Tras permanecer prófugo 14 meses, a los que luego se sumaron otros cinco meses preso en espera de juicio (durante los que fingió una identidad distinta, entre otras argucias para eludir un proceso penal), el pasado 10 de marzo de 2025, un juez de la Ciudad de México concedió la libertad condicional al presunto homicida del promotor musical y publicista Rodolfo Espinoza Mendoza, crimen cometido frente a diversos testigos y registrado por cámaras de seguridad pública.

Tal como determinó el juez de control Édgar Agustín Rodríguez Beiza (que en 2022 también dejó en libertad a un profesor acusado de violación por una alumna de medicina), la prisión preventiva no es una medida adecuada contra el presunto asesino del publicista, ya que, subrayó, el procesado expresó preocupación por la condición de su madre (una mujer de 80 años), lo que demuestra su “arraigo” y disipa la posibilidad de que se dé a la fuga nuevamente.

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Hoy, el juez Édgar Agustín Rodríguez Beiza busca ascender en el escalafón y convertirse en magistrado federal para la Ciudad de México, al postularse como candidato en la elección judicial del próximo 1 de junio.

¿Qué es la publicidad tipo “guerrilla” en bardas de CDMX?

Luego, el responsable huyó, como puede apreciarse en el video captado por una cámara de seguridad pública instalada en la zona.

“Mi papá tenía 59 años cuando lo mataron”, explica Giovana, hija de El Avión–, “él era muy conocido en el mundo del rock y de la difusión, porque siempre se dedicó a la organización, producción y promoción de eventos musicales, de festivales y, con los años, también se fue concentrando en la ‘guerrilla‘, que es la publicidad que usa la calle como medio propagandístico, por ejemplo, a través de la pega de pósters, la rotulación de bardas o la creación de murales artísticos a gran escala en edificios”.

Tal como señala Giovana, desde hace al menos tres décadas el territorio de la Ciudad de México y su zona conurbada está dividido en decenas de zonas de trabajo para grupos dedicados a la publicidad tipo guerrilla, distribución territorial que ha sido establecida a través de acuerdos informales, no escritos, basados en el arraigo barrial y la antigüedad de cada organización.

Estos grupos dedicados a la difusión barrial, detalla Giovana –que también es parte de este gremio desde hace 20 años–, rentan muros u obtienen la autorización de sus propietarios o cuidadores, para la colocación de sus productos de difusión, y suelen trabajar entre sí, de forma coordinada y colaborativa, para que la publicidad de un grupo pueda ser expuesta en los espacios trabajados por los otros, según el alcance buscado en cada campaña, compartiendo así las ganancias.

“Por ejemplo, desde hace 30 años mi papá trabajaba la difusión en las calles de las colonias Condesa y Roma, pero en esta zona también opera desde entonces otro grupo, el del señor Orlando, con el que compartíamos los espacios, las bardas. En Azcapotzalco trabaja el grupo de El Perico, en el Centro Histórico trabaja el grupo del señor Herrera, en Ecatepec el grupo experto en rotulación de muros es el de un señor conocido como El Apache, en el sur de la ciudad está un señor conocido como Lupano…”, explica Giovana.

Así, en cada región de la ciudad hay un grupo dedicado a la difusión barrial, que conoce sus calles y a los propietarios dispuestos a ceder sus muros. “Por eso todos nos compartimos el trabajo y todos respetamos el área en la que tradicionalmente opera cada quién, porque así ganamos todos”.

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Éste es el sistema por el cual, de un día para otro, en muros de toda la metrópoli logran promoverse eventos populares, pero también, cada vez con más frecuencia, las campañas de grandes consorcios publicitarios y de grupos políticos (en época electoral), que aprovechan el contacto con los públicos directo en sus comunidades, que facilita la difusión barrial a través de la “pega” de carteles y la “pinta” de bardas.

Sin embargo, narra Giovana, en el año 2018, un nuevo grupo, coordinado por alguien al que se identifica con el apodo de El Araña reclamó el control exclusivo de los muros en la zona Roma-Condesa (una de las regiones de mayor valor adquisitivo en la capital del país) y emprendió una serie de actos de hostigamiento contra las organizaciones que suelen trabajar ahí.

