A las 16:00 horas, una hora antes del mitin convocado este lunes en el Ángel de la Independencia para protestar por los continuos ataques a la prensa en México, reporteros, fotógrafos y camarógrafos comenzaron a reunirse en el Paseo de la Reforma. Algunos portaban las ya clásicas mantas, cartulinas y lonas con el lema “No se mata la verdad matando a periodistas”, y otros llevaban en sus manos las fotografías con el rostro de Luis Enrique Ramírez, hasta ese momento el último periodista asesinado en los cinco meses que van de 2022: el noveno.
Pero Luis dejó muy pronto de ser el último comunicador asesinado en México este año.
“¡No mames, no puede ser!”, comenzaron a exclamar algunos reporteros, que tenían la mirada clavada en sus celulares y en las redes sociales. En pleno preparativo de la protesta, la noticia del asesinato de otras dos periodistas se esparció rápidamente entre los comunicadores, que se llevaban las manos a la cara.
“Esto es increíble”, comentaban, mientras a toda prisa alguien iba a una papelería cercana a Paseo de la Reforma para imprimir las fotografías de las últimas dos víctimas de la ola homicida en contra del gremio: Yessenia Mollinedo, de 45 años, directora de la agencia informativa El Veraz, y Johana García, reportera y camarógrafa de apenas 24 años. Ambas fueron asesinadas en Cosoleacaque, Veracruz. De acuerdo con las primeras versiones, hombres armados rafaguearon el vehículo en el que las dos mujeres esperaban en el estacionamiento de una tienda.
Hasta el momento, se desconoce si alguna de las dos periodistas había recibido amenazas. Aunque denunciar esto incluso públicamente tampoco es garantía de seguridad ni de mayor protección, como demostró el caso del propio Luis Enrique Ramírez, quien en una entrevista en 2015 llegó a decir: “Sé que yo soy el siguiente en la lista”. Siete años después, el pasado 5 de mayo, fue encontrado en un camino de terracería a las afueras de Culiacán, con signos de haber sido asesinado de varios golpes en la cabeza. O como lo demuestra el caso emblemático de Lourdes Maldonado, periodista tijuanense asesinada el pasado 25 de enero, a pesar de que, incluso, fuera personalmente a la conferencia mañanera del presidente Andrés Manuel López Obrador a pedir ayuda por las amenazas que estaba recibiendo.
“Matar periodistas en México sale totalmente gratis”, gritaron en el mitin de ayer los periodistas que, con puño en alto, tomaron la pancarta que rezaba “¡Alto a la violencia y a los asesinatos a periodistas en México!”.
“Es muy fácil matar a periodistas —insistió en su turno con el micrófono Griselda Triana, la viuda de Javier Valdez, asesinado en mayo de 2017—, sobre todo en estados violentos, como Veracruz, Guerrero o Michoacán, por citar solo algunos ejemplos. Me siento muy dolida cada vez que matan a un colega, porque pienso en sus familias y en el calvario que están por iniciar en la búsqueda de justicia en este país”.
“Cada vez que nos plantamos en una protesta, lo hacemos con la convicción de que, si no salimos a exigir que sus crímenes sean esclarecidos, el Estado nunca lo hará por su cuenta”, agregó Triana, que durante su intervención criticó al presidente López Obrador y a su gobierno por la falta de protección a periodistas.
“Usted es muy delicado ante cuestionamientos de quienes ejercen su libertad de expresión. Pero con las víctimas, no, por favor. Así que déjeme preguntarle: ¿por qué no se ha evitado el asesinato de periodistas?; ¿por qué se ponen en duda sus llamados de auxilio?; ¿por qué tardan tanto tiempo en otorgarle medidas de seguridad?; ¿por qué siguen sin encontrar a los más de 20 periodistas desaparecidos hace décadas?; ¿por qué todos estos delitos siguen en la impunidad?; ¿por qué no les interesa la justicia para los periodistas asesinados?; ¿por qué reprueba que otros países muestren su preocupación cada vez que en México matan a un periodista?”.
Óscar Takeshi, hijo de Fredy López Arévalo, comunicador asesinado el pasado 28 de octubre en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, tomó el micrófono para hacer un pase de lista de los ahora 11 periodistas asesinados en los apenas cinco meses que van de 2022.
“A mi papá lo asesinaron por la espalda, entre las sombras. Un gatillero se escondió cobardemente y le disparó en la espalda”, denunció el joven, que acusó a las autoridades chiapanecas de haber “evadido su responsabilidad” en la investigación del caso.
Ese otro punto, el de la impunidad en los ataques a la prensa —en México, el 99% de los delitos contra la prensa permanece sin una sentencia—, fue otro de los que más indignación causaron en la manifestación de ayer en la escalinata del Ángel de la Independencia.
“No vemos al gobierno hablando de por qué el Mecanismo de Protección no sirve, ni por qué la Fiscalía Especializada de Delitos contra la Prensa (Feadle) no da resultados y no sirve para nada. Ambos organismos se convirtieron en tumbas de la memoria; en tumbas de casos que no se resuelven; de casos donde nunca se llega hasta los autores materiales”, dijo por su parte el periodista Témoris Grecko.
Mientras, el también periodista Rodolfo Montes anunció que, tras haber mantenido varias reuniones con autoridades de la Secretaría de Gobernación (Segob) y del Mecanismo Federal de Protección a Periodistas, tomó la decisión de abandonar dicha instancia. “Prefiero cuidarme por mis propios medios antes que estar inscrito en un mecanismo negligente”, aseguró.
“Y a los compañeros y compañeras periodistas, les digo: cuidémonos nosotros mismos, porque el Estado mexicano no lo va a hacer”, agregó.
Ante la incesante oleada de homicidios de periodistas en 2022 —en lo que va de sexenio suman 36, según el recuento de la organización civil Artículo 19—, otra de las preguntas que flotaban en la manifestación de ayer era: “¿Qué se puede hacer para detener esta situación?”. Las respuestas no fueron unánimes. Unos proponían acciones “más contundentes” de protesta para ser escuchados por las autoridades. Otros exigían la dimisión del titular del Mecanismo de Protección de Periodistas. Y otros demandaban una mayor unión del gremio para hacer frente a esta situación.
“Una de las cuestiones que más nos dejan vulnerables, además de la falta de garantías del gobierno, es que los periodistas somos muy poco unidos ante este tipo de situaciones. Estamos demasiado metidos en nuestro trabajo, en investigar, en la cobertura, y muy poco en hacer trabajo de fortalecimiento, en exigir seguridad, en demandar respeto por nuestro trabajo”, señaló en entrevista con Animal Político la periodista Adriana Urrea.
“Hemos exigido muchas veces que paren los ataques, que se nos brinde seguridad, pero en el gobierno solo hay simulación mientras se echan la bolita unos a otros. Y ante esta situación, lo único que podemos hacer los periodistas es no dejar de alzar la voz. No podemos parar de presionar. Y por ello, debemos generar acciones en conjunto, para que nuestras voces sean escuchadas en todo el país”, propuso.