El Código Penal de la Ciudad de México introdujo el término de corrupción inmobiliaria, buscando evidenciar y sancionar a los permisos de construcción otorgados a cambio de obtener ilícitamente beneficios económicos o de propiedades, los cuales serán castigados con la pena de prisión desde los 10 hasta los 20 años, independientemente de las otras sanciones que se comentan.
La reforma publicada en la Gaceta Oficial de la capital, con vigencia a partir de mañana, se hace efectiva tras la creación del capítulo XV y el artículo 276 quater al Código Penal, que señala:
“Comete el delito de corrupción inmobiliaria el servidor público que por acción u omisión permita o tolere la construcción de inmuebles o la edificación de pisos adicionales a los autorizados, sin el cumplimiento de los requisitos establecidos en la Ley”.
En el evento de presentación, celebrado en el Antiguo Palacio de Ayuntamiento, el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Martí Batres, señaló que dicha reforma al Código Penal de la Ciudad de México, en la que se incluye el castigo a la corrupción inmobiliaria, evitará omisiones a la normatividad en materia de ordenamiento territorial y desarrollo urbano y penará el delito de corrupción asociados a ella.
Asimismo, Batres insinuó que autoridades de la alcaldía Benito Juárez permitieron que se hicieran actos de corrupción inmobiliaria en esta demarcación; discurso y señalamiento que haría reiteradamente la candidata Clara Brugada a su contrincante y exalcalde de la Benito Juárez, Santiago Taboada, en el debate por la jefatura de la Ciudad de México.
“El Cartel Inmobiliario de la alcaldía Benito Juárez, descubierto recientemente, ha puesto en evidencia la magnitud del problema. Estimamos que, a través de construcciones ilegales de pisos adicionales, se han obtenido ganancias ilícitas de hasta mil millones de pesos”, mencionó el Jefe de Gobierno.
La pena por este delito se incrementará en una mitad cuando las conductas previstas produzcan beneficios económicos al propio servidor público o a personas relacionadas con él hasta el cuarto grado de parentesco, o a terceros con los que tenga vínculos afectivos o económicos.
“Simplemente en el caso de corrupción inmobiliaria, cuando se obtenga un beneficio económico por otorgar permisos para construcciones indebidas, la pena se agrava de 15 a 30 años de prisión”, indicó Batres.
La medida surge como respuesta a un escándalo que ha sacudido a la capital mexicana, con 26 funcionarios de la Alcaldía Benito Juárez involucrados en el denominado “Cartel Inmobiliario”. Se han emitido órdenes de aprehensión, habido detenidos y sentenciados, en un esfuerzo por acabar con la impunidad y la corrupción en el sector de la construcción.
Por su parte, el secretario de Desarrollo Urbano, Inti Muñoz, adelantó que pronto se darán a conocer nuevos hallazgos sobre casos de corrupción inmobiliaria, enfatizando en la importancia de continuar combatiendo esta práctica que afecta a la ciudadanía y debilita la institucionalidad del país.
Sandra Hernández elaboró un proyecto que explora los desafíos diarios de los cubanos por el colapso económico de su país.
La principal fuente de inspiración de la fotógrafa mexicana Sandra Hernández es un libro póstumo.
“Lo infraordinario”, del escritor francés Georges Perec, es un inventario de la realidad y de la vida cotidiana, temas que Hernández también ha convertido en protagonistas de su obra fotográfica.
“Los registros fotográficos de la memoria muchas veces suelen enfocarse en sucesos extraordinarios, es decir, lo blanco y lo negro de la humanidad”, explica en entrevista con BBC Mundo.
“A mí me gusta concentrarme en lo gris, porque es donde muchos convergemos. Sin importar el lugar, son historias con las que la mayoría puede conectar y explorar sentimientos que son universales”.
Así nació su último trabajo fotográfico, “Sobreviviendo a lo imposible”, un proyecto que explora los desafíos diarios que enfrentan los cubanos por el colapso económico de su país “más allá de los clichés”.
“La primera imagen (arriba) dice muchísimo de la típica situación de una familia en Cuba”, afirma Hernández.
“Es una isla en donde la mayoría de las casas están llenas de mujeres, madres que cuidan a sus hijos, porque los padres suelen estar ausentes. Muchos hombres migran primero para hacer dinero y poder llevarse a sus familias”, explica.