“Desde hace seis años, el grupo de El Araña comenzó a tapar nuestra publicidad en esa zona de la alcaldía Cuauhtémoc, nosotros íbamos a colocar nuestros pósters de día y, en la noche, él iba con su gente y ponían encima la promoción de sus propios eventos, con el objetivo de hacernos quedar mal con nuestros clientes. Incluso, para eliminarnos, luego comenzaron a hacer eso mismo, pero con la publicidad que pegábamos en otras zonas de la ciudad”, señala Giovana.

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“En 2022, los trabajadores de El Araña amedrentaron a unas personas que nosotros habíamos contratado para poner carteles en Azcapotzalco y dañaron los dos vehículos en los que se transportaban, lo cual denunciamos ante el Ministerio Público y se abrió una carpeta de investigación”, añade.

Las agresiones no cesaron tras haberse formalizado una denuncia en 2022, sino que continuaron y la violencia implícita aumentó.

Un año después, el 26 de agosto de 2023, el publicista Rodolfo Espinoza Mendoza, El Avión, recibió una llamada telefónica de su hijo, quien conducía su auto particular, para advertirle que su competidor, El Araña, lo venía persiguiendo a bordo de una camioneta blanca por calles de la colonia Condesa, acompañado de otras personas, quienes le gritaban insultos y amenazas desde la ventanilla.

El Avión se encontraba a unas calles de ese lugar, tomando fotografías a un muro en el que acababan de colocar publicidad, por lo que acordó interceptar a su hijo en la avenida Patriotismo.

Al encontrarse ahí, padre e hijo avanzaron a pie sobre la cinta asfáltica, junto con otros dos trabajadores, intentando encarar a los tripulantes de la camioneta blanca, que se aproximaba.

No obstante, cuando el conductor de ese vehículo los tuvo de frente, no se detuvo, sino que continuó la marcha obligándolos a esquivarlo.

Luego, ya que había dejado atrás a El Avión, a su hijo y a los otros dos trabajadores, el conductor de la camioneta blanca dio vuelta en ‘U’, colocándose en sentido contrario sobre avenida Patriotismo; quedando a ocho metros de distancia del publicista, aceleró y lo embistió.

Con esa misma rapidez escapó, dejando a su víctima postrada sobre el pavimento, con una fractura craneal y otras heridas por las que, pasadas algunas horas, murió en el hospital de Xoco.

La búsqueda de justicia por el asesinato de Rodolfo Espinoza Mendoza, El Avión

El 4 de octubre de 2024, más de un año después de la muerte del publicista, la Fiscalía de Justicia capitalina rastreó, ubicó y capturó a un hombre joven, de lentes y espesa barba negra, propietario de una empresa de publicidad con operación en la Ciudad de México.

Según el Ministerio Público (MP) y los testigos del atropellamiento sobre avenida Patriotismo, ese joven es El Araña, presunto autor material del homicidio de El Avión, mismo que la autoridad consideró como “calificado”, es decir, intencional, realizado con “alevosía” y “ventaja”.

La versión del MP establece que este joven se mantuvo oculto durante el tiempo transcurrido desde el homicidio, pero en febrero de 2024 gestionó un pasaporte para salir del país, lo que le permitió a la autoridad iniciar acciones de vigilancia en el predio que presentó como domicilio durante dichos trámites, hasta que, finalmente, lograron cumplir la orden de aprehensión existente en su contra.

En primera instancia, la representación legal de este joven presentó al Ministerio Público un documento con alegatos defensivos en el que su nombre estaba modificado, algo que para las autoridades fue un intento fallido por confundirlas, tratando de hacerlas pensar que era una persona distinta a la que realmente buscaban.

Igualmente, una vez que fue consignado ante un juez de control (que es el encargado de determinar si existen elementos para iniciar un juicio penal), el imputado se negó a establecer sus datos identificatorios en las fórmulas oficiales que le fueron presentadas.

