
Por los barrotes oxidados de la ventana sin cristales se observa el interior del aula, una sala de unos pocos metros cuadrados con paredes deslavadas y la pintura desconchada, cubierta por un frágil techo de lámina que ya está carcomido por el implacable sol de Acapulco, en la costa de Guerrero.
Se trata de una de las 12 aulas de la escuela primaria ‘Rafael Ramírez Castañeda’, en la colonia La Sabana del puerto, que atiende a casi 600 niños y niñas estudiantes. Al interior de esa misma aula, apoyadas sobre una de las paredes, yacen amontonadas unas sillas rotas de plástico de color naranja, y unos pupitres de madera ya putrefacta. Junto a ellas, hay una mesa –probablemente la del maestro o la maestra— que tiene un enorme y aparatoso boquete sobre la madera corroída por la humedad y el calor.
Enfrente, apoyadas sobre la otra pared donde hay colgada una pizarra, hay más sillas rotas amontonadas y también sillones tipo de oficina cubiertos por una gruesa capa de polvo y barro. Y en el suelo hay varias láminas rotas del techo, y restos de cascotes de concreto y escombros junto a unas botellas vacías de cerveza que alguien dejó ahí tiradas.
En las aulas contiguas, la escena es prácticamente igual de desoladora: paredes y muros dañados, cables y conectores de electricidad que cuelgan del techo, más pupitres tirados por todas partes, y más escombros. Incluso, en algunas de las aulas ya no hay ni techo de lámina, ni barrotes protegiendo los ventanales.
Lo que sí hay en algunas fachadas de las aulas son las pintas de las pandillas que acceden con total libertad y facilidad a esta primaria, que a pesar de estar ubicada en una colonia con altos índices delictivos en Acapulco –que de por sí ya es una de las ciudades más violentas de México y el mundo, con al menos 645 asesinatos en 2024 y casi 200 hasta abril de 2025, en apenas 4 meses— lleva más de un año y medio sin la barda perimetral que impide el acceso de desconocidos al recinto donde estudian cientos de niños y niñas entre los turnos de mañana y tarde.
Por esta escuela, literal, pasó un huracán y la arrasó.
O para ser más precisos, pasaron dos, pues el primero que destrozó el inmueble –junto a buena parte de Acapulco–, fue Otis, que en octubre de 2023 dejó 50 personas muertas, cientos de heridos, y miles de millones en pérdidas económicas por los daños en infraestructura. Y casi un año exacto después, el huracán John volvió a dejar una estela de daños y pérdidas económicas y materiales. Esto, sin contar que medio año antes de Otis, un potente sismo –de los habituales en la costa de Guerrero—ya había generado daños de diversa consideración en los inmuebles de la ciudad portuaria, incluyendo a esta escuela primaria, cuya barda quedó cuarteada antes de que la tumbara el huracán.
Las autoridades prometieron reconstruir y reparar todos los centros educativos de la ciudad tras los fenómenos naturales. Sin embargo, a casi dos años de Otis, hoy estás instalaciones son más propias de un recinto abandonado y casi en ruinas, que el lugar donde reciben clases casi 600 estudiantes.
Por ello, padres y madres de 29 niños y 27 niñas del turno vespertino acudieron con un grupo de abogados y abogadas de las organizaciones civiles ‘Toma tu Remo’ y ‘Perteneces’ para pedirles ayuda, quienes, ante las evasivas de las autoridades de atender el asunto, promovieron un amparo ante la justicia para obligarlas a reconstruir la escuela.
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Sin embargo, a pesar de que la justicia ya ordenó a la Secretaría de Educación de Guerrero y al Instituto de Infraestructura Educativa guerrerense a que rehabiliten el centro, por considerar que los niños y niñas no están recibiendo clases en un espacio seguro, las autoridades –denuncian las abogadas– se han dedicado a “tirarse la bolita” entre ellas y han hecho caso omiso al mandato.
“En las leyes está establecido que se debe garantizar el bienestar y la armonía en un centro educativo público, pero ahora mismo esta escuela no es un espacio digno ni seguro para los niños y niñas”, lamentó un maestro que pidió anonimato.
Previo a la publicación de este reportaje, Animal Político buscó a la SEP de Guerrero para pedirle una entrevista o postura sobre la situación de esta escuela primaria en Acapulco, e incluso le envió un escrito con la petición. Por medio de comunicación social, la SEP guerrerense respondió que debido a “la problemática con docentes de la CETEG” no estaban en condiciones de confirmar una entrevista con el secretario, dejando abierta la posibilidad a una posible futura entrevista.
