Entre las prioridades en materia económica de la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, está hacer una “cirugía mayor” a Petróleos Mexicanos (Pemex) a través de una estrategia que incluirá fortalecer la participación de la iniciativa privada, cambiar el régimen fiscal e incluso, la posibilidad de convertir su deuda en soberana.
Así lo aseguró Alfonso Ramírez Cuéllar, próximo diputado de Morena y parte del equipo que trabaja en las estrategias en materia económica para el próximo gobierno, en entrevista con Animal Político.
“Tiene que ser prioridad nacional el fortalecimiento de la empresa, pero con una cirugía mayor en su funcionamiento, en su operación, y manteniendo altos niveles de producción, exploración y exportación. Descubriendo y consolidando nuevas reservas y modificando su régimen fiscal. Al mismo tiempo iniciar procesos de reconstrucción del sistema de refinación y descarbonización de la empresa”, dijo.
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En el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, la política hacia Pemex ha consistido en apoyos multimillonarios que, según estimaciones del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), alcanzó 1.73 billones de pesos en el sexenio, de los que 1.23 billones fueron por apoyos directos: aportaciones de capital, estímulos fiscales y otras ayudas que se contabilizan en sus estados financieros.
Además, 500 mil millones de pesos por impuestos que Pemex no ha pagado al gobierno, como consecuencia de la reducción progresiva de la tasa del derecho por la utilidad compartida (DUC), que pasó de 65% en 2019 a 40% en 2022, y que para 2024 se redujo a 30%.
La estrategia de Sheinbaum, en cambio, será fortalecer la inversión privada para las actividades de exploración y producción ya previstas en la legislación, incluyendo las rondas petroleras creadas tras la reforma energética de 2013.
“Ya están establecidos los esquemas y todos estamos de acuerdo. No se requiere ningún cambio legal. Las regalías por producción están perfectamente claras, no tenemos ningún conflicto con la inversión privada”, explicó Ramírez Cuéllar.
También “mejorar el sistema de refinación que es donde tenemos un cuello de botella muy fuerte”, reconoció.
Otra acción urgente, dijo, será “modificar el régimen fiscal de Pemex. Debe ser una modificación gradual y en un momento dado sí se tiene que tomar la determinación de que la deuda se convierta en deuda soberana, porque es mucho más barato; pero tiene que estar acompañada de una reestructuración financiera completa y operativa de Pemex. No tiene sentido llevar a la deuda soberana si seguimos arrastrando mucho de las deficiencias”.
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Hacer la deuda soberana significa que la deuda cuya obligación de pago es de Pemex, pasaría al gobierno federal.
La deuda financiera de Pemex, al cierre de 2018, fue de 2,082,286 millones de pesos, equivalentes a 105,792 millones de dólares u 8.6% del PIB de ese año, con un tipo de cambio de 19.7 pesos por dólar. Al cierre de 2023 el saldo fue de 1,794,62 millones de pesos, equivalente a 106,056 millones de dólares o 5.6% del PIB de 2023, aunque el tipo de cambio fue de 16.9 pesos por dólar.
“Aunque pareciera que el monto se redujo, esto se debe a la apreciación reciente de la moneda frente al dólar que está relacionada con la trayectoria esperada para los diferenciales de tasas de interés y no con un tema de gestión de la empresa”, explicó Víctor Ayala, director de Analítica de datos del IMCO.
Otro elemento es la estructura de los vencimientos, específicamente de la deuda de corto plazo de Pemex. “El principal reto en este caso está relacionado con el nivel de tasas de interés, ya que para los bonos con vencimientos menores a un año el proceso de renegociación de la deuda es más frecuente e implica renovarlos con tasas relativamente altas”, explicó Ayala en su análisis.
Al cierre de 2018 la deuda de corto plazo era de 9.2% del total, mientras que en 2023 fue de 26.6%. “Esto quiere decir que el riesgo de refinanciar la deuda de corto plazo abarca un porcentaje tres veces mayor de la deuda total de Pemex. La recomposición de la estructura de vencimientos de la deuda de Pemex sí es consecuencia de la gestión de esta administración, ya que a partir de 2019 centraron su estrategia de refinanciamiento en líneas de crédito revolventes con tasas de interés flotantes”.