A cuatro días aún para que se lleve a cabo la manifestación feminista del próximo 8 de marzo, múltiples puntos de la Ciudad de México amanecieron este viernes amurallados con vallas metálicas y custodiados por agentes de la policía capitalina.
Uno de los edificios más protegidos es Palacio Nacional, la residencia del presidente Andrés Manuel López Obrador, ubicada en el Centro Histórico de la capital.
Tanto la parte que da al Zócalo capitalino, incluyendo la puerta que está junto al balcón donde tradicionalmente se realiza el “Grito de independencia”, como las calles aledañas de Corregidora y Moneda fueron protegidas por vallas metálicas que forman un perímetro de seguridad de varios metros de ancho y largo. Además, como es habitual, hay presencia de agentes antidisturbios en las proximidades del inmueble y de la sede del Gobierno de la Ciudad de México.
Nuevamente se coloca un cerco de seguridad alrededor de Palacio Nacional, luego de que el año pasado se instalara tras varias semanas de enfrentamientos discursivos entre el Ejecutivo de López Obrador y organizaciones feministas, a las que el mandatario acusó de iniciar las protestas durante su gobierno para atacarlo.
“Antes no había estas protestas, empezaron con nuestro gobierno”, dijo López Obrador en marzo del año pasado previo a la marcha feminista del #8M, cuando también defendió el uso de vallas metálicas para proteger los inmuebles de la ciudad.
“Se molestan (los conservadores) porque se puso una valla para evitar la violencia. No queremos que nadie se lastime, tenemos que cuidar a las mujeres y a quienes participen en las manifestaciones. Porque imagínense que una bomba molotov le estalle a quien la utilice, no queremos eso, nosotros amamos la vida, queremos la paz”, recalcó.
El Gobierno de la Ciudad de México, encabezado por Claudia Sheinbaum, quien ha asegurado en reiteradas ocasiones que en la ciudad “no se reprimen las manifestaciones sociales, pero tampoco se permite que se agreda a otros ciudadanos”, también instaló cercos en otros puntos clave de la capital. Por ejemplo, en la Catedral Metropolitana, a pocos metros del Zócalo y del propio Palacio Nacional. Ahí se instalaron vallas metálicas más altas que las empleadas en esta ocasión en Palacio: se trata de un cerco de aproximadamente tres metros de altura. Además, también se desplegaron grupos de la policía local.
El Palacio de Bellas Artes, en la avenida Juárez, también fue amurallado, así como varios monumentos alrededor del inmueble, como la estatua de Madero montado a caballo. El Hemiciclo a Juárez igualmente fue protegido con vallas. Mientras tanto, en Paseo de la Reforma, sedes de edificios gubernamentales, como la Secretaría de Bienestar, también fueron cercados.
Además, cadenas de hoteles, restaurantes y sucursales bancarias iniciaron desde la mañana del viernes la instalación de vallas metálicas en sus fachadas.
Durante el recorrido por las zonas protegidas, este medio constató que hubo división de opiniones entre la ciudadanía en cuanto a la instalación de las vallas y el cerco policial a monumentos y edificios históricos.
Juan Antonio Domínguez, comerciante que vende refrescos a los turistas que visitan la Catedral Metropolitana, se mostró de acuerdo con el cerco policiaco para evitar posibles ataques a uno de los inmuebles más importantes de la ciudad. Lo mismo opinó Lucía García, que trabaja en uno de los restaurantes que hay frente al Zócalo y la Catedral, sobre la calle Monte de Piedad.
“Todavía hay monumentos que siguen pintados de la marcha del año pasado”, dijo la mujer, señalando a la estatua del cosmógrafo Enrico Martínez, en la que hay restos de pintura rosa. “Estoy a favor de que las mujeres nos manifestemos, pero pacíficamente”, añadió.
Mientras, para otras mujeres que salían del Metro Zócalo, las vallas metálicas representan un símbolo que las criminaliza y que criminaliza la protesta del #8M.
“El gobierno nos tiene miedo”, consideró Laura, una joven de 22 años. “Ojalá así nos cuidaran también a nosotras las autoridades”, opinó por su parte su compañera María.
La señora Esther lamentó que el debate sea la instalación de unas vallas metálicas y no las constantes agresiones que sufren las mujeres a diario en México. “Nos están matando. Y ese debería ser el verdadero foco”, recalcó la mujer, que acto seguido comenzó a caminar a unos pocos metros de una valla metálica, en la que una pinta denunciaba “México es un país feminicida”.