Palas, picos, rastrillos y guantes fueron los materiales que sacaron las madres buscadoras de una camioneta. Minutos antes, rezaron para pedir encontrar sus tesoros —sus personas desaparecidas— y también para que en la búsqueda no les pasara nada. Al terminar de rezar, se preguntaron: “¿A qué venimos?”. Y de inmediato, como en coro, respondieron: “A encontrarlos”.
La escena se desarrolló este miércoles en Jalisco, donde mujeres de todo el país, encabezadas por el colectivo Madres Buscadoras Sonora, se concentraron para ayudar a las familias en la búsqueda de los desaparecidos que hay en el estado.
Esta fue la primera jornada de búsqueda en campo que se realiza en Jalisco. Hasta ahora, solo se habían efectuado búsquedas en cárceles, hospitales, albergues y el Servicio Médico Forense (Semefo).
Las madres —un grupo de aproximadamente 50 personas— se encuentran en el municipio de Villa Corona, a 40 minutos de la Zona Metropolitana de Guadalajara. Llegaron al sitio después de recibir un mensaje anónimo en sus redes sociales, que señalaba que ahí podría haber indicios.
“A veces nos mienten en esos mensajes, pero a veces la búsqueda es positiva y encontramos. Siempre hay que tener esperanza”, señaló una de las buscadoras.
Llegar al sitio no fue sencillo. Lograrlo implicó que las madres esperaran afuera de la Comisión Estatal de Búsqueda durante seis horas para que elementos de la dependencia y de Seguridad Pública las acompañaran en la jornada. Esto, a pesar de que ellas habían solicitado a las autoridades el acompañamiento con tres días de anticipación y de que en enero hicieron de conocimiento público las fechas en las que se desplegaría la brigada.
Después de ese retraso, una vez en el lugar, pusieron manos a la obra.
“Hay que olvidar el coraje (de la tardanza de las autoridades), ya estamos aquí, hay que buscar”, animó una de ellas.
En el sitio, rastrearon en cada rincón de un barranco, bajo el principio de que cualquier pequeño indicio puede ser una gran pista: el árbol con una marca amarilla, la roca por encima de tierra removida, los restos de ropa que hay en la zona.
“Acuérdate de que la tierra, cuando le ponen un cuerpo, con la putrefacción se chupa para abajo”, explicó una buscadora de Sonora a otra de Jalisco, mientras picaba el terreno con una varilla para luego sacarla, oler la punta e identificar si había un olor fétido o no.
Tan solo cinco minutos después de la llegada, se encontraron los primeros indicios: los restos de un ser vivo. Entonces, algunos fueron removidos de la tierra y revisados, con lo que se descartó que fueran humanos.
“A veces nos podemos equivocar, que son de animales, pero la idea es seguir buscando”, dijo Cecilia, dirigente del colectivo Madres Buscadoras Sonora.
Durante el despliegue, mientras recorrían el camino, entre ellas se explicaban las diferencias entre las osamentas y cómo reconocer las humanas.
Más adelante, encontraron un pozo y empezaron a mirar: los restos de un armadillo, una lámina, un refrigerador y posibles osamentas. Pensaron que podría ser una fosa.
Mientras removían la maleza, se detenían unas a otras para no caer en el pozo, de un aproximado de tres metros de profundidad. Entonces, preguntaron a los elementos de la Comisión de Búsqueda si había un mecate, algo que los funcionarios ignoraban. Las mujeres también preguntaron si había un perito o un antropólogo, pero los servidores públicos también lo descartaron.
Por el indicio, personal de Protección Civil y Bomberos y peritos del Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses fueron llamados para hacer la investigación correspondiente. Hasta el cierre de la edición, aún se desconocía si los elementos hallados en el lugar eran o no restos humanos.
Yesenia Lizbeth, madre buscadora de Jalisco, reconoció el aprendizaje que ha tenido y que ahora le permitirá continuar con la búsqueda en otros campos.
“Son sentimientos encontrados, venimos con la esperanza de encontrar, ya sean los nuestros o los de alguien más. Es triste estar en esta situación, pero cuando son positivos nos da alegría porque sabemos que van a regresar a casa. Ya si no encontramos a los nuestros, nos da la satisfacción de que regresamos a uno a casa”, comentó.
Para las madres buscadoras, esta brigada abre la esperanza en Jalisco de poder continuar con las búsquedas en campo.
Una de las madres reconoció que no todas las personas buscadoras en Jalisco están de acuerdo con el despliegue.
“A algunas no les parece porque tenemos una crisis forense, porque ya no hay capacidad de gavetas”, expuso.
Mientras, las madres buscadoras que acudieron al estado insistieron en que las autoridades no apoyan a la brigada.
“Qué casualidad que venimos, que ya sabían que veníamos, y nos obstaculizan todo. Primero nos cambian de lugar, luego nos traen dando vueltas por sitios que no queremos revisar, que no son de los sitios que traemos como prioridad, y hoy nos retrasan seis horas para iniciar”, dijo una de ellas.
La búsqueda seguirá durante toda la semana. Las buscadoras encontraron dos osamentas el pasado lunes en el municipio de Tlajomulco.
Su posición de seguir con las búsquedas se da luego de que el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, desestimara sus acciones, lo que motivó que las activistas presentaran una queja ante la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH).
“Le hicimos una queja ante la comisión y nos dio una reunión, aunque antes, según él, tenía llena la agenda. Ahora dice que nos ofrece ayuda, pero antes no atendía”, dijo una madre buscadora.
En Jalisco, a la fecha hay más de 15 mil 819 desaparecidos, de los cuales 8 mil 697 se registraron durante esta administración.
Ahora, en el estado esta semana se abrió una nueva etapa, en la que las familias de esas personas desaparecidas ponen sus esperanzas para poder hallar algún indicio que finalmente permita encontrarlas.