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Asustados y solos: así se preparan albergues en Tijuana ante amenaza de deportaciones masivas con Trump
Asustados y solos: así se preparan albergues en Tijuana ante amenaza de deportaciones masivas con Trump
Albergue para migrantes en Tijuana. Foto: Manu Ureste
7 minutos de lectura

Asustados y solos: así se preparan albergues en Tijuana ante amenaza de deportaciones masivas con Trump

Albergues de migrantes en Tijuana enfrentan incertidumbre, pues aseguran que la ciudad no está preparada para recibir las cantidades tan grandes de mexicanos deportados de las que está hablando el presidente electo, Donald Trump.
19 de enero, 2025
Por: Manu Ureste y Ernesto Eslava

Tijuana es una ciudad acostumbrada al tránsito de migrantes, pero no está preparada para recibir a tantos mexicanos deportados del otro lado. 

Cuando José María García, director del albergue ‘Juventud 2000’, se refiere al ‘otro lado’, alza el brazo y apunta con dirección a la kilométrica y serpenteante barda fronteriza que se levanta, literal, a unos pocos pasos de este modesto refugio construido a base de láminas de hierro donde unas 90 personas aguardan una respuesta a su solicitud de refugio para cruzarse a ese ‘otro lado’, a Estados Unidos. 

O, al menos —matiza García—, no está preparada para recibir las cantidades tan grandes de mexicanos de las que está hablando el presidente electo, Donald Trump, que quiere deportar. Por eso aquí tenemos mucha preocupación e incertidumbre, y por eso los migrantes están asustados ante lo que puede suceder a partir del próximo día 20. 

Ese día, lunes, asumirá la presidencia de Estados Unidos el republicano Donald Trump, quien por segunda vez logró un triunfo electoral con la que ha sido su gran promesa de campaña desde que en 2017: frenar la migración indocumentada, a la que acusa abiertamente de “delincuentes”, y deportar de manera masiva a quienes ya estén en territorio norteamericano sin papeles, incluidos los más de 5 millones de mexicanos sin documentos que se calcula viven en suelo estadounidense. 

Así lo ha dicho y repetido en múltiples ocasiones Trump. Y así lo acaba de recalcar este viernes pasado en una entrevista con el canal Fox News el que será el futuro ‘zar’ de la frontera, Tom Homan, quien señaló que desde el próximo martes, tan solo horas después de que el republicano asuma el cargo en sustitución del demócrata Joe Biden, empezarán a detener y deportar migrantes a gran escala en la ciudad de Chicago y en otras partes de Estados Unidos. 

“Va a haber una gran redada en todo el país. Chicago es solo uno de los muchos lugares”, advirtió Homan. 

Ante las amenazas de deportaciones masivas, la presidenta Claudia Sheinbaum anunció que su gobierno tomará diversas medidas, como el lanzamiento de un ‘botón de pánico’ para celulares que los mexicanos en Estados Unidos podrán activar en caso de una detención sin previo aviso al consulado, la cancillería mexicana, o a sus familiares. Mientras que la semana pasada, municipios fronterizos de Tamaulipas habilitaron refugios con capacidad para atender a 20 mil personas, y el gobierno municipal de Tijuana emitió una declaratoria de ‘emergencia’, al tiempo que el gobierno estatal anunció que habilitará otros cinco albergues en esta ciudad fronteriza y otros dos en Mexicali. 

muro fronterizo Tijuana
Foto: Manu Ureste

Sin embargo, el director del albergue ‘Juventud 2000’, que se ubica en la zona norte de Tijuana, lamenta que más allá de estos anuncios no haya una coordinación  de los tres niveles de gobierno con los refugios de la sociedad civil, que desde la llegada del pasado gobierno de López Obrador han visto cómo se les recortaron todas las ayudas para operar, y han tenido que hacerlo prácticamente solos. 

Nos estamos preparando como podemos —señala García— mientras observa la hilera de unas 50 tiendas de campaña que hay en el patio del pequeño albergue, donde familias de personas centroamericanas, principalmente, así como mexicanos que huyen de estados como Michoacán y Guerrero, comienzan a hacer una fila para recibir los alimentos de la cena. 

