponibilidad de agua, México ha estado cumpliendo”.
“He instruido a los secretarios de Agricultura y Desarrollo Rural y Relaciones Exteriores, así como a la secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales que de inmediato hagan contacto con la Secretaría de Agricultura y el Departamento de Estado del gobierno de Estados Unidos. Estoy segura que, como en otros temas, se llegará a un acuerdo”, dijo la mandataria en abril.
De alguna manera, se podría decir que el llamado Tratado de la Distribución de las Aguas Internacionales firmado por México y EE.UU. en 1944 tiene su origen en otro acuerdo alcanzado casi un siglo antes de esa fecha.
El Tratado de Paz, Amistad, Límites y Arreglo Definitivo (más conocido como Tratado de Guadalupe Hidalgo), firmado en 1848 al final de la guerra entre ambos países iniciada por la disputa de Texas, fue el que estableció que México cedería a EE.UU. más de la mitad de su territorio en aquel entonces.
Pero además, también fijó la frontera entre ambos países en el río Bravo -conocido como río Grande por los estadounidenses- y cuyas aguas han sido centro de conflicto en Chihuahua.
La ubicación estratégica del río hacía necesario un plan de distribución entre ambos actores. Tras años de negociación y varias propuestas fallidas, México y EE.UU. firmaron en Washington el tratado vigente en la actualidad.
Según el acuerdo, México se queda con dos tercios de la corriente principal del Bravo y cede a su vecino el resto, que no podrá ser menor de unos 432 millones de metros cúbicos (Mm3) anuales.
Como contraparte, EE.UU. cede a México cada año 1.850 Mm3 del río Colorado, que en su mayoría se encuentra en suelo estadounidense pero que también pasa por la frontera entre ambos países hasta desembocar en el golfo de California, entre los estados mexicanos de Baja California y Sonora.
El acuerdo también establece que la Comisión Internacional de Límites y Aguas (CILA), un organismo binacional, es el encargado de resolver las posibles diferencias en materia de límites.
El pacto estipula que EE.UU. cumplirá con su entrega de agua cada año, mientras que México podrá hacerlo en períodos de cinco años.
“Es de los mejores acuerdos que se han logrado en la historia con relación a EE.UU.”, afirmó en 2020 el expresidente Andrés Manuel López Obrador.
Reformar o actualizar las condiciones de un tratado que fue firmado hace 76 años podría ser una de las opciones para tratar de solucionar conflictos.
Pero algunos analistas consideran que tanto los litros de agua acordados como la posibilidad de entregar su parte cada cinco años en lugar de anualmente son ventajas que México no debería perder.
Para los agricultores del lado mexicano de la frontera, lo que está en juego en tiempos de sequía agravada por el cambio climático, es algo mucho más inmediato que los vaivenes diplomáticos entre ambos países.
Los enfrentamientos de 2020 entre agricultores y la Guardia Nacional en Chihuahua tuvieron lugar tras la decisión del gobierno de extraer agua de la presa de la Boquilla para cumplir el tratado con EE.UU.
En ese entonces, el vocero de los agricultores, Salvador Alcantar, presidente de la Asociación de Usuarios de Riego de Chihuahua (Aurech), señaló que estaba en riesgo el futuro de unas 20.000 familias que viven del campo en la región.
Alcantar compartió con BBC Mundo uno de sus mayores temores:
“En 1995 no se abrieron las presas para sembrar y hubo una migración masiva desde nuestros municipios. Los hombres en edad productiva se marcharon para dar sustento a la familia, fue una desintegración familiar fuerte que aún estamos sufriendo”, recuerda.
“Y ese es el problema social que podemos volver a ver si no sembramos el año próximo”.
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