En el Hospital General de Zona 2A “Troncoso” del IMSS, en la Ciudad de México, la atención a otros padecimientos ya se reactivó. Este ya no es un centro COVID-19. Si sospechan que un paciente lo tiene, le hacen la prueba y si sale positivo, se va a otro hospital. Aquí ya están concentrados en los padecimientos que se dejaron subatendidos por meses. Ahora pacientes y personal médico enfrentan los efectos de la interrupción, por la pandemia, de los servicios regulares de salud.
Hay retrasos para hacerse estudios y cirugías, la burocracia de siempre y falta de medicamentos. El personal de salud sigue saturado.
Afuera del Hospital Troncoso está Martha. Sentada en la banqueta cuenta que su papá empezó hace dos semanas con un dolor fuerte en el costado y después le dio fiebre. Lo llevaron a La Raza, donde lo ingresaron sin ponerle peros. Estuvo dos días ahí y después lo enviaron a Troncoso, donde lleva una semana.
“Le están haciendo estudios. Ya me dijeron que sus riñones ya no funcionan. También van a descartar que haya un tumor. Él no había ido a consultas. No es mucho de ir al médico. Siempre dice que no tiene tiempo. Con la pandemia menos quería ir”, dice Martha.
Una enfermera del Hospital Troncoso, que pide que le llamemos Bety, para no tener problemas con el hospital por dar entrevistas, cuenta que, en efecto, han llegado muchos pacientes complicados por enfermedades renales, hepáticas y apendicitis. “Un piso de hospitalización de medicina interna que dejó de ser COVID se llenó en dos días con estos otros pacientes. Lo duro va a ser ahora atender a todos ellos”, dice.
La falta de medicamentos es otro de los problemas que reportan los usuarios. La señora Celia tiene internado a su hijo en Troncoso. Él labora en el sector de la construcción. Se encontraba en su trabajo, estaba haciendo unas maniobras hincado, cuando sintió que ya no podía ponerse de pie. Lo ingresaron al hospital. El primer diagnóstico fue Guillain-Barré (una enfermedad del sistema inmunológico que ataca a los nervios).
“Cuando nos dijeron que era Guillain-Barré, nos explicaron que le iban a poner un medicamento durante seis días. Solo se lo pusieron dos días. Una doctora nos dijo que ya no había medicamento para ponerle porque era muy caro. Cuando alegamos, nos empezaron a cambiar el diagnóstico, que además del Guillain-Barré también tenía esclerosis múltiple y después que no, que solo esclerosis. Nos quedó la duda de por qué el cambio”, dice la señora Celia.
La señora María, de 58 años, espera afuera del Hospital 2A Troncoso a que dé la hora para entrar a su consulta. Hace dos semanas supo que tenía un bulto entre el cuello y la espalda. Su nieta lo descubrió. La señora sentía molestia cuando se acostaba y dolor hasta el hombro. Pero como padece fibromialgia desde hace 17 años y está acostumbrada a vivir con dolor, no le dio importancia.
Aún con la pandemia ella tuvo consultas regulares con el médico en su clínica de medicina familiar del IMSS, la 14, pero no le dijo nada de aquella molestia y el médico no la revisó. Hasta que una tarde le pidió a su nieta que le diera un masaje para aliviar el malestar fue que descubrieron el bulto.
Acudió a su clínica y el médico le dijo que necesitaban extraer la bola para analizarla y saber si era benigna o no. Pero para el pase con los especialistas necesitaba antes hacerse estudios. Ahí vino el problema: no había cita disponible hasta junio.
La señora María no podía esperar. Fue a una clínica de su alcaldía, Venustiano Carranza, donde, con una tarjeta que le dio el gobierno de la Ciudad de México, le hacen estudios a bajo costo. Le costaron 349 pesos.
Con los resultados, le dieron cita con los especialistas en el Hospital General de Zona 2A “Troncoso” del IMSS. Pero en la cita, los cirujanos le dijeron que no la iban a operar. “Adentro en el hospital había mucha gente que necesita cirugías por apendicitis, por la vesícula, que se ve que son más urgentes que la mía. A mí me dijeron que es grasa, que la herida me dolerá mucho y me quedará una cicatriz muy grande, así que es mejor que la bola se quede ahí y solo si crece la sacarían”, dice la señora María.
Su esposo, de 62 años, también está pagando el atorón en los servicios de salud. A él le dio un infarto el 9 de septiembre de 2019 y estuvo internado en el IMSS de Troncoso. Le mandaron estudios del corazón en La Raza. Desde antes de la pandemia, los pacientes debían esperar meses para un diagnóstico. Le dieron la cita hasta mayo de 2020. Pero con el hospital volcado en atender COVID-19 se la cancelaron.
“Ahorita nos dicen que lo tienen que mandar de la clínica familiar, donde tiene consulta el 21 de mayo, con estudios recientes para que le den cita con el cardiólogo y entonces le puedan hacer los otros estudios. Y ese va a ser el problema”, explica la señora María.
