En un cuerpo de agua con altos niveles de contaminación, donde hay carpas y tilapias, considerados depredadores de los ajolotes, seis alcaldes morenistas liberaron 200 de estos animales en peligro de extinción en canales de Xochimilco, pero según investigadores, lejos de preservarlos podrían morir.
La liberación de ajolotes en los canales de Xochimilco o en otros cuerpos de agua no es una opción sana para el animal ni para el ecosistema y no se recomienda, de acuerdo con el Manual básico para el cuidado en cautiverio del ajolote de Xochimilco, elaborado por el Laboratorio de Restauración ecológica del Instituto de Biología de la UNAM.
El investigador de este instituto, Luis Zambrano, dice que una de las opciones para salvar al ajolote, y que es compleja pero de largo plazo, es rescatar su hábitat: los canales de Xochimilco y Tláhuac. No sólo arrojarlos.
“No sirve tener a 10 millones de personas en un solo lugar que está completamente destruido, es como mandar a mucha gente a Chernóbil porque está despoblado, no va a sobrevivir la gente”, dice al explicar que lo mismo pasa con los ajolotes.
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Esta no es la primera vez que se liberan estos anfibios. Según Zambrano, ha pasado con autoridades locales al menos en ocho ocasiones en los últimos 10 años, y sin autoridades constantemente se realizan “ceremonias de introducción”.
En entrevista, explica que la autoridad federal (Semarnat) debe dar el visto bueno para reintroducir los ajolotes a los canales: se necesita un permiso por ser un área natural protegida para este tipo de acciones y otro permiso sobre la especie, al estar en peligro de extinción.
La Unión Internacional Para la Conservación de la Naturaleza ubica al ajolote en la categoría de “peligro crítico”, que es cuando una especie enfrenta riesgo de extinción extremadamente elevado en la naturaleza.
La liberación de estos 200 ajolotes ocurrió sin el acompañamiento de especialistas en su conservación, sin un protocolo para su manejo, pero sí ante funcionarios y medios de comunicación que presenciaron un “ritual” donde había botargas, música prehispánica, humo de incienso y mucho estrés para estas especies, pues son sensibles al ruido.
No quiero olvidar esta imagen del "Ajolotlón" que hubo en el Parque Ecoturístico Michmani de Xochimilco. La crueldad más frívola: el espectáculo pic.twitter.com/gIHZwmTups
— Jorge Comensal (@jorgecomensal) February 18, 2022
La bióloga Diana Vázquez, integrante del laboratorio de Restauración ecológica IB UNAM, sostuvo en entrevista con Animal Político que la manipulación de los ajolotes no fue el adecuado ya que son anfibios muy sensibles al estrés y al ambiente, por lo que corren riesgo de contraer una infección u hongo con facilidad.
“Los ajolotes pertenecen a la familia de las salamandras, pero no desarrollan su ciclo de vida en dualidad, es decir, terrestre y acuática. Pueden morir porque son animales que toda la vida están inmersos en agua”.
El pasado 16 de febrero, en el evento llamado “Ajolotón”, estos anfibios estuvieron expuestos sobre el pasto y ante los rayos del sol y fueron sostenidos por los alcaldes presentes, lo cual, a decir de la bióloga, es muy riesgoso.
Lamentable acto. Folklorizar a los axolotes con fines electorales y liberarlos sin asegurar un hábitat integral sano es solo condenarlos a una dolorosa muerte#YoProtejoElHumedal @JoseCarlosXoch @ClaraBrugadaM https://t.co/46pdtfG2X8 pic.twitter.com/1iGVxGh1sz
— Xochimilco Vivo (@XochimilcoVivo) February 17, 2022
Incluso en un manejo adecuado por investigadores llegan a contraer infecciones debido a la delicadeza de su piel. Cuando alguien los manipula debe usar guantes o debe haber una previa desinfección de manos y del laboratorio.
La investigadora asegura que la zona donde los liberaron es mal lugar ya que es un canal de Cuemanco con muchos problemas en la zona chinampera, está ubicada junta a los embarcaderos donde hay un manejo incorrecto de las descargas de agua; además que hay carpas y tilapias (especies invasoras que fueron introducidas en Xochimilco en los 80), que se comen a los ajolotes.
