La batalla por el derecho al aborto llegó este sábado a las calles de Estados Unidos donde cientos de miles de personas comenzaban a congregarse en diferentes ciudades para una nueva edición de la “Marcha de las mujeres”, que busca frenar una fuerte ofensiva conservadora.
“Las mujeres (…) deberíamos poder decidir qué hacer con nuestros propios cuerpos, punto”, dice Laura Bushwitz, de 66 años, maestra jubilada que se manifestaba en Washington.
“Estoy cansada de que me digan lo que puedo o no puedo hacer (…) ¿Escuchaste eso, Corte Suprema?”, espetó.
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Hasta ahora, se habían producido pocas protestas desde que entró en vigor una ley de Texas el 1 de septiembre, que prohíbe prácticamente todos los abortos en ese estado y que ha desatado una verdadera guerra judicial y un contragolpe en el Congreso.
A dos días de la reanudación de las audiencias de la Corte Suprema de Justicia, que arbitrará la disputa, casi 200 organizaciones llamaron a los defensores del aborto a hacerse oír en todo el país.
En principal evento tiene lugar en Washington, donde miles de personas empezaban a reunirse para marchar hacia el máximo tribunal, que hace casi 50 años reconoció el derecho al aborto con el caso Roe vs. Wade.
El máximo tribunal, cuya integración se vio drásticamente decantada hacia el conservadurismo tras el nombramiento de jueces por el expresidente Donald Trump, parece ahora listo a desandar el camino.
Se ha negado a intervenir de urgencia para bloquear la ley de Texas y podría aprovechar la revisión de una ley restrictiva del estado de Misisipi para cambiar su jurisprudencia.
En las capitales de esos estados conservadores, Austin y Jackson, se organizaron protestas al igual que en otras 600 ciudades. Se movilizarán unas 240 mil personas en todo el país, afirman los organizadores, una alianza que reúne desde pequeños grupos feministas hasta grandes organizaciones como Planned Parenthood, que promueve la planificación familiar.
“Luchamos para que el aborto no sólo sea legal sino también accesible y sin estigmas”, dijeron en un comunicado los organizadores, que piden al Congreso consagrar el derecho al aborto en la ley federal a fin de protegerlo de una posible reversión en la Corte Suprema.
Un proyecto de ley en ese sentido fue aprobado hace una semana en la Cámara de Representantes, controlada por los demócratas, pero no tiene posibilidades de triunfar en el Senado donde los republicanos pueden bloquearla.
La primera “Marcha de las mujeres” se realizó en 2017 poco después de la asunción del anterior presidente de Estados Unidos, el republicano Trump, y congregó a millones de sus opositores que lo tildaban de sexista.
Marchas posteriores tuvieron menos éxito, en parte debido a que una de sus promotoras fue acusada de antisemitismo.
“Este año estamos unidos”, dicen los organizadores. “Volvemos a las calles por primera vez en la era Biden porque con el cambio en el Salón Oval (de la Casa Blanca) no se terminó el deseo politizado, perverso y patriarcal, de controlar nuestros cuerpos”, agregan en alusión a la llegada de Joe Biden al gobierno este año, que no cambió la dinámica a nivel de los estados.
Por el contrario, impulsados por la entrada en la Corte Suprema de tres magistrados elegidos por Trump, legisladores conservadores locales lanzaron una verdadera ofensiva contra el aborto: desde el 1 de enero, 19 estados aprobaron 63 leyes que lo restringen.
Si la Corte anula la sentencia del caso Roe vs. Wade, todos los estados quedarían libres para prohibir o permitir los abortos. Así 36 millones de mujeres en 26 estados, o casi la mitad de las mujeres estadounidenses en edad reproductiva, probablemente perderían el derecho a abortar, según un informe de Planned Parenthood publicado el viernes.