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En la línea fronteriza de Chiapas, los enfrentamientos entre cárteles no paran a pesar de la presencia del Ejército
En la línea fronteriza de Chiapas, los enfrentamientos entre cárteles no paran a pesar de la presencia del Ejército
FOTOS: Especial
8 minutos de lectura

En la línea fronteriza de Chiapas, los enfrentamientos entre cárteles no paran a pesar de la presencia del Ejército

El Ejército llegó en julio a la zona de la carretera que conecta Chiapas con Guatemala. Sin embargo, siguen los enfrentamientos entre el Cártel de Sinaloa y el CJNG por el control de este territorio, lo que ha ahuyentado a pobladores. 
19 de diciembre, 2022
Por: Redacción Animal Político

Milena escucha con atención las balaceras. Últimamente se dan por Aquespala, un ejido en el municipio de Frontera Comalapa, Chiapas, que se encuentra a unos cinco minutos de su casa, a lo largo de la carretera que lleva al cruce fronterizo de La Mesilla, en Guatemala. 

“La de anoche no era arma pequeña, porque se escuchaba fuerte el sonido. No era tan así seguido TATATA, sino PUM… PUM… PUM”, recuerda Milena. “Allá se siguen enfrentando porque los cárteles obligaron a la gente a no dejar entrar al Ejército”.

Los últimos enfrentamientos se dieron el 28 y 29 de noviembre en Aquespala y un poco más al sur, en El Jocote, a menos de 10 kilómetros de la frontera guatemalteca. Los tiroteos fueron acompañados por bloqueos en la carretera federal 190 que, según afirman pobladores, los ejidatarios levantan por orden de las organizaciones criminales para que se puedan enfrentar sin que los militares intervengan.

Durante enfrentamientos recientes, uno de los bloqueos se encontraba en San Gregorio Chamic, localidad ubicada a lo largo de la misma carretera internacional, que durante alrededor de un año fue el foco de la violencia en este municipio fronterizo.

Animal Político vio las huellas que dejaron los tiroteos: desde hace tiempo, el Oxxo de la gasolinera está clausurado y el muro rosa de la zapatería a su lado está totalmente baleado. Así se encuentran muchos negocios en la orilla de la carretera federal 190 a la altura de San Gregorio Chamic: refaccionarias, pollerías, veterinarias, comedores están tiroteados y cerrados, algunos en venta. Meses atrás, cuando seguido había balaceras y los grupos criminales iban patrullando las comunidades con tanques hechizos, solo una familia se atrevía a abrir su negocio pero, desde que el Ejército se instaló, varios comerciantes reanudaron su actividad hasta las 4:00 de la tarde.

La Sedena llegó a Chamic el 25 de julio, tras las protestas de la población que solicitaba su intervención. Con la operación “Comalapa 2022” envió 284 elementos que realizan patrullajes e instalan retenes. El más visible se encuentra en el crucero que lleva a los Lagos de Colón, uno de los destinos turísticos más conocidos de Chiapas: un sistema de cuerpos de agua cristalina rodeados por vegetación exuberante, donde hasta hace un par de años los visitantes domingueaban y asaban carne, se bañaban y tenían la posibilidad de visitar el sitio arqueológico de El Lagartero. 

En el mismo ejido donde se encuentra el yacimiento maya, de acuerdo con Guacamaya Leaks, en mayo pasado la Sedena encontró dos campamentos de entrenamiento de kaibiles, los soldados de élite del ejército guatemalteco.

Hoy, ya casi no llegan visitantes a Lagos de Colón y los negocios ubicados en la carretera que los conecta con San Gregorio Chamic están clausurados y abandonados. “Unos se fueron por miedo y otros porque tenían que ver con el problema”, dice Milena. 

Entrada al restaurante Los Cortes en la carretera federal 190, entre Frontera Comalapa y La Trinitaria.

Ella también ha pensado muchas veces en irse con su hermana y sus hijas, pues los tiroteos y los drones que sobrevuelan las casas le causan temor. Su familia tiene también problemas económicos: por la inseguridad, tuvieron que abandonar la parcela donde sembraban su milpa y criaban pollos.

