Desde que se comienza a pisar tierra en lugar de asfalto en los límites de la zona urbana de la alcaldía Tláhuac —en Ciudad de México—, que pronto se convierten en la ladera del Volcán Xaltepec, la mirada se cruza con múltiples rastros tanto de vida como de abandono.
Ropa para adultos y niños, tenis, zapatos, cobijas, huesos de animales, pedacería, casi todo roto y desgastado. La gente que conoce la zona asegura que es un punto común de resguardo para personas sin hogar, tiraderos de todo tipo de desechos, terrenos privados donde sobreviven algunos cultivos, lotes baldíos e incluso senderos que algunas personas ocupan para pasear a sus perros o hacer ejercicio.
Antes ya se han hallado cadáveres en ese lugar, casi siempre de fallecimiento reciente, como sucedió en marzo de 2021 con el cuerpo de un hombre encobijado sobre el Camino Real a Tlaltenco, con heridas de arma blanca y signos de estrangulamiento. Igualmente otro en dirección a Las Minas, en diciembre de 2023, con signos de violencia y tortura.
Es también un territorio relacionado en años recientes, por diversos incidentes y detenciones, con la operación del Cártel de Tláhuac, igual que el resto de la colonia donde se ubica, San Miguel Zapotitla, conformada por cerros, minas, parajes desiertos y en su área urbana por calles donde no es rara la presencia de halcones —vigilantes en moto—.
Esas mismas características lo convirtieron también, en los últimos años, en un sitio de interés para madres que buscan a sus hijos desaparecidos, sin que hasta ahora exista un hallazgo confirmado de fragmentos humanos, pero sí pistas de que “si quieren paz, vayan a buscar a ese cerro”.
En el único análisis de contexto que ha publicado en torno a esa alcaldía, la Comisión de Búsqueda de la Ciudad de México documentó en 2020 que Tláhuac no era uno de los territorios que concentran el fenómeno de la desaparición de personas. Ocupaba el lugar 13 de 16 por su número de reportes. Entre 2007 y 2018 acumuló 93 carpetas por ese delito.
Los datos actualizados del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RPNDNO) señalan que sigue ocupando ese lugar, pero acumuló 157 desapariciones –90 hombres, 61 mujeres y seis indeterminadas– en los últimos seis años, entre diciembre de 2018 y abril de este año, 63 más que en toda la década previa, principalmente en las colonias Miguel Hidalgo y San Francisco Tlaltenco.
Lee más | Desaparecer dos veces: estos son 10 mil nombres que el censo borró de lista oficial de desaparecidos
Buscadoras de la Ciudad de México señalan que ahí han emprendido al menos 14 búsquedas sin éxito. A principios de esta semana, Ceci Flores, fundadora de Madres Buscadoras de Sonora, hizo lo mismo —sin el respaldo de las autoridades, como casi siempre— y difundió presuntos hallazgos relacionados con un crematorio clandestino. Este miércoles todas ellas regresaron al lugar. Aunque los hallazgos no se confirmaron, su visita volvió a poner el foco sobre una zona tan abandonada como incierta.
Ceci Flores asegura que un tip anónimo, y la invitación de algunas madres independientes de la Ciudad de México, fue lo que la llevó a las laderas del Volcán Xaltepec. Llegó a las 11:00 horas de este miércoles al límite de la colonia San Miguel Zapotitla, después de haber anunciado los presuntos hallazgos el martes por la tarde y convocar después a sumarse a su búsqueda.
Desde el lunes –dice– comenzó a recorrer la zona, sin autoridades, porque no le quisieron asignar elementos de seguridad. Asegura que encontró restos que dejó cubiertos y para el martes ya no estaban. “Llegamos aquí por un llamado anónimo, nos invitaron a participar, a apoyar a unas familias, a buscar aquí; la familia nunca llegó, la Guardia nunca llegó y estuvimos aquí tres mujeres y dos compañeros”, narra.