“Tenemos que improvisar porque ya no tenemos recursos económicos del gobierno federal para poder sostener las ayudas. Por eso nos tenemos que apoyar con organizaciones y grupos altruistas, que nos apoyan con alimentos, artículos de aseo, y otros productos para las necesidades básicas”. 

A continuación, García, un hombre menudo, rostro de tez morena y gesto afable, bonachón, explica que tras la declaratoria de emergencia de la ciudad mantuvieron el jueves pasado una reunión con el gobierno municipal de Tijuana y con autoridades de seguridad local y de atención al migrante, pero insiste en que no hay una coordinación con los otros dos niveles de gobierno, a pesar de la gravedad de las amenazas de comenzar a recibir en los próximos días deportaciones masivas de mexicanos, y puede que también de migrantes de otras nacionalidades. 

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“Se necesitan muchos artículos de primera necesidad, como cobijas para el frío, aseo personal, colchonetas, comida, y que se activen medidas de seguridad para los albergues que recibamos a las personas deportadas”. 

Es muy importante —agrega García—, que el municipio le pida a la Federación que reactive el recurso público que había antes de que se cortara en 2019. Porque ahora los albergues tenemos que estar buscando de forma continua ese dinero para poder operar y para que no nos corten la luz, por ejemplo, o para tener gas y artículos básicos. Sin ese dinero, lo que tenemos que hacer ante una situación tan complicada como la que se viene con Trump es pasar la charola con la comunidad, para que nos ayude. 

“Esperamos que a Trump se le ablande el corazón”

Uno de los habitantes del albergue es Juan, un michoacano de mediana edad que huyó de su pueblo por las amenazas del cártel Jalisco. 

Con ambos brazos cruzados sobre una playera de fayuca, el michoacano que cubre su rostro de tez morena y ojos negros con un cubrebocas explica que lleva varios meses viviendo en el albergue fronterizo. Aquí aguarda con esperanza a que, por fin, las autoridades estadounidenses le den cita para presentar ante un juez migratorio su solicitud de asilo en aquel país. 

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“Aún tengo la esperanza de que me caiga la cita antes de que llegue Trump y pueda haber cambios en la CBP one“, comenta el hombre que hace referencia a la app para que las personas puedan solicitar asilo, la cual fue lanzada en el primer mandato de Trump y que, ahora ha amenazado con desaparecer cuando vuelva a la Casa Blanca. 

muro fronterizo
Foto: Ernesto Eslava

“Pero si no me cae la cita antes de que llegue Trump, yo igual voy a seguir intentando entrar”, dice convencido Juan, ante la mirada lejana de una mujer centroamericana que trata de meter una enorme maleta negra al interior de una minúscula tienda de campaña donde se refugia del intenso frío de la frontera tijuanense con el condado vecino de San Diego, Estados Unidos.

“Yo al presidente Trump lo que le diría es que se toque el corazón con las personas de bien que queremos cruzar parar allá”, comenta el michoacano en una petición que ya se ha convertido casi un himno entre los migrantes que buscan acceder al país vecino. Que Trump “se toque el corazón”, repite la inmensa mayoría de los entrevistados. O que a Trump “se le ablande el corazón”. 

“Porque lo que queremos muchos mexicanos que estamos huyendo es tener una nueva vida allá sin miedo, sin que nuestras vidas corran peligro, sin que nos maten. No somos gente mala, somos gente de trabajo que viene huyendo de los peligros de México”, sentencia. 

Walter, de 43 años, es centroamericano, de Honduras. Él migra con sus hijos y también con su esposa, una mujer muy delgada y de ojos saltones que se encarga de reunir a todos los migrantes para que formen un círculo en mitad del patio del albergue y guarden silencio ante la oración y la plegaria previa a recibir los alimentos de la cena. 