Milena sabe que los criminales no se han ido. Los sigue viendo apostados en las esquinas: allí donde estaban armados y con unas cadenotas en el cuello, desde que entró el Ejército andan en playera y chanclas. A veces los ha visto en bicicleta, rodando por las calles de estas tierras fronterizas donde a los “halcones” les dicen “banderas”, como en Guatemala, y la señal del celular es de la empresa Tigo.

De acuerdo con los pobladores y con un informe de inteligencia del gobierno federal de junio de 2020, los grupos que se pelean el control de Frontera Comalapa son el Cártel de Sinaloa y el de Jalisco Nueva Generación (CJNG). 

Organizaciones civiles que trabajan en la zona afirman que su interés está en controlar este paso fronterizo de drogas y migrantes y su tráfico hacia el norte, a través de la carretera que pasa por Comitán y San Cristóbal de Las Casas, y que representa un corredor rumbo a Tabasco. De allí, el camino se abre hacia los estados del norte o la península de Yucatán.

Los apetitos de estas organizaciones criminales y quienes están coludidos con ellas podrían ir más allá de droga y migrantes: a través de una solicitud de información, se conoció que en los últimos 20 años la Secretaría de Economía otorgó 15 concesiones mineras en Frontera Comalapa.

A causa de la inseguridad, en este municipio chiapaneco las elecciones no se celebraron en junio de 2021 ni en abril de 2022, cuando fueron convocados comicios extraordinarios en cuatro municipios chiapanecos. Por esto, Frontera Comalapa no tiene un gobierno elegido por su población y está administrado por un Concejo Municipal nombrado por el Congreso del estado, siendo que fue justo en época electoral, a mediados de 2021, que la inseguridad creció. Los grupos criminales cobraban piso hasta a las taquerías, se hicieron más frecuentes los asesinatos, las desapariciones y los asaltos de vehículos en esta carretera internacional, transitada por turistas, traileros y chiapanecos que viajan con miles de pesos para comprar ropa en Guatemala y revenderla en sus tiendas.

La situación se precipitó un mes después de las elecciones, tras la muerte de Ramón Gilberto Rivera Beltrán, ‘el Junior’, hijo del ‘Tío Gil’, exlugarteniente del Cártel de Sinaloa en esta región. ‘El Junior’ fue asesinado en Tuxtla Gutiérrez el 7 de julio de 2021, supuestamente por el CJNG, y era un líder criminal sinaloense dueño de varios negocios. Entre ellos, Genemex International, un rancho ubicado en la carretera entre Frontera Comalapa y La Trinitaria con el que la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH) firmó un convenio de colaboración en 2016

Fuentes que viven o trabajan en Frontera Comalapa, así como documentos en posesión de la periodista Anabel Hernández, confirman la existencia de nexos entre las autoridades y el Cártel de Sinaloa. Una organización no gubernamental contó que su colusión es tan notoria en Frontera Comalapa que la gente suele pensar que, si un grupo de pobladores pide presencia del Ejército, es porque tiene relación con los sinaloenses, y si exige que los soldados se vayan es porque está cercano al CJNG.

A partir del asesinato del ‘Junior’, los enfrentamientos se volvieron una constante. Fue entonces cuando los muros de Chamic se hicieron un colador y la carretera internacional que de allí conduce a La Trinitaria se transformó en un paisaje desolador. 

Por ejemplo, el restaurante Los Cortes avisa a los viajeros de que está abierto, pero en su entrada sigue conservando una barrera de piedras que se instaló cuando las comunidades levantaron barricadas para protegerse de la entrada de los criminales. El hotel La Cabaña, que en su letrero luminoso ofrece cuartos con wifi y agua caliente, está totalmente solo: las lluvias del verano vigorizaron la maleza que poco a poco se está apoderando de la recepción, una cabaña de madera cuya puerta está entreabierta y su interior saqueado. En la misma condición se encuentran muchos bares, tiendas y restaurantes que hace pocos años aprovechaban del tráfico de carros que iban y venían de Guatemala, y que hoy están abandonados.

El punto donde los pobladores de Chamic suelen instalar bloqueos, a lo largo de la carretera fronteriza.

