Además de la pandemia, el caribe mexicano enfrenta este 2021 otro reto añadido: el sargazo.
Las cifras publicadas ayer por Animal Político en este reportaje así lo corroboran: entre marzo y julio de este año, es decir, en apenas cinco meses, la Secretaría de Marina federal lleva recolectadas hasta 21 mil toneladas de estas algas marrones; 3 mil más que en todo 2020, cuando el sargazo dio una breve tregua a las costas del caribe.
Además de los números, el hidrobiólogo Esteban Amaro, fundador de la Red de Monitoreo del Sargazo, expone en entrevista que las distintas imágenes satelitales de la Agencia Espacial Europea y de la NASA a las que tienen acceso también corroboran que el recale de sargazo en este 2021 amenaza con ser uno de los más intensos de los que se tenga registro, incluso por encima del que se dio en 2018, cuando se recolectaron más de 500 mil toneladas.
Y así lo prueba también las cientos de imágenes que la Red de Monitoreo recaba a diario, en las que las que aprecian que playas en puntos como Tulum, Cozumel, Playa del Carmen, Puerto Morelos, y Akumal, entre otras, están severamente afectadas por el sargazo, repitiéndose las imágenes del 2018 y del 2019.
Precisamente, que se repitan esas imágenes, a pesar de los trabajos de la Secretaría de Marina -que ha destinado a más de 300 elementos, buques, y kilómetros de barreras anti-sargazo a combatir este fenómeno-, es lo que está generando preocupación e indignación entre la ciudadanía, y entre el sector turístico-hotelero-restaurantero de Quintana Roo, del que depende más de 400 mil puestos de trabajo en la entidad.
“Sabemos que se están haciendo esfuerzos por parte de las autoridades. Pero vemos que cada año es como si se empezara de cero con este problema. Porque, a seis o siete años, no vemos acciones ni resultados concretos”, denuncia Fabiola Sánchez, integrante del colectivo Voces Unidas de Puerto Morelos.
Por ello, más de 30 organizaciones civiles, junto con académicos, ecologistas, ciudadanos, y organizaciones del sector turístico-hotelero, lanzaron a través de la plataforma Change.org “un llamado de auxilio” al Gobierno Federal, en el que le plantean nueve puntos para tratar el problema del sargazo desde el punto de vista medioambiental, sanitario, y económico.
Rosa Elisa Rodríguez, maestra en Ciencias y también integrante de la organización civil Voces Unidas, explica que uno de los puntos centrales que se le demandan al Gobierno Federal es que haya una mayor coordinación y planificación frente al sargazo. Esto implica, por ejemplo, que no se trata el problema como si fuera nuevo cada año.
“Por ejemplo, se está demandando que se destinen recursos federales adecuados y que ya se tengan presupuestos anuales para este tema específico, porque pareciera que todo mundo cree que ya es la última vez que va a llegar sargazo, cuando ya sabemos que el año próximo, muy probablemente, llegue otra vez a nuestras costas”.
“Entonces -añade-, los municipios ya deberían de tener los presupuestos, el personal, los equipos necesarios, y también los lugares habilitados para depositar el sargazo en tierra una vez recolectado del mar”.
El objetivo, recalca Lenin Amaro, presidente presidente del Consejo Coordinador Empresarial de la Riviera Maya, es dejar de ser “reactivos” para comenzar a ser “más preventivos”. Es decir, tratar de adelantarse al problema, y no esperar a que miles de toneladas de sargazo invadan todos los años las costas caribeñas, donde, además del mal olor que generan las algas al descomponerse, las tareas de limpieza con maquinaria pesada también generan daños ecológicos y la progresiva erosión de las playas.
“Es decir, si sabemos que en marzo es cuando suele comenzar a llegar el sargazo, desde octubre de este año ya se debería analizar cuántas sargaceras hay para el 2022, cuántos metros de barrera, cuánto personal van a manejar los municipios, los recursos disponibles, etcétera”.
Otro punto clave de las peticiones es, precisamente, qué hacer con estas algas una vez que son recolectadas en tierra.
Para ello, se plantea al Gobierno Federal que elabore una nueva Norma Oficial Mexicana que permita “un manejo integral del sargazo”, que evite que los residuos de estas algas puedan ser depositados en cualquier basurero, o que se queden sin recoger pudriéndose en las playas, generando vapores nocivos para el medio ambiente y la salud.