“Señor, gracias por este albergue —dice la mujer—. Gracias por cada comida que nos brindan, por la atención, por las cobijas que nos abrigan en la noche. Señor, bendice a cada niño y a cada niña de este lugar, y cúbrenos a todos con tu manto. Amén”. 

Tras la oración que el resto de migrantes acompañó con la mirada clavada en el suelo, todo el mundo hace en silencio una fila en espera de una charola con frijoles calientes, tortillas y un guisado. 

“A nosotros nos salió la cita antes de que llegue Trump”, comenta animado Walter, que aunque lleva un cubrebocas se le adivina una sonrisa amplia en el rostro. 

“Así que tenemos fe de que sí nos van a dar el refugio. Mi familia y yo venimos huyendo de la violencia de las pandillas en Honduras. Yo allá era comerciante, pero no podía trabajar. Así que espero poder sacar adelante a mis hijos en Estados Unidos”. 

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Cuando se le comenta al centroamericano que a partir de este 20 de enero, lo que se espera no es precisamente un gobierno estadounidense que recibirá con los brazos abiertos a la migración, el hombre de pelo ensortijado niega con la cabeza y levanta la mano, como si no quisiera escuchar más del tema. 

albergue tijuana
Foto: Manu Ureste

—El migrante, la gran mayoría, lo que quiere es ir a trabajar. Nada más. 

—Sí… pero si el gobierno de Trump no te da el refugio y te echa para atrás, ¿qué piensas hacer? –le cuestiona el periodista. 

Walter vuelve a negar con la cabeza. Ni siquiera contempla esa posibilidad, dice. 

“Si hemos llegado hasta acá con la ayuda de Dios, es por algo”, responde con tono firme el centroamericano. “Así que esperemos que a Trump se le ablande el corazón, no tengamos problema, y podamos empezar una nueva vida allá”.

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Imagen BBC
Qué piensan los groenlandeses sobre el plan de Donald Trump de que su isla pertenezca a EU
7 minutos de lectura

En el remot asentamiento de Kapisillit, los groenlandeses le cuentan a la BBC que Trump puede visitar la isla “pero eso es todo”.

14 de enero, 2025
Por: BBC News Mundo
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El sol se eleva sobre las montañas cubiertas de hielo del fiordo de Nuuk mientras viajamos por una de las últimas fronteras salvajes del mundo.

Pero hay sombras que se ciernen sobre este paisaje y sobre el resto de los espacios helados de Groenlandia.

Con Donald Trump a punto de convertirse en presidente de Estados Unidos, su negativa a descartar la toma de Groenlandia por la fuerza resuena en conversaciones de toda la isla.

“Será bienvenido si viene a visitarnos, por supuesto”, dice el patrón del barco pesquero reconvertido que nos lleva hacia el este. Consciente de que necesita relacionarse con gente de todos los colores políticos, pide que no se le nombre, pero utiliza una frase que se oye a menudo por aquí.

“Groenlandia pertenece a los groenlandeses. Así que Trump puede visitarla, pero nada más”.

Las aguas están en calma cuando llegamos al asentamiento aislado de Kapisillit, de unos 40 habitantes, donde unos cuantos cazadores salen en busca de focas.

La temperatura es de -16 ºC y, con el viento, la sensación térmica es de -27 ºC.

Pero cerca del puerto me encuentro con Kaaleeraq Ringsted, un bisabuelo de 73 años, que está secando filetes de bacalao pescados en las abundantes aguas junto a la puerta de su casa.

Cuando le pregunto si el presidente electo Trump comprará o invadirá Groenlandia, al principio se ríe. Luego su tono se vuelve serio.

Kaaleeraq Ringsted.
BBC
Kaaleeraq Ringsted asegura que quiere preservar su forma de vida para sus hijos.

“No se puede aceptar que diga esto. Groenlandia no está en venta”.

Luego me cuenta cómo aprendió a pescar y cazar aquí con su padre y su abuelo, y cómo quiere preservar esta vida para sus hijos y nietos.

Al cruzar la bahía, el barco se adentra en el hielo roto de la superficie. Dos águilas se posan en una roca en busca de peces en las aguas cristalinas.