Un enfrentamiento a plena luz del día empujó a Catarina a abandonar su casa en Chamic, en febrero de 2021. La balacera duró una hora; la pasó escondida debajo de la cama, abrazada a sus dos hijas y con el corazón a mil por hora. Cuando el tiroteo terminó, los de CJNG se retiraron.

“Escuché a uno de Sinaloa hablar por teléfono con un militar, que le avisó de que iban a entrar a la zona”, recuerda Catarina. “Si así están las cosas, me pregunto dónde está nuestra seguridad”. Decidió entonces desplazarse a otro municipio y abandonar toda su vida en Chamic: su casa, su negocio, su cotidianidad.

“Hasta donde yo sé, la guerra entre las organizaciones criminales empieza cuando ‘el Junior’ pide cuota para todos sus negocios a los de Guatemala, que luego lo matan”, afirma Catarina. En Frontera Comalapa, a los jaliscienses les dicen “los de Guatemala”, pues se piensa que no vinieron del norte sino de la porosa frontera meridional. En el país centroamericano, el CJNG se habría aliado con Los Huistas, una organización criminal que opera en el fronterizo departamento de Huehuetenango y que históricamente ha trabajado con el Cártel de Sinaloa

Según un informe del Departamento del Tesoro de EU, actualmente Los Huistas tienen el privilegio de traficar droga para los dos grupos rivales. 

Catarina recuerda que hace unos 20 años, cuando el Cártel de Sinaloa se instaló en Chamic, los pobladores estaban contentos pues los norteños eran amables y gastaban mucho dinero en restaurantes y en bares. Su presencia representaba un buen negocio también para los propietarios de los ranchos fronterizos, que les cobraban el paso de migrantes y droga. El cártel está tan arraigado en Frontera Comalapa que algunos los llaman “los de aquí”.

“Cuando había enfrentamiento pensábamos: si llegan a ganar los de Guatemala, ¿qué va a pasar con nosotros? Por lo menos los que siempre estuvieron nos conocen y saben que somos gente que nada más se dedica al trabajo… ¿pero estos?”, dice Catarina.

La población de Chamic empezó a tenerle más temor al Cártel de Sinaloa cuando, unos 20 días después del asesinato del ‘Junior’, llegaron desde el norte más de 70 hombres y sembraron el miedo. 

“Empezaron la limpieza: iban de rancho en rancho haciendo masacres y luego se posicionaban allí. Levantaron a muchas personas: si se enteraban de que una vez habías ido a trabajar en un rancho que supuestamente era de los de Guatemala, te desaparecían. Por ejemplo, le tocó a un topógrafo que nada más habían llamado para hacer mediciones”, recuerda Catarina. “Otros fueron desaparecidos porque tenían dinero, para alimentar esta guerra. Agarraban al dueño de una propiedad y decían a los demás: váyanse todos, aquí nadie ha visto nada. La gente sí se salía dejándoles sus tierras, ganados, tractores”.

A Catarina la salvaron su carácter alegre y su visión colectivista de la vida. Salió de Chamic en caravana con otras cinco familias y nunca se separaron: juntas en un primer momento buscaron despensas, luego un terreno en otro municipio donde asentarse. Allí, Catarina construyó una casa bonita, de barro y botellas de vidrio. Frente a su porche de macetas coloradas, con las demás familias sembraron una gran hortaliza, para tener comida y la conciencia de que, con los pies sembrados en la tierra, la vida puede volver a empezar.  

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Imagen BBC
“Ayer nos dio las gracias un niño de 7 años, eso me emocionó”: rescatistas voluntarios que buscan a desaparecidos en Valencia
7 minutos de lectura

BBC Mundo acompañó a un equipo de rescatistas en la búsqueda de víctimas de las riadas de Valencia.

03 de noviembre, 2024
Por: BBC News Mundo
0

-Abrimos un agujero y vimos que había cuerpos flotando.

-¿Cuántos cuerpos?

Basilio Vigil, Basi, hace una pausa prudente antes de responder con un escueto “muchos”.

