En el municipio de Paso del Macho, en la zona montañosa de Veracruz, hay muchas dudas sobre el regreso a las clases presenciales. Por un lado, por los contagios de covid que se han multiplicado en la región, y por el otro, el hecho de que las escuelas no tienen las condiciones mínimas en materia de infraestructura y servicios.
Es el caso de la telesecundaria Quetzalcóatl ubicada en la comunidad de San José Balsa Camarón (La Colmena) y que no cuenta con agua potable. Para ir al sanitario los alumnos deben llevar su cubeta de agua.
Desde hace 10 años, autoridades del plantel que atiende en promedio a 90 jóvenes de entre 13 y 15 años, han solicitado apoyo a las autoridades de la SEP y del gobierno de Veracruz, sin embargo, ninguna de sus solicitudes ha sido atendida.
“No puedo decir que estamos preparados (para volver) y estamos viendo la manera de que los papás vayan en las tardes a ayudarnos a llenar algunos botes y que los chicos lleven sus propias cubetas… son las alternativas que tenemos puesto que no hay respuesta de las autoridades de los diversos oficios que se han girado”, lamentó la profesora Guadalupe García.
“Otra de las cosas es que la luz no está en buenas condiciones y sí nos preocupa porque ahorita que vamos a trabajar durante el verano las temperaturas alcanzan los 37 grados, entonces sí es una condición bastante difícil para iniciar el ciclo escolar”.
Al paso de los años han sido los propios alumnos, padres de familia y docentes quienes han tratado mejorar -en la medida de sus posibilidades- la telesecundaria. La maestra, con once años de experiencia, explicó que han organizado rifas para tener material y arreglarla, además de algunas donaciones que han recibido como varillas y cemento. Son los padres de familia quienes hacen los trabajos.
A pesar de que esta situación se ha repetido año con año, en plena pandemia de COVID-19 se acentúa porque dadas las condiciones del plantel no hay garantía para, al menos, cumplir con las reglas mínimas para hacer frente al virus: lavado permanente de manos, sana distancia y espacios ventilados.
“Por medio de la presente se le pide de su intervención para obtener el apoyo de mantenimiento y mejoramiento de infraestructura escolar, puesto que no se tienen los requerimientos necesarios como: sanitarios, estanque de agua potable, mobiliario, protecciones, impermeabilizante, domo, cableado de luz y pintura.
“Desde hace más de seis ciclos escolares se han realizado las gestiones para recibir apoyo, sin embargo, no se han tenido respuestas favorables y los padres han mantenido en manera de lo posible la escuela, como bien saben es prioridad garantizar una estancia adecuada para un retorno seguro a la escuela”, se lee en el oficio que el director de la telesecundaria Quetzalcóatl envió al director general de espacios educativos de Veracruz, Ricardo García Jiménez y que tiene acuse de recibido el 3 de junio de 2021.
Un oficio similar -y de los cuales tiene copia Animal Político- se presentó esa misma fecha en la Coordinación de atención ciudadana del gobierno de Veracruz. A la fecha, ninguno ha sido atendido.
“Hemos ido a la ciudad de Xalapa, que es donde se encuentra el secretariado de educación, pero no nos han atendido, somos una escuela que no ha tenido recursos aunque se han estado gestionando año con año”, reprocha la docente.
“A otra telesecundaria que está en el centro de la capital ya le dieron todos los insumos. En menos de un año le colocaron 14 salones, canchas, sala de cómputo, les pusieron techado… también es una telesecundaria y su ventaja es que están en la capital, nuestra desventaja es que nosotros no estamos ahí”.
Incluso, los daños reportados en el sismo de 2017 nunca fueron atendidos a pesar de que se enviaron documentos con fotografías de lo que se necesitaba reparar.
Al inicio del ciclo escolar pasado los padres de familia sí querían que sus hijos volvieran a la escuela presencial, pero ahora ya no porque a lo largo de los meses han visto cómo más y más gente de su comunidad se ha contagiado e incluso ha perdido la vida.
