
Para entender mejor
Vecinos de Ixtapan de la Sal, Estado de México, recibieron de parte de la Secretaría del Bienestar local la entrega de aves de corral, borregos, avena, costales de zacate, cascarillas, alimentos para animales, además de carne, pollo y longaniza tras haber padecido extorsión por parte de grupos criminales.
Dichos bienes fueron asegurados cuando autoridades judiciales realizaron la Operación Liberación.
En un comunicado, indicó que la Fiscalía General de Justicia del Estado de México (FGJEM) solicitó la disposición anticipada de bienes ante un Juez del Poder Judicial, con respecto a semoviente, alimentos, materiales de construcción y otros productos asegurados el pasado lunes 21 de julio.
“Una vez que la Autoridad Judicial ha resuelto favorable la disposición anticipada, la Fiscalía mexiquense firmó un convenio con el Gobierno del Estado de México a través de la Secretaría del Bienestar, con lo que el Agente del Ministerio Público hace entrega de los bienes a esa dependencia para que disponga de ellos y los entregue a la población con un enfoque social”, destacó.

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Precisó que los materiales como los de construcción puedan destinarse a obras pública con un enfoque comunitario.
“La disposición anticipada de bienes permite a la Fiscalía, la venta o transferencia de bienes que son objeto de investigación por actividades ilícitas antes de que se dicte una sentencia definitiva que determine la extinción de dominio sobre ellos, por ello, esta Institución reconoce la labor de las y los juzgadores del Poder Judicial del Estado de México por su intervención, en el ámbito de su competencia, en este procedimiento”, comentó.
Una banda delictiva vinculada al cártel de La Familia Michoacana operaba en al menos 14 municipios del sur del Estado de México, donde estableció una amplia red dedicada al cobro de extorsión y el secuestro exprés.
Esta banda también extorsionaba a través de minas, carnicerías, expendios de huevo, granjas de pollo y porcinas, así como establecimientos de venta de alimentos y forrajes.
El grupo criminal desmantelado controlaba parte del sector de la construcción en la región sur del Estado de México. Para ello, disolvió por medio de prácticas violentas las organizaciones de transportistas que operaban en la región y conformó otras organizaciones, como el ‘Sindicato Libertad’ y el ‘Sindicato Bradosva’, los cuales se encargaban de la venta de material en los municipios de Villa de Allende, Donato Guerra, Valle de Bravo y Texcatitlán.
La Fiscalía mexiquense explicó que, a través de estos supuestos sindicatos, la estructura criminal obligaba a la población a adquirir productos y controlaba los precios de grava, arena, varilla, así como cemento, mortero, yeso y otros productos utilizados en el giro de la construcción.

“En los referidos establecimientos algunos productos de construcción alcanzaban sobreprecios de hasta un 400 %, con relación al precio normal”, detalló la Fiscalía.
En ese municipio, estas tiendas controladas por la delincuencia ofrecían la tonelada de varilla en 23 mil 950 pesos, un 33.5 % más alto que el precio de mercado; la tonelada de cemento en 5 mil 700 pesos, un 20.5 % más alto; y el Millar Block lo daba en 20 mil pesos, hasta un 122 % más caro.
Quien adquiriera materiales de construcción en lugares supuestamente ‘no autorizados’, o utilizara servicios de transporte diferentes a los que la banda determinaba, era despojado de la mercancía. Además, los operadores de los vehículos de carga eran golpeados por integrantes del grupo criminal y amenazados.
El gobierno federal, en coordinación con autoridades del Estado de México, lanzó la llamada “Operación Liberación” al sur de esa entidad, como parte de la estrategia nacional antiextorsión anunciada el pasado 6 de julio.
El secretario de Seguridad Ciudadana, Omar García Harfuch, señaló que, por medio de operativos conjuntos en los que participaron 2 mil 866 elementos, se intervino en 14 municipios para desarticular una banda vinculada a La Familia Michoacana.
Esta banda operaba bajo el esquema de acaparar productos de construcción para aumentar sus precios y obligar a la ciudadanía a comprar en determinados establecimientos esos productos.
Las autoridades catearon 63 establecimientos relacionados con esas actividades criminales en los municipios de Amanalco, Donato Guerra, Ixtapan de la Sal, Ixtlahuaca, Malinalco, San Felipe del Progreso, Sultepec, Tlatlaya, Tejupilco, Temascaltepec, Tenancingo, Texcatitlán, Valle de Bravo y Villa Victoria.
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“Este grupo acaparaba mercancías y servicios mediante amenazas, generando miedo, distorsionando el mercado y afectando directamente a productores, comerciantes y consumidores”, expuso el titular de Seguridad pública federal, que agregó que la banda vinculada a la Familia “buscaba controlar sectores económicos clave, desde el abasto de alimentos hasta materiales de construcción”.
Por su parte, el fiscal mexiquense, José Luis Cervantes, expuso que los sujetos detenidos operaban “con fachada de comerciantes, líderes sindicales o servidores públicos”.
“Convivían en el día a día en las comunidades, pero por otro lado también, algunos de ellos eran destacados empresarios de la comunidad que dañaban económicamente”, destacó.

