Desde 2014, el proyecto de la presa Paso Ancho en Oaxaca fue clausurado por la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa); sin embargo, el próximo mes de agosto reiniciará la construcción de la obra y cambiará de nombre a “Margarita Maza” en honor a la esposa del expresidente de México, Benito Juárez García.
El gobernador de Oaxaca, Salomón Jara Cruz, informó esta semana que la presa forma parte de los proyectos de infraestructura del Plan Nacional Hídrico presentado la semana anterior por la presidenta Claudia Sheinbaum y la Comisión Nacional del Agua (Conagua), con el que se planea atender las zonas con mayor escasez de agua en el país.
De acuerdo con este plan, la construcción de la presa “Margarita Maza” iniciará en agosto de este año y se concluirá a principios del 2027, y tendrá una inversión total de 4 mil 600 millones de pesos.
Se busca garantizar mil litros de agua por segundo y beneficiar a los habitantes de la zona metropolitana de la capital oaxaqueña; es decir, alrededor de 650 mil personas.
“Vamos en ruta correcta, Oaxaca seguirá siendo el motor de crecimiento del sur-sureste y ejemplo de que la Cuarta Transformación coloca en primer lugar a los más pobres y genera una prosperidad compartida para todas y todos los mexicanos”, dijo el gobernador el pasado 17 de marzo.
La construcción de la presa Paso Ancho inició en 2012, durante la administración del entonces gobernador Gabino Cué Monteagudo, en los municipios San Vicente Coatlán y Sola de Vega, con una inversión inicial de 3 mil 341 millones de pesos.
En esa fecha, la Secretaría de las Infraestructuras y el Ordenamiento Territorial Sustentable de Oaxaca (Sinfra), a cargo de Nezahualcóyotl Salvatierra (quien también fue secretario de Infraestructuras del gobierno de Salomón Jara Cruz hasta diciembre de 2024) pagó a dos empresas por adjudicación directa al menos 2 millones de pesos, sólo para la elaboración de dictámenes de impacto ambiental para la Presa de Paso Ancho, que debían incluir un análisis jurídico.
Uno de los contratos fue para la empresa “Planeación, Sistemas y Control, SA de CV” del Distrito Federal, por 980 mil pesos, y otro a “QV Gestión Ambiental S. C.” por 958 mil pesos.
Pero meses después la Profepa clausuró el proyecto “de manera total temporal” por no contar con autorización de cambio de uso de suelo en terrenos forestales expedido por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales.
La Semarnat informó que la empresa responsable de obra, Tradeco infraestructura, no presentó información técnica y documentación legal del lugar donde se desarrollaba el proyecto. Por ello, la Dirección General de Gestión Forestal y de Suelos de la Semarnat resolvió desechar dicha autorización que implicaba la afectación de una superficie de más de una hectárea.
La obra se paró en su totalidad y la Secretaría de la Contraloría y Transparencia Gubernamental de la entidad (ahora Secretaria de Honestidad, Transparencia y Función Pública) inició una investigación por presuntas irregularidades.
Es un proyecto inviable, dicen organizaciones
Desde agosto de 2024, al menos 20 organizaciones de la sociedad civil que integran el Observatorio Ciudadano y Comunitario del Agua y Medio Ambiente de los Valles Centrales de Oaxaca, calificaron de inviable técnica, social y jurídicamente esta iniciativa, además de costosa.
Debido a los antecedentes del proyecto Paso Ancho, clausurado por la Profepa en 2014, pidieron su justificación ecológica, económica y ambiental, así como sus impactos esperados.
El ambientalista Juan José Consejo Dueñas, del Instituto de la Naturaleza y la Sociedad en Oaxaca (INSO), advirtió que en la zona metropolitana de Oaxaca hay una crisis que pone en riesgo la viabilidad del Valle Central, una “crisis grave y compleja” que no puede ser resuelta por una obra, sino que requiere de un conjunto de medidas legales, técnicas, administrativas y económicas.
Advirtió que han cambiado los paradigmas y la discusión de cómo abordar los temas ambientales e hídricos, por lo que retomar este proyecto es un retroceso.
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“Sabemos que tiene elementos insalvables, por ser obras increíblemente caras, y existen muchos análisis al respecto, no sólo se trata del vaso y la presa, sino también un acueducto de más de 80 kilómetros, que tardaría mucho, es decir, ya no es una respuesta a los muchos problemas del agua”, comentó.
Consejo Dueñas dijo que los supuestos en que está fundado son hoy más discutibles pues las presas suelen tener una vida útil de entre 20 y 25 años, un periodo muy corto en relación de lo que cuesta construirlas.
