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Sepultan a los 11 comerciantes de Chautipan, Guerrero, asesinados; comunidad denuncia extrema violencia
Sepultan a los 11 comerciantes de Chautipan, Guerrero, asesinados; comunidad denuncia extrema violencia
Foto: Amapola Periodismo
3 minutos de lectura

Sepultan a los 11 comerciantes de Chautipan, Guerrero, asesinados; comunidad denuncia extrema violencia

Tras el hallazgo de los cuerpos de 11 comerciantes asesinados en Chilpancingo, Guerrero; familiares y pobladores de la comunidad de Chautipan, de donde son originarios, exigen la búsqueda de otros cinco desaparecidos.
09 de noviembre, 2024
Por: Marlén Castro/Amapola Periodismo

La gente de Chautipan, una comunidad de la Sierra de Chilpancingo en Guerrero, no entiende por qué sus familiares murieron así.

“Es muy cruel y muy injusta su muerte”, dice un hombre de la comunidad.

No es para menos. Las familias vivieron la impresión más grande de su vida cuando intentaron reconocer a sus seres queridos.

Los restos de las 11 personas, entre las que hay cuatro niños, dos mujeres y tres hombres adultos, estaban repartidos en 30 bolsas negras. Fueron abandonados en una camioneta el pasado miércoles 6 de noviembre, en la entrada sur de Chilpancingo.

Todos los restos humanos estaban revueltos. Las once víctimas fueron decapitadas, algunas desolladas, sus extremidades cortadas. A los menores les sacaron los ojos.

Por estos asesinatos y desapariciones, nueve mujeres quedaron viudas y hay 20 menores huérfanos.

sepultan comenciantes guerrero
Foto: Amapola Periodismo

 

Forman parte de un grupo de comerciantes que, algunos desde hace 17 años, se dedican a la venta de trastes de diferentes materiales, para completar sus ingresos para sostener a sus familias.

En total, estaban desaparecidas 16 personas desde el 22, 21 y 27 de octubre pasado, cuando después de la temporada de lluvias los hombres adultos y los cuatro menores salieron de Chautipan a vender sus trastes.

Llegaban así a varias comunidades, principalmente de la montaña baja.

Esta ocasión salieron de Chautipan para vender a El Epazote, una comunidad del municipio de Chilapa. Una zona controlada política, criminal y económicamente por el grupo del crimen organizado Los Ardillos.

“Nunca en todo este tiempo tuvieron un solo problema. La gente los conocía en todos lados, pues ya son muchos años que van a esos pueblos”, cuenta el hombre, quien entre las víctimas tiene a un yerno.

Todavía falta por localizar a cinco hombres adultos.

velan comerciantes Chautipan
Foto: Amapola Periodismo

 

Una señora cuenta que tres de esos cinco que continúan desaparecidos son sus hermanos. Pidió a la presidente Claudia Sheinbaum que no abandone a la gente del pueblo, que necesitan seguir buscando a las personas que faltan.

Chautipan en una comunidad serrana de aproximadamente 500 habitantes, ubicada en la parte oeste del municipio de Chilpancingo, a tres horas de la capital.

Queda justo a la mitad del camino de Jaleaca, otra comunidad serrana perteneciente a Chilpancingo.

Te puede interesar: Los 11 cuerpos hallados en Chilpancingo corresponden a familia de comerciantes desaparecida en Chautipan: Fiscalía de Guerrero

En los últimos tres años, otro grupo del crimen organizado llamado Los Jaleacos, comenzó a cobrar notoriedad.

“Es injusto cómo estas personas hallaron la muerte, pagaron por las rivalidades entre dos grupos”, indica el hombre que con un cubrebocas intenta proteger su identidad.

Asegura que los mataron porque son de esta zona serrana.

“Y los de allá abajo no quieren a los de acá arriba”. Los de abajo serían Los Ardillos, y los de arriba Los Tlacos y Los Jaleacos, quienes están del mismo lado, según la radiografía criminal local.

comerciantes asesinados chautipan guerrero
Foto: Amapola Periodismo

 

Esta tarde, alrededor de las dos y media de la tarde, fueron sepultados. Nunca antes, contaron, habían enterrado a una persona asesinada.

En Chautipan, la mayoría de los habitantes son protestantes y entre sus reglas está la de ingerir bebidas alcohólicas.

Una forma de controlar la ingesta  es vender la cerveza con sobreprecio. Una cerveza cuesta normalmente 30 pesos y en Chautipan las venden en 50.