Incluso, les pidieron a jóvenes de la zona que les ayudaran a cambio de un apoyo económico. A ella –sostiene– le habían comentado que en el lugar, en la parte más baja, casi donde el terreno deja de ser urbano para convertirse en las faldas del cerro, podría haber por lo menos tres cadáveres. También le dijeron que ahí solían calcinar cuerpos, y un lugareño la condujo al punto que anunciaría la tarde del martes.
“Aquí sabemos que todo lo que la gente nos cuenta puede ser verdad, porque lo estamos mirando; para qué venir a enterrar tanto perro. Entonces en el lugar que nos dicen encontramos restos, quiere decir que hay más personas ahí, y si la gente vino a llevarse lo que encontramos es porque tiene miedo de que saquemos algo”, asegura.
Lee también | La mujer y el menor cuyas credenciales se hallaron en presunto crematorio se encuentran bien: Fiscalía CDMX
No se batalla mucho para remover la tierra con la pala, muestra. Incluso, es tan fina –de aspecto volcánico– que resbala casi de inmediato para volver a tapar los puntos en los que se excava. Por eso, ella lo percibió como un lugar “ideal” para abandonar cuerpos de personas. Tras el presunto hallazgo, se comunicó con la Comisión de Búsqueda local, y así fue como llegaron las autoridades.
Ceci Flores asegura que en el lugar donde hallaron cenizas incluso uno de sus compañeros perdió la suela de su zapato porque aún estaban humeantes. Una persona les prestó caninos para continuar con la búsqueda. “Lo primero que les comenté es que había que traer un cernidor de los más finitos porque eran puras cenizas, pero hay mucho fragmento; algo tiene que haber que no se haya quemado tan profundo y que lo puedan analizar”, añade.
La Secretaría de Seguridad Pública y la Fiscalía capitalina, que llegaron al punto tras ser avisadas del presunto hallazgo el martes, se comprometieron a hacer ese análisis y unas horas después, el miércoles por la tarde, aseguraron que ya tenían información de que los fragmentos son de origen animal y no corresponden a persona alguna. Para ella, tienen la obligación de seguir buscando mientras existan carpetas de investigación que refieran la zona como último lugar de avistamiento o punto de desaparición.
A diferencia del lunes y martes, cuando Ceci Flores no tuvo acompañamiento de las autoridades, el lugar amaneció el miércoles acordonado –incluso se impidió el acceso de los medios de comunicación al sitio exacto del presunto crematorio–, con presencia de elementos de la policía capitalina, la policía de investigación y la Guardia Nacional.
“Ellos tienen la tecnología, las herramientas y los recursos para hacerlo. Aquí falta disponibilidad y sensibilidad en el tema. ¿Por qué habiendo una comisión con tantos millones de recursos no hacen búsquedas en campo? ¿Qué es lo que falta? Sensibilidad”, asegura.
Hasta el momento, dice haber recibido información de 14 puntos en Ciudad de México donde podrían hacerse hallazgos, pero eventualmente tendrá que regresar a Sonora. El próximo 4 de mayo su hijo Marco Antonio cumple 5 años de haber desaparecido. También sigue buscando a otro de sus hijos, Alejandro Guadalupe Islas Flores, desde octubre de 2015, y a los más de 2 mil 500 de otras mujeres que su colectivo ha hallado en fosas clandestinas.
Ceci Flores no es la primera madre buscadora que explora las laderas del Volcán Xaltepec. Rosa Icela Guzmán Milla, del colectivo Hasta Encontrarles Ciudad de México y mamá de Luis Ángel López Guzmán, relata que su hijo desapareció en Tláhuac el 26 de septiembre de 2018 cuando tenía 25 años, y fue visto por última vez en la colonia La Conchita.
El punto de la alcaldía al que volvió este miércoles es, definitivamente, un sitio de interés en la investigación de la desaparición de su hijo. “Ya tenemos algunos polígonos ahí marcados, los cuales hemos revisado dos; nos falta uno, que es de lagunas, que está como a 10 minutos de aquí, que estamos esperando que llegue un buzo para que nos diga de qué forma podemos entrar”, describe la madre de Luis Ángel.
