La Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGJ-CDMX) obtuvo una orden de aprehensión contra el escritor y diplomático Andrés Roemer por el delito de violación. La orden se giró derivada de una denuncia presentada en marzo, en la que la víctima lo acusó del delito de violación.
La orden llega 70 días después de que anunció que abría una carpeta de investigación por las denuncias públicas en redes sociales por acoso y diversos actos de violencia sexual, y cuando según un nuevo testimonio, ya no está en México y se fue a vivir a Israel.
Además, la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda dijo que a petición de las autoridades se bloquearon las cuentas de Roemer, por lavado de dinero.
Felicito a la Fiscal @ErnestinaGodoy_ y a Laura Borbolla, por la orden de aprehensión obtenida en contra de Andrés R. Hemos procedido con congelamiento de cuentas, de conformidad con el trabajo coordinado.
— Santiago Nieto (@SNietoCastillo) May 5, 2021
El 23 de febrero pasado se reveló que la Fiscalía de Delitos Sexuales había abierto una carpeta de investigación del caso por “noticia criminal”, es decir, al darse a conocer en redes testimonios que apuntaban a que se había cometido un delito.
Para ese momento, se habían publicado más de 10 historias, anónimas o con nombre, a través de la cuenta de Twitter de la colectiva Periodistas Unidas Mexicanas (PUM), después de que el 15 de febrero la bailarina Itzel Schnaas difundiera un video de casi 7 minutos en el que detalló su propia experiencia de abuso sexual por parte del escritor, que con el pretexto de darle espacio a sus proyectos en el festival Ciudad de las Ideas, la citó con engaños en su casa de la colonia Roma, la llevó a una sala de cine ubicada en el sótano, la tocó sin su consentimiento y se masturbó frente a ella.
Schnaas cuenta en entrevista con Animal Político que ella se enteró por los medios de que se había abierto dicha carpeta y que había una invitación abierta a ir a declarar. Entonces con otra de las víctimas que había dado su testimonio a la revista Quién y ya la había contactado, Fernanda Lascurain, acudieron a asesorarse a la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Conavim), que les recomendó presentarse en el búnker de la Fiscalía y así lo hicieron.
A principios de marzo, ya varias víctimas se habían logrado comunicar entre ellas para explorar la posibilidad de asesorarse legalmente juntas. Aunque en algunos medios se dijo que ya había más denuncias presentadas, ninguna de ellas había actuado todavía.
“A partir de ahí, más bien poco a poco las víctimas, que no nos conocíamos, no sabíamos nada la una de la otra, nos fuimos poniendo en contacto para pensar en hacer una denuncia colectiva. Creo que se estaba construyendo la voz de la denuncia, las ganas de denunciar, pero al miedo tiempo el miedo, el hacer algo que no estaba en los planes de nadie, que las asaltó de repente, pero que también tenían la necesidad gigantesca de hablar, de encontrar consuelo, creo”, cuenta.
En esos contactos y esa búsqueda consiguieron dos posibilidades de abogados, unas optaron por una opción, otras por la otra, y hubo quienes siguieron por sus propios medios.
Influye también que aunque los testimonios del modus operandi del presunto agresor son muy similares, al ofrecerles trabajo, hacer una cita en un lugar cercano a su casa, después cambiar los planes para tenerlas en su casa y ahí agredirlas, hay distintos niveles de violencia.
En el caso de Schnaas, se tipifica como abuso sexual, lo cual no implicaría prisión, que sí se dicta cuando se trata de violación. Pero para fortalecer la denuncia, explica, se incluyó la privación de su libertad, al haberla encerrado en la sala de cine.
“También es importante decir que el equipo legal y de derechos humanos y género que ha estado respaldando a cada una de las víctimas ha tenido que generar estrategias para poder acceder a la justicia”, dice.
Hasta donde Schnaas sabe, al menos 10 víctimas ya acudieron a declarar y presentar sus casos, dos de ellas de forma independiente, las otras con alguna de las opciones de abogados que buscaron juntas, y había otras tres o cuatro que también se sumarían a las demandas formales.
No era la primera vez que se denunciaba públicamente a Roemer. En marzo de 2019, durante el movimiento #MeToo en México, Periodistas Unidas Mexicanas (PUM) publicó tres denuncias anónimas de abuso y acoso sexual.
Dos años después, el 15 de febrero pasado, fue cuando Itzel Schnaas publicó el video contando su experiencia, ocurrida poco más de un año atrás.
Tras el video, vino una nueva ola de testimonios. Una de las tres denunciantes originales salió públicamente a ampliar su historia: fue la periodista Monserrat Ortiz y reveló que su caso había sido aún más grave, pues llegó a la violación.
En cuestión de días sumaban ya 15 testimonios. Fue cuando la FGJ CDMX abrió una carpeta de investigación e invitó a las víctimas a acudir directamente a presentar una denuncia formal, tras lo cual la UNESCO terminó la relación que tenía con Roemer como embajador de buena voluntad.
PUM llegó a recopilar, con corte al 5 de marzo, 61 historias de mujeres que aseguraban haber sufrido algún tipo de violencia por parte de Roemer, aunque no todas quisieron hacerlas públicas por temor, porque no se sentían listas o porque estaban preparando acciones legales. De ellas, 31 sí estaban publicadas, más de la mitad con el nombre de las mujeres, y de las que 4 eran por violación.
Después de eso, se dejó de transmitir el programa de televisión “De cabeza” que conducía cada domingo en ADN 40. Y el lunes 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, el escritor mandó cubrir la fachada de su casa, a pesar de lo cual hubo pintas y manifestaciones en los alrededores.
Pasaron semanas sin que hubiera nueva información de las acusaciones o la carpeta de investigación, hasta que la semana pasada Reporte Índigo publicó el testimonio de una chica que en Tel Aviv, Israel, fue presentada con él con el nombre de Andres Rosemberg, con el argumento de que acaba de llegar a vivir a la ciudad y buscaba conocer mexicanas. Pero igual que ocurrió con los testimonios de violencia sexual en la Ciudad de México y San Francisco, donde era cónsul, le contó de proyectos laborales a los que podría invitarla y terminó por hacerle insinuaciones sexuales.