Para entender mejor
Cristino Castro defensor de la tierra y el territorio de Barra de la Cruz, municipio de Santiago Astata Tehuantepec, Oaxaca, fue asesinado el 28 de febrero por dos personas en motocicleta.
La información fue confirmada por Maurilio Santiago Reyes, presidente del Centro de Derechos Humanos y Asesoría a Pueblos Indígenas A.C. (Cedhapi).
En un comunicado, el Centro detalló que alrededor de las 18:00 horas Castro Perea de 63 años estaba en el quiosco de la comunidad de Barra de la Cruz, cuando dos personas que iban a bordo de una motocicleta le realizaron varios disparos de arma de fuego y le quitaron la vida.
Por su labor como defensor de la tierra y el territorio, en 2023 fue incorporado al Mecanismo de Protección para personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas por estar en una situación de riesgo.
Por los hechos, el Centro de Derechos Humanos exigió que se inicie una carpeta de investigación y haya sanción para sus agresores, además de que solicitaron al gobierno estatal y federal se realicen las acciones necesarias tendientes a garantizar la vida e integridad física de los miembros del colectivo de defensores ambientalistas de Barra de la Cruz.
Respecto del activismo de Cristino Castro en Oaxaca, el Cedhapi detalló que en 2013, un grupo de personas intentó apoderarse de varios terrenos a orilla de la playa de una extensión aproximada de 24 hectáreas, estas personas estaban presuntamente financiadas por grupos de poder económico y político de la región de la costa con el objeto de lotificar y vender a empresarios hoteleros.
“El 16 de febrero del 2022, un grupo liderado por personas ajenas a la comunidad de Barra de la Cruz, llegaron con máquinas realizando la destrucción de manglares en el paraje conocido como “el nanche” a pesar de que el día 28 de marzo del 2021, en asamblea general de San Isidro Chicalapa acordaron de respetar a las comunidades”.
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Tras los hechos, el 29 de diciembre del 2023, el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador, declaró área natural protegida con la categoría de santuario el sitio Barra de la Cruz, Playa Grande, ubicado en el Istmo de Tehuantepec en Oaxaca, por lo que no estaría justificada ninguna intromisión en la zona.
Cuatro de cada cinco asesinatos de defensores de derechos humanos ocurrieron en Latinoamérica en 2023. Así lo indica el reciente informe de la organización Front Line Defenders que reporta 300 casos, de los cuales 237 tuvieron lugar en Latinoamérica, principalmente en Colombia, México, Brasil y Honduras. Estas cifras confirman una vez más que América Latina es la región más violenta para los defensores sociales, ambientales y de derechos humanos.
El caso que llama más la atención, como lo ha reportado también en los últimos años Global Witness, es el de Colombia, considerando que concentra casi la mitad de los asesinatos en 2023, un total de 142 víctimas. El informe coloca a México en el segundo lugar con 30 defensores, seguido de Brasil con 24 y Honduras que sumó 19 casos. A ellos le siguen Nicaragua, Guatemala, Perú, Ecuador, El Salvador y Paraguay por el número de víctimas mortales reportadas.
Los expertos consultados señalaron que entre algunos de los factores clave que permiten esta ola de violencia en la región están la impunidad detrás de los crímenes, sumado a la presencia de grupos armados ilegales y la corrupción de las autoridades.
Front Line Defenders resalta, además, que la violencia en el mundo afectó sobre todo a los defensores sociales y ambientales de los pueblos indígenas.
En el caso de México, los lugares más críticos son “el centro, sur y sureste”, en particular, en los estados de México, Morelos, Puebla, Michoacán, Guerrero, Oaxaca y Chiapas. Y que los liderazgos indígenas son los más amenazados en el país, por oponerse a “los responsables de la depredación de los recursos naturales”.
Nataniel Hernández Núñez, coordinador de Protección en la organización social mexicana Red TDT, dice que los principales responsables de la violencia en México son los “grupos de la delincuencia organizada, así mismo contribuyen a la problemática los intentos por llevar a cabo despojos y explotación en diversos territorios para la utilización de bienes naturales”.
Enfatiza en que las zonas con megaproyectos, movilidad humana (migración) y militarización son las más afectadas y que las comunidades que enfrentan mayores riesgos son las indígenas y las rurales. Además, señala que el Ejecutivo federal tiene responsabilidad en la estigmatización de los liderazgos en México.
Con información de Mongabay, periodismo ambiental independiente en Latinoamérica
En sus inicios, los seguidores de Jesús se identificaban los unos a los otros con la silueta de un pez. La adopción de la cruz incluso con Jesús en ella llegaría bastante después.
