Maurilio Flores salió de su trabajo, como policía auxiliar de la Ciudad de México, adscrito a la alcaldía Tlalpan, el viernes 3 de enero a las 7 de la mañana. Fue la última vez que se le vio, ahora está desaparecido.
Su hija mayor, Gessuri Flores, narra a Animal Político la travesía que ha vivido en la búsqueda de su padre o cualquier dato que ayude a dar con su paradero.
Entre el 5 de diciembre de 2018 y el 6 de julio de 2023, la Comisión Nacional de Búsqueda reportó un total de 8 mil 961 personas desaparecidas en la Ciudad de México, de las que 4 mil 461 no han sido localizadas y 57 % son hombres.
En contraste, la Comisión de Búsqueda local reportó, al 15 de mayo de 2023, solo 3 mil 425 personas desaparecidas.
Los compañeros de Maurilio mencionaron que cumplió su jornada del 2 de enero y entregó su arma a las 7 de la mañana del 3 de enero. Tras acudir a un operativo de emergencia, regresó a las 10 de la mañana y entregó su uniforme.
A uno de sus compañeros más cercanos le comentó que acudiría a pasar su lista de sobrevivencia, por la pensión que recibe de su esposa, quien falleció hace dos años.
“Mi papá generalmente regresa a casa a mediodía. Mi hermana, que estaba esperándolo, me llamó para decirme que no había llegado como a eso de las 2 de la tarde y que, tras varios intentos, su celular dejó de marcar la llamada y mandaba a buzón”.
La búsqueda comenzó en ese momento, Gessuri y su hermana no se detuvieron y llamaron a sus compañeros y amigos más cercanos.
Al otro día, 4 de enero a las 7 de la mañana –Maurilio cumple turnos de 24 por 24– fueron a su sector a la hora que debía entrar su papá. Comprobaron que no llegó a trabajar y supieron que no se presentó después.
“En la noche estaba pensando, tal vez tuvo una emergencia y su celular se quedó sin pila; pero nunca regresó a casa ni llegó a trabajar. Aún así tuvimos que esperar las 48 horas que marca la fiscalía para denunciar la desaparición”, cuenta.
Gessuri consiguió, con un conocido e Maurilio que trabaja en la Fiscalía del Estado de México, rastrear su celular. La última geolocalización del aparato se reportó cerca del Metro Cuatro Caminos, lugar donde él iba a pasar su lista de sobrevivencia ante el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
“Entonces fuimos a Naucalpan, a las oficinas del IMSS donde mi papá tenía registrada su pensión como viudo; pero nos dijeron que ya desde hace un tiempo no están ahí las oficinas donde se debe firmar la sobrevivencia”.
Un segundo rastreo del celular de Maurilio mostró una conexión cerca del Metro La Raza, exactamente en un punto ubicado entre Avenida Río Consulado y la Calzada de Guadalupe.
Ese lugar no significaba ninguna pista para las hijas de Maurilio, pero uno de sus mejores amigos les explicó que cerca de ahí está el destacamento de un policía a quien su padre le había prestado dinero.
“Su amigo de mi papá nos dijo que este señor le daba vueltas y vueltas y mi papá le había estado cobrando todo diciembre. Pero, aunque es otra pista y él podría ser un sospechoso, no es certero que haya sido por eso su desaparición”, explica Gessuri.
Las hijas de Maurilio esperan que tanto la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México, como la Secretaría de Seguridad Ciudadana las apoyen para poder dar con el paradero de su padre, pues en una semana no ha habido más avances que los datos que ella ha recabado.
Con la subida de la temperatura global en el planeta, el gráfico que refleja la evolución del frío al calor tendrá el rojo más oscuro hasta la fecha.
Aunque parezca simple, este diseño de rayas de colores que ves arriba revolucionó la forma en que visualizamos y comunicamos el cambio climático.
Es un modelo en el que las rayas oscilan de tonos azules a tonos más rojos para ilustrar cómo el planeta se ha calentado a medida que los humanos han emitido más gases de efecto invernadero a la atmósfera.
Durante un tiempo parecía que las llamadas “rayas del calentamiento” estaban en todos lados.
La imagen fue adoptada por activistas alrededor del mundo e incluso sirvió como portada para el libro The Climate Book, de Greta Thunberg, así como para ilustrar las portadas de ediciones impresas de varios medios internacionales.
A pesar de que el gráfico logró extender la conciencia social acerca del cambio climático, la temperatura global ha seguido aumentando.
Y a principios de 2024, las franjas climáticas se tuvieron que actualizar con un color adicional en ambos extremos: un azul más oscuro y un rojo más oscuro.
La razón fue que en 2023 hizo tanto calor que el equipo detrás de las rayas decidió cambiar la escala.
Y esta situación continúa.
Los expertos han confirmado que 2024 rompió récords y fue el año más caliente registrado a nivel mundial.
Esto significa que el gráfico tendrá el rojo aún más oscuro en la escala actualizada.
En 2017, Ellie Highwood, entonces profesora de física climática en la Universidad de Reading, Reino Unido, publicó una fotografía en Twitter (ahora X) de una “manta del calentamiento global” que había tejido a ganchillo como regalo para un bebé.