“Como ven que ahorita los contagiados son en su mayoría personas jóvenes y niños, adolescentes, ellos tienen demasiado miedo, sobre todo porque en el municipio subieron demasiado los índices y bueno, pues ellos están temerosos, como con miedo porque no saben”, agrega Guadalupe.
“Están preocupados de esa situación porque ellos se dan cuenta de que no existen las condiciones”.
De momento ella y sus compañeros buscan alternativas en las que puedan seguir dando clases, quizá en un modelo híbrido, en tanto tienen información más clara de la SEP porque no se tiene ninguna certeza de cómo será el regreso a las aulas.
Además, esperan la posición oficial del gobierno de Veracruz pues las autoridades informaron que si el 29 de agosto observan que contagios en el estado siguen al alza no se permitirá el regreso presencial a las escuelas.
En comparación con otras ciudades y municipios del país, en el municipio de Paso del Macho, Veracruz, la conexión a internet es deficiente, por lo que desde el inicio de la pandemia los maestros de la telesecundaria Quetzalcóatl tuvieron que buscar alternativas a fin de que sus alumnos no se atrasaran ni abandonaran sus estudios. En esta zona es prácticamente imposible hacer una videollamada o utilizar plataformas como Zoom o Classroom.
Con el apoyo de fotocopias y con visitas, casa por casa, los maestros de esta escuela lograron mantener la matrícula, aunque desde principios de 2021 algunos estudiantes dejaron de participar.
Según cuenta Guadalupe, los padres de los jóvenes referían que dado el momento económico por el que atravesaban les servían más trabajando que estudiando.
Al término del ciclo escolar pasado en su mayoría los estudiantes volvieron, así que para el próximo -que debe empezar el próximo 30 de agosto- se deben encontrar opciones para que ninguno de ellos deserte, por lo que, ante la falta de información de la SEP, los maestros han delineado una propuesta de trabajo que garantice un regreso a clases sin ningún riesgo.
“No existe un plan que nosotros digamos ‘wow, esta es una muy buena opción’, entonces lo que nosotros hacemos es hacer reuniones y ahí decir propuestas que nos puedan servir para cuidar al alumnado, cuidarnos nosotros, y llevar a cabo el trabajo si es que la SEP indica que hay que volver de manera presencial porque hasta ahorita no hay algo oficial que nos explique”, detalló la maestra.
“Al final al maestro es el último eslabón y pues ellos dicen ‘¡soluciónenlo!’”.
Además de la falta de agua en el plantel, una preocupación que tienen es lograr la sana distancia para que el aire corra en las aulas, así que han propuesto que los grupos sean de seis u ocho alumnos. Que un día vayan presencial y se lleven a casa actividades que realizar y que deben entregar dos días después que es cuando volverían a la escuela. En los otros días irían otros grupos reducidos de estudiantes.
Alicia, de 30 años, es maestra en un kínder de un municipio de la zona centro de Veracruz. Como la totalidad de los maestros y maestras, cuenta que tuvo que reinventarse con el estallido de la pandemia en México. Las clases a distancia no están siendo nada sencillas. Especialmente en un municipio donde, según datos del Coneval, 7 de cada 10 habitantes viven en condiciones de pobreza y el acceso a internet y a la televisión es muy limitado y costoso para economías que dependen en buena medida del trabajo en el campo.
Contener la deserción escolar ha sido una labor titánica, sobre todo al principio de la crisis, plantea Alicia. Aunque con el paso de la pandemia, y ante la perspectiva de que la crisis sanitaria llegó para quedarse durante un buen tiempo, a docentes y padres no les ha quedado más remedio que abrazar el sistema de educación a distancia.
“Cuando se empezó a ver que los plazos de la pandemia se iban alargando, los mismos padres dijeron: ‘pues hay que echarle ganas a las clases a distancia, porque si no vamos a seguir desperdiciando ciclos’”.