El sábado, junto al resto de compañeros de la ONG Unidad de Rescate y Salvamento con Perros (URESAP), estuvieron todo el día trabajando en el centro comercial de Bonaire, en Aldaia, a las puertas de Valencia.

Su parking subterráneo, de 2 mil metros cuadrados, se ha convertido en el fantasma que ronda las zonas devastadas por las riadas, la pesadilla que muchos temen. Se cree que en los dos millones de litros que se colaron en su interior pueda haber decenas de muertos.

En las redes sociales se especula con todo tipo de cifras. El semblante de Basi y el del resto del equipo se ensombrece y prefieren no contar mucho más.

El temporal que azotó Valencia y el sureste de España ha dejado ya al menos 212 muertos, pero hay muchos desaparecidos, por lo que la cifra podría ser bastante mayor.

Aún quedan muchos sótanos, garajes subterráneos por vaciar y revisar, vehículos que han quedado convertidos en amasijos de hierros y que la corriente arrastró a kilómetros de donde estaban aparcados, y también zonas rurales donde puede que vivan personas con movilidad reducida y que han quedado aisladas.

“La cifra de fallecidos aumentará poco a poco, lamentablemente”, aventura Francisco Javier Andrés, un bombero forestal que en sus fines de semana o en vacaciones se suma a la URESAP.

“A muchos les pilló en la carretera y algunos lo que hicieron fue abandonar sus vehículos e intentar escapar andando”, cuenta de camino a la zona en la que va a trabajar el equipo este domingo.

Varios rescatistas.
BBC
Los rescatistas de URESAP se preparan para realizar una batida.

Son unos garajes anegados en la parte baja de Catarroja, una de las localidades más afectadas por las lluvias torrenciales que el 29 y 30 de octubre devastaron la zona sur de Valencia.

También hay que revisar decenas de vehículos que arrastró el agua y que han quedado sembrados en un descampado del pueblo.

Con la ayuda de Bolo, Roco y Shiva van a buscar a personas que pudieran haber quedado atrapadas, vivas o muertas. BBC Mundo los acompañó.

“Ojalá tengamos un desenlace bueno hoy, pero no sabemos lo que nos vamos a encontrar”, reconoce Alberto Carnicer, un verano que lleva desde los 17 años trabajando como rescatista con distintas instituciones, entre ellas la Cruz Roja y la Protección Civil, y como voluntario en la URESAP.

Pero llegar hasta allí no es fácil.

Algunas calles están colapsadas por las montañas de enseres embarrados que los vecinos han ido sacando de sus casas, y por coches y más coches cubiertos de lodo, aplastados como los restos de papel de aluminio de un bocadillo, allá donde se mire.

Las vías transitables son un bullicio de tractores y excavadoras, grúas, camiones militares, furgonetas con alimentos o agua que traen los voluntarios.

En un camino estrecho, una lancha empotrada contra un garaje deja una historia de supervivencia. El martes por la noche, un chico al que arrastraba la corriente la vio y trepó hasta ella. Allí se quedó hasta que bajaron las aguas.

La zona baja de Catarroja que el equipo va a inspeccionar, ya lindando con la localidad de Albal, parece una escena apocalíptica.

Una rambla llena de barro y coches destrozados.
BBC
Catarroja ha quedado completamente anegada.

El pueblo se convirtió el martes en un barranco urbano y mucho de lo que arrastró ha quedado esparcido por una zona de huertas y naranjos donde los automóviles parece que brotaran de la tierra.

“Nos gustaría encontrar a personas vivas”

El equipo recibe las instrucciones de Basi, el líder y fundador del grupo, que se ha coordinado con autoridades locales, y se echa a andar.

El trabajo es duro y meticuloso. Los rescatistas se abren en abanico para rastrear la mayor extensión posible.

Desde el cielo, un dron dirigido por Cristian Seves, un militar que se unió al grupo hace 15 días, sobrevuela el terreno para tener visión de las zonas a las que no se puede llegar a pie.

Se van acercando vehículo por vehículo, miran por las ventanillas o las rompen si hace falta, revisan maleteros y los perros los rodean en busca de algún olor o figura humana.