Las organizaciones integrantes del OCCAMA señalan que hay otras soluciones al problema hídrico de Oaxaca e hicieron énfasis en la necesidad de que las autoridades impulsen procesos participativos donde los diferentes niveles de gobierno asuman su responsabilidad para recuperar y sanear fuentes de agua a nivel local, fortaleciendo la gobernanza del agua desde una visión de cuenca, antes de emprender proyectos donde se vulneran derechos de comunidades en beneficio de grandes urbes que no modifican sus dinámicas de sobreexplotación y contaminación del agua.
La victoria de los liberales parecía improbable hace solo unos meses, cuando el Partido Conservador de Pierre Poilievre lideraba las encuestas con una amplia ventaja. Pero todo cambió con el regreso de Trump a la Casa Blanca.
El Partido Liberal liderado por el primer ministro Mark Carney se impuso este lunes en las elecciones federales celebradas en Canadá, unos comicios marcados por la guerra comercial con Estados Unidos y la amenaza de anexión planteada por el presidente de ese país, Donald Trump.
Carney, de 60 años, había asumido el cargo de primer ministro en marzo tras ser elegido por los liberales para sustituir a Justin Trudeau, quien anunció su renuncia en enero pero permaneció en el cargo hasta que su formación eligió a su nuevo líder.
La victoria de los liberales parecía improbable hace solo unos meses, cuando el Partido Conservador de Pierre Poilievre lideraba las encuestas con una amplia ventaja.
Pero todo cambió con el regreso de Trump a la Casa Blanca en enero y el inicio de la guerra comercial entre los dos vecinos de Norteamérica.
Si bien Mark Carney carecía de experiencia en la política, sus largos años en la gestión de crisis económicas internacionales se convirtieron en su mayor activo en la campaña electoral.
Desde que asumió el cargo, Carney dejó claro que iba a plantar cara al presidente estadounidense porque, según dijo, es necesario “enfrentarse a un matón”.
“Los estadounidenses quieren nuestros recursos, nuestra tierra, nuestra agua, nuestro país… Canadá nunca formará parte de Estados Unidos de ninguna forma”, afirmó en su primer discurso como líder de su partido en marzo pasado.
Carney tiene un currículum poco común para un político que debe dirigir una de las mayores economías del mundo.
Es el primer jefe del ejecutivo de su país que no ha sido antes legislador ni ha ocupado ningún cargo gubernamental en Canadá.
Pese a ello, Carney ha sido pionero en muchos de los hitos de su carrera.
Fue la primera persona no británica en convertirse en gobernador del Banco de Inglaterra en los más de 300 años de historia de esa institución cuando asumió el cargo en 2013.
Además, fue la primera persona en liderar dos bancos centrales de países distintos del G7, ya que, anteriormente, había guiado a su país a través de la gran recesión de 2008 como gobernador del Banco de Canadá.
Hijo de un director de instituto, estudió con una beca en la Universidad de Harvard, en EE.UU., donde practicó el más canadiense de los deportes, el hockey sobre hielo. En 1995 se doctoró en Economía por la Universidad de Oxford, en Reino Unido.
Tras acabar sus estudios, Carney pasó 13 años trabajando en el banco de inversión Goldman Sachs.
En 2003 abandonó el sector privado para incorporarse al Banco de Canadá como vicegobernador, y después trabajó para el ministerio de Finanzas canadiense como viceministro adjunto principal.
Con 42 años fue nombrado gobernador del Banco de Canadá en 2007, poco antes de que los mercados mundiales se desplomaran. Su liderazgo en el banco central canadiense durante la “gran recesión” fue ampliamente elogiado por ayudar a su país a evitar lo peor de la crisis.
En 2013 lo convencieron para convertirse en gobernador del Banco de Inglaterra, cargo que ocuparía hasta 2020.
Fue su trayectoria en el sector financiero privado la que lo expuso a las críticas más duras de sus rivales políticos en Canadá durante la campaña electoral.
Por ejemplo, los conservadores acusaron a Carney de mentir sobre su papel en el traslado de la sede de la firma de inversión canadiense Brookfield Asset Management de Toronto a Nueva York en 2024.
También lo presionaron para que revelara sus activos financieros. Carney depositó sus activos en un fideicomiso ciego y aseguró que cumple plenamente con las normas vigentes sobre conflictos de intereses.
En 2024 los conservadores tenían una ventaja de 20 puntos porcentuales sobre los liberales en las encuestas nacionales.
Todo indicaba que el líder de los conservadores, Pierre Poilievre, sería el próximo primer ministro de Canadá.