La economía cubana se ha reducido un 12% desde 2019. El gobierno del presidente Miguel Díaz-Canel culpa a las sanciones estadounidenses y a la pandemia de covid-19 de la crisis.
La gran depresión ha desatado una espiral inflacionaria, escasez de agua, combustible y productos básicos, además de apagones diarios que afectan a grandes sectores de la población.
“Cuba es lo imposible”, enfatiza Hernández, citando al célebre novelista cubano Reinaldo Arenas.
Sandra Hernández ha sido testigo de cómo la producción en las panaderías se ha reducido progresivamente debido a la escasez de ingredientes, lo que ha provocado un racionamiento generalizado de alimentos.
La escasez y los racionamientos han dificultado la vida de los cubanos y ha impulsado la emigración.
“Varios panaderos de El Criollo, en Trinidad, me preguntaron si puedo sacarlos de Cuba”, cuenta Hernández.
“Me dijeron que habían visto fotos de México y que les gustaría vivir allí”.
La fotógrafa mexicana explica que la vida doméstica en Cuba a menudo se desborda hacia las calles, debido a la crisis, las condiciones de hacinamiento y la falta de espacio adecuado en muchos hogares.
Quizá eso puede ayudar a explicar por qué cada vez menos cubanas quieren tener hijos.
Según las últimas cifras oficiales de la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI), en 2024 se registraron un total de 71.000 nacimientos, 19.075 menos que en 2023, “la cifra más baja de las últimas décadas”.
Asimismo, refleja que la población cubana, que durante años fue de poco más de 11 millones de personas, hoy ronda los 9,7 millones.
La isla tiene ahora la misma población que tenía hace 40 años.
En la Cuba actual también es común que los abuelos se encarguen del cuidado infantil en los hogares, especialmente cuando ambos padres trabajan.
“Muchos tienen problemas de salud, pero incluso así tienen que cuidar a sus nietos mientras los padres salen a ver qué encuentran, a ‘rifársela’ como decimos en México”, explica Hernández.
Si bien la población cubana está en caída libre debido a la migración y la baja tasa de natalidad, los adultos mayores son el único grupo poblacional que aún sigue creciendo.
Cuba cuenta hoy con una de las poblaciones más envejecidas de América Latina.
Más de un cuarto de la población tiene 60 años de edad o más, según las últimas cifras oficiales.
De acuerdo al Observatorio Cubano de Derechos Humanos, solo el 20% de los adultos mayores de 65 años encuestados tienen acceso a los medicamentos que necesitan.
Sandra Hernández visitó Cuba por primera vez en 2022 y desde entonces ha realizado tres viajes a la isla.
Asegura que se ha enamorado tanto de Cuba como de su gente.
“Los cubanos son gente resiliente, sumamente cálida y alegre”, añade.
“La gente en Cuba está muy ávida de contar sus historias, de ser vistas. Muchos turistas que van a tomar fotos se quedan en la calle, sin mucho interés en lo que sucede en la vida de los cubanos, que incluso viven con sus puertas abiertas”.
Hernández señala que los cubanos se sienten abandonados: “Ya no esperan ayuda, se saben olvidados y entre ellos han estado acompañándose en una situación que es extrema”.
Sandra Hernández explica que muchos estudiantes cubanos abandonan sus estudios debido a las dificultades económicas, obligaciones familiares o falta de interés.
Casi el 90% de los cubanos vive en la pobreza extrema, según el Observatorio Cubano de Derechos Humanos.
Según expertos, la isla experimenta una de las olas de emigración más importantes de su historia.
Más de 850.000 migrantes cubanos han llegado a Estados Unidos desde 2022, según cifras publicadas a finales del año pasado por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés).
En su última visita a Cuba, Sandra vivió un apagón de tres días a principios de noviembre producto del huracán Rafael.
“Fue un huracán de categoría 3. No fue tan intenso, pero en un país como Cuba, donde todo está colgado de un hilo, fue devastador”, recuerda.
La fotógrafa describe el apagón como un momento de mucha angustia, pero a la vez extremadamente conmovedor: “Yo sabía que en algún momento me iba a regresar a México, pero atestiguar cómo los cubanos tratan de resolver tal situación no fue fácil”.
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