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Fernando Aragón es investigador y consultor en gestión de riesgos por desastres naturales y cambio climático. En febrero del año pasado acudió por parte de una organización civil a dos escuelas públicas en Chilpancingo, la capital guerrerense, y en Acapulco, donde visitó la primaria ‘Rafael Ramírez Castañeda’ como parte de un trabajo de campo para analizar las condiciones de las escuelas para enfrentar peligros por desastre climáticos, y proponer mecanismos y formas de reducir esos riesgos.
“Habían transcurrido como cinco meses, más o menos, del huracán Otis, y la escuela todavía seguía en condiciones bastante deplorables, muy deteriorada”, plantea Aragón en entrevista.
“Muchos techos habían volado y la barda perimetral, casi en su totalidad, estaba destruida, por lo que cualquiera persona de fuera podía acceder. Tampoco se había restablecido la energía eléctrica, ni el abasto regular de agua potable. En otras palabras: no había las condiciones mínimas para que operara la escuela”, subraya.
Algo más de un año después, en mayo de este 2025, otro docente que pide anonimato para evitar posibles represalias laborales, asegura que la escuela continúa prácticamente en las mismas condiciones deplorables que atestiguó el investigador Fernando Aragón.
“Si bien nos va, hay un avance en la reconstrucción del 20 %”, asegura.
El agua potable, por ejemplo, dice que les llega por tandeo unas tres veces a la semana. En cuanto a la electricidad, las aulas tienen luz pero porque se tomó de otra línea eléctrica que alimenta la escuela. Sin embargo, esa línea está muy saturada y el transformador, de repente, truena y se va la luz. En la parte de atrás del inmueble, donde se cayó la barda, el poste de electricidad sigue tirado y la Comisión Federal de Electricidad (CFE) aún no ha ido a repararla.
“Todo está lleno de escombros y materiales por el suelo que volaron con el huracán. No parece una escuela”, hace hincapié el docente, que incluso apunta que tienen que dar clases con los niños fuera de los salones, en el patio, por las malas condiciones de las aulas.
Otro maestro explica que durante las vacaciones de Semana Santa de este 2025 llegó personal de la aseguradora que la SEP tiene contratada, Agroasemex, para este tipo de casos. Llegaron luego de que en diciembre del año pasado la organización Perteneces obtuvo, a raíz del amparo, una suspensión para que las autoridades hicieran algo. Sin embargo, los trabajadores de la aseguradora abrieron una zanja para comenzar las obras de reparación, y poco después se retiraron sin dar una explicación.
“Nada más cobraron, se retiraron y la escuela se quedó a medias”, denuncia el maestro.
Raquel Cherqueño, abogada de la organización civil ‘Perteneces’, explica en entrevista que luego de que promovieron el amparo en noviembre pasado, el propio tribunal mandó a su personal para corroborar las malas condiciones de la primaria, y en diciembre les concedieron una suspensión a partir del cual se instruyó a la SEP a que reparara la escuela.
“Sin embargo –plantea Cherqueño–, la SEP respondió diciendo que no puede hacer nada porque está involucrado el seguro. Es decir, le pasa la bolita a la aseguradora Agroasemex”.
“No obstante –matiza a colación-, esto no es del todo cierto, porque si bien hay un seguro, pues la obligada a dar la cara es la propia institución educativa, que fue quien contrató a la aseguradora”.
“Mientras tanto, los niños y niñas se encuentran en riesgo por las malas condiciones de la primaria, a pesar de que las autoridades del estado dijeron que iba a haber apoyos para las escuelas dañadas por los huracanes. Pero, hasta ahora, las familias de esta escuela no han visto nada de ese apoyo”.
Lorena Aragón es abogada de la organización ‘Toma tu Remo’. En entrevista, lamenta que, a pesar de que la justicia les concedió la suspensión a raíz del amparo, “todavía no haya una respuesta de las autoridades”, y critica que la otra institución implicada en el asunto, el Instituto Guerrerense de Infraestructura Educativa “también se lave las manos” asegurando que “no tiene capacidad ni poder de gestión con la aseguradora Agroasemex, porque el contrato fue firmado con la SEP”.
“Se están tirando la bolita unos a otros”, critica también la abogada.
Además de las malas condiciones del plantel educativo, todos los docentes entrevistados coinciden en apuntar que uno de los puntos que más les preocupa es la barda perimetral destruida por el huracán Otis y el hecho de que cualquier extraño pueda acceder a la escuela con cientos de niños y de niñas, cuya seguridad es responsabilidad de los maestros y maestras.
