Autoridades de Nuevo León y colectivos iniciaron labores de búsqueda de personas desaparecidas en un predio de aproximadamente 34 hectáreas en Escobedo.
El predio está ubicado en el Gasoducto POL 15 y el lugar es conocido por ser sede de diversas canchas deportivas.
Los trabajos tienen “como fecha tentativa de conclusión el 13 de octubre”, informó la Fiscalía General de Nuevo León a través de un comunicado.
Esta búsqueda, en el que es considerado un punto clave, es parte de las brigadas que anunció el pasado 30 de agosto Luis Enrique Orozco, vicefiscal del Ministerio Público, y las cuales se organizaron tras la insistencia y pláticas con familiares de víctimas de desaparición.
En las labores de búsqueda en el Gasoducto participarán elementos de la Fiscalía de Nuevo León, el Grupo Especializado en Búsqueda de Restos Óseos, la Secretaría de Seguridad estatal y personal de BUPE de Fuerza Civil.
También estarán presentes la Comisión Local de Búsqueda, la Comisión Ejecutiva Estatal de Atención a Víctimas, el Colectivo Buscadoras y familiares de personas desaparecidas.
De acuerdo con la Fiscalía de Nuevo León, para esta inspección se contará con “personal y equipo especializado para el análisis del terreno y la localización de personas”.
En febrero de 2022, 10 cuerpos fueron localizados en este predio del municipio de Escobedo.
Nuevo León ocupa el quinto lugar a nivel nacional en cuanto a personas desaparecidas, después de Jalisco, Tamaulipas, Estado de México y Veracruz.
En la entidad se tiene registro de 6 mil 358 personas reportadas como desaparecidas o no localizadas, de acuerdo con datos del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPNL).
De todo el año 2022 a lo que va del 2023, el número de desaparecidos en Nuevo León creció más del doble, al pasar de 71 casos a 161, según datos oficiales.
Con información de ABC Noticias.
Hombres jóvenes con jeans y chanclas hacen fila como en un cortejo fúnebre frente al hospital Nasser en Jan Yunis.
Desde que Israel comenzó a bombardear intensamente el sur de Gaza el 1 de diciembre, cientos de personas han muerto.
Es otra noche en la densa penumbra frente a las salas de emergencias.
Afuera hay hombres vestidos con batas, serenos. Se alzan voces y los hombres se agolpan a su alrededor.
Cualquier orden está empezando a desmoronarse: la gente está traumatizada y agotada.
Un auto se detiene, suena la bocina y las luces parpadean, sacan a un joven, lo colocan en una camilla y luego lo llevan al interior.
Llega otro vehículo cubierto con polvo y ayudan a un niño a salir. Sabe caminar y es pequeño, sólo tiene cuatro o cinco años.
Al día siguiente, en el centro de la ciudad, Samah Ilwan, madre de seis hijos, pide ayuda.
“Quiero enviar un mensaje al mundo entero y al árabe”, dice.
“Quiero decirle al mundo que somos inocentes. No hicimos nada malo“, agrega.
La mujer agita en el aire dos botellas de agua vacías y dice que sus hijos, cinco niñas y un niño, tienen sed.
“Nos hemos vuelto como perros y gatos. Quizás los perros y los gatos encuentren refugios. Nosotros no tenemos ninguno. Estamos abandonados en la calle“, afirma.
Desde el ataque de Hamás a Israel el 7 de octubre, la vida ha quedado destrozada.
Hamás, una organización terrorista proscrita en la Unión Europea (UE) y Estados Unidos, mató al menos a 1.200 personas y llevó a más de 240 como rehenes a Gaza.
A estos hechos le siguieron semanas de intensos bombardeos y una invasión terrestre israelí en el norte.
El Ministerio de Salud dirigido por Hamás dice que más de 15.800 personas han muerto, en su mayoría mujeres y niños.
Una tregua de siete días se acordó para permitir el intercambio de algunos rehenes por prisioneros palestinos.
Pero ahora la guerra se reanudado y estoy solo en Jan Yunis, mientras mi familia está en el centro de Gaza.
Este era el lugar más seguro para el camión satélite, con buena señal para transmitir, hasta hace unos días.
Yo siempre he estado orgulloso de ser periodista, pero mis opciones se están acabando. Me siento acorralado.
Pude viajar al centro de Gaza cada pocos días para ver a mi familia. Pero ahora los israelíes han cerrado una carretera y la otra es muy peligrosa.
Soy originario del norte, pero huí al sur con mi familia después de que el ejército israelí me lo ordenara, diciendo que el sur era un “lugar seguro”.
Ahora nos advierten de una “operación terrestre peligrosa” en Jan Yunis y nos dicen que debemos avanzar más al sur, hasta Rafah, justo en la frontera con Egipto.
A pesar de todo lo que nos ha sucedido a mí y a mi familia desde el comienzo de la guerra, esta es la primera vez que me siento completamente perdido.
Me han arrebatado toda la fuerza de voluntad y el control.
Estoy acostumbrado a mantener a mi familia segura y protegida, ideando un plan. Ahora la indecisión se ha apoderado de mi
¿Debería ir a Rafah, seguir trabajando y esperar que mi familia esté bien? ¿O debería intentar volver con ellos, dejar de informar y, si pasa lo peor, al menos moriremos juntos?
Espero que nadie más tenga que enfrentarse nunca a esta terrible elección, que no es una elección en absoluto.
Desde el inicio de las operaciones militares israelíes en Gaza al menos 63 periodistas han muerto y otros 11 han resultado heridos, de acuerdo con los registros del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ).
“La envergadura, la gravedad y la recurrencia de los crímenes internacionales contra los periodistas en Gaza exigen una investigación prioritaria de la Corte Penal Internacional (CPI)”, reclamó la organización Reporteros Sin Fronteras (RSF).
El pasado 31 de octubre organización que protege a los comunicadores presentó una denuncia contra las autoridades israelíes ante el juzgado con sede en La Haya (Países Bajos).
Las fuerzas israelíes han dicho a las agencias de noticias que no pueden garantizar la seguridad de los periodistas que trabajan en Gaza.
Aunque no son defensores de los derechos humanos, “muchos periodistas actúan como tales cuando, por ejemplo, informan de abusos y actos que han presenciado”. Y, por lo tanto, deberían ser protegidos al momento de realizar sus labores, escribió el relator especial de Naciones Unidas para los defensores de derechos humanos.
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