Marco Elizalde espera sentado en una banca del camellón que está justo enfrente de la puerta de urgencias del Hospital GEA González en la Ciudad de México (CDMX). Es el segundo hospital al que intenta ingresar a su padre, este 30 de noviembre. En el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER) no quisieron recibirlo. El hombre, de 54 años, tiene síntomas evidentes de COVID, le cuesta respirar.
“Solo le hicieron una valoración. Me dijeron que necesita intubación. Trae 86 de oxigenación en sangre. Pero que ahí no lo pueden ingresar porque están llenos, que lo trajera acá al GEA González, y pues aquí lo están valorando, pero ya me dijeron que tampoco hay lugar, que van a ver nada más si es candidato para mandarlo con oxígeno a casa”, cuenta el joven a Animal Político.
El Hospital GEA González en efecto aparece en el Sistema de Información de la Red IRAG (Infección Respiratoria Aguda Grave) con 100% de ocupación en sus camas con ventilador.
Pero el INER no. De acuerdo a la Red IRAG, el Instituto de Enfermedades Respiratorias tiene, con fecha de corte de la información al 29 de noviembre, 61% de disponibilidad en sus camas con ventilador.
Al enterarse de eso, Marco salta de la banca y enfila los pasos al INER, a una cuadra de distancia del GEA González. Al llegar, cruza unas palabras con la policía que está en la puerta de urgencias y lo dejan pasar al área de Trabajo Social.
El joven sale unos 10 minutos después. Le han dicho que la información en la Red IRAG no está actualizada, que ellos están llenos y que incluso esperan a un par de ambulancias para que se lleve a dos pacientes a otros hospitales, ahí ya no caben, le refrendan.
“Les dije que si van a enviar a dos pacientes a otros hospitales, entonces que mi padre sea el tercero, porque en el otro hospital ya me dijeron que no hay lugar tampoco”, narra Marco, mientras se enfila con pasos rápidos hacia el GEA.
En cinco minutos cruza la puerta de esa institución y sale con su padre, quien es guardia de seguridad en una empresa privada. Trabajador considerado esencial de los que nunca tuvieron el privilegio de poder quedarse en casa.
El señor se ve pálido y está agitado. Así le sigue el paso a su hijo, de vuelta al INER. Los dos desaparecen por la puerta de urgencias. Vuelven a valorar al señor, pero no logran que lo ingresen ni que les dispongan una ambulancia. Los envían por su cuenta a otro hospital, el de la Secretaria de la Defensa Nacional (Sedena), cerca de la estación Periférico, del Tren Ligero.
“Me dieron la lista de los hospitales que tienen disponibilidad y el de la Sedena sí tiene lugar, está en verde, porque no está saturado”, dice Marco.
Padre e hijo dejan lo que en el inicio de la pandemia se conoció como la zona cero, justo por tener al hospital que recibió al primer paciente con COVID, el INER, y por albergar a otros tres hospitales emblema de la atención a estos afectados: el GEA González, el Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubirán y el Instituto Nacional de Cardiología.
Solo que al inicio de la pandemia esta de verdad parecía una zona cero de guerra, con las calles desoladas y los negocios cerrados. Hoy –pese al repunte de casos COVID en varias entidades del país, entre ellas la Ciudad de México– la gente camina tranquila por la calle, eso sí con cubrebocas, y los negocios, incluidos los puestos de comida callejera, colocados frente a los hospitales, están abiertos.
Esto no parece la zona cero ya, pero el caos está de vuelta, con los pacientes y familiares buscando atención médica.
En la Ciudad de México, de acuerdo al reporte de la situación de COVID del gobierno de la capital del 29 de noviembre, hay 54.5% de disponibilidad en camas con capacidad de intubación y 43.6% de disponibilidad en camas de hospitalización general.
La jefa del gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, alertó, desde el pasado 26 de noviembre, que la capital del país ha reportado un aumento en el número de casos de COVID-19, así como en hospitalizaciones y defunciones por la enfermedad.
También reconoció que ha aumentado el número de personas que están ingresando a los hospitales y dijo que se realizan ajustes para evitar la saturación.
En el rato que Marco estuvo sentado en la banca frente al GEA, Animal Político constató que llegaron dos personas, una en un vehículo particular y otra en un taxi, solicitando atención. Diligente, el guardia del lugar salió con sillas de ruedas para hacer más cómodo el ingreso de los afectados.
“Parece que están recibiendo a todo el mundo, pero ya adentro te dicen que no hay lugar y que van a valorar a tu familiar nada más y a ver si aguanta con oxígeno en casa”, dice Marco.
Para el joven y su padre, que también se llama Marco Elizalde, las vueltas no terminan en el INER y el GEA. “En el de Sedena –dice a este portal ahora ya en un mensaje de voz por WhatsApp– nos dijeron que ese ya no es hospital COVID, y nos mandaron al IMSS, al Vicente Guerrero”.
A las 6 de la tarde, seis horas después de su llegada al primer hospital, el INER, el padre de Marco entra a una nueva valoración, ahora en el Hospital General de Zona 47 del IMSS, en la Unidad Habitacional Vicente Guerrero, en Iztapalapa. La radiografía de sus pulmones muestra que en efecto, el señor necesita hospitalizarse.
Al fin, un hospital les dice que el señor puede quedarse, a las 19:15 empieza la espera y el papeleo y a las 8 de la noche lo ingresan.
La Secretaría de Salud informó este lunes 30 de noviembre en su reporte de ocupación diaria nacional que la ocupación total en los hospitales es de 36% y de 31% en camas con ventilador.
El área de comunicación social de la Secretaría de Salud aseguró que en efecto, el INER está saturado y ya lo había anunciado así desde hace días en las redes sociales. “Por eso la gente debe llamar al 911 para consultar disponibilidad y que no den vueltas”, señalaron.