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A eso se suma que la disminución de especies nativas de plantas acuáticas afecta la disponibilidad de espacios con los que cuenta el ajolote para reproducirse, alimentarse y protegerse, por eso la importancia de tener estudios previos para reintroducirlos.
“Seguramente habrá una mortalidad importante de estos individuos y además tampoco se presentó, hasta donde tengo entendido, un plan de monitoreo, así que no sabremos sí hubo una reintroducción exitosa o cuál será la tasa de supervivencia”, comenta.
Hacer esto sin un planeación ni un monitoreo es muy grave, dice Diana Vázquez.
En tanto, Zambrano señala que los ejemplares arrojados también son vulnerables a enfermedades, debido a que no cuentan con variabilidad genética, es decir, “son hermanos gemelos”, pues todos provienen de la misma hembra y el mismo macho, y al reducir la variabilidad genética son más vulnerables a que se extingan.
Así, en lugar de aumentar la población se hace más vulnerable.
Con la acción que hicieron las autoridades “se está desviando el esfuerzo de restauración del hábitat a meramente aventar ajolotes a un lugar donde originalmente se extinguieron. La mayoría sino es que todos los ajolotes que aviente uno se van a morir”, afirma el investigador.
Estos animales criados en cautiverio lanzados sin tiempo de readaptación, en medio de un cambio brusco de su ambiente y estresados por ponerlos en el pasto, agarrarlos y luego aventarlos a una mala calidad de agua y sin saber cazar se van morir. “El hábitat está mal y por eso no hay ajolotes. En el canal de Cuemanco no se han visto”, detalla.
Según Diana Vázquez, para que los programas de reintroducción sean exitosos se tiene que trabajar primero en el hábitat, restaurar el ecosistema, recuperar la biodiversidad nativa y trabajar en sus amenazas. En el caso de Xochimilco las principales son: urbanización, mala calidad del agua e introducción de especies exóticas.
Ante las críticas, hasta ahora solo la alcaldesa de Iztapalapa, Clara Brugada, afirmó que la liberación de ajolotes no fue improvisada y cuentan con la supervisión del Instituto de Biología de UNAM.
Pero, a decir del doctor Zambrano, el trabajo desarrollado en conjunto con la alcaldía Xochimilco es el de Chinampa Refugio, no el de la liberación de los 200 ajolotes. “No estuvimos involucrados en este evento”, aseguró.
Brugada dijo que lo mismo se hará en otras alcaldías y defendió que los ajolotes que se liberaron tenían la talla suficiente para desarrollarse en los canales de Xochimilco.
Al “Ajolotón” también asistió el alcalde de Xochimilco, José Carlos Acosta; de Gustavo A. Madero, Francisco Chíguil; de Iztacalco, Armando Quintero; de Tláhuac, Berenice Hernández; de Venustiano Carranza, Evelyn Parra; y de la alcaldía Milpa Alta, Judith Vanegas.
Ante la polémica, los diputados locales del PAN, Ana Villagrán y Federico Döring, presentaron una queja ante la PAOT contra los alcaldes a quienes acusaron de poner a los alojotes bajo estrés y en peligro de muerte.
El proyecto que dirige el investigador Zambrano, Chinampa Refugio, y tiene más de una década, está dirigido a la restauración del hábitat de los ajolotes y en crear refugios para ellos, colocando barreras que impiden que ingresen depredadores como las carpas y las tilapias.
A la par de los refugios se trabaja en la restauración de la zona, lo que mejora las condiciones para la producción chinampera. Los productores en esas zonas no usan fertilizantes y pesticidas para evitar contaminantes en el agua.
El proyecto, dice, es costoso, lento, e implica tener mucha paciencia; cuenta con el apoyo del gobierno federal y la alcaldía.
De acuerdo con Zambrano, la UNAM trabaja en protocolos para la reintroducción del ajolote, cuidando que haya variabilidad genética y que el ajolote pueda vivir sin apoyo del ser humano, pero en un hábitat donde se tenga la certeza de que puede sobrevivir.