“Y llevando su cruz, salió al lugar llamado de la Calavera, en hebreo, Gólgota; donde lo crucificaron, y con él a otros dos, uno a cada lado, y Jesús en medio”.
El pasaje del Evangelio de Juan volverá a ser parte clave de los servicios religiosos que este viernes se realizarán en las iglesias de todo el mundo y a las cuales millones de fieles acudirán para participar en la adoración de la cruz.
El rito, mediante el cual los creyentes reverencian o besan una imagen de un Cristo crucificado que se coloca especialmente a los pies de los altares de los templos, sirve para conmemorar la muerte de Jesús a manos del imperio romano y viene formando parte de la liturgia católica desde hace más de mil 500 años.
Sin embargo, el instrumento con el que fue ejecutado el carpintero de Nazaret, a las afueras de la ciudad de Jerusalén, no siempre fue objeto de veneración por sus seguidores ni mucho menos fue empleado como símbolo para identificarse.
En los primeros siglos después de la muerte de Jesús sus seguidores no se identifican con la cruz.
En las catacumbas romanas, donde celebraban sus servicios religiosos ocultos de la persecución religiosa, no se han hallado imágenes de cruces y las representaciones que se han encontrado del Mesías lo muestran vivo, repartiendo el pan en la última cena o ya resucitado, pero jamás agonizante o muerto en el madero.
Según Cayetana Johnson, arqueóloga de la Universidad Eclesiástica San Dámaso (España), los primeros cristianos no utilizaban la cruz como símbolo “por una mezcla de temor y vergüenza”.
“Para los judíos observantes, entre quienes estaban los primeros seguidores de Jesús, la crucifixión era algo escandaloso”, explicó a BBC Mundo.
“Esta forma de ejecución era algo abominable y una auténtica vergüenza, por las formas en las que se hacía, porque había que desnudar completamente el cuerpo de los reos y una vez fallecidos se les lanzaba en una fosa común, pero también por el hecho de que quien la ejecutaba era un gobernante extranjero”, agregó.
“La cruz era sinónimo de muerte rotunda”, apuntó Johnson, quien recordó la práctica no solo consistía en clavar a una persona a un madero para que se desangrara y muriera asfixiado, un proceso que podía tomar horas o incluso días, sino que antes el reo era forzado a transportar el patibulum (travesaño superior) hasta el sitio de la ejecución.
Y para evitar su fuga, los reos eran encadenados al madero.
La experta recordó que, por su brutalidad y crueldad, la práctica estaba reservada para enemigos del Estado y criminales peligrosos y era utilizada como escarmiento y advertencia.
“Para los romanos estaba claro que exhibir a los crucificados era la manera de decir a la población conquistada: no se rebelen, no se amotinen ni vayan contra el imperio”, remató.
En el siglo I a.C., tras aplastar la rebelión de los esclavos liderada por Espartaco, las fuerzas romanas crucificaron a unos 6 mil prisioneros a lo largo de la Vía Apia, la cual conducía a Roma, de acuerdo con el historiador Plutarco.
Sin embargo, esta cruel forma de ejecución no fue una invención romana, sino que fue tomada de otras culturas como la asiria y la persa; y perfeccionada.
El primer símbolo del cristianismo fue la silueta de un pez, más específicamente dos arcos que se intersectan. Esto se lee en los escritos de San Agustín de Hipona y Tertuliano, dos de los padres de la Iglesia católica.
Pero, ¿por qué este animal? “Porque en griego antiguo, la palabra ‘pez’ se escribe ichthys, el cual también es el acrónimo para Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador”, respondió a BBC Mundo Diarmaid MacCulloch, profesor emérito de historia de la Iglesia de Saint Cross College de Oxford (Reino Unido).
Por su parte, Joan Taylor, profesora emérita de orígenes del cristianismo de la Universidad Kings College London, afirmó que el signo fue escogido también por su relación con las enseñanzas de Jesús.
“El pez recuerda su interés por los pescadores (varios de sus discípulos eran pescadores) y también por milagros como la multiplicación de los peces que realizó durante su ministerio en Galilea”, apuntó.
“Vengan conmigo y los haré pescadores de hombres”, le dijo Jesús a seguidores, según los evangelios de Marcos y de Mateo.
En similares términos, se pronunció Johnson, quien recordó que “en las primeras representaciones orientales de la última cena en la mesa se suelen encontrar dos peces y no el cordero como ahora”.
Sin embargo, la profesora de la Universidad Eclesiástica San Dámasco ofreció otros elementos que explican la decisión de los primeros cristianos.