“Cuando el sargazo se tira en sitios que no están regulados, lo que sucede es que todos los jugos que desprenden esas algas contaminan el suelo y el equilibrio químico del agua de los ríos subterráneos. Y esto, a su vez, genera un problema de salud”, plantea la activista Fabiola Sánchez.
Además, la nueva normativa planteada en la petición al Gobierno Federal tiene “una visión de economía circular”, pues también busca “que dé certeza jurídica” a las iniciativas que busquen aprovechar el sargazo para proyectos productivos como la fabricación de papel o de materiales de construcción a partir de estas algas marinas.
“Esta nueva Normativa permitiría que el sargazo tenga un valor para poderse comercializar y para desarrollar proyectos productivos que generen una pequeña derrama económica, o que genere incluso una industrialización de productos hechos con sargazo, y que, de alguna manera, pueda convertirse en algo positivo”, apunta Fabiola Sánchez.
Otro punto importante de la petición de los ciudadanos es que la Secretaría de Salud evalúe el riesgo de las comunidades costeras expuestas a los gases que emite el sargazo en descomposición, y que defina acciones para las áreas potencialmente peligrosas.
“En otros lugares, la limpieza del sargazo se hace con mascarillas, o incluso se evacúa a la gente, mientras que aquí todavía ni se analiza qué efectos puede generar en la salud de las personas”, apunta la académica Rosa Elisa Rodríguez.
“Sobre todo -hace hincapié-, hay que pensar en comunidades no tan turísticas como Punta Allen, donde la gente vive entre el manglar y la playa, y donde no se puede limpiar todos los días la zona de sargazo descompuesto, porque no hay dinero, o porque las condiciones de los caminos no son adecuadas”.
Además de que intervenga Salud, también se solicita que el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) promueva y financie proyectos de investigación que permitan entender mejor el fenómeno y sus impactos ambientales, sociales y económicos, y que se impulsen proyectos tecnológicos para que se utilice industrialmente el sargazo. Es decir, que se promueva el sargazo removido en mar y playa como un insumo para proyectos de uso comercial e industrial, en lugar de que se convierta en un residuo tóxico.
Por otra parte, Lenin Amaro, líder empresarial en la Riviera Maya, expone que otro punto que se le solicita a las autoridades es que se faciliten incentivos fiscales a las empresas hoteleras que destinan personal y recursos para limpiar el sargazo de las playas privadas concesionadas.
“Todo el sargazo que recoge el sector turístico debería ser gratuito, como un incentivo. Porque para los empresarios es caro recoger el sargazo y llevarlo al relleno sanitario”, plantea Amaro.
Tal y como señalan las autoridades de Quintana Roo, el recale de sargazo no es algo que se produzca todos los días con la misma intensidad, ni en todas las playas de la Riviera Maya y el Caribe mexicano, admite Fabiola Sánchez.
Pero también es cierto, contrapone la activista, que las fotografías de playas idílicas de aguas azul turquesa y arena blanca son cada vez menos frecuentes, en detrimento de las imágenes de aguas marrones que se repiten desde 2018 a la fecha.
Y aunque las estadísticas del turismo en Quintana Roo no parecen resentirse por ahora -las autoridades estatales proyectan cerrar este año con 14 millones de visitantes, muy cerca de las cifras de antes de la pandemia-, el recale continuo de sargazo puede impactar en esas estadísticas, por mucho que haya puntos como Isla Contoy, Holbox, Isla Mujeres que están menos afectados, o que la Riviera Maya también ofrece otros atractivos, como los cenotes, las ruinas arqueológicas mayas, y parques naturales.
“Todo ese gran esfuerzo que se está haciendo para que, en mitad de una pandemia, se llegue a una recuperación económica, puede venirse abajo por el sargazo”, advierte Fabiola Sánchez.
“Porque si el estado sigue inundado en sargazo, ¿para qué van a venir los turistas si lo que se van a encontrar es una ensalada que huele mal?”, pregunta.
“Estamos en mitad de un círculo vicioso que ojalá se pueda romper cuando la Federación tome las cosas con seriedad. Nosotros, los ciudadanos, ya llevamos cinco años luchando con esto. Ahora, necesitamos que las autoridades vengan y se paren frente a la playa, y se suban a los barcos de la Marina, para que vean si de verdad están siendo suficientes los esfuerzos”, concluye la activista.