Otras desapariciones, señalan, están igualmente asociadas a la zona. La mamá de una joven desaparecida también llegó al punto este miércoles. “Sin embargo, los lugareños lo que te dicen es que no saben nada, nadie quiere hablar”, lamenta. En el caso de Luis Ángel, se han realizado alrededor de seis búsquedas en esa área –algunas de semana completa– y hasta ahora, no se ha dado ningún hallazgo.
Te puede interesar: “En la CDMX también hay fosas clandestinas”: búsqueda de desaparecidos lleva a predio con restos humanos en Ajusco
Jacqueline Palmeros, del colectivo Una luz en el camino, busca a su hija Yael Monserrat Uribe Palmeros –la mayor de sus hijos y la única mujer–, desaparecida entre la alcaldía Iztacalco e Iztapalapa, en Eje 5 y La Viga, el 24 de julio de 2020 cuando tenía 21 años de edad. Explica igualmente que ya se han hecho varios recorridos en la zona.
Aunque en la carpeta de investigación de su hija el punto de interés no es ese, sino el Ajusco, por la comunicación que hay entre colectivos y buscadoras ha acudido a apoyar a sus compañeras. Su colectivo abraza a más de 40 familias de la Ciudad de México y son unos 10 casos los que comparten como punto de interés el Ajusco.
Las laderas de Tláhuac, asegura, han sido contempladas en búsquedas pasadas, y las mamás definitivamente tienen que seguir buscando en el polígono. Esas jornadas se han extendido hasta la parte trasera del deportivo de Tláhuac –también en el área–, donde se juntan las lagunas de esa alcaldía, de Xochimilco y del municipio mexiquense de Chalco. No se ha logrado recorrer todo, a falta del buzo.
“En este polígono se ha realizado la búsqueda de unos casos, de los ‘rojitos’, unos niños; su mamá ha recorrido mucho este espacio, la mamá de Sofía Lorena también, todo lo que es Minas. Aquí se ha buscado numerosas veces, muchas, y nunca se había encontrado nada”, apunta Palmeros. Es un punto de interés para las madres buscadoras de esa zona, que no se descarta nunca debido a su contexto: un lugar de cascajo, de minas, y solitario.
Rocío Méndez es la mamá de Sofía Lorena Meneses Mendez, quien desapareció el 28 de junio de 2018 cuando tenía 25 años. Ella ha emprendido la búsqueda en ese punto de Tláhuac ocho veces, la última el 12 de septiembre de 2023, en las que no ha habido hallazgo.
Fue el abogado de la persona responsable de la desaparición de su hija quien un día le dijo “que si queremos paz, que vengamos a buscar a este cerro; así de cruel, pero desgraciada o afortunadamente no hemos encontrado nada”.
Después supo que el responsable tenía familia cerca, por lo que estaba habituado a la zona. Rocío recorre cotidianamente no solo la tierra, sino también las calles, cárceles, establecimientos y zonas donde se ejerce el trabajo sexual, e incluso en otros estados. “Híjole, hasta en coladeras”, lamenta.
Jael Jacobo, del colectivo Buscadoras del Sur de Morelos e integrante del colectivo nacional Unidas siempre Buscando, busca a su hermano Pablo Shezaman Capistrán Lugo, quien desapareció en Zacatepec, Morelos, el 12 de marzo de 2022 mientras iba transmitiendo en vivo en un cerro. Este miércoles también estuvo en Tláhuac, en apoyo al colectivo Una luz en el camino.
Con su conocimiento del lugar, Rocío duda que en los próximos días se den hallazgos, porque ha encontrado a personas que hacen deporte y ella misma las ha entrevistado. “Desgraciadamente, hay mucho animalito y luego eso es lo que nos confunde; el no tener la experiencia, ese es el problema que a veces tenemos nosotras”, añade.
Les ha llegado, ocasionalmente, información de hallazgos positivos –dice Jael– pero han sido cuerpos localizados de un día para otro: la misma gente que hace ejercicio los reporta.
En lo que todas coinciden es en que es un punto de interés, que no se descarta.
Cerca de las 6 de la tarde, Ceci Flores tuiteó que seguirá en su búsqueda. Las madres de la Ciudad de México ya lo han hecho antes, y lo seguirán haciendo. En la capital siguen faltando más de 7 mil personas.
