En los últimos cuatro años, el 16% de los mil 367 reportes que ha recibido Visible, la primera plataforma en línea a nivel nacional para denunciar violencia y discriminación contra poblaciones LGBTTTIQ+, corresponde a incidentes de violencia digital.
De acuerdo con un análisis realizado por la organización Cultivando Género, de Aguascalientes, a partir de una encuesta propia realizada durante el Mes del Orgullo y de los datos recabados por la plataforma gestionada por la asociación Amicus, las personas que han reportado este tipo de violencia son principalmente las jóvenes de entre 18 y 25 años (28.2%), seguidas por las de 26 a 30 (14.1%) y las de 31 a 35 (9.2%).
En cuanto a los motivos, en 37.5% fue por su identidad sexual, en otro 37.5% por su apariencia física y en 12.5% por su condición económica. El acoso, el control y la manipulación de información, la difusión de información personal, expresiones de discriminación, la suplantación y el robo de identidad son las formas más frecuentes. Esas categorías se determinaron a partir de la tipología de 13 formas de agresión digital que construyó la organización Luchadoras.
“Las plataformas, redes sociales y dispositivos son la herramienta para que se reproduzca la violencia y discursos de odio que hemos visto en espacios físicos —públicos o privados—, y en este caso son usadas para discriminar a las personas por cómo han decidido identificarse, o a quiénes cuentan sobre sus procesos de transición”, explica Angie Contreras, de Cultivando Género.
Mientras que para las mujeres cis —es decir, que se identifican con el sexo que les fue asignado al nacer—, el tipo de violencia más frecuente son las expresiones discriminatorias, los hombres cis reportan por igual difusión de información personal, monitoreo y acecho, difusión de información personal y acoso. Este último es también el tipo de violencia digital más experimentado por las personas binarias y las mujeres transgénero.
El Módulo sobre Ciberacoso (Mociba) 2021 del Inegi, que analiza el acoso cibernético o ciberacoso —un acto intencionado, por parte de un individuo o grupo, que tiene como fin dañar o molestar a una persona mediante el uso de tecnologías de información y comunicación, en específico el internet— indica que 77.9% de la población de 12 años y más usa internet mediante cualquier dispositivo.
Entre este sector, el ciberacoso alcanzó a 29.9% de las mujeres de 12 a 19 años que utilizaron internet entre agosto de 2020 y septiembre de 2021, a 25% de los hombres de 20 a 29 años y a 30.1% de las mujeres de 20 a 29 años. A nivel nacional, la situación más recurrente fue el contacto mediante identidades falsas con 35.7%, mientras que entre aquellas personas que conocían a su acosador, el 57.1% recibió críticas por su apariencia o clase social.
De acuerdo con el análisis de Cultivando Género, uno de los tipos frecuentes de violencia digital hacia poblaciones LGBTTTIQ+, relacionados con la identidad de género, es “sacar del clóset” desde alguna plataforma, ya sea mediante la difusión de información personal, el control o la manipulación de la información. Entre las consecuencias de este tipo de violencias, destacan dos: cerrar o salirse de las redes sociales y, por otro lado, dejar de convivir o alejarse de su círculo de amistades.
“Como hemos visto con otros grupos, la violencia digital tiene consecuencias en los espacios físicos y esto es una vulneración a los derechos de las personas, porque reconocemos el acceso a internet como un derecho. Destacamos que la mayoría de quienes participaron señalaron que fue en los espacios familiares donde se dio la mayor repercusión de la violencia que vivieron en los espacios digitales”, sostiene Angie Contreras.
La inseguridad, además del miedo y el enojo, es el sentimiento que más presente está cuando la violencia digital pasa a espacios físicos, públicos o privados, donde no existe libertad para ser o identificarse, así como ante la falta de espacios donde se permitan los discursos de libertad y derechos para quienes no se identifican con el sistema binario de género, de acuerdo con el análisis.
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En tanto, la primera persona a la que recurren las poblaciones LGBTTTIQ+ al vivir violencia digital son sus amistades. Cultivando Género subraya el aspecto de que la mayor parte de las personas no conoce las instancias ni los protocolos para denunciar, o ha recibido respuestas negativas ante la intención de promover una queja formal, incluso cuando llegó a hacerlo al interior de las propias plataformas.
“En una dinámica de escucha activa con personas LGBTTTI+ han comentado que al hacer reportes en las plataformas y redes sociales de perfiles que amenazan con dar a conocer su identidad a sus familias, compartir fotografías o videos para exponerles, esas cuentas no son retiradas de la red. Lo mismo pasa con discursos de odio: personas LGBTTTI que, además, tienen un perfil público —activistas, periodistas, personas en la política— reciben mensajes donde se les amenaza, juzga o cuestiona por su identidad; casos muy precisos los hemos visto con mujeres trans, desde cuentas que permanecen en activo”, señala Contreras.
Por otro lado, agrega, en los últimos meses han proliferado perfiles y publicaciones que promueven la desinformación en torno a las personas trans —tratamientos hormonales, procesos de infancias y adolescencias, acusaciones del reconocimiento de la identidad de estas últimas como una forma de violencia—, que únicamente generan discursos violentos hacia la comunidad, sin que los reportes de esas cuentas al interior de las plataformas prosperen.
Por ello, sostiene, es indispensable que existan protocolos para la atención de violencias a personas LGBTTTIQ+, incluso al interior de las propias plataformas digitales, con énfasis en garantizar la protección de datos personales y sensibles. Esto permitiría evitar que desde los espacios digitales se reproduzcan prácticas de violencia, discriminación y agresiones que tienen repercusiones reales en espacios físicos fuera de internet, concluye la activista.