Highwood usó datos sobre el cambio promedio de la temperatura global anual para determinar el patrón de colores.
No tenía idea de que una versión gráfica creada posteriormente por un colega se convertiría en un símbolo reconocido del cambio climático.
A diferencia de las visualizaciones de datos tradicionales, la cobija sólo presentaba colores y se parecía más a un código de barras que a un gráfico normal con título, texto, números, etc.
“Algunas personas se desconectan apenas ven un gráfico, ¿verdad?”, dice Highwood.
En su blog, compartió instrucciones para que otros pudieran replicar la manta usando hilo u otros materiales.
“La versión artesanal hace algo diferente. Si estás reproduciendo físicamente el patrón, estás internalizando los datos y hay más posibilidades de que sientas que es real”.
Cuando Ed Hawkins, científico climático y profesor de la misma universidad, vio la cobija y las reacciones positivas de la gente en la red social, pensó que sería una buena manera de visualizar los datos del cambio climático digitalmente.
Redujo la gama de colores a tonos azules y rojos, generalmente asociados en los mapas meteorológicos con la temperatura, y compartió el gráfico con el público.
Años después, la imagen se hizo viral.
Parte del éxito de las franjas está en su simplicidad, lo llamativo que son sus colores y lo fácil que es sacar una conclusión al verlas: la temperatura está aumentando conforme pasa el tiempo.
Para Amanda Makulec, directora ejecutiva de la Sociedad de Visualización de Datos (DVS en inglés), lo que hace especiales a estas rayas es que han cobrado vida propia; cualquiera puede tejer, imprimir o reproducir el patrón de formas creativas, lo que ayuda a conectar con el mensaje.
“Puede hacer que los datos parezcan menos técnicos y nos permite mirar el panorama general y reflexionar”, expone Makulec.
Sin embargo, indica Hawkins, el gráfico también ha enfrentado algunas reacciones negativas, principalmente dentro de la comunidad científica, por ser demasiado sencillo.
“Ciertamente he recibido críticas porque no se pueden ver los detalles, los números. Creo que eso es justo”, admite el profesor de la Universidad de Reading.
“No hay una manera única de presentar esto de una forma que sea fácilmente comprensible y que brinde a todos todo lo que desean de un gráfico. Es sólo un recurso entre una amplia gama al que podemos recurrir para hablar con diferentes audiencias sobre el mismo tema”.
En cualquier caso, este estilo de comunicar datos se hizo tan popular que otras personas reinventaron las franjas climáticas para ayudar a ilustrar otras crisis que enfrenta el planeta, como las “franjas de la calidad del aire” con tonos de celeste a negro o las “franjas de la biodiversidad”, que van de verde a gris.
A Miles Richardson, quien dirige el grupo de investigación sobre conectividad con la naturaleza en la Universidad de Derby, en Reino Unido, le preocupaba que la pérdida de biodiversidad reciba menos cobertura que otros problemas globales.
Richardson conocía bien las franjas climáticas y pensó que sería efectivo crear una versión para la biodiversidad ya que nadie las había hecho.
“Hay una batalla por la atención todos los días, especialmente si vives en un entorno urbano. Pero el formato de rayas parece abrirse paso y captar la atención de la gente”, afirma.
Las rayas climáticas se han usado en todo tipo de eventos y por todo tipo de personas, desde políticos y deportistas hasta modelos de pasarela.
El presidente de Chile, Gabriel Boric, las usó como mascarilla durante el debate final cuando era candidato en las elecciones de 2021.
También fueron exhibidas en obras de infraestructura pública y en medios de transporte en Europa.
Y han decorado edificios en Nueva York e incluso monumentos naturales como los Acantilados Blancos de Dover en Inglaterra.
Hace dos años, las mostraron en pantalla en un festival de música de tres días en la Ciudad de México.
Cycling 4 Climate, una fundación que ha organizado eventos de ciclismo en seis países en Europa para concienciar sobre el cambio climático, eligió el patrón de rayas como su uniforme por el fuerte mensaje que transmite.
“Con frecuencia me preguntan sobre la camiseta porque a la gente le gusta el diseño. Eso da pie a iniciar una conversación sobre el tema, y las personas siempre se sorprenden cuando entienden lo que representan las rayas”, le dice a la BBC Joost Brinkman, cofundador de Cycling 4 Climate afincado en los Países Bajos.
A finales del año pasado un equipo de científicos, activistas ambientales y aventureros imprimieron las rayas en el velero en el que emprendieron un viaje de unos 15.810 km desde Noruega hasta Alaska.
Atravesaron el pasaje del noroeste del Ártico con el fin de hacer un llamado de atención a la velocidad en que se está derritiendo el hielo de la zona.
Y es que esta vía marítima entre los océanos Atlántico y Pacífico, que alguna vez fue imposible de cruzar, se está volviendo más accesible a medida que el hielo marino del Ártico desaparece, acelerado por el calentamiento del planeta.
Las franjas climáticas no son en sí mismas la solución al calentamiento global, pero tal vez representen un primer paso para reconocer el problema.
“El cambio climático ha sido un desafío muy político, y si las rayas han abierto puertas para iniciar esas conversaciones, no puedo pensar en un mejor impacto”, concluye Amanda Makulec.
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