Nos dirigimos a la granja de Angutimmarik Hansen, que cría ovejas y caza focas, aves silvestres y conejos.

Todo el alimento de invierno para las ovejas tiene que importarse de Dinamarca, un recordatorio de cómo el duro clima determina las condiciones de vida aquí.

En la puerta de su casa hay un estante con rifles de caza. Se da cuenta de que los miro.

“Son por si hay una invasión”, bromea.

Angutimmarik Hansen con su mujer e hijo.
BBC
Angutimmarik Hansen (derecha) insiste en que Groenlandia no está en venta.

Pero su actitud ante la retórica belicosa procedente de Mar-A-Lago dista mucho de ser tranquila.

“Menudo estúpido que es Trump”, afirma. “Jamás venderemos Groenlandia”.

Esta pequeña granja está a unos 4.828 km de Florida, donde el presidente entrante de EE.UU. dio su ya célebre rueda de prensa la semana pasada.

“Pero Trump no es EE.UU. Podemos entendernos con la gente de EE.UU.”, declara Hansen.

Visita familiar

El efecto Trump se disparó con la llegada a Groenlandia de Donald Trump Jr, que se sumó a las declaraciones de su padre. Llegó a la capital, Nuuk, en el avión 757 de la familia, el Trump Force One, y permaneció allí durante cuatro horas y treinta y tres minutos.

“Ha sido un placer increíble conocer gente, y la gente estaba muy contenta de reunirse con nosotros”, dijo, después de almorzar en un hotel local. “Papá tendrá que venir aquí”.

Luego regresó a los climas más soleados de Florida.

Un avión con la palabra
Reuters
Donald Trump Jr visitó Nuuk la semana pasada durante unas pocas horas.

Trump Jr fue recibido por el empresario local Jorgen Boassen, que en su día hizo campaña por el presidente electo.

Boassen declaró a los medios locales que era el “mayor fan” de Trump y que “por supuesto que están interesados en nuestro país, y pueden venir y ver cómo es nuestro país. También se trata de abrirse al comercio y la cooperación”.

La ciudad de Nuuk es la capital más septentrional del mundo. Tiene una próspera sociedad civil y una prensa potente. Y hay cierta satisfacción por que los comentarios de Trump hayan impulsado el debate sobre la independencia de Groenlandia a la escena internacional.

Debe haber una Groenlandia que no sea colonia de nadie, dicen activistas como Kuno Fencker, diputado de la coalición gobernante y miembro de la Comisión de Asuntos Exteriores y Seguridad del Parlamento local.

Nos reunimos en el puerto, bajo la estatua de bronce de Hans Egede, el misionero del siglo XVIII considerado aquí como el hombre que abrió el camino a la colonización.

Kuno Fencker.
BBC
Kuno Fencker quiere que Groenlandia negocie directamente con EE.UU. en lugar de a través de Dinamarca.

“Donald Trump es un político”, dice Fencker.

“Es un duro hombre de negocios y conocemos su retórica, y esa retórica es algo a lo que nos hemos acostumbrado desde 2019, y solo se trata de hablar con un igual, un aliado, sobre cómo podemos resolver las cosas aquí en el Ártico y también en la OTAN”.

Fencker ofrece el argumento central de los independentistas.

“Lo que hace falta aquí es que Groenlandia, como Estado soberano, negocie directamente con Estados Unidos y no que Dinamarca lo haga por nosotros”.

El debate por la independencia

La independencia de Dinamarca podría tener un coste financiero importante.

Groenlandia recibe subvenciones de Copenhague por valor de aproximadamente una quinta parte de su PIB cada año. Fencker sugiere, al igual que otras figuras destacadas, que la isla negocie con Estados Unidos y Dinamarca para obtener ayuda.

“No somos ingenuos. Necesitamos apoyo en defensa, seguridad y también desarrollo económico. Queremos una economía sostenible y autosuficiente”.