 

De Amapola Periodismo Transgresor

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Imagen BBC
“Ayer nos dio las gracias un niño de 7 años, eso me emocionó”: rescatistas voluntarios que buscan a desaparecidos en Valencia
7 minutos de lectura

BBC Mundo acompañó a un equipo de rescatistas en la búsqueda de víctimas de las riadas de Valencia.

03 de noviembre, 2024
Por: BBC News Mundo
0

-Abrimos un agujero y vimos que había cuerpos flotando.

-¿Cuántos cuerpos?

Basilio Vigil, Basi, hace una pausa prudente antes de responder con un escueto “muchos”.

El sábado, junto al resto de compañeros de la ONG Unidad de Rescate y Salvamento con Perros (URESAP), estuvieron todo el día trabajando en el centro comercial de Bonaire, en Aldaia, a las puertas de Valencia.

Su parking subterráneo, de 2 mil metros cuadrados, se ha convertido en el fantasma que ronda las zonas devastadas por las riadas, la pesadilla que muchos temen. Se cree que en los dos millones de litros que se colaron en su interior pueda haber decenas de muertos.

En las redes sociales se especula con todo tipo de cifras. El semblante de Basi y el del resto del equipo se ensombrece y prefieren no contar mucho más.

El temporal que azotó Valencia y el sureste de España ha dejado ya al menos 212 muertos, pero hay muchos desaparecidos, por lo que la cifra podría ser bastante mayor.

Aún quedan muchos sótanos, garajes subterráneos por vaciar y revisar, vehículos que han quedado convertidos en amasijos de hierros y que la corriente arrastró a kilómetros de donde estaban aparcados, y también zonas rurales donde puede que vivan personas con movilidad reducida y que han quedado aisladas.

“La cifra de fallecidos aumentará poco a poco, lamentablemente”, aventura Francisco Javier Andrés, un bombero forestal que en sus fines de semana o en vacaciones se suma a la URESAP.

“A muchos les pilló en la carretera y algunos lo que hicieron fue abandonar sus vehículos e intentar escapar andando”, cuenta de camino a la zona en la que va a trabajar el equipo este domingo.

Varios rescatistas.
BBC
Los rescatistas de URESAP se preparan para realizar una batida.

Son unos garajes anegados en la parte baja de Catarroja, una de las localidades más afectadas por las lluvias torrenciales que el 29 y 30 de octubre devastaron la zona sur de Valencia.

También hay que revisar decenas de vehículos que arrastró el agua y que han quedado sembrados en un descampado del pueblo.

Con la ayuda de Bolo, Roco y Shiva van a buscar a personas que pudieran haber quedado atrapadas, vivas o muertas. BBC Mundo los acompañó.

“Ojalá tengamos un desenlace bueno hoy, pero no sabemos lo que nos vamos a encontrar”, reconoce Alberto Carnicer, un verano que lleva desde los 17 años trabajando como rescatista con distintas instituciones, entre ellas la Cruz Roja y la Protección Civil, y como voluntario en la URESAP.

Pero llegar hasta allí no es fácil.

Algunas calles están colapsadas por las montañas de enseres embarrados que los vecinos han ido sacando de sus casas, y por coches y más coches cubiertos de lodo, aplastados como los restos de papel de aluminio de un bocadillo, allá donde se mire.

Las vías transitables son un bullicio de tractores y excavadoras, grúas, camiones militares, furgonetas con alimentos o agua que traen los voluntarios.

En un camino estrecho, una lancha empotrada contra un garaje deja una historia de supervivencia. El martes por la noche, un chico al que arrastraba la corriente la vio y trepó hasta ella. Allí se quedó hasta que bajaron las aguas.

La zona baja de Catarroja que el equipo va a inspeccionar, ya lindando con la localidad de Albal, parece una escena apocalíptica.

Una rambla llena de barro y coches destrozados.
BBC
Catarroja ha quedado completamente anegada.

El pueblo se convirtió el martes en un barranco urbano y mucho de lo que arrastró ha quedado esparcido por una zona de huertas y naranjos donde los automóviles parece que brotaran de la tierra.

“Nos gustaría encontrar a personas vivas”

El equipo recibe las instrucciones de Basi, el líder y fundador del grupo, que se ha coordinado con autoridades locales, y se echa a andar.

El trabajo es duro y meticuloso. Los rescatistas se abren en abanico para rastrear la mayor extensión posible.

