El miedo, el enojo, la frustración y la tristeza son sensaciones que acompañan a algunas mujeres y personas con capacidad de gestar que deciden abortar, aun cuando la despenalización de estos procedimientos ya es una realidad en todo el país. Ante eso, un grupo de mujeres conformó una colectiva que brinda apoyo emocional e información contra “las voces del estigma”.
A través de sesiones de apoyo psicológico y educativo, las integrantes del grupo Acompañamiento Después de un Aborto Seguro (ADAS) ofrecen un espacio “donde puedan hablar de su experiencia libres de prejuicios y con información científica, porque sabemos que todavía es un tema que sigue generando estigmas, y eso hace que en muchas ocasiones tengan que pasar por ello en soledad”, explica Paola Cabello, terapeuta de la colectiva.
El proyecto comenzó en 2007, año en el que se legalizó la interrupción del embarazo hasta las 12 semanas de gestación en la Ciudad de México. Olivia Ortiz, fundadora de ADAS, construyó una metodología para atender a quienes buscaban un espacio para hablar de su experiencia embarazo-aborto, “hasta que ya no les genera ninguna especie de malestar, culpa o sensación desagradable”.
“Vivimos en una sociedad todavía muy machista y, sin duda, priorizar y seguir con nuestras vidas en muchas ocasiones sigue siendo complejo. Elegir no continuar un embarazo tiene toda una respuesta social que las mujeres enfrentan, incluso si no hablan de ello, porque siempre están escuchando en sus casas, en los medios de comunicación y en la calle que la gente emite juicios de valor sobre quienes han decidido no maternar”, comenta Cabello.
“Sabemos que no todas las mujeres presentan malestares después de que han interrumpido un embarazo, pero en muchas sí se presentan, y no tiene que ver necesariamente con el aborto, sino con el contexto: si la persona vive con una familia demasiado religiosa, si tuvo acompañamiento en el proceso, si el procedimiento se dio en un estado donde era legal o no, si hubo estigmatización por parte del personal médico, e incluso por el hecho de si estuvieron presentes sus parejas”, enfatiza.
Desde 2019, cuando formalmente se constituyó, ADAS ha atendido a mujeres de todo el país que buscan acompañamiento para procesar emocionalmente sus experiencias de aborto, aunque la colectiva físicamente se ubica en la CDMX y en Guadalajara, Jalisco. Tan solo en los últimos siete meses, ha brindado servicios a 117 solicitantes, algunas de ellas incluso de lugares más lejanos, como Colombia y España.
En los últimos cinco años, de 2016 a 2021, 91 mil 698 mujeres y personas con capacidad de gestar de todo el país interrumpieron legalmente su embarazo en los servicios públicos de salud de la CDMX, según datos de la secretaría local.
La mayoría de ellas (58 mil 336) fueron residentes de la ciudad, seguidas de quienes viajaron desde el Estado de México (28 mil 990), Puebla (657), Hidalgo (650) y Morelos (421), para abortar en alguna clínica pública en la que se realizan legalmente los procedimientos.
La edad de las pacientes atendidas oscila entre 11 y 56 años. En seis de cada 10 casos, las solicitantes fueron jóvenes de entre 20 y 30 años. De ellas, el 75% reportó contar con educación que solo llegó a la secundaria o la preparatoria.
En cuanto a su ocupación, 19.81% reportó ser trabajadora del hogar no remunerada, 33.8% correspondía a empleadas, 24.4% estaba estudiando, 3.8% correspondía a desempleadas y 18.19% no especificó.
Para las integrantes de ADAS, es importante que quienes decidieron interrumpir su embarazo “afirmen su decisión, que no solo bajen el volumen a las voces del estigma, sino que ellas puedan ver que al decirle no a un embarazo le dijeron que sí a otras cosas, y eso puede ser sí a terminar sus estudios, sí a poder cuidar a sus otros hijos e hijas, sí a viajar o sí a independizarse”.
De acuerdo con los datos oficiales, de las personas que han decidido practicarse un aborto legal en la CDMX en los últimos cinco años, 89 mil 509 señalaron que fue por motivos voluntarios; 280, para no interrumpir su proyecto de vida; 91, por su situación económica, y 24, por problemas de salud.
En el caso de 15 pacientes, la causal del aborto fue el ser víctimas de una violación; 11, por fallas en el método anticonceptivo; 13, por decisiones vinculadas a la pareja, y cuatro, por no contar con apoyo. Otras mil 751 omitieron explicar sus motivos.
Sin importar la razón por la que abortaron, ADAS les proporciona espacios para que conversen sobre sus experiencias y escuchen a otras personas que vivieron situaciones similares a las suyas. Además, a través de sesiones individuales y grupales, abordan temas de violencia para que, si han vivido agresiones por parte de sus parejas o sus familias, “puedan asumirse como protagonistas de sus historias y poner en el centro de su vida su bienestar”, indica Cabello.