De acuerdo a datos que emite la Secretaría de Salud en el Boletín Epidemiológico, en 2020 solo se hicieron 38 mil 24 diagnósticos de enfermedad isquémica del corazón, cuando en 2019 el número de diagnósticos de este padecimiento llegó a 70 mil 177; es decir, en el año de la pandemia la identificación de esta enfermedad casi cayó un 50%.
De hipertensión se diagnosticaron 425 mil 119 casos en 2020. Un año antes, en 2019, fueron 543 mil 933. Un déficit probable de más de 100 mil diagnósticos. De tumor maligno de la mama se diagnosticaron solo 12 mil 198 en 2020, contra 15 mil 361 del año anterior. Es decir, 3 mil 163 diagnósticos menos, cuando es poco probable que la incidencia de este tumor haya bajado en la población mexicana.
El Hospital General de Zona #47 del IMSS, en la Ciudad de México, ya se está desconvirtiendo también. “Han estado llegando pacientes complicados con eventos vasculares, hipertensión, pie diabético, enfermedades renales”, dice “Laura”, una de las enfermeras.
Muchos no querían ir a consulta por miedo a contagiarse de COVID y se complicaron. Y también muchas consultas se suspendieron. “No hay saturación en el hospital en este momento, pero si hay muchos pacientes: por turno ingresan dos o tres descompesandos por la falta de seguimiento y no sabemos cuánto vayan a crecer los ingresos por estas descompensaciones”, asegura la enfermera.
Simón Kawa, director general de Coordinación de las Institutos Nacionales de la Secretaría de Salud, dice que en el caso de este subsistema cada hospital avanzará en la atención de otros padecimientos de acuerdo a su capacidad y a la cantidad de pacientes COVID-19 que aún tengan.
Esto a lo que se le llama desconversión, después de que los hospitales tuvieran que reconvertirse para atender COVID-19, será una tarea paulatina y dinámica, advierte.
Kawa explica que se emitieron lineamientos generales para la desconversión de los hospitales y que cada uno deberá formar un comité para, con base a estos y a su realidad particular, planear y avanzar en la atención a enfermedades diferentes a COVID.
El último de los institutos en volver a atender todo lo demás será el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER), donde lo prioritario es y seguirá siendo COVID-19. El resto de los institutos, incluyendo el de Nutrición, uno de los principales hospitales de atención a los afectados por la pandemia, ya se están desconvirtiendo.
Cirugías, estudios, consulta externa se está reactivando ya. Cada uno va a su ritmo. La tarea del comité que se debe formar es justo planear la atención, que debe darle prioridad a los casos que la requieran de forma más apremiante.
Animal Político solicitó una entrevista tanto con el IMSS como con el ISSSTE para saber cómo va la desconversión en sus hospitales y la demanda por otro tipo de atenciones que no son COVID, pero hasta el cierre de esta edición no hubo respuesta.
En otros subsistemas de salud, la atención a padecimientos que no son COVID no se ha reactivado. Miguel Ángel Toscano, jefe de Terapia Intensiva del Hospital Belisario Domínguez, de la Secretaría de Salud de la Ciudad de México (Sedesa), dice que en esta semana se definirá cómo es que se va a desconvertir el hospital.
El área de comunicación de Sedesa aseguró a Animal Político que, en efecto, será esta semana cuando la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, anunciará cómo se hará la desconversión hospitalaria en la capital.
Los casos de COVID han bajado mucho, asegura Toscano. Hay días que ya no hay pacientes ingresados en terapia intensiva por esa enfermedad. Este lunes 17 de mayo solo hubo dos. Uno se va de alta pronto.
Lo más probable es que el Belisario se quede con solo dos camas destinadas a COVID y el resto ya para otros padecimientos. “Quizá se nos venga encima una sobre demanda por todo lo que no se atendió. A muchos pacientes no se les dio seguimiento”, explica Toscano.
Simón Kawa, el Coordinador de los Institutos Nacionales de Salud, admite que va a tomar tiempo saber el impacto que la pandemia ha tenido en la atención de otras enfermedades. “Tomará meses saberlo. Pero sí se está evaluando”.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha alertado que la falta de atención a otros padecimientos fue un fenómeno mundial.
Desde agosto de 2020, la OMS publicó los resultados de una encuesta sobre el impacto de COVID-19 en los sistemas de salud, basada en informes de 105 países. Los datos recopilados de cinco regiones durante el período de marzo a junio de 2020 ilustran que casi todos (90%) experimentaron interrupciones en sus servicios de salud, y los países de ingresos bajos y medianos informaron las mayores dificultades.
Los países experimentaron, en promedio, interrupciones en el 50% de un conjunto de 25 servicios de seguimiento. Las áreas de las que se informó con mayor frecuencia incluyeron inmunización de rutina: servicios de extensión (70%) y servicios en establecimientos (61%), diagnóstico y tratamiento de enfermedades no transmisibles (69%), planificación familiar y anticoncepción (68%), tratamiento para enfermedades mentales (61%), diagnóstico y tratamiento del cáncer (55%).