Desde el cielo, un dron dirigido por Cristian Seves, un militar que se unió al grupo hace 15 días, sobrevuela el terreno para tener visión de las zonas a las que no se puede llegar a pie.

Se van acercando vehículo por vehículo, miran por las ventanillas o las rompen si hace falta, revisan maleteros y los perros los rodean en busca de algún olor o figura humana.

“Solo avisan si ven una persona sentada o tumbada y entonces marca, nunca de pie”, aclara Héctor Galdona. Roco, su perro de aguas español blanco y negro, trepa por los montículos, se cuela entre la maleza y busca a cada poco la mirada de su dueño.

“¡Qué bueno ese perro! ¡Muy bueno ese perro!”, le recompensa Héctor.

Lo que parece la huella de una mano en el barro de un asiento llama la atención de Alberto. Los rescatistas logran abrir las puertas traseras del vehículo, pero dentro no hay nada salvo la huella misteriosa.

Una zona arbolada sepultada por la maleza se ha convertido en una especie de cueva vertedero. El agua ha arrastrado mucha ropa de algún almacén. Algunas prendas están aún metidas en sus bolsas, hay maletas, un tablero de ajedrez, un casco de bicicleta infantil de la película Frozen.

Luis y Bolo.
BBC
Luis y Bolo.

Un poco más adelante, en la estación de tren de Albal, que aún no había sido inaugurada, Bolo, un pastor belga malinois, ladra avisando de algo. Un olor pestilente emana del vestíbulo de la estación, que tiene un metro de altura de barro y cañas, y el equipo se acerca con cautela.

De entre el lodo asoma la cabeza de un burro, su cuerpo hinchado, los ojos desorbitados.

A Bolo, que estaba abandonado, lo recogió Luis Ramos, un adiestrador de perros venezolano que en su país trabajó durante 15 años como guía canino de la policía.

Braian Asinari va marcando con un espray una gran letra R en cada uno de los vehículos que van revisando. Braian no es miembro de la URESAP, pero es vecino de Aldaia, uno de los pueblos afectados por la riada. Quería ayudar y se ha unido al grupo. Les hace de guía local.

La batida de hoy no ha encontrado nuevas víctimas, ni vivas ni muertas.

Pero su labor, como la de otros muchos grupos de voluntarios, es fundamental, y los vecinos de Catarroja se lo recuerdan a cada paso que dan.

“Ayer nos dio las gracias un niño de unos 7 años que estaba sacando barro de una casa con una escoba. Eso me emocionó”, reconoce Alberto.

Lo que ven y lo que viven también pasa factura: “En la furgo vamos haciendo chistes, pero luego, cuando pasa un tiempo y vuelves a casa, nos da el bajón”.

Empieza a llover y el equipo decide regresar.

La agencia de meteorología ha vuelto a activar el aviso rojo sobre Valencia, el máximo, y ha pedido a los vecinos que se queden en zonas elevadas por las lluvias. El barro ha atorado parte del alcantarillado de Catarroja y la zona podría volver a anegarse.

Bomberos forestales retirando un árbol.
BBC
La riada arrasó de cuajo grandes árboles en Catarroja.

En la esquina donde han dejado la furgoneta, la chef Carlota Bonder ha montado un punto de entrega de platos calientes a los vecinos.

Ha venido desde Ibiza en su Porsche Cayenne verde pistacho, que por tener tracción a las 4 ruedas ha ofrecido como vehículo de ayuda humanitaria.

“Tengo a toda la brigada cocinando”, cuenta.

El equipo de Carlota ayuda a repartir tápers con lentejas guisadas y con espaguetis.

El día anterior vieron a una señora desde un balcón que les hacía un gesto de llevarse la mano a la boca. “Subimos corriendo los 6 o 7 pisos de escaleras y nos encontramos con una anciana que tenía alzhéimer y que no había comido en días. Se te parte el corazón”, recuerda Adriana Alés.

Carlota se ofrece a llevar a parte del equipo de rescatistas de vuelta al punto de partida. Su Porsche verde parece un espejismo en medio del lodazal en el que se ha convertido el pueblo.

Mañana habrá más sótanos y más garajes por inspeccionar.

“Nos gustaría encontrar a personas vivas, pero el tiempo corre en contra”, reconoce Fran.

Pero hallar a los muertos, desengrosar la lista de desaparecidos, también es una labor fundamental, explica Basi: “Un cuerpo recuperado es una familia aliviada, que puede iniciar el luto y enterrar a su ser querido”.

Línea gris.
BBC

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