Un hotel de lujo en la capital panameña se transformó en un sitio de “custodia temporal” para 299 migrantes deportados desde EE.UU. Muchos piden auxilio por las ventanas, incluidos niños.
“Por favor, ayúdennos”, dice el mensaje escrito en un trozo de papel que dos niñas muestran a través de la ventana de una habitación del lujoso hotel Decápolis, en Ciudad de Panamá.
Un hotel que ofrece a sus clientes habitaciones con vistas al mar, dos exclusivos restaurantes, piscina, spa, transporte privado, pero que de pronto se transformó en un centro de “custodia temporal” que alberga a 299 migrantes deportados desde EE.UU., según informó el martes el gobierno de Panamá.
Algunos migrantes levantan los brazos y los cruzan a la altura de las muñecas como tratando de decir que se encuentran privados de libertad. Otros cuelgan pequeños carteles con mensajes como “no estamos seguros en nuestro país”.
En un día normal, los turistas podrían entrar y salir del hotel sin ningún inconveniente, pero bajo las actuales circunstancias, con miembros del Servicio Nacional Aeronaval de Panamá fuertemente armados custodiando el exterior y estrictas medidas de seguridad en el interior, el edificio parece más un improvisado búnker que un centro vacacional.
Desde la calle, se ven perchas con ropa lavada colgadas en la ventana. Una de las prendas es una camiseta amarilla de basketball con el número 24 de los Lakers, la que vestía el legendario jugador Kobe Bryant.
En otra, un grupo de adultos y tres niños levantan un brazo con el dedo pulgar metido en la palma, haciendo un gesto de auxilio internacional utilizado por quienes se sienten amenazados. En el vidrio está escrito con letras rojas la frase help us (“ayúdennos”).
Y un poco más allá, dos menores de edad con el rostro cubierto sostienen contra el vidrio unas hojas con el mensaje: “Por favor, salva a las niñas afganas”.
Estos migrantes, enviados por el gobierno de Donald Trump como parte de su política de deportación de personas indocumentadas, llegaron a Panamá en tres vuelos la semana pasada, luego de que el gobierno del presidente José Raúl Mulino aceptara convertirse en un país “puente” para los deportados en tránsito hacia otros países.
Sin embargo, de los 299 migrantes -entre los cuales hay ciudadanos provenientes de India, China, Uzbekistán, Irán, Vietnam, Turquía, Nepal, Pakistán, Afganistán y Sri Lanka que viajaron en el primero de los tres vuelos-, solo 171 aceptaron regresar a sus naciones.
Los otros 128 migrantes que no desean ser enviados de regreso a su país de origen enfrentan, al menos hasta ahora, un destino incierto.
Según informaron las autoridades panameñas, este grupo será trasladado a un campamento en la provincia del Darién, que ha servido hasta el momento para recibir temporalmente a los migrantes irregulares que cruzaban la selva con destino a EE.UU.
Una mujer iraní que vive en Panamá hace años le dijo a BBC Mundo que estuvo en contacto con uno de los migrantes dentro del hotel Decápolis y describió que están “aterrados” por la posibilidad de que los lleven a Irán.
A través de un celular escondido, dado que no les permiten tener ningún contacto con el exterior del hotel, el migrante le contó a la mujer que hay “varios menores atrapados” allí, que les han negado tener un abogado y que no les dejan salir del cuarto ni siquiera para comer.
La mujer fue hasta el hotel para ofrecer su ayuda como traductora de farsi a español, pero le dijeron que ya tenían uno, algo que según su conversación con el migrante dentro del hotel no era cierto.
BBC Mundo se puso en contacto con el hotel Decápolis para indagar sobre las condiciones en las que se encuentran los migrantes, pero no accedieron a responder preguntas.
Después de que la historia de los deportados fuera dada a conocer el martes en la prensa, se extremaron las medidas de seguridad bajo las que permanecen los migrantes y les cortaron el acceso a internet, dijo la mujer iraní.