Además, al requerírsele comprobantes de domicilio, proporcionó documentos que estaban a nombre de personas distintas a él y que hacían referencia a inmuebles con direcciones diferentes entre sí.

La defensa privada del joven detenido presentó también dos teorías del caso en favor de su cliente, aunque opuestas entre sí: la primera establece que el atropellamiento sí se trató de un “lamentable hecho delictivo”, aunque la representante legal advirtió que en dichos actos “mi defendido nada tiene que ver”, ya que el joven no manejaba el vehículo que embistió al publicista Rodolfo Espinoza y tampoco se encontraba en el lugar donde ocurrió la agresión, por lo que es inocente.

La segunda hipótesis de la defensa –que entra en contradicción con la primera, porque reconoce la participación del detenido en los hechos–, establece que, al ocurrir el atropellamiento, en el ánimo del conductor “no existe esa intención, ese ‘animus’ de haber producido el resultado final”, sino que actuó con “torpeza” al conducir, provocada “por nerviosismo”, ya que “pudo sentir temor de ser agredido” por las personas que, a pie, en la calle, trataron de obstruir el paso de su auto.

En esta segunda hipótesis de la defensa, lo ocurrido fue resultado de la “imprudencia del hoy fallecido”, porque “la víctima se coloca en esa posición (…) la víctima nada tenía que estar haciendo en el arroyo vehicular”.

Esta segunda teoría de la defensa no explica por qué, luego de remontarlos, el conductor dio un giro de 180 grados para volver al lugar donde estaba el publicista, avanzando en sentido contrario a la circulación de los autos. No explica por qué aceleró el vehículo una vez que tuvo a la víctima frente a su camioneta (a distancia suficiente para eludir a la víctima, según el MP), embistiéndolo a una velocidad de 30 kilómetros por hora, ni tampoco explica por qué huyó, sin prestar auxilio al lesionado.

Al analizar todas estas circunstancias, el juez de control consideró que el MP había presentado elementos suficientes para iniciar un juicio penal en contra del imputado, mientras que su defensa no presentó una teoría del caso “clara”, que desvirtuara las acusaciones contra su cliente.

También determinó que el detenido debía enfrentar su juicio en prisión, ya que la negativa a brindar sus datos identificatorios, así como la presentación de domicilios ajenos como si fueran propios, impiden tener la certeza de que será nuevamente localizado para enfrentar las siguientes fases del juicio.

Además, consideró que la prisión preventiva es la única medida que garantiza la seguridad de la familia de la víctima, tomando en cuenta los antecedentes de violencia por parte del imputado, denunciados ante el MP desde 2022. 

Inconforme con esa decisión, la defensa logró que un segundo juez de control revisara el caso. Uno más sensible con la condición del imputado.

Justicia de unicel del juez Édgar Agustín Rodríguez Beiza

El juez Édgar Agustín Rodríguez Beiza es un hombre de tono severo, mirada seria y cabello entrecano, cuya solemne toga negra contrasta con el voluminoso vaso de unicel blanco que, cada pocos minutos, eleva por encima del estrado que preside, para buscar con sus labios el popote y sorber su contenido. 

Se trata del mismo juez contra el que se inició un juicio penal por abuso sexual, en 2017, tras ser denunciado por una alumna del centro universitario en el que impartía clases, luego de lo cual logró eludir el proceso, debido a que llegó a un arreglo privado con la víctima, obteniendo así su “perdón”.

Gracias a ello, el juez Édgar Agustín Rodríguez Beiza pudo continuar ejerciendo ese cargo en el Poder Judicial de la Ciudad de México.

Se trata, también, del mismo juez que en 2022 dejó libre a otro profesor universitario, acusando de acoso sexual y violación por una alumna de medicina, al considerar que el comportamiento de la víctima no compaginaba con lo que, según él, era el adecuado actuar de una persona atacada sexualmente.

Fue el juez Rodríguez Beiza quien, el pasado 10 de marzo revisó la pertinencia de mantener en prisión al joven detenido por el homicidio del publicista Rodolfo Espinoza, vaso de unicel en mano.