Aunque las clases por televisión no prosperaron entre sus alumnos –“los padres me decían que no le sirve a los niños, que se distraen mucho y que no entienden las tareas”, Alicia elaboró su propio sistema para dar clases: recopila el material didáctico en hojas sobre los temas que va a abordar en la semana, una madre se encarga de hacer las copias durante el fin de semana, otra las reparte entre el resto de padres del kínder, y los viernes da una clase virtual para analizar los resultados de las tareas, atender las dudas, y reforzar los contenidos.
“Solo puedo darles clase los viernes porque la mayoría de las familias no tiene servicio de internet en sus casas -expone Alicia-. Todo es por recarga de teléfono y sería muy costoso para ellos estar poniéndole saldo todos los días para las clases”.
Ahora, con el anuncio de la vuelta de las clases presenciales, la incertidumbre del panorama escolar no se ha disipado. Al contrario, subraya la maestra, a pocos días del regreso a las aulas dice que aún no tiene claridad de qué responderle a los padres y madres que acuden con ella a preguntarle cómo se llevará a cabo el proceso de vuelta.
“Las autoridades educativas de Veracruz aún no nos han mandado ningún documento en donde se diga que nos tenemos que presentar en el kínder, ni ningún protocolo que tengamos que seguir. Hasta ahora, no hay organización, ni ningún plan”.
“Lo único que nos dijeron -agrega- es que la decisión de volver se dejó en manos de las supervisoras de zona, y las supervisoras lo dejaron en manos de los directores de los planteles, y así se van pasando la bolita unos a otros. Y todo para que, al final, seguramente se deje en manos de los padres de familia, que serán los que decidan si mandan o no a sus hijos a las escuelas”.
Por ahora, a falta de que les den instrucciones más precisas, Alicia dice que ella y las otras dos maestras del kínder harán precisamente eso: reunir a los padres, exponerles la situación, y que ellos sean quienes tengan la última palabra.
“Creemos que es lo más conveniente -recalca Alicia-. Que los padres decidan si regresamos, porque ellos también tienen que hacerse corresponsables. Es decir, tienen que estar al pendiente de si un niño muestra síntomas, pues no mandarlo a la escuela, por ejemplo. Además, tendrían que aportar dinero para comprar suministros, gel antibacterial, desinfectantes para limpiar el kínder, etcétera”.
Otro punto que preocupa es el tema del agua en la escuela. “Hay días que cae, otros que no, y otros que un hilito”, explica Alicia, que añade que esta situación fue la que impidió que regresaran a las clases presenciales antes de que terminara el anterior ciclo escolar. “Los mismos padres de familia dijeron que sin agua en las aulas no se podía regresar”.
Por el momento, Alicia dice que las familias con las que ha hablado se han mostrado más favorables por seguir alargando una temporada más las clases virtuales, aunque hay padres y madres que necesitan que sus niños vuelvan al colegio porque se les dificulta mucho tenerlos en casa mientras ambos salen a trabajar.
“Los padres nos dicen que, como son niños muy chiquitos de preescolar, es muy difícil controlar que no se quiten el cubrebocas, o que no se anden tocando la cara y la boca. Entonces por eso se la piensan mucho. Muchos prefieren que el niño siga con las clases a distancia y no arriesgarlo a que se enferme en la escuela y pueda contagiar al resto de la familia”.
Además, Alicia plantea que no solo está el tema del miedo a los contagios en la escuela. Otro tema importante en este asunto es que muchos de los menores llegan al kínder de comunidades vecinas, mientras que las maestras, como la propia Alicia, tienen que subirse a diario a un autobús lleno de personas, sin buena ventilación, y por supuesto sin sana distancia, para llegar al kínder, y luego emprender la vuelta a casa, donde la espera su familia.
“Yo también tengo dos niñas, y claro que también siento miedo”, subraya Alicia, que, como madre, asegura que ya tiene decidido que no enviará a sus hijas a la escuela por el momento.
“Si finalmente los docentes tenemos que regresar a las clases presenciales, no tendré de otra más que ir a mi trabajo y arriesgar, aunque no quiera. Pero en el caso de mis hijas, no. A ellas no las voy a exponer. Se quedarán en casa un poco más”, concluye Alicia.