“Solo avisan si ven una persona sentada o tumbada y entonces marca, nunca de pie”, aclara Héctor Galdona. Roco, su perro de aguas español blanco y negro, trepa por los montículos, se cuela entre la maleza y busca a cada poco la mirada de su dueño.

“¡Qué bueno ese perro! ¡Muy bueno ese perro!”, le recompensa Héctor.

Lo que parece la huella de una mano en el barro de un asiento llama la atención de Alberto. Los rescatistas logran abrir las puertas traseras del vehículo, pero dentro no hay nada salvo la huella misteriosa.

Una zona arbolada sepultada por la maleza se ha convertido en una especie de cueva vertedero. El agua ha arrastrado mucha ropa de algún almacén. Algunas prendas están aún metidas en sus bolsas, hay maletas, un tablero de ajedrez, un casco de bicicleta infantil de la película Frozen.

Luis y Bolo.
BBC
Luis y Bolo.

Un poco más adelante, en la estación de tren de Albal, que aún no había sido inaugurada, Bolo, un pastor belga malinois, ladra avisando de algo. Un olor pestilente emana del vestíbulo de la estación, que tiene un metro de altura de barro y cañas, y el equipo se acerca con cautela.

De entre el lodo asoma la cabeza de un burro, su cuerpo hinchado, los ojos desorbitados.

A Bolo, que estaba abandonado, lo recogió Luis Ramos, un adiestrador de perros venezolano que en su país trabajó durante 15 años como guía canino de la policía.

Braian Asinari va marcando con un espray una gran letra R en cada uno de los vehículos que van revisando. Braian no es miembro de la URESAP, pero es vecino de Aldaia, uno de los pueblos afectados por la riada. Quería ayudar y se ha unido al grupo. Les hace de guía local.

La batida de hoy no ha encontrado nuevas víctimas, ni vivas ni muertas.

Pero su labor, como la de otros muchos grupos de voluntarios, es fundamental, y los vecinos de Catarroja se lo recuerdan a cada paso que dan.

“Ayer nos dio las gracias un niño de unos 7 años que estaba sacando barro de una casa con una escoba. Eso me emocionó”, reconoce Alberto.

Lo que ven y lo que viven también pasa factura: “En la furgo vamos haciendo chistes, pero luego, cuando pasa un tiempo y vuelves a casa, nos da el bajón”.

Empieza a llover y el equipo decide regresar.

La agencia de meteorología ha vuelto a activar el aviso rojo sobre Valencia, el máximo, y ha pedido a los vecinos que se queden en zonas elevadas por las lluvias. El barro ha atorado parte del alcantarillado de Catarroja y la zona podría volver a anegarse.

Bomberos forestales retirando un árbol.
BBC
La riada arrasó de cuajo grandes árboles en Catarroja.

En la esquina donde han dejado la furgoneta, la chef Carlota Bonder ha montado un punto de entrega de platos calientes a los vecinos.

Ha venido desde Ibiza en su Porsche Cayenne verde pistacho, que por tener tracción a las 4 ruedas ha ofrecido como vehículo de ayuda humanitaria.

“Tengo a toda la brigada cocinando”, cuenta.

El equipo de Carlota ayuda a repartir tápers con lentejas guisadas y con espaguetis.

El día anterior vieron a una señora desde un balcón que les hacía un gesto de llevarse la mano a la boca. “Subimos corriendo los 6 o 7 pisos de escaleras y nos encontramos con una anciana que tenía alzhéimer y que no había comido en días. Se te parte el corazón”, recuerda Adriana Alés.

Carlota se ofrece a llevar a parte del equipo de rescatistas de vuelta al punto de partida. Su Porsche verde parece un espejismo en medio del lodazal en el que se ha convertido el pueblo.

Mañana habrá más sótanos y más garajes por inspeccionar.

“Nos gustaría encontrar a personas vivas, pero el tiempo corre en contra”, reconoce Fran.

Pero hallar a los muertos, desengrosar la lista de desaparecidos, también es una labor fundamental, explica Basi: “Un cuerpo recuperado es una familia aliviada, que puede iniciar el luto y enterrar a su ser querido”.

Línea gris.
BBC

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