Los astrónomos han detectado señales de que nacen cada vez menos estrellas. Podría ser parte de un declive gradual del Universo y de todo lo que contiene. Pero ¿por qué? ¿Y cuánto deberíamos preocuparnos?
En las últimas dos décadas los astrónomos han ido notando pistas de que el cosmos tal vez ha pasado su mejor momento.
Una de esas señales es que menos estrellas han ido naciendo.
Ahora, eso no significa que el universo se está quedando sin estrellas. Hay estimaciones de que hay por lo menos un septimillón de ellas -eso es un número seguido de 24 ceros.
Pero los astrónomos creen que la producción de nuevas estrellas se está reduciendo.
El consenso científico actual es que el universo tiene una edad de 13.800 millones de años.
Las primeras estrellas se formaron poco después de que el Big Bang apareciera.
De hecho, el año anterior, el telescopio espacial James Webb halló un trío de estrellas en nuestra galaxia, la Vía Láctea, que se cree tienen una edad cercana a los 13.000 millones de años.
Las estrellas son esencialmente bolas gigantes de gas caliente que comenzaron su vida de la misma forma.
Ellas se forman en nubes enormes de polvo cósmico conocidas como nebulosas. La gravedad junta los gases, que eventualmente se calienta y se convierte en una estrella bebé, o como se le conoce, protoestrella.
A medida que el corazón de la estrella se calienta a millones de grados centígrados, los átomos de hidrógeno que están contenidos allí comienzan a agitarse para formar helio a través de un proceso llamado fusión nuclear. Esta reacción emite luz y calor y la estrella ahora está en una fase estable de “secuencia principal”.
Los astrónomos estiman que las estrellas en secuencia principal, incluido nuestro propio Sol, son aproximadamente el 90% de todas las estrellas del universo. El rango varía entre una décima parte hasta 200 veces la masa de nuestro Sol.
Eventualmente esas estrellas consumen su combustible y pueden tomar diferentes caminos en su manera de morir.
Estrellas con masas pequeñas como nuestro Sol entran en un proceso de desvanecimiento que puede durar miles de millones de años.
Para estrellas “hermanas” más grandes, con al menos ocho veces el tamaño del Sol, su final es más dramático: ellas se destruyen en una gran explosión conocida como supernova.
En 2013, un equipo internacional de astrónomos dedicados a estudiar las tendencias en la formación de estrellas afirmó que de todas las estrellas que iban a nacer en la historia del Universo, el 95% ya lo había hecho.
“Vivimos en un universo dominado por estrellas viejas”, dijo en ese momento el autor del estudio, David Sobral, en un artículo publicado en la revista Subaru Telescope.
En la línea del tiempo del universo, parece que su momento de mayor producción de estrellas ocurrió hace unos 10.000 millones de años, en un período conocido como el “Mediodía Cósmico”.
“Las galaxias convierten el gas en estrellas y lo están haciendo a una tasa decreciente”, explica el profesor Douglas Scott, cosmólogo de la Universidad de British Columbia en Canadá.
Scott es el coautor de un informe, que aún no se ha publicado, en el que se analiza información de los telescopios de la Agencia Espacial Europea, Euclides y Herschel.
Él y su equipo de investigadores espaciales fueron capaces de estudiar de forma simultánea cerca de 2,6 millones de galaxias, lo que fue posible gracias al mapa 3D del universo creado por la misión Euclides.
Los astrónomos estaban particularmente iuteresados en el calor que emiten las estrellas. Las galaxias con mayor tasa de formación de estrellas tienden a tener un polvo cósmico más caliente a medida que contienen estrellas más grandes y calientes.
El equipo halló que las temperaturas de las galaxias han ido disminuyendo en los últimos mil millones de años.
“Ya se nos pasó el momento de mayor formación de estrellas, y habrá cada vez menos formación de nuevas estrellas en el universo”, agrega Scott.
Es verdad que la muerte de las viejas estrellas puede llevar a la formación de nuevas usando el mismo material, pero no es tan simple.
Asumamos que tenemos una pila de materiales de construcción y la usamos para hacer una casa. Si queremos construir uno nuevo, podemos reciclar cosas de una casa vieja, pero no todo será útil.
“Eso significa que solo podemos hacer una casa más pequeña. Cada vez que hagamos una demolición, habrá menos materiales que sean útiles hasta que no se pueda construir nada”, señala Scott.
Eso es lo que pasa con las estrellas.
“Cada generación de estrellas tienen menos combustible para gastar y eventualmente no habrá suficiente combustible para hacer una estrella”, añade.
Y concluye: “Ya sabemos que las estrellas menos masivas son más comunes que las estrellas masivas en el universo”.
Los científicos han teorizado durante mucho tiempo que el universo llegará a su fin algún día. Simplemente no pueden estar seguros de cómo ni cuándo.
Una de las teorías más aceptadas actualmente es la muerte térmica.
También conocida como la “Gran Helada”, predice que a medida que el universo continúa expandiéndose, la energía se dispersará hasta que finalmente se enfríe demasiado para sustentar la vida. Las estrellas se alejan cada vez más, se quedan sin combustible y no se forman nuevas.
“La cantidad de energía disponible en el universo es finita”, explica Scott.
Pero antes de que mires con melancolía el cielo, la desaparición de las estrellas tomaría una cantidad astronómica de tiempo.
Scott estima que seguirán apareciendo nuevas estrellas durante los próximos 10 a 100 mil millones de años, mucho después de que nuestro Sol probablemente haya desaparecido.
En cuanto a la “Gran Helada”, podría tardar aún más: a principios de este año, astrónomos de la Universidad Radboud de los Países Bajos estimaron que el final llegaría en aproximadamente un quinvigintillón de años, es decir, un uno seguido de 78 ceros.
Hay tiempo de sobra, entonces, para apreciar las estrellas la próxima vez que haya una noche despejada.
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