Un video que circula en redes sociales desde el fin de semana muestra a una de las migrantes relatando en farsi que fueron detenidos luego de cruzar la frontera hacia Estados Unidos y que les informaron que serían trasladados a Texas, pero terminaron en Panamá.
La mujer en el video insistía que sus vidas corren peligro en caso de regresar a Irán por las posibles represalias que podría tomar el gobierno de ese país.
Su intención, dice, es pedir asilo político.
Un asilo político difícil de obtener sin acceso a un abogado. Más difícil aún cuando el gobierno panameño anunció que no ha ofrecido ni ofrecerá esa protección a los deportados.
El ministro de Seguridad Pública de Panamá, Frank Ábrego, informó este martes que los migrantes están de manera transitoria en ese país. El funcionario rechazó que los extranjeros estén en condición de detención y añadió que están bajo protección de las autoridades panameñas.
“Lo que acordamos con el gobierno de EE.UU. es que ellos quedan y están bajo la custodia temporal nuestra para su protección”.
Preguntado sobre la imposibilidad de salir del hotel, Ábrego respondió que se trata de una medida de prevención y añadió que su gobierno debe garantizar la seguridad y la paz de los panameños.
Y advirtió que aquellos migrantes que no desean regresar a su nación de origen, deberán elegir un tercer país.
En ese caso, relató, la Organización Internacional de Migraciones (OIM) y el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) serán los responsables de su repatriación.
Panamá, dijo Ábrego, “recibió a estos señores migrantes, les dimos la acogida en un hotel de la localidad, en el hotel Decápolis, pues es el que tiene en este momento la capacidad de recibirlos”.
El jefe de la Seguridad Pública también informó que “no se espera la llegada de más migrantes” porque no se han acordado más vuelos de este tipo.
Panamá aceptó ser un país “puente” para las deportaciones después de la visita del secretario de Estado de EE.UU., Marco Rubio, al país centroamericano en medio de las tensiones por las amenazas de Trump para “recuperar” la soberanía del Canal de Panamá.
Según han informado las autoridades panameñas, parte del acuerdo consiste en que Panamá facilitará la pista de aterrizaje y los albergues de las zonas urbanas de la provincia de Darién, donde está la peligrosa selva que atraviesan los migrantes rumbo a EE.UU., para que los migrantes deportados transiten hacia su destino final.
Un portavoz de la OIM le dijo a BBC Mundo que la organización está encargada de “brindar apoyo esencial” a las personas deportadas desde EE.UU.
“Estamos trabajando con funcionarios locales para ayudar a los afectados, apoyando el retorno voluntario de quienes lo solicitan e identificando alternativas seguras para otros”, apuntó.
“Si bien no tenemos una participación directa en la detención o restricción de movimiento de personas, estamos comprometidos a garantizar que todos los migrantes sean tratados con dignidad y de acuerdo con las normas internacionales”.
Muzaffar Chishti, investigador principal del centro de estudios Instituto de Política Migratoria en Estados Unidos, comentó que muchos de los deportados provienen de naciones conocidas como países “recalcitrantes”; es decir, países que no colaboran o no están abiertos a aceptar el regreso de nacionales deportados de EE.UU.
“Eso implica constantes negociaciones diplomáticas con esos gobiernos”, dijo en diálogo con BBC Mundo.
“Al enviarlos a Panamá, Estados Unidos sale de la foto”, agregó. “Es un dolor de cabeza para Panamá hacerse cargo de esas negociaciones y ver cómo hacer para que esos países acepten recibirlos de nuevo”.
Una de las grandes preguntas en este momento se refiere a cuál será el futuro de los 128 migrantes que no desean volver a su país de origen porque temen represalias.
Esta semana se espera que llegue un vuelo con deportados desde EE.UU. a Costa Rica, otro país centroamericano que ha hecho un acuerdo con la Casa Blanca para convertirse en “puente” en el camino de los migrantes hacia un destino incierto.
Haz clic aquí para leer más historias de BBC News Mundo.
Suscríbete aquí a nuestro nuevo newsletter para recibir cada viernes una selección de nuestro mejor contenido de la semana.
Y recuerda que puedes recibir notificaciones en nuestra app. Descarga la última versión y actívalas.