Pero a principios de 2025, se sucedieron rápidamente una serie de eventos que trastocaron el panorama político canadiense: la renuncia de Justin Trudeau, el posterior nombramiento de Carney como líder de los liberales y primer ministro; y el regreso de Trump a la Casa Blanca con las consiguientes amenazas y aranceles.
Para cuando se convocaron las elecciones a mediados de marzo, los liberales de Carney estaban empatados en las encuestas con los conservadores, y a principios de abril, según las encuestas nacionales, habían logrado una ligera ventaja.
Lo que algunos medios describieron como “el efecto Trump” fue un cambio de suerte sorprendente para los liberales. Aparentemente muertos y enterrados, ahora parecían capaces de ganar una cuarta elección consecutiva, algo que sucedió este lunes.
Carney se presentó ante los votantes como el hombre más preparado para afrontar este momento crítico: un banquero sólido que ayudó a guiar la economía de Canadá durante la crisis financiera de 2008 y, posteriormente, la de Reino Unido durante el Brexit.
Los partidarios de Carney y muchos canadienses ven en él un aplomo que ha calmado sus ansiedades ante las amenazas de Trump de imponer aranceles y sus reiteradas sugerencias de que el país debería convertirse en el 51º estado de Estados Unidos.
La salida del poder de Justin Trudeau, cuya popularidad se había hundido tras una década en el poder, liberó una enorme presión, afirma Shachi Kurl, presidenta del Instituto Angus Reid, una organización sin fines de lucro dedicada a la investigación de la opinión pública.
Muchos votantes comenzaron a migrar hacia los liberales de Carney, impulsados por Trump, el “personaje principal” de estas elecciones, según Kurl.
“Las amenazas, los rumores de anexión, todo eso ha sido un gran incentivo para los votantes de centro-izquierda”.
El anuncio de Trump a finales de marzo sobre los aranceles globales a las importaciones de automóviles extranjeros le permitió a Carney alejarse de la campaña y asumir el papel de primer ministro.
Así, no se vio sometido a una dura campaña electoral, ya que sus obligaciones como primer ministro lo mantenían ocupado. En cualquier caso, se considera que tanto en la campaña como en los debates con sus rivales políticos tuvo un buen desempeño.
En el cambiante panorama político, Poilievre y los conservadores parecieron tener dificultades para afianzarse.
Poilievre tuvo que defenderse de las críticas de sus rivales políticos, que lo acusaban de ser un “min Trump”, con su estilo combativo, sus promesas de acabar con la “ideología progresista” y su disposición a enfrentarse a la “élite global”.
Dado que gran parte de la campaña estuvo dominada por la relación entre Estados Unidos y Canadá, y la guerra comercial, muchos temas -como el clima, la inmigración o la reconciliación con las comunidades indígenas- quedaron en un segundo plano.
Tanto Carney como Poilievre coincidieron durante la campaña en las prioridades para Canadá: la necesidad de reducir la dependencia de Estados Unidos; el desarrollo de los sectores del petróleo, el gas y la minería; la protección de los trabajadores afectados por los aranceles; y el aumento del gasto en defensa.
Además de su enfoque inflexible sobre Trump, Carney también propuso diversas políticas para abordar los problemas internos de su país.
Es conocido por su defensa de la sostenibilidad ambiental. En 2019, se convirtió en enviado especial de la ONU para el cambio climático y, en 2021 lanzó la Alianza Financiera de Glasgow para el Cero Neto, una agrupación de bancos e instituciones financieras que trabajan para combatir el cambio climático.
Uno de los aspectos más polémicos del gobierno de Trudeau fue el impuesto al carbono, que obligaba a los canadienses a pagar un impuesto sobre las emisiones de carbono. Los conservadores prometieron repetidamente eliminar el impuesto, que, según afirmaban, no beneficiaba al medio ambiente.
Poco después de jurar el cargo de primer ministro en marzo, Carney firmó una orden que eliminaba el impuesto a partir del 1 de abril.
“Esto marcará la diferencia para los canadienses que se encuentran en apuros”, declaró entonces.
Durante la campaña, también abogó por convertir a Canadá en una superpotencia energética “limpia y convencional” y por acelerar la aprobación de grandes proyectos energéticos.
Carney se ha definido como “pragmático” al ser preguntado sobre posibles conflictos entre sus políticas energéticas y sus valores climáticos.
En materia de inmigración, Carney ha abogado por limitar los objetivos actuales de inmigración para garantizar que los sistemas de vivienda y salud de Canadá no se vean afectados.
Su principal misión, según ha declarado, será mantener el crecimiento de la economía canadiense, a pesar de la desaceleración del comercio con Estados Unidos.
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