El director del periódico local Sermitsiaq, Maasana Egede, admite que le preocupó la amenaza implícita de fuerza de Donald Trump, pero quiere ver si la realidad coincide con la retórica.

En cuanto a la independencia, Egede se siente frustrado por lo que considera un debate polarizado en los medios de comunicación locales e internacionales.

“Estamos contando esta historia de que tiene que haber independencia o no independencia. Pero hay todo un relato intermedio, y es que la gente quiere la independencia, pero no a cualquier precio. Hay un nivel de vida que hay que mantener. Hay un comercio que hay que mantener. Hay formas de vida que hay que mantener”.

Existe la expectativa de que en algún momento -no en un futuro inmediato- se vote a favor y Dinamarca acepte el resultado.

El primer ministro de la isla, Mute Egede, ofreció una rueda de prensa conjunta con la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, a raíz de los últimos comentarios de Donald Trump.

“No queremos ser daneses, no queremos ser estadounidenses, queremos ser groenlandeses”, dijo. La primera ministra danesa se cuidó de no ofender a nadie, y menos al presidente entrante de Estados Unidos.

“El debate sobre la independencia de Groenlandia y los últimos anuncios de EE.UU. nos demuestran el gran interés que despierta Groenlandia”, declaró.

“Acontecimientos que ponen en marcha muchas reflexiones y sentimientos en Groenlandia y Dinamarca”, añadió.

Mette Frederiksen y Mute B Egede en una rueda de prensa.
Getty Images
El primer ministro de Groenlandia, Mute Egede (izquierda), dio una rueda de prensa con la primera ministra danesa, Mette Frederiksen.

Frederiksen sabe muy bien que este sentimiento viene de lejos en Groenlandia. El recuerdo de la injusticia y el racismo sigue fresco entre la población indígena inuit.

Heridas del pasado

Escándalos como la campaña de inserción de dispositivos intrauterinos (DIU) para evitar embarazos en miles de mujeres y niñas inuit en los años 60 y 70 ensombrecen la relación entre Groenlandia y Dinamarca.

No se sabe cuántos de estos procedimientos se llevaron a cabo sin el permiso de las implicadas, pero las cifras son considerables. El objetivo era reducir la población groenlandesa.

Maliina Abelsen es exministra de Finanzas del gobierno de Groenlandia, y ahora asesora a empresas y organizaciones que trabajan en la isla. También ha trabajado para UNICEF Dinamarca y para importantes empresas groenlandesas, como el grupo marisquero Royal Greenland.

Abelsen cree que hay que hacer mucho más para corregir las injusticias del pasado.

Maliina Abelsen.
BBC
Maliina Abelsen asegura que es necesario reconocer el dolor del pasado para que los groenlandeses puedan superarlo.

“Creo que mucha gente está diciendo, quizá también el gobierno y el Estado daneses: ‘Oh, bueno, ya sabes que esto ocurrió en el pasado. Fue hace muchos años. ¿Cómo vamos a ser responsables de ello? Es hora de seguir adelante'”.

“Pero no puedes seguir adelante si no lo has superado y no has reconocido lo que te ocurrió. Ese es un trabajo que tenemos que hacer junto con Dinamarca, no algo que Groenlandia pueda hacer por sí sola”.

A pesar de su alto perfil en la sociedad civil y los círculos empresariales, Maliina Abelsen afirma que cuando se trata de racismo -por ejemplo, bromas sobre los inuit- ella puede hablar en nombre de la mayoría de los groenlandeses “ya que todos lo hemos experimentado en nuestra vida”.

Las cuestiones de la autodeterminación y de afrontar el pasado están íntimamente entrelazadas.

Ahora, la intervención de Donald Trump ha puesto ambas ante los ojos del mundo.

Pero el mensaje que escuchamos -desde los remotos asentamientos del fiordo hasta la capital, Nuuk- es que el destino de Groenlandia debe decidirse aquí, entre personas cuyas voces han sido ignoradas durante demasiado tiempo.

Con información adicional de Adrienne Murray y Kostas Kallergis.

Línea gris.
BBC

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