Por ejemplo, plantea otro docente, hace unas semanas estaban teniendo una reunión con padres y madres, cuando vieron a un hombre merodeando por el baño de las niñas.
“Eso es algo alarmante”, dice el maestro. “No supimos si era alguien drogado o que estaba mal de sus facultades mentales, pero con tantos niños y niñas, es un riesgo muy grande”.
Incluso, el maestro asegura que en la colonia, ubicada en lo alto de un cerro y muy alejada de la zona turística y más protegida de los hoteles de la costera Miguel Alemán, a veces se escuchan balazos y luego ven a los agresores que pasan por el patio de la escuela corriendo para huir, “como si fuera su casa”.
“Aquí las autoridades de la Secretaría de Educación, el gobierno estatal, y la presidencia municipal, dicen que los maestros no hemos buscado hacer una estrategia para resguardar la integridad del alumnado. Pero nosotros no podemos hacer todo. Porque si se mete alguien, no solo está en riesgo la vida de los alumnos, sino que también va de por medio nuestra propia vida”, concluye el maestro.

En lo que respecta a la monogamia, los humanos se parecen más a las suricatas y a los castores que a nuestros primos primates.
En nuestra vida amorosa, nos asemejamos más a estas mangostas sociales y unidas que a nuestros primos primates, según sugiere una clasificación de monogamia elaborada por científicos.
Con un 66% de monogamia, los humanos obtienen una puntuación sorprendentemente alta, muy superior a la de los chimpancés y los gorilas, y a la par de las suricatas.
Sin embargo, no somos ni mucho menos la criatura más monógama.
El primer puesto lo ocupa el ratón californiano, un roedor que forma vínculos inseparables para toda la vida.
“Existe una liga de élite de la monogamia, en la que los humanos se encuentran cómodamente, mientras que la gran mayoría de los demás mamíferos adoptan un enfoque mucho más promiscuo para el apareamiento”, afirmó Mark Dyble, investigador del Departamento de Arqueología de la Universidad de Cambridge.
En el mundo animal, el emparejamiento tiene sus ventajas, lo que podría explicar por qué ha evolucionado de forma independiente en múltiples especies, incluida la nuestra.
Los expertos han propuesto diversos beneficios para la llamada monogamia social, en la que las parejas se unen durante al menos una temporada de reproducción para cuidar a sus crías y ahuyentar a los rivales.
Dyble examinó varias poblaciones humanas a lo largo de la historia, calculando la proporción de hermanos de padre y madre (individuos que comparten la misma madre y el mismo padre) en comparación con los medio hermanos (individuos que comparten la madre o el padre, pero no ambos).
Se recopilaron datos similares para más de 30 mamíferos monógamos sociales y de otras especies.
Los humanos tienen un índice de monogamia del 66% de hermanos de padre y madre, por delante de las suricatas (60%), pero por detrás de los castores europeos (73%).
Mientras tanto, nuestros primos evolutivos se sitúan en la parte inferior de la tabla: los gorilas de montaña con un 6%, y los chimpancés con solo un 4% (al igual que el delfín).
En último lugar se encuentra la oveja de Soay, de Escocia, donde las hembras se aparean con múltiples machos, con un 0,6% de hermanos de padre y madre.
El ratón californiano ocupó el primer puesto, con un 100%.
Sin embargo, estar clasificados junto a suricatas y castores no significa que nuestras sociedades sean iguales: la sociedad humana es completamente diferente.
“Aunque la proporción de hermanos de padre y madre que observamos en los humanos es muy similar a la de especies como las suricatas o los castores, el sistema social que vemos en los humanos es muy distinto”, declaró Dyble a la BBC.
“La mayoría de estas especies viven en grupos sociales similares a colonias o, quizás, en parejas solitarias que se desplazan juntas. Los humanos somos muy diferentes. Vivimos en lo que llamamos grupos con múltiples machos y múltiples hembras, dentro de los cuales existen estas unidades monógamas o de pareja estable”, explicó.
Kit Opie, profesor del Departamento de Antropología y Arqueología de la Universidad de Bristol, que no participó en el estudio, afirmó que este es otro elemento clave para comprender cómo surgió la monogamia en los seres humanos.
“Creo que este artículo nos proporciona una comprensión muy clara de que, a lo largo del tiempo y en diferentes lugares, los humanos son monógamos”, declaró.
“Nuestra sociedad se parece mucho más a la de los chimpancés y los bonobos; simplemente hemos tomado un camino diferente en lo que respecta al apareamiento”, agregó.
El nuevo estudio fue publicado en la revista científica Proceedings of the Royal Society: Biological Sciences.
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