“Es algo que puede sonar muy simple, pero si miramos el contexto en el que vivimos, el nivel de violencia y la falta de educación sexual, la verdad es que a veces es todo un trabajo reacomodar y mirar lo que hemos pasado y cómo nuestros derechos han sido vulnerados”.
Algunos de los testimonios que comparten las mujeres y personas con capacidad de gestar que han recibido su apoyo coinciden en que, gracias al acompañamiento, “retomaron las riendas de su vida” y entendieron la importancia de creer en sí mismas y sus decisiones.
De las mujeres y personas que entre 2016 y 2021 se practicaron una Interrupción Legal del Embarazo (ILE) en hospitales públicos de la capital del país, 95% señaló haber tenido al menos un aborto fuera del protocolo aprobado en la capital; 13%, por su parte, dijo haber tenido al menos una ILE previa.
Solo 42% de ellas, según los reportes de la Secretaría de Salud, reportó haber sido acompañada por alguna persona cercana durante su proceso de aborto, principalmente por su pareja, alguna familiar mujer, una amiga o un familiar hombre.
Actualmente, en ADAS trabajan tres terapeutas y dos voluntarias, quienes se encargan de dar vida a sus redes sociales, creando y difundiendo contenido para sensibilizar a las personas acerca de los procesos de aborto y el bienestar de quienes decidieron practicárselo. También son quienes atienden las solicitudes que reciben.
Todas ellas, además de proporcionar información a las mujeres y personas con capacidad de gestar que buscan apoyo de ADAS, tienen una comunicación con ellas más allá de los tecnicismos. Son escuchas de sus experiencias y, por ello, se ven constantemente expuestas a situaciones de trauma. Es por eso que ellas mismas tienen sesiones terapéuticas, “porque a veces todas esas emociones y los contextos tan difíciles generan un desgaste que puede llegar a un burnout”.
En sesiones grupales, hablan acerca de cómo viven los procesos de acompañamiento. Con ello, han podido corroborar “que las acompañantes también necesitamos ser acompañadas y tener espacios de escucha porque también somos mujeres y estamos atravesadas por desigualdades, opresiones y discriminaciones; además, nos permite no cargar con el peso emocional de otras como si fuésemos un costalito”, comenta Cabello.
El equipo de ADAS está convencido de que el aborto “es una experiencia que ninguna tiene que vivir sola. Si bien cada caso tiene elementos muy particulares de la vida de cada una, también tiene elementos sociales que nos atraviesan a todas. Este acompañamiento nos permite acallar el estigma y subir el volumen de las propias voces de las mujeres, y que se asuman como las protagonistas de su vida y de su historia”.
Para solicitar los servicios de apoyo de ADAS, basta con escribirles a través de sus redes sociales. En ellas, se encuentra el enlace para responder un cuestionario con el que se recopilan datos sobre el estado en el que reside la mujer o persona con capacidad de gestar, así como de sus necesidades y horarios libres para comenzar con las sesiones de apoyo.
Este 24 de abril se cumplen 15 años desde que la entonces Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ADLF) aprobó la ILE en la capital del país hasta las 12 semanas de gestación.
A finales de 2021, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) determinó que nunca más una mujer o persona con capacidad de gestar podrá ser criminalizada en México por abortar, por lo que, aun si los estados no han reformado sus códigos penales en la materia, ya no se pueden judicializar estos casos.
En el caso de la capital, actualmente hay 11 hospitales y clínicas públicas de la Secretaría de Salud local que brindan el servicio de ILE gratuito, ubicadas en las alcaldías Álvaro Obregón, Azcapotzalco, Cuajimalpa, Gustavo A. Madero, Iztapalapa, Miguel Hidalgo, Tláhuac, Tlalpan, Venustiano Carranza y Xochimilco.
Los requisitos para solicitar una ILE son una identificación oficial, comprobante de domicilio, hoja de gratuidad, un acompañante —que también deberá presentar su identificación— y, de manera opcional, algunos centros piden presentar la CURP y acta de nacimiento de la paciente. En el caso de menores de edad, tienen que ser acompañadas forzosamente por su madre, padre o tutor.
En el 89% de los casos atendidos entre 2016 y 2021 por la Secretaría de Salud de la CDMX, la ILE se realizó con medicamentos; el 10% fue practicado con aspiración endouterina. En el resto de los casos no se reportó el método utilizado y solo a cuatro pacientes les realizaron un legrado.
Además de este servicio, en los hospitales donde se practica la ILE las pacientes reciben, si así lo deciden, orientación sobre uso de anticonceptivos, ya que el 54% de ellas reportó que antes del embarazo que decidió interrumpir no utilizó ninguno. Los más habituales entre quienes sí contaban con uno fueron el condón (23%), el DIU (3%) y las pastillas de emergencia (2%).