Tal como establece la norma, este tipo de audiencias pueden repetirse, siempre que existan elementos nuevos a considerar, que en este caso fue un testimonio presentado por la defensa, rendido por una persona que afirmó ser vecina del detenido. 

Según este testimonio, los comprobantes de domicilio presentados por el imputado sí corresponden con su lugar de residencia habitual, a pesar de que tales documentos llevan el nombre de otra persona.

Además, durante la audiencia, el mismo detenido afirmó ante el juez que no tenía la posibilidad de escapar, ya que “estoy muy preocupado por mi mamá, que tiene 80 años”.

Aunque el Ministerio Público advirtió que el testimonio presentado por la defensa no probaba que el detenido viviera realmente en el lugar, ni sustituía la necesidad de un comprobante de domicilio oficial directamente vinculado a él (como un contrato de arrendamiento a su nombre, en caso de que no sea propietario del inmueble), el juez Rodríguez Beiza consideró que no existía el riesgo de fuga, ya que al procesado “lo arraiga al inmueble la situación de protección a su madre”, por lo que determinó que ya no era necesario mantenerlo preso y podía enfrentar su juicio en libertad.

Cuando el asesor legal de las víctimas (coadyuvante del Ministerio Público) advirtió que esa determinación pone en riesgo a la familia de la víctima, ya que desde 2022 denunciaron agresiones por parte del procesado, el juez lo interrumpió bruscamente y cuando el asesor legal trató de retomar ese argumento, el juez nuevamente lo mandó callar y afirmó que esos alegatos eran intrascendentes, porque “las amenazas no fueron a posterori” del homicidio, sino previas.

Dicho de otro modo: desde la óptica de este juez, las amenazas denunciadas por la familia de la víctima en 2022 perdieron efecto en 2023, cuando se consumó el asesinato del publicista, y para que la familia pudiera alegar que aún existe un riesgo para su seguridad, tendría que haber unas amenazas nuevas, posteriores al homicidio.

Así, aplicando estos criterios, el juez Édgar Agustín Rodríguez Beiza anuló la prisión preventiva dictada contra el joven acusado por la muerte del publicista Rodolfo Espinoza, determinó su libertad inmediata y dio por concluida la audiencia.

Este juez fue postulado por el Senado de la República como candidato a magistrado de tribunal colegiado federal, para la Ciudad de México, en las elecciones judiciales que se celebrarán el próximo 1º de junio.

Justicia tipo ‘guerrilla’ en publicidad de bardas

Desde que la persona imputada por el homicidio del publicista Rodolfo Espinoza obtuvo la libertad condicional, en marzo, la familia de la víctima, arropada por el gremio dedicado a la difusión barrial, al marketing tipo guerrilla, ha llevado su reclamo de justicia a los canales que dominan.

Es por esa razón que, en muros de avenidas principales, lo mismo que en calles secundarias, de distintos puntos de la Ciudad de México (como las colonias Roma y Condesa, las inmediaciones del Foro Sol, Viaducto o Circuito Interior), actualmente pueden verse pintas que exigen “Justicia para El Avión, señor Rodolfo Espinoza Mendoza, que en paz descanse. Los buenos somos más“, o bien “Fuera los jueces corruptos como Édgar Agustín Rodríguez Beiza“.

También pueden verse pósters que llenan bardas con la frase “La verdad y la justicia siempre triunfan. Podrán tardar, pero triunfarán“, o que cancelan la publicidad del grupo dirigido por El Araña, con la leyenda “Campaña colocada por un asesino y sus trabajadores“, o “Faltan los cómplices“.

“Cuando los colegas de otras zonas de la ciudad, que también se dedican a esto, se enteraron que ese juez liberó a la única persona que estaba detenida por el asesinato de mi papá, se solidarizaron con nosotros y han comenzado a pintar muros y poner carteles, denunciando lo que está pasando, porque valoraban a mi papá, sabían lo buena persona que era”, concluye Giovana.