“El pez es un símbolo antiquísimo, sobre todo para aquellos pueblos que están muy relacionados con el mar y en particular con el mar Mediterráneo. Era un símbolo que representaba la fecundidad y los ciclos de la vida”, agregó.
Por su parte, San Agustín de Hipona da en sus escritos otras luces de por qué este animal fue el símbolo escogido por los primeros cristianos para identificarse y sostiene que los seguidores de Jesús eran como los peces que se ocultaban en las aguas en busca de la verdad oculta a simple vista.
“Nosotros, pequeños peces, tras la imagen de nuestro ichthys, Jesucristo, nacemos en el agua”, escribió Tertuliano.
Al emperador Constantino I (280 – 337) no solo se le atribuye el fin de la persecución de los cristianos y la legalización de su fe en el siglo IV, sino también la incorporación de la cruz como el símbolo de esta religión.
“Se cuenta que cuando Constantino se alistaba para batallar contra su rival, Majencio, en el puente Milvio, a las afueras de Roma, vio una cruz en el cielo y escuchó una voz que decía: ‘Con esta señal, vencerás'”, rememoró la profesora Taylor.
“El emperador, entonces, mandó pintar la cruz en los escudos de sus soldados y ganó la batalla. Y a partir de entonces, la utilizó militarmente y también como símbolo personal en sus monedas, y ordenó colocarla en lo alto de las iglesias”, agregó.
No obstante, la historiadora inglesa aclaró que el símbolo no se trataba de la cruz que conocemos actualmente, sino que era una combinación de dos letras griegas: la Ji (representada como una X) y Rro (representada como una P), las cuales son las primeras letras de la palabra griega Christos (Cristo).
Por su parte, MacCulloch y Johnson afirmaron que antes de la intervención imperial, la cruz ya venía siendo asumida por los cristianos como parte de su simbología.
“Padres de la Iglesia como San Justino Mártir en el siglo II comenzaron a reinterpretar a la cruz y aseguraban que representaba toda la ordenación de Dios en el cosmos, porque tiene cuatro direcciones, las cuales representan los puntos cardinales y los cuatro ríos que salen del Edén, según el libro del Génesis”, apuntó Johnson.
“En el siglo III, Minucio Félix, que fue un romano converso al cristianismo, comentó que para los romanos los cristianos estaban locos, por venerar a alguien que había sido enjuiciado y condenado a la pena capital romana”, agregó.
Esta versión es corroborada por la profesora de Estudios Religiosos de la Universidad Holy Cross (Estados Unidos), Joanne Pierce, quien citó el caso del llamado grafiti de Alexámeno, una ilustración encontrada en un muro del monte Palatino (Roma), en la que se ve una figura crucificada con cabeza de burro.
“El cristianismo estaba prohibido en aquella época en el Imperio Romano y algunos lo criticaban por considerarla una religión para necios y buscaban ridiculizarla”, escribió en un artículo publicado en The Conversation, en 2020.
“Pero para los cristianos, la cruz tenía un profundo significado. Entendían que con su muerte en la cruz, Cristo ‘completó’ su misión y que su resurrección, tres días después, fue la señal de su ‘victoria’ sobre el pecado y la muerte”, agregó la experta.
El emperador Constantino fue también quien encargó a su madre, Helena, la tarea de encontrar la cruz donde murió Jesús en Jerusalén y la noticia de que supuestamente la encontró, en el sitio donde hoy se alza la Basílica del Santo Sepulcro, contribuyó a la resignificación del símbolo.
El hecho de que el emperador prohibiera, en el año 337, la crucifixión como mecanismo para aplicar la pena capital fue otro elemento que facilitó la reinterpretación que los líderes religiosos venían haciendo de la antigua arma de ejecución.
Sin embargo, la arqueóloga española explicó que el proceso de incorporación del símbolo tomó tiempo. Así, las primeras cruces eran “amables, estaban decoradas con piedras preciosas y no tenían elementos cruentos”.
“A partir del siglo VI es que aparecen las figuras de Cristo crucificado, pero estas eran serenas, sin heridas ni sangre y estaba vestido como sacerdote o como un rey”, prosiguió.
“Será en la Edad Media, llena de guerras, de la peste y de problemas religiosos como la Reforma protestante y la Contrarreforma, cuando las imágenes del Cristo crucificado se van tornando cada vez más duras y sangrientas como las que se ven en las procesiones españolas”, agregó.
Más de dos milenios después de los hechos ocurridos en Jerusalén, la cruz se ha convertido en el símbolo indiscutible que identifica la religión fundada en la predicada del carpintero de Nazaret.
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