
Ocho policías de Teocaltiche, Jalisco, fueron reportados como desaparecidos este martes 18 de febrero cuando se dirigían a Guadalajara para realizar exámenes de control y confianza. Ante este caso, el gobernador Pablo Lemus dijo que podría haber nexos criminales, esto sin dar pruebas y sin que se hayan presentado avances sobre la investigación.
Tras la desaparición se desplegó un operativo coordinado entre la Comisaría de Teocaltiche, el Ejército, la Secretaría de Seguridad estatal y la Fiscalía General del Estado de Jalisco (FGE).
Este mismo martes, la Vicefiscalía Especializada de Personas Desaparecidas reportó que la camioneta en la que viajaban los agentes fue localizada en la carretera Guadalajara-Lagos de Moreno, en el municipio de San Rafael.
Durante la madrugada de este miércoles, la FGE reportó el hallazgo de restos humanos en el poblado de La Esperanza, en las inmediaciones de Teocaltiche y Villa Hidalgo, cerca del punto donde se dejó de tener comunicación con los policías.
Se reportó que junto a los cuerpos, los cuales estaban dentro de bolsas negras, también fue hallada una cartulina con un mensaje.

Los cuerpos fueron llevados al Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses (IJCF) para su identificación y necropsia de ley.
Hasta el momento, autoridades de Jalisco no han confirmado si los restos corresponden a los ocho policías de Teocaltiche que fueron reportados como desaparecidos.
Sin presentar pruebas y sin que la Fiscalía haya dado avances sobre la investigación, Pablo Lemus, gobernador de Jalisco, señaló que el móvil que se investiga sobre la desaparición de los ocho policías de Teocaltiche es la presunta “infiltración” por parte de un grupo del crimen organizado.
“Muy probablemente la policía estaba infiltrada protegiendo a un grupo delincuencial y el grupo contrario fue el que cometió este acto terrible”, señaló a medios de comunicación.
A la vez, el mandatario informó que la Secretaría de Seguridad del estado, el Ejército y la Guardia Nacional intervendrán las comisarías de Teocaltiche y Villa Hidalgo para “restablecer la paz y la tranquilidad”.
En 2024, Jalisco se ubicó en el octavo lugar con respecto al número de homicidios, al registrar mil 84 casos, de acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
En lo que va de este año, con datos de enero, la entidad ocupa el séptimo lugar en cuanto a asesinatos con 124 casos y junto a Guanajuato, Baja California, México, Chihuahua, Sinaloa y Michoacán, concentra el 53.1 % a nivel nacional.

A la vez, Jalisco se mantiene en primer lugar en cuanto al número de personas reportadas como desaparecidas o no localizadas con 14 mil 999, según datos de la Comisión Nacional de Búsqueda.
Por su parte, la organización Causa en Común registró que durante 2024, en el estado fueron asesinados 12 policías.

En lo que respecta a la monogamia, los humanos se parecen más a las suricatas y a los castores que a nuestros primos primates.
En nuestra vida amorosa, nos asemejamos más a estas mangostas sociales y unidas que a nuestros primos primates, según sugiere una clasificación de monogamia elaborada por científicos.
Con un 66% de monogamia, los humanos obtienen una puntuación sorprendentemente alta, muy superior a la de los chimpancés y los gorilas, y a la par de las suricatas.
Sin embargo, no somos ni mucho menos la criatura más monógama.
El primer puesto lo ocupa el ratón californiano, un roedor que forma vínculos inseparables para toda la vida.
“Existe una liga de élite de la monogamia, en la que los humanos se encuentran cómodamente, mientras que la gran mayoría de los demás mamíferos adoptan un enfoque mucho más promiscuo para el apareamiento”, afirmó Mark Dyble, investigador del Departamento de Arqueología de la Universidad de Cambridge.
En el mundo animal, el emparejamiento tiene sus ventajas, lo que podría explicar por qué ha evolucionado de forma independiente en múltiples especies, incluida la nuestra.
Los expertos han propuesto diversos beneficios para la llamada monogamia social, en la que las parejas se unen durante al menos una temporada de reproducción para cuidar a sus crías y ahuyentar a los rivales.
Dyble examinó varias poblaciones humanas a lo largo de la historia, calculando la proporción de hermanos de padre y madre (individuos que comparten la misma madre y el mismo padre) en comparación con los medio hermanos (individuos que comparten la madre o el padre, pero no ambos).
Se recopilaron datos similares para más de 30 mamíferos monógamos sociales y de otras especies.
Los humanos tienen un índice de monogamia del 66% de hermanos de padre y madre, por delante de las suricatas (60%), pero por detrás de los castores europeos (73%).
Mientras tanto, nuestros primos evolutivos se sitúan en la parte inferior de la tabla: los gorilas de montaña con un 6%, y los chimpancés con solo un 4% (al igual que el delfín).
En último lugar se encuentra la oveja de Soay, de Escocia, donde las hembras se aparean con múltiples machos, con un 0,6% de hermanos de padre y madre.
El ratón californiano ocupó el primer puesto, con un 100%.
Sin embargo, estar clasificados junto a suricatas y castores no significa que nuestras sociedades sean iguales: la sociedad humana es completamente diferente.
“Aunque la proporción de hermanos de padre y madre que observamos en los humanos es muy similar a la de especies como las suricatas o los castores, el sistema social que vemos en los humanos es muy distinto”, declaró Dyble a la BBC.
“La mayoría de estas especies viven en grupos sociales similares a colonias o, quizás, en parejas solitarias que se desplazan juntas. Los humanos somos muy diferentes. Vivimos en lo que llamamos grupos con múltiples machos y múltiples hembras, dentro de los cuales existen estas unidades monógamas o de pareja estable”, explicó.
Kit Opie, profesor del Departamento de Antropología y Arqueología de la Universidad de Bristol, que no participó en el estudio, afirmó que este es otro elemento clave para comprender cómo surgió la monogamia en los seres humanos.
“Creo que este artículo nos proporciona una comprensión muy clara de que, a lo largo del tiempo y en diferentes lugares, los humanos son monógamos”, declaró.
“Nuestra sociedad se parece mucho más a la de los chimpancés y los bonobos; simplemente hemos tomado un camino diferente en lo que respecta al apareamiento”, agregó.
El nuevo estudio fue publicado en la revista científica Proceedings of the Royal Society: Biological Sciences.
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